Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 21

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Reportaje especial

 

El fraude de 1988 en Alexandria: Cómo aterré a los fascistas

por Lyndon H. LaRouche

15 de octubre de 2006

Muy pocos estadounidenses, y también otros, se dan cuenta de qué tanto de la ruina creciente que nuestra nación y nuestras vidas han sufrido desde febrero de 1983, es el efecto secundario de las acusaciones y sentencia fraudulentas que se me achacaron como respuesta inmediata a la presentación del presidente Ronald Reagan del 23 de marzo de 1983, en la que el Presidente confirmó lo que yo había planteado en mi intervención en pláticas extraoficiales, entre febrero de 1982 y 1983, con el Gobierno soviético, una propuesta que el presidente Reagan bautizó como una “Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE)”.

Como reacción en contra del discurso del Presidente del 23 de marzo, el notorio John Train empezó a urdir una vasta campaña, del todo fraudulenta, de acusaciones que llevarían a mi enjuiciamiento y condena fraguada de manera dolosa en diciembre de 1988. Las operaciones de Train en mi contra, del modo que fueron coordinadas a través de una serie de sus cenáculos, se llevaron a cabo en colusión con cómplices como el fascista notorio James Jesus Angleton y el núcleo de todo el aparato derechista hoy asociado con las redes fascistas estrechamente ligadas a Richard Mellon Scaife, William F. Buckley hijo, etc., y con la función de la maniobra fascista que encabezan la señora Lynne Cheney y el aparato de la operación estilo goebbeliano ACTA (Consejo Estadounidense de Miembros y Graduados).

Lo que Lynne Cheney y el bruto de su marido han hecho, gracias al papel protagónico que tuvo la primera en emprender la campaña de opresión política a la Goebbles en contra de profesores universitarios, sus alumnos y otros en ahora más de cien universidades estadounidenses, es descubir a ese aparato fascista asociado con la red de John Train como un claro peligro actual a la existencia continua de la civilización en este planeta.

Por tanto, ciertas cosas se vuelven muy, pero muy claras, cuando consideramos el papel internacional central que tuvo Train en fraguar las acusaciones fraudulentas y otras formas de hostigamiento en contra mía y de mis colaboradores, entre otros, y al ver cómo Train tomó la iniciativa de colaborar con reconocidos elementos vinculados con los nazis y otros fascistas para llevarme a juicio, en respuesta a mi participación en la oferta que hizo el presidente Reagan el 23 de marzo de 1983. Siempre he conocido estas conexiones, y el hecho de que Train tiene una función capital en este proceso; la diferencia ahora es que ninguna persona honesta e inteligente en Estados Unidos de América y en Europa podría seguir negando este hecho.

Considera los siguientes hechos típicos:

1. A más tardar en julio–agosto de 1982, según documentos de la FOIA (ley de Libertad de Información) dados a conocer por el FBI, Henry Kissinger personalmente presionaba al director del FBI William Webster, para que enjuiciara de manera fraudulenta a Lyndon LaRouche y sus colaboradores. Esta activación de Kissinger implicó su colusión con James Jesus Angleton, Jay Lovestone, William F. Buckley hijo, Irwin Suall de la ADL (Liga Antidifamación de B’nai B’rith) y Leo Cherne de la Freedom House. En una entrevista de mediados de los 1980 en relación con el enjuiciamiento doloso de LaRouche y sus colaboradores, Cherne admitió que la Junta Consultiva sobre Inteligencia Exterior del Presidente (PFIAB) que él copresidía había creado una unidad para vigilar a LaRouche, en respuesta a su Operación Juárez y su colaboración con el Presidente de México, José López Portillo, para enfrentar la crisis de la deuda mexicana, iberoamericana y del Tercer Mundo en general.

Los compinches Henry Kissinger y William F. Buckley hijo departen en una reunión de los Jóvenes (sic) Estadounidenses por la Libertad en 1977. Kissinger, en colusión con Buckley y otros, presionó para que se enjuiciara fraudulentamente a LaRouche y sus colaboradores en 1982. (Foto: Philip Ulanowsky/EIRNS).

2. En enero de 1983, según documentos de la FOIA, Cherne, Edward Bennett Williams, David Abshire y otros miembros del PFIAB se unieron a la campaña instigada por Kissinger para emprender una investigación y encausamiento espurios de LaRouche y sus colaboradores, sobre la base totalmente fraudulentas de que LaRouche estaba en la nómina soviética.

3. En el período previo al discurso del presidente Reagan del 23 de marzo de 1983 sobre la IDE, Kissinger en persona le había asegurado al Gobierno soviético del secretario general Yuri Andrópov que el Presidente nunca haría suyas las propuestas de LaRouche de una defensa contra proyectiles balísticos. Pronto se activaría a Kissinger y otros canales angloamericanos afines en la dirigencia soviética en una campaña coordinada de “Atrapen a LaRouche”, encaminada a romper la colaboración entre LaRouche y Reagan sobre la IDE.

4. En cuanto el presidente Reagan pronunció su discurso histórico el 23 de marzo de 1983, a contrapelo de la oposición tenaz de prácticamente el gabinete entero (el secretario de Estado George Shultz, el oficial mayor James A. Baker III, el vicepresidente George H.W. Bush, etc.), todo el aparato de Kissinger enloqueció e intensificó de inmediato la campaña en gestación de “Atrapen a LaRouche”.

5. El 23 de abril de 1983 John Train convocó a la primera de tres reuniones en el mentidero de su residencia en la ciudad de Nueva York, para urdir una campaña violenta de difamación contra LaRouche en la prensa, que implicaba a órganos de difusión destacados como los noticieros televisivos de NBC, Readers Digest, el Washington Post, el New Republic, Business Week y el Wall Street Journal. En los tres años siguientes, previo al allanamiento armado de las policías federal, estatal y local a las oficinas de las publicaciones de LaRouche y su residencia el 6 y 7 de octubre de 1986, veintenas de calumnias aparecieron en estos y otros medios, todas derivadas de un guión inventado que presentaron Train y sus redes en las sesiones del grupo especial “Atrapen a LaRouche”. Roy Godson, entre otros funcionarios y asesores del Consejo de Seguridad Nacional de Reagan y Bush, el Pentágono y el Departamento de Estado, participó en las sesiones del cenáculo de Train, junto con el mecenas derechista Richard Mellon Scaife.

6. A través de Kissinger y otros agentes británicos, órganos noticiosos soviéticos participaron de lleno en el furioso ataque mediático de “Atrapen a LaRouche” y presionaron por enjuiciarlo penalmente.

7. Uno de los casos más atroces de connivencia directa entre John Train, su grupo de calumniadores y sus contrapartes soviéticas, implicó la mentira flagrante de que LaRouche estuvo detrás del asesinato del primer ministro sueco Olof Palme en febrero de 1986. En verdad, poco antes del homicidio, el banco estatal sueco PK Banken había comprado la casa de inversiones de John Train en Nueva York, lo que levantó serias interrogantes sobre el conocimiento y participación del propio Train en las circunstancias que llevaron al asesinato de Palme. Órganos noticiosos vinculados con los Estados de Alemania Oriental y la Unión Sociética repitieron la línea del mentidero de Train, de que “LaRouche asesinó a Palme”. Es más, el nuevo presidente soviético Mijaíl Gorbachov apoyó la campaña de difamación e incriminación de “Atrapen a LaRouche”, un hecho que demostraron sus esfuerzos desesperados por romper la alianza de la IDE de Reagan y LaRouche en la reunión cumbre de Reikiavik, Islandia, que tuvo lugar a unos días de los allanamientos de octubre de 1986 contra las instalaciones de LaRouche en Leesburg, Virginia.

8. Otros agentes de confianza de Train y Angleton, asociados con la Fundación Heritage, su grupo de fachada Alta Frontera, el general Danny Graham y demás desempeñaron funciones clave de apoyo en la ofensiva para eliminar la IDE de LaRouche y Reagan. Formaron una serie de grupos de fachada falsos, de los que era típico Alta Frontera, que manifestaban apoyo por la IDE, pero que subvirtieron el concepto fundamental de la colaboración soviético–estadounidense en el desarrollo y despliegue de un sistema de defensa mundial contra proyectiles balísticos, con el uso de nuevos principios físicos en los sistemas de defensa. Danny Graham y otros agentes de Kissinger y Angleton propusieron varios sistemas de defensa antiproyectiles a lo “Ciro Peraloca” ya existentes que nunca podrían funcionar, como parte del intento por subvertir la iniciativa de Reagan y LaRouche, incluso luego de que Andrópov y después Gorbachov rechazaron en repetidas ocaciones la oferta de Reagan de colaborar para ponerle fin al terror termonuclear.