Economía






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, núm. 19

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Iberoamérica

Documentación

López Obrador: Por qué acepto la presidencia

Extractos del discurso que pronunció Andrés Manuel López Obrador durante la Convención Nacional Democrática que tuvo lugar el 16 de septiembre de 2006 en el Zócalo de la Ciudad de México. Se añadieron los subtítulos.

Amigas, amigos, delegadas, delegados de todos los pueblos, colonias, municipios, regiones, estados de nuestro país. Hoy es un día histórico. Esta Convención Nacional Democrática ha proclamado la abolición del actual régimen de corrupción y privilegios, y ha sentado las bases para la construcción y el establecimiento de una nueva República.

Antes que nada, conviene tener en claro por qué hemos tomado este camino. Es obvio que no actuamos por capricho o interés personal. Nuestra decisión, y la de millones de mexicanos aquí representados, es la respuesta firme y digna a quienes volvieron la voluntad electoral en apariencia y han convertido a las instituciones políticas en una farsa grotesca.

¿Cómo se originó está crisis política y quiénes son los verdaderos responsables?

Desde nuestro punto de vista, la descomposición del régimen viene de lejos, se acentuó en los últimos tiempos, y se precipitó y quedó al descubierto con el fraude electoral. Esta crisis política tiene como antecedente inmediato el proyecto salinista, que convirtió al gobierno en un comité al servicio de una minoría de banqueros, hombres de negocios vinculados al poder, especuladores, traficantes de influencias y políticos corruptos. A partir de la creación de esta red de intereses y complicidades, las políticas nacionales se subordinaron al propósito de mantener y acrecentar los privilegios de unos cuantos, sin importar el destino del país y la suerte de la mayoría de los mexicanos.

Desde entonces, el principal lineamiento del régimen ha sido privilegiar los intereses financieros sobre las demandas sociales, y aun sobre el interés público. En este marco de complicidades y componendas entre el poder económico y el poder político, se llevaron a cabo las privatizaciones durante el Gobierno de Salinas.

También en este contexto debe verse el asunto del FOBAPROA, el saqueo más grande que se haya registrado en la historia de México desde la época colonial. Recordemos que [el ex presidente Ernesto] Zedillo, con el apoyo del PRI y del PAN —del “PRIAN”—, decidió convertir las deudas privadas de unos cuantos en deuda pública.

A la llegada de Vicente Fox se fortaleció y se hizo más vulgar esta red de complicidades, al grado que un empleado del banquero Roberto Hernández pasó a ser el encargado de la hacienda pública.

Pero lo más grave es que Fox se convirtió en un traidor a la democracia, y se dedicó tenaz y obcecadamente, con todos los recursos a su disposición, a tratar de destruirnos políticamente. . . Se formó en contra nuestra una pandilla de delincuentes de cuello blanco y de políticos corruptos. Ahora bien, conviene preguntarnos por qué este grupo fue capaz de desatar tanto odio, por qué llegaron incluso al descaro de promover la intolerancia, el clasismo, y de utilizar el racismo para distinguirse y descalificar lo que nosotros dignamente representamos.

La respuesta es sencilla: tienen miedo de perder sus privilegios y los domina la codicia.

Por eso no aceptan el Proyecto Alternativo de Nación que nosotros postulamos y defendemos. Por eso, para seguir detentando la Presidencia de la República, no les importó atropellar la voluntad popular y romper el orden constitucional.

Pero vayamos al fondo. ¿Qué fue lo que ganaron realmente? ¿Creen acaso que el pelele que impusieron les va a significar tranquilidad y normalidad política? ¿Creen acaso que ahora sí nada les impedirá quedarse con el gas, la industria eléctrica y el petróleo? ¿Creen acaso que seguirán impunemente haciendo jugosos negocios al amparo del poder público y disfrutando de sus privilegios fiscales? ¿Creen acaso que van a seguir sobajando al pueblo de México?

Lo que no aceptaremos

Se equivocan, no pasarán. Se equivocan, porque afortunadamente hoy existe en nuestro país una voluntad colectiva dispuesta a impedirlo, y porque millones de mexicanos no queremos que el poder del dinero suplante al poder público, que debe ser el verdadero poder político.

Por todas estas razones, esta Convención, de conformidad con el Artículo 39*[1] de la Constitución vigente, ha decidido romper con ellos, recuperar nuestra soberanía y emprender el camino para la construcción de una nueva República.

Pueden quedarse con sus instituciones piratas y con su Presidente espurio, pero no podrán quedarse con el patrimonio de la nación, ni con nuestras convicciones, ni con nuestra dignidad.

Andrés Manuel López Obrador declara su legitimidad fundado en el derecho de toda la población a un gobierno dedicado a, entre a otras cosas, la búsqueda de la felicidad, el concepto que desarrolló el filósofo alemán Godofredo Leibniz (foto) en contra del aristotélico británico John Locke y su defensa de la “propiedad”.

Amigas y amigos: estamos aquí para decirles a los hombres del viejo régimen que no claudicaremos. Jamás nos rendiremos. Estamos aquí para decir a los cuatro vientos que defenderemos el derecho a la esperanza de nuestro pueblo, que no aceptamos el oprobio como destino para nuestro pueblo.

Que se oiga bien y que se oiga lejos:

No aceptamos que haya millones de niños desnutridos y enfermos, y sin porvenir.

No aceptamos que a los jóvenes, que nacieron bajo el signo del neoliberalismo, se les quite el derecho al estudio y se les condene a la marginación social.

No aceptamos la falta de presupuesto ni las campañas de desprestigio contra la educación pública. . .

No aceptamos que la mayoría de los ancianos del país vivan en el abandono, y que quienes se hayan jubilado después de toda una vida de trabajo reciban una bicoca de pensión. . .

No aceptamos que el salario mínimo no alcance para que el trabajador viva y mantenga a su familia con dignidad y decoro. . .

No aceptamos el trabajo infantil.

No aceptamos que millones de mexicanos se vean obligados a abandonar a sus familias y a sus pueblos, para ir a buscar trabajo del otro lado de la frontera.

No aceptamos que el campesino y el productor tengan que vender barato todo lo que producen, y comprar caro todo lo que necesitan.

No aceptamos la privatización de la industria eléctrica ni del petróleo en ninguna de sus modalidades. . .

No aceptamos el abandono al campo. No aceptamos la cláusula del Tratado de Libre Comercio, según la cual para el 2008 quedarán libres las importaciones, la introducción de maíz y de frijol del extranjero.

No aceptamos la competencia desleal que padecen los productores nacionales en beneficio de los productores extranjeros. . .

Y menos aceptamos que todas estas grandes injusticias sean producto de la fatalidad y del destino de nuestro pueblo.

La nueva República

No. . . éste es el saldo lamentable del régimen antipopular y entreguista que ha venido imperando y que oy hemos decidido abolir. Por eso es un día histórico.

¿Cómo imaginamos a la nueva República?

La nueva República tendrá, como objetivo superior, promover el bienestar, la felicidad y la cultura de todos los mexicanos. Aspiramos a una sociedad verdaderamente justa, elevada sobre la base de la democracia y de la defensa de la soberanía nacional. . .

Promoveremos que se eleve a rango constitucional el estado de bienestar, para garantizar efectivamente el derecho a la alimentación, el trabajo, la salud, la seguridad social, la educación y la vivienda. . .

En el proceso de construcción de la nueva República tenemos que atender y cuidar tres aspectos fundamentales:

Primero. No caer en la violencia, evadir el acoso y mantener nuestro movimiento siempre en el marco de la resistencia civil pacífica.

Segundo. No transar, no vendernos, no caer en el juego de siempre, de la compra de lealtades y consciencias disfrazada de negociación.

Tercero. Tenemos que luchar con imaginación y talento para romper el cerco informativo y crear mecanismos alternativos de comunicación. Tenemos que hacer posible que la verdad se abra paso y llegue hasta el último rincón de nuestra patria. . .

Esta Convención ha decidido crear también un nuevo gobierno, que se instituye para ejercer y defender los derechos del pueblo. El gobierno que emerge será obligadamente nacional. Tendrá una sede en la capital de la República y, al mismo tiempo, será itinerante para observar, escuchar y recoger el sentir de todos los sectores y de todas las regiones del país.

Habrá un gabinete, es decir, un equipo de trabajo que integre los diagnósticos, proponga las soluciones y examine las posibilidades en cada caso. Los recursos, como es obvio, son escasos, pero el trabajo de equipo, la honradez, la interacción con la sociedad, podrán convertir la escasez en eficacia.

¿Por qué acepto el cargo de Presidente de México?

Ofrezco a ustedes y al pueblo de México mi explicación. Frente a la operación fraudulenta que lesionó la democracia electoral e intenta detener la democratización económica, social y cultural; frente al uso faccioso del Poder Ejecutivo y de los recursos públicos de un candidato y de un partido. . . frente al secuestro de las instituciones. . . y ante el cúmulo de pruebas que hemos presentado y que fueron tramposamente desechadas, mantenemos una certidumbre: ganamos la elección presidencial.

Más de un millón de delegados de todo el país reunió la Convención Nacional Demócratica en la que se eligió a López Obrador Presidente legítimo de México el 16 de septiembre, en el Zócalo de la Ciudad de México. (Foto: sitio oficial de Andrés Manuel López Obrador).

Acepto el cargo de Presidente de México, porque rechazamos la imposición y la ruptura del orden constitucional. Aceptar el fraude electoral, como algunos están proponiendo, y reconocer a un gobierno usurpador, implicaría posponer indefinidamente el cambio democrático en el país. Sería hacerles el juego. . .

Nuestros adversarios se imponen con el dinero, el prejuicio conservador, la injusticia, la ilegalidad, la propiedad de muchísimos medios informativos. Nosotros contamos con la voluntad de cambio de millones de personas. El régimen político de ellos se agotó; en cambio, desde nuestro punto de vista, la Presidencia, esta Presidencia, simboliza las esperanzas, los esfuerzos y el anhelo de justicia social del pueblo de México.

Además, el encargo de Presidente de México se me confiere en el marco de un movimiento empeñado en transformar las instituciones y refrendar la República. . . La Presidencia, en una democracia genuina, es la interpretación justa y cotidiana de los sentimientos, de los deseos del pueblo, de los sentimientos, de los deseos de la gente y de la comunidad.

Es obvio que acepto este honroso cargo, no por ostentación o por ambición al poder. Lo asumo, incluso a sabiendas de que también por esto voy a ser atacado. Pero lo hago convencido de que así voy a seguir contribuyendo, junto con muchos otros mexicanos, mujeres y hombres, como ustedes, en las transformaciones del país, por nosotros y por las nuevas generaciones, por los que vienen detrás, por nuestros hijos, que podamos verlos de frente y no nos reclamen, porque en estos momentos de definición supimos estar a la altura de las circunstancias.

Además, en las actuales circunstancias, aceptar este encargo es un acto de resistencia civil pacífica, y es lo que más conviene a nuestro movimiento. Es un “tengan, para que aprendan”, un “tengan”, para que aprendan a respetar la voluntad popular. . .

¡Viva México!


*&#[1]Artículo 39: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo momento el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.