Iberoamérica






Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIII, nums. 14-15

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Documentation: Informe de gobierno de 1982

‘México vivirá’

Extractos del sexto informe de gobierno del José López Portillo el 1 de septiembre de 1982, en el que explica su decreto de nacionalización de la banca.

La estructura productiva mundial se vio crecientemente sujetada por una estructura financiera injusta y obsoleta que clamaba como único remedio a la crisis creciente, la restricción y el desempleo [. . .]

Ciertamente, la falta de concordancia entre un adelanto industrial cuya tecnología avanza a saltos cada vez más impresionantes y una estrcutura financiera mundial que sólo ha respondido al reto tecnológico con el impulso primario de tratar de detenerlo, se hace cada vez más aparente. [. . .]

La peste financiera hace estragos crecientes en todo el orbe. Como en el medievo, arrasa país tras país. La transmiten las ratas y su saldo es desempleo y miseria, quiebra industrial y enriquecimiento especulativo. El remedio de los curanderos es privar al paciente de alimentos, someterlo a descanso forzoso. [. . .]

Con lo que no pudimos, fue con la pérdida de confianza en nuestro peso, alentada por quienes adentro y afuera, pudieron manejar las expectativas y causar lo que anunciaban, con el sólo anuncio. . . Contra esto ya no pudo el vigor de nuestra economía. [. . .]

Una de las determinaciones inaplazables que el nuevo orden económico mundial debe establecer, antes de que se derrumbe el actual en forma inconveniente y quizá catastrófica, es la de formalizar un sistema compensatorio para que los países de los que se fuga el capital tengan acceso a un tipo de crédito originado en los recursos relativos, mediante algún vínculo especial de reciclaje. [. . .]

El Presidente de México José López Portillo enarbola la bandera nacional el 3 de septiembre de 1982, en celebración de la nacionalización de la banca. Por esta acción, los intereses financieros sinarquistas internacionales le declararon la guerra económica a México, y las iniciativas de López Portillo fueron aplastadas. (Foto: Coordinación de Material Gráfico).

Podemos afirmar, en consecuencia, que de la economía mexicana han salido ya, en los dos o tres últimos años, por lo menos 22 mil millones de dólares; y se ha generado una deuda privada no registrada para liquidar hipotecas, pagar mantenimiento e impuestos, por más de 20 mil millones de dólares, que se adicionan a la deuda externa del país. Estas cantidades, sumadas a los 12 mil millones de mexdólares, es decir, 54 mil millones de dólares equivalen a la mitad de los pasivos totales con que cuenta en estos momentos el Sistema Bancario Mexicano en su conjunto y alrededor de dos tercios de la deuda pública y privada documentada del país.

Puedo añadir, igualmente, que los rentistas mexicanos en los últimos años, han hecho mayores inversiones en Estados Unidos, que toda la inversión extranjera en México en toda la historia. Esta inversión, en libros, tiene un valor aproximado de 11 mil millones de dólares, 70% de la cual es norteamericana. El ingreso neto hacia nuestro país en 1982, fue de mil 700 millones de dólares, suma ridícula frente a la que de aquí salió. [. . .]

Ha sido un grupo de mexicanos. . . encabezado, aconsejado y apoyado por los bancos privados, el que ha sacado más dinero del país, que los imperios que nos han explotado desde el principio de nuestra historia. [. . .]

La cuestión de fondo, la alternativa vital, se establece entre una economía progresivamente dominada por el ausentismo, por la espeuclación y el rentismo, y otra vigorosamente orientada a la producción y al empleo.

La especulación y el rentismo se traducen en una multiplicación de la riqueza de unos pocos sin producir nada, y proviene necesariamente del simple despojo de los que producen. A la larga conduce inevitablemente a la ruina.

En efecto, nuestro país, dadas sus carencias acumuladas y su dinamismo social, no tiene margen para permitir el desarrollo de las actividades especulativas. Tiene el imperativo de destinar la totalidad de sus recursos a la producción. . . México, al llegar al extremo que significa la actual crisis, no puede permitir que la especulación financiera domine su economía sin traicionar la esencia misma del sistema establecido por la Constitución: la democracia como constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo. [. . .]

Tenemos que organizarnos para salvar nuestra estructura productiva y proporcionarle los recursos financieros para seguir adelante. [. . .]

Para responder a ellas he expedido, en consecuencia, dos decretos: uno que nacionaliza los bancos privados del país, y otro que establece el control generalizado de cambios. . . Es ahora o nunca. Ya nos saquearon. México no se ha acabado. No nos volverán a saquear. [. . .]

A nosotros nos gustaría discutirlo con el sistema financiero de los Estados Unidos, entre otras razones para convencer a su generoso pueblo, de que, en la solución relativa de nuestros problemas, no tratamos de afectar a sus contribuyentes, sino hacer accesible a México el crédito significado por cuantiosos recursos mexicanos que han salido del país en forma que nos crea problemas de salud económica y comercial a ambos lados de la frontera. [. . .]

El Estado mexicano nunca ha expropiado por expropiar, sino por utilidad pública. La que ahora resolvemos, libra, del libertinaje del cambio, a la libre iniciativa y al libre impulso productivo de los mexicanos, que la camisa de fuerza que un sistema parasitario les ha colocado. [. . .]

Que la alegría y el ánimo de la lucha se mantenga en cada hogar mexicano. [. . .]

Ya cerramos la fuga [de capitales]. [. . .]

México ha vivido.

México vive.

México vivirá.

¡Viva México!

Documentation: Discurso ante la ONU en 1982

Tenemos que parar el ‘nuevo oscurantismo medioeval’

El 30 de septiembre de 1982 el secretario de Estado norteamericano Geroge Shultz la dijo a la Asamblea General de las Naciones Unidas que los días de los fondos para el desarrollo eran historia, y que Estados Unidos no toleraría ninguna oposición al FMI: “Los problemas inmediatos de deuda son manejables si usamos el sentido común y evitamos medidas desestabilizadoras, pero la magnitud de la deuda externa casi de forma inevitable reducirá los recursos disponibles para préstamos futuros con propósitos de desarrollo. El ajuste económico es imperativo, y el Fondo Monetario Internacional puede proporcionar ayuda decisiva y orientación”.

José López Portillo habló ahí mismo al día siguiente, donde le respondió a Shultz con un sonoro llamado a instaurar un nuevo orden económico mundial. A continuación reproducimos extractos de su histórico discurso.

La preocupación y ocupación más constante de México en el ámbito internacional es el tránsito hacia un nuevo orden económico. [. . .]

La reducción de las disponibilidades de crédito para los países en desarrollo tiene serias consecuencias, no sólo para ellos, sino para la producción y el empleo de los países industriales. No sigamos en este círculo vicioso. Podría ser el principio de un nuevo oscurantismo medioeval sin posibilidades de renacimiento. [. . .]

Helga Zepp–LaRouche, la política alemana y esposa de Lyndon LaRouche, se reúne en 1998 con su amigo, el hoy finado ex presidente mexicano José López Portillo. (Foto: EIRNS).

Los países en desarrollo no queremos ser avasallados. No podemos paralizar nuestras economías y hundir a nuestros pueblos en una mayor miseria para pagar una deuda cuyo servicio se triplicó sin nuestra participación ni responsabilidad, y cuyas condiciones nos son impuestas. Los países del sur estamos a punto de quedarnos sin fichas, y si no pudiésemos continuar en el juego éste terminaría en una derrota general.

Quiero ser enfático: los países del sur no hemos pecado contra la economía mundial. Nuestros esfuerzos para crecer, para vencer el hambre, la enfermedad, la ignorancia y la dependencia no han causado la crisis internacional. [. . .]

Después de grandes esfuerzos correctivos en materia económica, mi gobierno decidió atacar el mal por su raíz y extirparlo de una buena vez. Era obvio que existía una inconsistencia entre las políticas internas de desarrollo y una estructura financiera internacional errática y restrictiva.

Era irreconciliable una política de crecimiento razonable con una libertad especulativa de cambios. Por eso establecimos el control de divisas.

Dicho control sólo puede funcionar, dada nuestra frontera de tres mil kilómetros con Estados Unidos, mediante un sistema bancario que siga las políticas de su país y de su gobierno, y no de sus propios intereses especulativos y los vaivenes del caos financiero internacional. Por eso nacionalizamos la banca.

Hemos sido un ejemplo vivo de lo que ocurre cuando esa masa enorme, volátil y especulativa de capital recorre el mundo en busca de altas tasas de interés, paraísos fiscales y supuesta estabilidad política y cambiaria. Descapitalizan a países enteros y causan estragos en su camino. El mundo debe ser capaz de controlarlos. Es inconcebible que no podamos hallar la fórmula que, sin coartar tránsitos y flujos necesarios, permita regular un fenómeno que daña a todos.

Se hace imprescindible que el nuevo orden económico internacional establezca un vínculo entre el refinanciamiento del desarrollo de los países en desarrollo que sufren fuga de capital, y los capitales que se fugaron. Siquiera migajas de su propio pan. [. . .]

No podemos fracasar. Hay lugar al tremendismo. Está en juego no sólo el legado de la civilización sino la sobrevivencia misma de nuestros hijos, de las futuras generaciones de la especie humana.

Hagamos posible lo razonable. Recordemos las trágicas condiciones en las que creamos esta organización y las esperanzas en ella depositadas. El lugar es aquí y el tiempo es ahora.