Economía Resumen electrónico de EIR, Vol.III, núm. 14

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Los derivados son un 'riesgo sistémico'


LaRouche establecería un sistema monetario enfocado al crecimiento, un Nuevo Bretton Woods.

por Richard Freeman y John Hoefle

La Contraloría de la Moneda (CM) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos reveló, en un informe el 18 de junio, que la cartera de derivados financieros pendientes de los bancos comerciales estadounidenses se disparó a 76,5 billones de dólares al término del primer trimestre de 2004, un asombroso 24% mayor que el del primer trimestre de 2003. Nunca antes el sistema bancario estadounidense ha sido tan vulnerable a una desintegración sistémica por una falla de reacción en cadena de los derivados.

También el 18 de junio, un funcionario de alto nivel del Banco de la Reserva Federal de San Francisco advirtió de las crecientes "preocupaciones de riesgos sistémicos" debido al aumento de las megafusiones bancarias, con las cuales un puñado de bancos gigantescos se ha hecho de una gran cantidad de activos bancarios de los EU. Lo que no se dice, pero es obvio, es que este mismo proceso ha puesto en manos de los gigantescos bancos un inmenso volumen de derivados sumamente apalancados.

En medio de una crisis financiera mundial que se agrava, caracterizada por la hiperinflación en los precios del petróleo y de los bienes de consumo, alzas en las tasas de interés, etc., cualquier inestabilidad puede hacer volar el mercado mundial de derivados, con un valor de entre 300 y 400 billones de dólares.

Los derivados son apuestas que le chupan la vida a la economía física. Puesto que son sólo cifras en los libros contables electrónicos, esto podría propagarse por todo el mundo a la velocidad de la luz, evaporando al sistema financiero. Cuando una desestabilización semejante golpeó en septiembre de 1998, con la crisis del fondo especulativo LTCM, por un pelito y el sistema se vino abajo. Eso no quiere decir que semejante crac pueda evitarse ahora.

Sin embargo, la propagación de este derrumbe financiero podría ser la bomba que abra la convención nacional del Partido Demócrata en Boston, en los EU, permitiéndole al precandidato presidencial Lyndon LaRouche presentar sus soluciones a las cuestiones de vida o muerte, entre ellas someter al sistema financiero mundial, ligado a los derivados, a una reorganización por bancarrota. En cambio, LaRouche establecería un sistema monetario enfocado al crecimiento, un Nuevo Bretton Woods.

Los derivados se acumulan

No sólo las carteras de derivados de la banca comercial crecieron 24% el año pasado. Considera esta comparación: en el primer trimestre de 1995, la banca comercial estadounidense tenía en sus manos 17,5 billones de dólares en derivados; hoy, tiene 75,6 billones, lo que representa un aumento de cuatro y media veces. Hubo una época en la que el sistema bancario estadounidense le prestaba a la agricultura y la industria productivas. Ahora, es un gran casino que le apuesta a las tasas de interés, a las acciones, a las monedas, etc. De los derivados en manos de la banca, 91% son extrabursátiles (hechos especialmente a la medida de las instituciones financieras, seguido cuentan con elementos exóticos y complejos, y no se comercian con los métodos habituales). El resto de los derivados de los bancos se comercian en la bolsa.

El banco JP Morgan Chase (JPMC), que es ya un muerto viviente, domina el mercado estadounidense de derivados, pues pasó de tener 36,8 billones de dólares en derivados a fines de 2003, a 39,6 billones este primer trimestre. (Por alguna razón, quizás relacionada con una contabilidad fraudulenta por la próxima fusión del JPMC con Bank One, la CM informa que la división bancaria de JPMC tenía 8 billones de dólares más en derivados que su división bursátil, aun cuando la división bursátil subsume a la bancaria). Por sí misma, la división bancaria de JPMC tiene derivados que representan casi cuatro veces el producto interno bruto de los EU, por 11,5 billones de dólares. Luego le siguen Bank of America y Citibank, con 14,9 billones y 14,4 billones, respectivamente.

La CM informa que los siete principales bancos de derivados de los EU dan cuenta de 96% de todos los derivados del sistema bancario nacional. El cálculo es sencillo: si estos bancos sufren un problema serio con sus derivados, podemos decirle adiós a todo el sistema bancario.

En general, según los datos de la CM, uno puede ver la peligrosa pirámide invertida que caracteriza las carteras de derivados de la banca estadounidense. Los bancos tienen 76,5 billones de dólares en derivados, contra 7,8 billones en activos y 715 mil millones de capital propio. El capital propio de los bancos asciende —y garantiza— sólo 0,9% de sus carteras de derivados financieros.

Sin embargo, también hay derivados en manos de bancos de inversiones estadounidenses tales como Merrill Lynch y Goldman Sachs, y de las empresas de los EU que la CM no contabiliza. EIR calcula que el total en derivados que tienen todas las instituciones estadounidenses pasa de los 85 billones de dólares.

El informe del BPI

Los derivados están aumentando a nivel mundial. El Banco de Pagos Internacionales (BPI), en su reciente informe trimestral, ubicó los derivados que tienen instituciones financieras a nivel mundial en los 233,9 billones de dólares al término del primer trimestre de 2004. De éstos, 197,2 billones de dólares (84%) son extrabursátiles, y el resto se comercializa en la bolsa.

No obstante, el BLI subestima en mucho el tamaño de los derivados pendientes, usando técnicas tales como el de las operaciones de compensación para disfrazar la verdadera dimensión del peligro. EIR estima que las instituciones financieras de las naciones más importantes del mundo tienen entre 300 y 350 billones de dólares en derivados pendientes. Es más, se calcula que el comercio con derivados (la compraventa) asciende a entre 2,5 y 6 trillones de dólares anuales.

La Reserva Federal de San Francisco: 'riesgo sistémico'

La escala a la que tienen lugar ahora las megafusiones bancarias en los EU vuelve esto aun más preocupante. Hasta este año, Citigroup era la única organización bancaria de los EU con billones de dólares en activos. Ahora hay dos más: Bank of America, que se fusionó con FleetBoston, y JP Morgan Chase, que terminará de fusionarse con Bank One en julio. El 18 de junio, Simon Kwan del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, afirmó, en una advertencia muy inusual en el informe económico del banco: "La escala en aumento a la que tienen lugar las fusiones bancarias plantea cuestiones de política desafiantes, incluyendo la preocupación de la concentración de las operaciones bancarias a nivel nacional y de los riesgos sistémicos... Cuando las actividades bancarias se concentran en unos cuantos bancos grandes, las sacudidas que sufran estas empresas individuales podrían tener repercusiones en el sistema financiero y en la economía real".

El porcentaje que los diez principales bancos de los EU controlan de los activos bancarios comerciales ha aumentado, de alrededor de 30% en 1995, a cerca de 45% hoy. El fracaso de sólo esos diez bancos podría hacer desaparecer la mitad de los activos del sistema bancario comercial de los EU. Los EU avanzan hacia el peligroso modelo británico, donde seis bancos dominan, de pies a cabeza, el sistema bancario comercial. En el sistema bancario de los EU, que tiene una gran concentración de activos, la aun mayor concentración de derivados que ostentan siete bancos estadounidenses es nefasta, pues los derivados podrían funcionar como el detonador de una gran explosión.

El 17 de junio, el Financial Times de Londres entrevistó a Bill Gross, presidente de Pimco, el mayor fondo de comercio de bonos del mundo. Gross advirtió que, a nivel global, "demasiada deuda, el riesgo geopolítico y varias burbujas han creado un ambiente muy inestable, que puede cambiar en cualquier minuto. Más que en cualquier momento de los últimos 20 o 30 años, existe el potencial de que haya un giro de 180 grados", el cual podría hacer zozobrar al sistema financiero. El centro de este problema es el aumento excesivo de los derivados financieros.