Iberoamérica
Resumen electrónico de EIR, Vol.III, núm. 10

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Rumsfeld quiere una guerra en las 'zonas ingobernables' de las Américas

por Gretchen Small

En noviembre de 2002 el secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld asistió a la Quinta Reunión de Ministros de Defensa de las Américas, en Santiago de Chile, para emitir personalmente un ultimátum: Los gobiernos de las Américas tienen que crear una fuerza militar multinacional para intervenir en las "zonas ingobernables" del Hemisferio infestadas de terroristas, o si no, los Estados Unidos lo harán de forma unilateral. Según él, se justifica la intervención extranjera en las "zonas abandonadas" de cualquier país, en cualquier parte del planeta, porque desde ahí acechan terroristas, narcotraficantes y desestabilizadores de los gobiernos democráticos.

Eso fue el lanzamiento del "Corolario Rumsfeld" a la doctrina del vicepresidente Dick Cheney de guerras "preventivas" imperialistas. O sea que la "guerra al terrorismo" justifica la eliminación de la soberanía nacional en zonas donde la autoridad de los gobiernos es débil o inexistente. Un razonamiento no muy distinto, en su lógica, a la doctrina de Cheney y Rumsfeld de que la guerra al terrorismo justifica la tortura y las violaciones a las Convenciones de Ginebra.

Lo que ni Cheney ni Rumsfeld dicen, es que los mismos financieros sinarquistas que pretenden instaurar la dictadura de un imperio mundial —quienes han saqueado a las economías de la región hasta el punto de la desintegración—, también financian y despliegan a los sinarquistas de izquierda y derecha que están creando las condiciones de ingobernabilidad usadas de pretexto en sus planes de intervención militar.

"Así es como funcionan las cosas, como operaciones de izquiera–derecha, con Cheney y compañía en la 'derecha', y [Fidel] Castro y [Hugo] Chávez en la 'izquierda' ", explicó el 19 de mayo el precandidato presidencial demócrata Lyndon LaRouche, en una declaración de campaña donde advierte de la amenaza terrorista que representan estas provocaciones en las Américas.

Sin importarle el desastre de su guerra en Iraq, el Gobierno de Bush arrojó una granada de mano en el continente el 6 de mayo con la publicación del informe final de su Comisión de Ayuda a la Cuba Libre, donde plantea la estrategia de "ponerle fin a la brutal e inmisericorde dictadura" en Cuba, "ayudar al pueblo cubano en una transición a la democracia representativa" y ayudarlo "a establecer una economía de libre mercado". En los próximos dos años se gastarán 59.000 millones de dólares en el proyecto "Cuba Libre", al tiempo que se presiona a otros países a unirse a otra supuesta "coalición de los dispuestos".

Castro respondió como lo ha hecho por casi 50 años, movilizando a su gente en todo el contintente. Porque si hay algo en lo que están de acuerdo los sinarquistas de izquierda y de derecha, es en que los medios para lograr sus objetivos son el terror y las guerras. Desde el 11 de septiembre de 2001 Rumsfeld ha despotricado que la guerra al terrorismo tiene que seguir por 100 años. Lo mismo el protegido de Castro, Hugo Chávez, quien también ha desbarrado que si Washington se atreve a derrocarlo, Venezuela "tiene suficientes aliados para iniciar la guerra de los cien años". De hecho, las FARC, el principal cartel del narcotráfico y el mayor grupo terrorista de Sudamérica, están listas para salir en auxilio de Chávez, según su vocero Raúl Reyes, quien le dijo a la agencia noticiosa ANNACOL el 4 de mayo, que "las FARC simpatizan con el Gobierno de Hugo Chávez" y esperan que derrote a los "oligarcas".

Desde Venezuela...

En la reunión de los ministros de Defensa en 2002 se discutió que, entre las zonas que podrían ser blanco de una intervención supranacional, estaban Colombia, Haití y la zona de la triple frontera de Paraguay, Argentina y Brasil. Para entonces, la Escuela Superior de Guerra del Ejército estadounidense ya tenía en su radar otras zonas. El coronel Joseph Nuñez tenía la tarea de elaborar una propuesta para crear una fuerza supranacional. En la Escuela Superior de Guerra, en ese entonces, algunos propusieron que las gigantescas favelas de Río de Janeiro y de São Paulo fueran consideradas zonas "ingobernables" y objetivos a intervenir.

A 18 meses de la "guerra global al terrorismo" de Cheney y Rumsfeld, toda América del Sur está en proceso de convertirse en una enorme "zona ingobernable". Los Gobiernos de Bolivia, Perú y Ecuador están a punto de ser barridos por una ola de desempleados furiosos y hambrientos que, al no encontrar a nadie que asuma su causa, marchan bajo la dirección de agitadores narcoterroristas. Brasil es un polvorín a punto de estallar y convertirse en una nueva "Colombia". El derrumbe de la economía física de la región, producto de más de dos décadas de canibalización de la infraestructura, de las capacidades productivas y de la gente —por órdenes del FMI—, está llevando a su desintegración. Así, la combinación Chávez–Castro–Cheney ha llevado al continente entero al borde de la guerra generalizada. Venezuela destaca, en tanto se aproxima la fecha en que los firmantes a favor de un referendo para revocarle el mandato al presidente Chávez tienen que confirmar su petición. En diciembre de 2003 la oposición recabó 3,4 millones de firmas solicitando un referendo revocatorio, muchas más de los 2,4 millones exigidos por la Constitución, pero el Consejo Nacional Electoral, dominado por Chávez, con el respaldo de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, también dominada por Chávez, puso en duda la validez de 1,2 millones de firmas. Tras una enorme presión internacional, el régimen de Chávez aceptó que los firmantes ratifiquen sus firmas antes de tomar la decisión final, lo cual se llevaría a cabo del 28 al 31 de mayo.

En los últimos meses la discusión en torno a si Chávez puede salir por medios electorales ha evitado que la situación estalle fuera de control. Sin embargo, Chávez no tiene intención de dejar el gobierno, independientemente del resultado. Ambos bandos están armándose para una guerra civil, luego de que la alternativa del referendo quede anulada, como se espera que ocurra de cualquier manera.

El núcleo de militantes sinarquistas de la oposición se concentra en el Bloque Democrático, cuyo vocero principal es Alejandro Peña, proclamado agente del viejo fascista español franquista Blas Piñar. El Bloque Democrático, que también se conecta con las redes derechistas radicales del exilio cubano en Miami, ha estado organizando el derrocamiento de Chávez por cualquier medio. A principios de marzo declararon que a cualquiera que no esté de su lado debe considerársele "un traidor... un agente de Fidel Castro, y como tal debe ser tratado". El general (r) de la Guardia Nacional Felipe Rodríguez anunció al Miami Herald a principios de abril la formación de los "Comandos de la Revolución". Luego, el 6 de mayo, el ex presidente Carlos Andrés Pérez, antiguo agente sinarquista desde la época de la Legión del Caribe de los hermanos Dulles, anunció el derrocamiento militar de Chávez.

Para no quedarse atrás, Chávez anunció el 16 de mayo, en una concentración de sus simpatizantes en Caracas, un aumento de los efectivos y de las reservas del Ejército, y una nueva doctrina de "defensa integral de la nación" para la creación de milicias civiles al mando de oficiales retirados. Según Chávez, todo mundo estaría obligado por la Constitución a integrarse a las milicias del régimen.

... hasta Bolivia

Perú y Bolivia conforman el otro epicentro de crisis inmediata en la región andina. Ambas naciones enfrentan una insurgencia de los productores de coca, dirigida por los agentes del megaespeculador George Soros. El derrumbe del Gobierno de Alejandro Toledo en Perú es inminente. La situación de Bolivia no es mejor. Al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, un "barón del estaño", lo sacó del cargo una protesta multitudinaria causada por las destructivas medidas impuestas por sus compinches de Wall Street. Apenas siete meses después, la suerte de su sucesor Carlos Mesa pende de un hilo.

Desde que inició su gobierno en octubre, Mesa ha estado atrapado entre las protestas encabezadas por el cabecilla de los cocaleros y amigo de Chávez, Evo Morales, en demanda de un alivio a la situación económica, y las exigencias del Gobierno de Bush de que mantenga su política económica liberal y de que no haga concesiones a la erradicación de la coca. En cuanto Mesa tomó posesión, los neoconservadores de Washington ya habían agregado a Bolivia al "eje del mal" regional que inventaron con el Brasil de Luiz Inacio Lula da Silva, la Venezuela de Chávez, la Cuba de Castro y la Argentina de Néstor Kirchner.

Fuentes militares de alto nivel en La Paz, Bolivia, informaron a mediados de abril que la embajada estadounidense estaba presionando a favor de un golpe "constitucional" contra Mesa, porque había incluido a "izquierdistas recalcitrantes" y a gente cercana a Evo Morales en su gobierno, en un intento desesperado por crear una base de apoyo. La embajada estadounidense afirma no querer ningún golpe militar, pero "sugiere" que el Presidente del Senado podría sustituir a Mesa y luego llamar a elecciones.

En mayo los izquierdistas más radicales, encabezados por el terrorista confeso Felipe Quispe y la Confederación Obrera Boliviana (COB), comenzaron una campaña pidiendo elecciones inmediatas. Si esto ocurre, señalan las fuentes, se generaría una polarización en Bolivia entre los más pobres que respaldan al narcoterrorista Evo Morales, ligado a George Soros, y la clase media y acomodada que respalda al privatizador favorito del Banco Mundial, Jorge Quiroga. Éste "yuppie" educado en EU fue presidente interino de Bolivia cuando renunció el presidente Hugo Bánzer, agobiado por el cáncer.

En las actuales condiciones de devastación económica que vive Bolivia, si sale Mesa, como se dice son los planes de la embajada estadounidense, se desataría una guerra civil. Quispe ya ha declarado que tiene un "mandato para organizar la lucha armada de ser necesario".

De ejecutarse la doctrina de Rumsfeld, de entrar tropas estadounidenses o, por ejemplo, una fuerza militar chilena y argentina como proponen, a Bolivia, Venezuela, las favelas de Río o a cualquier parte de Iberoamérica, con el pretexto de "restaurar el orden" tras el derrumbe del gobierno, se desataría una guerra continental. Y, tras esa conflagración, ningún gobierno sobreviviría, algo que los financieros sinarquistas preferieren a que entre las naciones iberoamericanas surja un liderato que defienda a sus pueblos del genocidio impuesto por los banqueros, y que éstas se unan para romper con el sistema financiero que a todos aplasta.

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