Economía Resumen electrónico de EIR, Vol.III, núm. 05

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Huntington desvaría de nuevo: ¡Ojo a una guerra de Cheney contra los hispanos!


Estos pobres trabajadores hispanos son los que Huntington considera
los grandes enemigos de los EU.

por Gretchen Small

El repugnante Samuel Huntington, cuyo panfleto antimusulmán de 1996, el Choque de civilizaciones, allanó el camino para las guerras de la pandilla del vicepresidente estadounidense Dick Cheney en el Oriente Medio, está preparando el camino para otras guerras, esta vez contra los países de América, incluyendo los propios Estados Unidos.

Huntington repite con frecuencia que "sabemos quiénes somos cuando sabemos quiénes no somos, y contra quién estamos". Así que, ¿contra quién vamos a estar en "contra" ahora "nosotros"? Huntington propone que la nueva imagen enemiga de los EU es nada menos que el 15% de su propia población de origen hispano. "Nosotros" ahora tenemos que odiar a la minoría étnica más numerosa de los EU, y muy especialmente a los que vienen de la nación vecina: México.

Remóntate por un momento a agosto de 2003, cuando la campaña del aspirante presidencial estadounidense Lyndon LaRouche para sacar del Gobierno de George W. Bush a Dick Cheney y a su pandilla de asesinos sinarquistas, finalmente empezó a catalizar la oposición institucional contra Cheney. El 9 de agosto LaRouche escribió un memorando en el que advertía que Cheney y sus secuaces con toda probabilidad responderían a esta amenaza contra su poderío con una nueva intentona de un incidente terrorista grande. Puesto que el cuento de que "lo hicieron los árabes" perdía vigencia política, advirtió LaRouche, la pandilla de Cheney podría echar mano de la nueva internacional fascista que estaba estableciéndose en el continente americano en torno a la figura del franquista español Blas Piñar, para darle un cariz "hispano" a su atrocidad.

"Piénsese en el efecto de un ataque terrorista a los Estados Unidos, comparable en su efecto psicológico al del 11 de septiembre, ¡pero achacado esta vez a poblaciones hispanas, en vez de árabes!" Piénsese en lo afortunado que sería un suceso tal para revivir la "menguante posición política" de Cheney, añadió LaRouche en ese memorando que apareció en la edición de Resumen ejecutivo de EIR correspondiente a la segunda quincena de noviembre de 2003, con el título de "Cheney habla de terrorismo: ¿Cuáles terroristas, Dick?"

Ahora viene Huntington a declarar que los nuevos enemigos de los EU son los hispanos. La andanada contra los hispanos fue lanzada por la revista Foreign Policy, órgano de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional (Carnegie Endowment for International Peace), la que publicó el llamado de Huntington a una nueva guerra racial como la noticia de portada en su edición correspondiente a marzo–abril de este año, con un encabezado incitador: "José, Can You See? Samuel Huntington on how Hispanic immigrants threaten America's identity, values and way of life." (El título viene de una vieja broma que hace un juego de palabras con el himno nacional de los EU. Literalmente se traduce: "José, ¿puedes ver? Samuel Huntington respecto a cómo los inmigrantes hispanos amenazan la identidad, los valores y el modo de vida de los EU"—ndr.).

La tesis de Huntington es chabacana: "El influjo persistente de inmigrantes hispanos amenaza con dividir a los EU en dos pueblos, dos culturas y dos idiomas. A diferencia de otros grupos previos de inmigrantes, los mexicanos y otros latinos no se han asimilado a la corriente principal de la cultura estadounidense. . . De pasar por alto este desafío, los EU corren un peligro. . . En esta nueva era, el reto singular más inmediato y más serio contra la identidad tradicional de los EU proviene de la inmigración inmensa y continua que viene de Latinoamérica, y en especial de México, y de los índices de fertilidad de esos inmigrantes en comparación a los blancos y negros estadounidenses de nacimiento". (Uno se pregunta qué clase de traidores que se odian a sí mismos podrán ser Moisés Naim, director de asuntos hispanos de Foreign Policy, y Carlos Lozada, el jefe de redacción, como para publicar semejante basura).

El artículo de Foreign Policy fue extraído de un libro nuevo de la autoría de Huntington, Who Are We? (¿Quiénes somos?), que Simon and Schuster está por publicar. Como era el propósito, la publicación del extracto de ese libro en Foreign Policy ha desatado un debate nacional en el que la gente toma partido en cuanto a si esta babosada racista será cierta o no, o, tal vez, como ya escribió un "profesor", en parte cierta, y por tanto un tema legítimo de discusión.

La verdadera pregunta es: ¿qué trae entre manos Samuel Huntington? O, más bien: ¿qué traen entre manos los intereses de los que él es testaferro? Cualquier persona algo seria que haya sufrido leyendo cualquiera de las obras de Huntington, sabe que él no es un intelecutal independiente, sino que siempre ha funcionado como pluma a sueldo de los intereses financieros a cuya causa le es útil su odio cultivado a la humanidad. Lee el artículo de Huntington, entonces, como un aviso, como una declaración de las intenciones de quienes lo despliegan, a la luz de la advertencia de LaRouche.

Los sinarquistas concuerdan entre sí


El título de su último libro es:
"José, ¿puedes ver? Samuel Huntington respecto a cómo los inmigrantes
hispanos amenazan la identidad, los valores y el modo de vida de los EU"

La "tesis" de Huntington tiene como premisa la descarada mentira de que a los EU los fundaron colonos que eran "abrumadoramente blancos, británicos y protestantes", y que su cultura es producto de "una cultura señaladamente angloprotestante", con "conceptos ingleses del imperio de la ley" y, de la manera más enfática, dice, del idioma inglés. Asevera que hay "diferencias irreconciliables" entre esta "cultura angloprotestante" y la cultura hispana, que fue formada por el catolicismo. De manera apropiada, cita la declaración que hiciera el ex canciller mexicano Jorge Castañeda, al efecto de que hay feroces diferencias entre los valores culturales estadounidenses y mexicanos, para sustentar su alegato de que otras culturas pudieron ser asimiladas por la "cultura angloprotestante", pero ésta no puede serlo.

Respecto a esto, Huntington está plenamente de acuerdo con los sinarquistas que quieren resucitar la internacional sinarquista de la que advirtió LaRouche en su memorando del 9 de agosto. Huntington y los sinarquistas comparten una perspectiva en común, y aceptan en común la mentira de lo que son los EU, sobre quiénes los fundaron, y sobre cuál es su misión. Esto quedó al descubierto cuando las redes de Blas Piñar que fueron identificadas en la edición de Resumen ejecutivo de EIR correspondiente a la segunda quincena de noviembre de 2003, respondieron con furia al hecho de que se les exhibiera. Le tocó al dúo argentino integrado por Víctor Eduardo Ordóñez y Antonio Caponnetto, colaboradores en varias publicaciones incluyendo la notoria revista pro nazi Cabildo, responder con una carta abierta en la que estos así llamados "angustiados hijos de un glorioso imperio español" vertieron las mismas mentiras que Huntington en su más reciente babosada: que los EU son una criatura del calvinismo, un baluarte del anticatolicismo anglosajón, y el "enemigo", con "E" mayúscula, de la cultura hispana (ver Resumen ejecutivo de EIR de la 1a y 2a quincenas de febrero de 2004).

Como documentamos, esta cepa del sinarquismo la maneja una red de imperialistas españoles, a saber, unos carlistas desquiciados que quieren restaurarle a la Corona española sus antiguas colonias. Caponnetto y compañía participan en fomentar golpes militares y guerras civiles en varios países, con la intención de ahogar a los Estados soberanos de América todavía independientes en sangre. Cabe tener presente que, en la advertencia que emitió en agosto pasado sobre las capacidades terrorista que representa esta red, LaRouche se refirió al referendo que estaba en ciernes en Venezuela como un posible detonador, como algo que podría usarse de pretexto para desatar el caos que pudiera encubrir un operativo terrorista en beneficio de Cheney. Al anunciar el Gobierno del presidente venezolano Hugo Chávez (quien ya amenaza con desatar una "guerra de 100 años") el 2 de marzo que los partidarios del referendo no obtuvieron las firmas requeridas, esta pelea pasa a una etapa que ya es más sangrienta, precisamente cuando Huntington lanza su campaña contra los hispanos.

La 'solución servia' de Huntington

Que la suerte de basura inculta, racista, vertida por Huntington se haya puesto de relieve en la tapa de una revista que pretende ser una de las publicaciones que sienta pauta en los EU, es de por sí un escándalo. ¿Quién se cree este profesor de Harvard para decir que a los hispanos, y en especial a los mexicanos que tanto le molestan, "poco les interesa la educación" y les gusta ser pobres? ¿Quién se cree él para sentenciar que estos inmigrantes —muchos de los cuales arriesgaron sus vidas atravesando selvas y desiertos para llegar a una nación en la que esperaban ganar lo sufiente para ayudar a sus familias hambrientas en sus países de origen, con frecuencia trabajando jornadas de 12 horas, seis y siete días a la semana— "carecen de iniciativa, confianza en sí mismos, y ambición"!

No es la primera vez que Huntington anda con estas porquerías. En 1985 asesoró a Lawrence Harrison, un funcionario de carrera de la Agencia para el Desarrollo Internacional de los EU, que entonces estudiaba en Harvard, en la elaboración de un libro que codificaba esta babosada del "determinismo cultural" para fijar la política de los EU hacia Iberoamérica. El libro, Underdevelopment Is a State of Mind—The Latin American Case (El subdesarrollo es un estado mental; el caso latinoamericano), elogiado por Huntington como una obra que encarna su propia cosmovisión, convirtió a Harrison en un gurú de ciertos círculos perversos, aunque poderosos, de los EU. A Harrison se le invita a discursar en instituciones de defensa de los EU sobre el conflicto "intrínseco" entre la cultura "protestante" estadounidense y "una cultura latinoamericana que es antidemocrática, antisocial, antiempresarial y antitrabajo" (además, dice Harrison, los hispanos ensucian y no hacen fila).

Encolerizado como un Cheney, Huntington acusa a los mexicanos de querer reconquistar el sudoeste de los EU, y plantea que hay que poner en lista dos respuestas a la amenaza que presentan los hispanos: cortar de tajo la inmigración desde México (Huntington parece ver con buenos ojos la legislación antiinmigración de 1924 patrocinada por los partidarios de la eugenesia, que le cerró el paso a esos "fuereños"), y establecer un nuevo Ku Klux Klan de "nacionalistas blancos" listos a resolver las cosas por sus propias manos.

Esto último lo detalla Huntington en un recuadro que acompaña su artículo principal, en el que plantea —en términos muy académicos, por supuesto— que "una reacción razonable a los cambios demográficos en marcha en los Estados Unidos podría representar el surgimiento de un movimiento antihispano, antinegro y antiinmigrante compuesto en lo principal por hombres blancos de las clases trabajadora y media, en protesta por la pérdida de sus empleos a los inmigrantes y a países extranjeros, la perversión de su cultura, y el desplazamiento de su idioma. Podría denominarse a semejante movimiento, `nacionalismo blanco' ".

Huntington compara los cambios demográficos causados en los EU por el crecimiento de la población hispana, con el aumento de la población musulmana en Bosnia y Hercegovina, lo que causó que los servios "respondieran con la limpieza étnica". Eso, por supuesto, nunca ocurriría en los EU, dice con recato Huntington, al tiempo que pone de relieve un libro que escribió en 2002 Carol Swain, una profesora de la Universidad de Vanderbuilt, titulado The New White Nationalism in America (El nuevo nacionalismo blanco en los Estados Unidos), que alega que el nacionalismo blanco es "la nueva etapa lógica de la política de identidad en los EU". Estos nacionalistas blancos creen que "la cultura es un producto de la raza. . . Alegan que el cambio demográfico augura la sustitución de la cultura blanca por las culturas negra o morena, que son inferiores en lo intelectual y moral", lo que pone a los EU "cada vez más a riesgo de un conflicto racial a gran escala sin precedentes en la historia de nuestra nación".

En un tiempo existía en los EU una tradición que data de la Revolución Americana, y que consistía en agarrar a los contrarrevolucionarios tories pro británicos, desnudarlos, cubrirlos con brea y plumas de aves, amarrarlos a un riel o a una tabla, y echarlos del pueblo. Es hora de aplicarle ese tratamiento a Huntington. Los EU nunca fueron un proyecto "angloprotestante", más bien se fundaron en el concepto de que todos los hombres son creados iguales. El país ha tenido éxitos y contratiempos en su lucha continua por hacer efectivo ese concepto en la práctica; pero de allí emergió como una cultura distintiva de crisol, misma que, como LaRouche recalcó en un bello folleto de campaña, que también reprodujo Resumen ejecutivo de EIR en su edición correspondiente a la primera quincena de noviembre de 2003, y se ha editado como libro, Los Estados soberanos de las Américas, es la esencia de su carácter nacional. Es ese concepto el que informa las relaciones pacíficas con nuestros amigos encarnado en el esfuerzo de John Quincy Adams de crear una comunidad de principio entre los Estados nacionales soberanos de América. Esa es la norma para destruir el terrorismo.