International Resumen electrónico de EIR, Vol. I, núm. 24
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'El arte abre los corazones de una sociedad destruida'


Panel del Movimiento de Juventudes Larouchistas (Febrero 2003)

Jennifer Chaine, integrante del MJL

La siguiente es la ponencia que presentó Jennifer Chaine, del Movimiento de Juventudes Larouchistas, en la sección "¡Rompamos axiomas, luchemos por nuestro futuro!" de la conferencia semestral conjunta del Instituto Schiller y la Junta Internacional de Comités Laborales, el 16 de febrero de 2003.


Hola, mi nombre es Jennifer Chaine. Vengo haciendo labor política en la oficina de Baltimore desde hace dos años. Me recibí en artes, pasé a conducir camiones de carga y, tratando de encontrarme a mí misma, topé con el movimiento [de Lyndon LaRouche] en una parada de camiones.

Toda mi vida he batallado con el asunto del arte. Mi padre era artista. Crecer en un "hogar con arte" implica bregar con esto.

Me imagino que la gran pregunta es: ¿qué es el arte? Muchos de nosotros hemos batallado con esta cuestión, y con el desafío que Lyn y Helga [Zepp–LaRouche] siguen planteándonos, de que tenemos que dominar el arte clásico a fin de contrarestar la cultura decadente en que vivimos; eso si somos serios en crear un nuevo renacimiento que no fracasará.

En la mayoría de las universidades hoy, el arte —y el método— clásico está extinto. No es ni siquiera una especie en peligro de extinción, simplemente no existe. Muchos de nosotros hemos pasado por esto en nuestros cursos de arte. Tan sólo te saltas el período clásico, por así decirlo. Nos enseñaron que el Renacimiento es sólo un período de la historia, y que ya lo rebasamos; que "cualquier cosa" es arte. Tienes tus diapositivas, te las aprendes, las pasas en el examen, y es como: "Bueno, al fin y al cabo, ¿qué es ese asunto aburrido? Ahora me toca expresarme libremente". Si eres caótico, te acercas a la genialidad. Así se enseña el arte hoy día.

Pero, con los diferentes retos que nos presentan, como LaRouche ha dicho muchas veces, nuestra generación tiene que preguntarse, como Hamlet, "ser, o no ser", a modo de profundizar en ese desafío. Y, si somos serios en hacer presidente a LaRouche y en crear un nuevo renacimiento que no fracasará, tenemos que volver al arte.

Una generación destruida

La pregunta que encaramos con esto es: cómo desarrollarnos en tanto líderes, superando el temor que tiende a paralizarnos cuando vemos el mundo que nos rodea. He estado pensándolo, es como una especie de querer y no querer. Se ha dicho varias veces que somos una generación destruida. Tenemos padres de la generación del 68. Crecimos con el MTV, el sexo, la violencia; bastante desensibilizados. ¿Cómo superas ese daño, ese sentimiento de quebranto? Y, en cuanto a un sentido de pasión, nos han enseñado que la máxima pasión que podemos experimentar es, quizás, embadurnarnos con una variedad de grasas y pinturas, y quién sabe qué más, y luego rodar sobre un lienzo. ¡Eso es arte!

Esta clase de sentimientos infantiles no convertirá a los de nuestra generación en líderes. Necesitamos una verdadera pasión, para guiar ejércitos, como lo hizo Juana de Arco. Y para que ese cambio sea duradero, tenemos que aplastar las opiniones populares actuales sobre el arte clásico en esta cultura.

Por fortuna, contamos con herramientas, con amigos a nuestra disposición, para ayudarnos a descubrir qué es el arte en realidad, y cómo puedes armar de nuevo el rompecabezas. Federico Schiller, por ejemplo, que de hecho es más barato y mucho mejor que cualquier terapista que podamos visitar, dice que el arte abre los corazones de una sociedad destruida, de un pueblo fracturado, y lleva a una plenitud de carácter. Este es el tipo de educación que tenemos que dominar de inmediato.

Quisiera echarle un vistazo a Rembrandt van Ryn, quien, me parece, representa este método clásico de arte en el que tu corazón de veras puede abrirse, en el que puedes entender el arte clásico y, de ese modo, descubrir belleza y pasión, como las impresas en lo que Rembrandt hace. Pero no es la pasión que la gente piensa, del tipo del Día de San Valentín.

Lucrecia de Rembrandt

Veamos la primera diapositiva de Rembrandt


Lucrecia de Rembrandt van Ryn, 1664.

Esta es Lucrecia, la pintura de Rembrandt. Obviamente, vemos que algo está pasando aquí. Está a punto de apuñalarse ella misma. Y te preguntas: "¿Qué cree que está haciendo?"

Quiero contarles la historia de Lucrecia, que aparece en la Historia de Roma, escrita por Tito Livio. Lucrecia se casó con un soldado en la época romana, y los soldados se reunían para chismear, o, ya saben, sólo se divertían, retándose unos a otros sobre, "¿cuál de nuestras esposas es la más virtuosa?" Ellos decían: "¡Mi esposa es más virtuosa!" "No, ¡la mía!". Así que decidieron hacer un pequeño juego para ver quién tenía la razón. Espiaron a hurtadillas a sus esposas. Es tarde, de noche, y la mayoría de ellos descubren que sus esposas están enfiestadas, de parranda, bebiendo, bailando. Pero Lucrecia es la única esposa que demuestra ser virtuosa. Ella está en casa, con sus doncellas, enrollando su madeja de hilo, cosas por el estilo.

Sexto Tarquino, un soldado que resulta era hijo de Tarquino, el rey de Roma en ese entonces, tiene envidia de esto. Cuando regresa a la casa —donde ellos se reúnen— se le ocurre robarse esa belleza y esa castidad, y deshonrar a su compañero de armas, el esposo de Lucrecia. Así, luego de la fiesta, cuando Lucrecia está durmiendo, Sexto Tarquino entra y arma un alboroto con ella. Trata de seducirla, pero eso no funciona, porque es virtuosa y fiel a su esposo. Así que dice: "Si no me permites hacer lo que quiero, mataré a un esclavo, te mataré a ti con él a tu lado, y parecerá que engañaste a tu esposo". De modo que empieza un forcejeo entre ellos y él termina violándola.

Ella lucha toda la noche con lo que pasó; le han arrebatado su orgullo y su honor, y la vergüenza la agobia. Esto es lo que Rembrandt decide retratar en esta pintura, que es bastante interesante. Todos deberían ir a la Galería Nacional en Washington, D.C., y sentarse frente a esta pintura. Tendrán una mejor idea de qué estoy hablando, y también podrán ver otras pinturas de Lucrecia. Porque la forma en que Rembrandt aborda esto... No ves a Lucrecia desnuda —no es el momento en que la violan—, o sólo posando con un cuchillo, como en muchas otras pinturas. Aquí está sucediendo algo mucho más dramático.

Es la mañana siguiente. Lucrecia está aturdida. Le pide a su padre, a su esposo, y a sus amigos, que vengan. Se sientan en la cama, y ella les cuenta a su padre y a su esposo lo que pasó. Ahora bien, ¿cómo comunicas algo así, una violación, lo que le pasó a Lucrecia? He visto muchas representaciones en las que ella posa con un cuchillo, o quizás muestran el acto de la violación. Rembrandt lo hace de manera diferente. Si miran la pintura —no sé qué tan bien pueden verla—, puesto que no está en el momento de la violación, o desnuda, ¿cómo describe Rembrandt lo que acaba de pasar? Bueno, hay ciertas cosas que pueden observar: en su camisón aún hay unos lazos colgando, lo que significa que fue violada; puedes percibirlo. Hay cierta tensión, una cierta agonía, por la que ha pasado toda la noche. Si se acercan bien, pueden ver que sus ojos están bastante enrojecidos, marcados por las lágrimas. Hay una cierta tensión "capturada a medio movimiento" ahí. Y luego, también, la forma en que Rembrandt maneja la pintura es similar, o me recuerda, a una coraza, porque la pintura es muy gruesa y pesada. Básicamente la pinta como si lo hiciera con una espátula. De modo que tenemos cierta paradoja, en la que ella tiene cierta coraza puesta, pero al mismo tiempo está desprotegida, es una víctima indefensa de esta tragedia.

Porque, si ven la pintura, es obvio que ella es inocente. ¿Cómo usa Rembrandt la luz? La forma en que la luz está directamente dirigida a su corazón, a su pecho, la forma en que la luz entra desde la oscuridad del fondo, es un legado de su pureza, de su virtud. La forma en que la luz entra y se refleja en el collar de su pecho, el collar de perlas, y la mano abierta, capturada a medio movimiento.

La mano abierta

Este es el momento en que ella cuenta la histora. Está a punto de matarse ella misma. Su padre y su esposo intentan detenerla. Y ella dice: "A ustedes les corresponde determinar lo que a él le toca. Por mi parte, aunque me absuelvo del pecado, no lo hago del castigo, ni en los tiempos venideros habrá mujer libertina que viva por el ejemplo de Lucrecia". Rembrandt, en este momento de tensión, justo antes de apuñalarse ella misma, nos muestra la mano abierta, un legado de su inocencia, y la luz, la forma como incide. Y pueden ver, si miran de cerca, el tormento y la tragedia que pasó la noche anterior. Estuvo llorando toda la noche, tratando de contestar a la pregunta de qué hacer. Porque la han violado de un modo tal, que siente que debe resolverlo probando su inocencia, probando que ella no cometió un acto de adulterio.

Algo interesante que observé fue la relación de las manos. William Shakespeare escribió un poema sobre la violación de Lucrecia y, si observan sus manos por un segundo... Leeré un pasaje corto del. En él, Lucrecia dice:


"Pobre mano. ¡Por qué capitulaste a este decreto!/Hónrate para librarme de esta vergüenza;/Por que mi honor vive en ti si muero,/Pero si vivo, tú vives en mi deshonra;/Puesto que no pudiste defender a tu dama leal,/y temiste arañar a su malvado enemigo/Mata a ambas, a ti y a ella, por permitirlo".


Esto me pareció interesante, porque, si miras las manos, la que sujeta el cuchillo, la que ella dice que no la pudo proteger, es, por tanto, la mano que debe expiar ese pecado. Pero la otra está levantada: es un legado de su inocencia, y está abierta, está en la luz; pero en cierto sentido también está así para calmar a los espectadores, a su padre, a su esposo y a otros amigos, que están ahí sentados, viendo lo que pasó. Me pareció interesante. Hay muchas cosas que pueden ver en esta pintura para descubrir qué pasa.

La pregunta es, ¿quienes son lo espectadores? Porque sabemos que en la historia está el padre, el esposo, esa gente. Pero la forma en que Rembrandt compone la pintura, en su composición, tú, el espectador, te ves obligado a integrarte también a los presentes. En otras pinturas, como saben, no te ves realmente forzado a pensar en ellas; de algún modo las ves, y luego te vas. Pero esta pintura no te permite ser pasivo. ¡Piénsalo! Rembrandt, quien ya está muerto, toma una sustancia inerte, pintura y lienzo, y te obliga, te llama desde los 1600: "Mira, soy humano. Mira, estoy bregando con esta idea. Bregando con ella y conmigo también". Es cierta relación entre el artista, Lucrecia y ustedes mismos, y nosotros hoy, que no puedes reproducir en nada que no sea arte clásico; donde puedes revivir el estado mental de Lucrecia —lo que pasó la noche anterior—, al tiempo que también lo vives como el espectador invisible. Vives el acompañarla en esa habitación, en el papel del padre, en el papel del esposo, bregando con lo que acaba de pasar, con el deseo de detenerla. De modo que te involucras bastante en la pintura.

Este tipo de tensión, este movimiento, justo antes de matarse, es algo así como si contuvieras la respiración. Rembrandt pintó una segunda Lucrecia:


Lucrecia de Rembrandt van Ryn, 1666

Cómo pueden ver, esa es la "exhalación", es la resolución. Se alivia la tensión, ella está más serena, más calmada. Ya no está atormentada, porque se absolvió de lo que ella consideró un pecado. Es como una expiación por lo que pasó. Y, de nuevo, puedes ver esto a través de las diferentes representaciones de la luz, cómo recae sobre su pecho o su corazón, su virtud, y también la sangre de la violación justo antes de esto. Los invito a investigar más por su cuenta, para descubrir qué más está pasando en esta pintura, que yo no pude decir.

Virtud republicana

De hecho, este incidente llevó a la fundación de la república romana.

Cuando Lucrecia se mató, sentado entre los espectadores de que hablábamos, se encontraba Junio Bruto, y estaba muy molesto por lo sucedido. Si recuerdan, el tipo que la violó, Sixto Tarquino, era hijo del Rey de Roma, y eso inspiró a Bruto a llevar su cuerpo inerte por las calles de Roma. Él dijo: "Algo trágico ha sucedido. ¡Soldados, levántense, empuñen sus espadas! No nada más se lamenten y lloren. Terminen este acto", derrocando la tiranía y la detestable monarquía que regía entonces. Así, lo que le pasó a Lucrecia, con su suicidio, llevó a que botaran a los reyes de Roma y al establecimiento de la república romana. E inspiró a Shakespeare a escribir su poema; llevó a san Agustín, en La ciudad de Dios, a tratar el caso de Lucrecia (libro que también les invito a leer).

Quiero leer algo más del poema de Shakespeare. Aquí habla Lucrecia:


"Mi honor cederé al cuchillo/Que hiere mi cuerpo así deshonrado./Honor para deponer una vida deshonrada;/Pues éste vivirá en muerte de la otra./Que de las cenizas de la vergüenza mi fama crezca;/Pues con mi muerte asesino la despreciable vergüenza./Y mi honor renace de mi vergüenza ya muerta".

Quiero decir algo para concluir. Cuando observas el arte, si pasas por descubrimientos como los de Rembrandt, es la idea la que tiene que desarrollar la obra clásica. Y al redescubrir esta idea puedes educar tus pasiones, educar tus emociones, para que seas capaz de luchar, para que puedas hacer las cosas que hoy hacemos nosotros. Mucha gente no cree poder entender el arte clásico, pero, cómo en la Lucrecia de Rembrandt, puedes ver que sí puedes pasar por los descubrimientos, entenderlos, y ser capaz de usarlos como un arma política.

Eso es todo lo que quiero exponer esta noche. Gracias.