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Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm. 06

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El fantasma de Bertrand Russell merodea por el Pentágono de Cheney y Rumsfeld


Las exigencias del famoso "pacifista" maltusiano unimundista Bertrand Russell de emprender ataques nucleares preventivos contra la Unión Soviética, de 1946–50, aún resuenan hoy por los pasillos del Pentágono.

por Jeffrey Steinberg

Hace 25 años, los Estados Unidos promulgaron su política sobre armas nucleares conocida como "garantía de seguridad negativa", enfocada a parar la proliferación de armas nucleares y a fomentar que todas aquellas naciones no nucleares firmaran el Tratado de No Proliferación (TNP) y otros tratados. El 12 de junio de 1978, el secretario de Estado Cyrus Vance presentó ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la promesa del gobierno de los EU, de que nunca recurriría a las armas nucleares en contra de una potencia no nuclear, a menos que se diera la circunstancia única de que ese país se aliara a alguna potencia nuclear en un ataque contra los EU o sus aliados.

En 1995, el secretario de Estado Warren Christopher reiteró el compromiso de Washington con la garantía de seguridad negativa y, el 1 de abril de 1995, los otros cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Rusia, China, Gran Bretaña y Francia), todos potencias nucleares, ratificaron la resolución del Consejo adoptando el mismo principio.

Pero el 22 de febrero de 2002, John Bolton, negociador de control de armas y desarme del Departamento de Estado y conocido halcón neoconservador, repudió la garantía de seguridad negativa porque, después del 11 de septiembre, reflejaba "un parecer poco realista de la situación internacional". El anuncio de Bolton de que el gobierno de Bush abandonaba una política de más de 24 años respaldada, además, por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, no fue un arranque aislado de arrogancia utopista de su parte. Un mes antes, el Gobierno le presentó al Congreso su Revisión de la Posición Nuclear, en donde se plantea abiertamente el uso de armas nucleares contra siete países —Rusia, China, Iraq, Corea del Norte, Libia y Siria— de los cuales, quizás sólo dos tengan armas nucleares.

Una investigación de EIR descubrió pruebas estremecedoras de que, en los últimos doce años, un grupo de planificadores bélicos utopistas, que ahora detentan cargos claves en la burocracia civil del Pentágono y en la oficina del Vicepresidente, ha venido promoviendo una nueva doctrina imperial de guerra nuclear ofensiva contra objetivos entre las naciones en vías de desarrollo, y ahora están por poner en práctica su desquiciado proyecto. Por si la Doctrina de la Guerra Fría de destrucción mutuamente asegurada del doctor Strangelove no hubiera bastado, ahora estos utopistas promueven una doctrina de "destrucción unilateral asegurada" para literalmente aterrorizar al mundo a que se someta a la nueva pax americana de mini armas nucleares.

El académico ruso y ex ministro de Defensa, general Leonid Ivashov, tenía razón cuando denunció el proyecto de "mini armas nucleares" de los nuevos utopistas a principios del 2002, como una forma de guerra maltusiana. Esta locura no se veía desde los tiempos de lord Bertrand Russell, a fines de la Segunda Guerra Mundial, cuando instaba a los EU a emplear su monopolio sobre las armas nucleares para asestarle un golpe preventivo a la Unión Soviética y establecer un gobierno mundial encabezado por los angloamericanos.

'Las armas nucleares en el nuevo orden mundial'

Todavía no enterraban el cadáver del imperio soviético, cuando empezó a revivirse la idea russelliana de la guerra nuclear preventiva. Según el activista canadiense sobre control de armas, doctor Fred Knelman, la "Evaluación militar neta" del Estado Mayor Conjunto, de marzo de 1990, se enfocó en las "amenazas del tercer mundo cada vez más capaces" de desarrollar armas de gran poder destructivo (AGPD) y en exigir que los EU conserven y modernicen una gama amplia de armas nucleares.

Inmediatamente después de la Operación Tormenta del Desierto, el secretario de la Fuerza Aérea Donald Rice le dijo al Congreso que los EU que debían "impedir el surgimiento de capacidades nucleares regionales". En respuesta a esto, el entonces secretario de Defensa Dick Cheney emitió una ultrasecreta "Política sobre uso de armas nucleares", en donde instruía formalmente a los planificadores militares a usar armas nucleares contra naciones en vías de desarrollo que se creyera pudieran desarrollar AGPD. En abril de 1991, el Laboratorio Nacional de Los Álamos publicó la primera propuesta escrita para el desarrollo de una nueva generación de mini armas nucleares a usarse contra naciones en vías de desarrollo.

Según una fuente militar de alto nivel ya retirada, familiarizada con estos acontecimientos, los diseñadores y estrategas de armas nucleares en los principales laboratorios del gobierno estadounidense, por temor de sufrir serios recortes presupuestales como "dividendos de paz" después del desplome de la Unión Soviética, empezaron a promover con agresividad la necesidad de dicha nueva generación de mini armas nucleares, para brindar una disuasión creíble para los estados en vías de desarrollo que desarrollen AGPD biológicas, químicas y nucleares. Alegaban que los EU no podían usar nunca armas nucleares estratégicas contra objetivos de entre las naciones en vías de desarrollo; por tanto, era necesario invertir en la investigación y desarrollo de una nueva generación de armas nucleares que pudieran usarse de manera creíble contra "estados forajidos del tercer mundo".

En el verano de 1991, un equipo de científicos de armas nucleares de Los Álamos presentó un informe ante la Junta de Ciencia de la Defensa, con el título provocador de "Usos potenciales de armas nucleares de *baja intensidad en el nuevo orden mundial". El general Lee Butler, quien entonces dirigía el Comando Aéreo Estratégico (CAE) (que poco después se reinventaría como el Comando Estratégico o StratCom), creó un Grupo de Estudio sobre Disuasión, que presentó sus recomendaciones al CAE en el otoño de 1991. El panel lo presidió el ex secretario de la Fuerza Aérea Thomas Reed, junto con el coronel Michael Wheeler. Si bien Reed y Wheeler fueron los autores principales del estudio, había una lista interesante de asesores que se convocó; entre ellos estaba John Deutch, futuro subsecretario de Defensa y director de la CIA; Fred Ikleá, ex subsecretario de Defensa, copresidente de la Comisión Wohlstetter y probable miembro del "Comité X" de espías israelíes que controlaban a Jonathan Pollard; la actual asesora de seguridad nacional Condoleezza Rice; y el futuro director de la CIA, James Woolsey.

El informe Reed recomendaba que las armas nucleares de EU se reenfocaran contra "todo adversario razonable alrededor del globo", y pedía la creación de fuerzas de ataque con armas nucleares para combatir contra "los estados con armas nucleares [que] probablemente surjan". También recomendaba el "uso primero" de armas nucleares, cuando las fuerzas estadounidenses se vieran ante una "aniquilación inminente [por medios convencionales]. . . en lugares remotos alrededor del planeta", según William M. Arkin y Robert S. Norris, quienes escribieron una crítica acerba sobre el informe Reed en la edición de abril de 1992 del Bulletin of the Atomic Scientists ("Bombas nucleares diminutas para mini mentes").

Quizá la declaración más explícita del Informe Reed que promueve una nueva generación de armas nucleares exóticas, es: "Ya existe la tecnología para desarrollar armas *power projection y armas nucleares de muy baja intensidad de penetración terrestre con guía de precisión".

Junto con el Informe Reed, dos científicos de armas nucleares de Los Álamos que estuvieron presentes durante el informe ante la Junta de Ciencia de la Defensa en julio de 1991, Thomas Dowler y Joseph Howard, publicaron un artículo provocador en la edición de otoño de 1991 de Strategic Review, titulado "Contrarrestando la amenaza del tirano bien armado: una propuesta modesta de armas nucleares más pequeñas". Ellos alegaban que "el arsenal nuclear actual de los EU no tiene ningún efecto disuasivo sobre Sadda[MACRON] y es improbable que disuada a algún futuro tirano". Aducían que deben "desarrollarse nuevas armas nucleares de muy baja intensidad, cuya capacidad destructiva sea proporcional a los riesgos que enfrentaremos en un nuevo ambiente mundial" e instaron específicamente a desarrollar y desplegar "micro bombas nucleares" (con una capacidad explosiva de 10 toneladas), "mini bombas nucleares" (100 t) y "pequeñas bombas nucleares" (1 kilotón).

Dowler y Howard concluyen: "Dudamos mucho que algún presidente autorizaría el uso de las armas nucleares de nuestro arsenal actual contra naciones en vías de desarrollo. Es precisamente esta duda la que nos lleva a abogar por el desarrollo de armas subkilotónicas".

'Bush 41' rechaza a los desquiciados

En este momento, la Fuerza Aérea de los EU lanzó el "Proyecto PLYWD" ("Diseño de armas de precisión de baja intensidad" o "Proyecto Plywood") para investigar "una opción creíble que contrarreste el uso de armas nucleares por parte de naciones del tercer mundo". PLYWD fue producto del informe del 17 de diciembre de 1991, de los científicos de laboratorio y planificadores nucleares ante la sesión conjunta de la Junta de Ciencia de la Defensa y la Junta de Política de Defensa, sobre "Conceptos de CNNE (capacidades nucleares no estratégicas) potenciales para el siglo 21", según denunció Arkin en el Bulletin of the Atomia Scientists de enero de 1993, ("Traficantes nucleares: esas adorables bombitas".

Reed, al presentar testimonio ante el Congreso en enero de 1992, dejó todo al descubierto: "No es difícil abrigar una visión de pesadilla, en la que un futuro Sadda[MACRON] Hussein amenace a las fuerzas americanas en el extranjero, a aliados o amigos, y quizá hasta a los propios EU, con armas nucleares, biológicas o químicas" dijo. "Si esto sucediera, bien podría recurrirse a las armas nucleares de los EU recurso para tratar de impedir que se ejecute la amenaza". Reed lanzó entonces un ataque directo a la garantía de seguridad negativa de 1978, diciéndole al Congreso: "No nos sentimos cómodos con. . . la insinuación de que una nación pueda verse involucrada en cualquier nivel de agresión química o biológica, y que el escudo de un compromiso antinuclear estadounidense siga protegiéndola".

El secretario de Defensa Cheney abrió la caja de Pandora del "uso primero" con su orden secreta en la "Política sobre uso de armas nucleares", poco después de la Tormenta del Desierto. Pero parece que esto no convenció al presidente George W. Bush. El 27 de septiembre de 1991, Bush declaró que los EU eliminarían todas sus armas nucleares tácticas en tierra. En su informe a la nación de enero de 1992, anunció planes para reducir todo el arsenal de armas nucleares no estratégicas de los EU. Y el 2 de octubre de 1992, Bush padre aprobó una moratoria sobre las pruebas de armas nucleares, que significó un serio revés para aquéllos que pedían el desarrollo una nueva generación de mini armas nucleares, "rompe búnkeres" y otras armas nucleares exóticas que requieren, todas ellas, someterse a pruebas físicas.


El Vicepresidente Cheney, el Presidente George W. Bush y
el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld

La posición de Bush estuvo reñida con el Pentágono y los utopistas del laboratorio de armas, quienes siguieron tratando de vender la idea de integrar armas nucleares ofensivas en la nueva doctrina posterior a la Guerra Fría, de guerras imperiales preventivas. Después de varios intentos fallidos y disputas políticas tras bambalinas, Cheney y sus asesores utopistas ganaron la última palabra, después de que Bush perdió la reelección en 1992. La "Estrategia de defensa para los 1990", de enero de 1993, vendía la idea, en un lenguaje apenas esópico, de la ofensiva nuclear contra objetivos de entre las naciones en vías de desarrollo. El autor principal de la "Estrategia de defensa" fue I. Lewis Libby, entonces asistente del subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz y actualmente jefe del equipo y principal asesor sobre seguridad nacional del vicepresidente Cheney. Libby también es famoso por ser desde hace mucho tiempo el abogado del "Padrino" de la mafia rusoisraelí y promotor de Ariel Sharon, Marc Rich.

Sin aspavientos, pero siempre adelante

Poco después de que Bill Clinton tomó posesión en la Casa Blanca, los representantes John Spratt (demócrata) y Elizabeth Furse (demócrata) añadieron un anexo a la propuesta de autorización del gasto de defensa para el año fiscal 1994, en la que se prohibía a los laboratorios de armas de los EU realizar cualquier investigación y desarrollo de armas nucleares de baja intensidad. La medida, que se aprobó y que Clinton convirtió en ley, definía las bombas nucleares de baja intensidad como aquéllas en el rango de cinco kilotones o menos. De hecho, se congelaron todas las micro, mini y pequeñas bombas nucleares ideadas por Dowler y Howard.

¿O no? En su artículo presciente en el Bulletin of the Atomic Scientists de enero de 1993, "Traficantes nucleares", Arkin había advertido que "los programas están lejos de estar muertos. El apoyo a las [mini armas nucleares] se ha esparcido como un virus, infectando a los laboratorios nucleares, la Fuerza Aérea y la Naval, al Comando Estratégico (anteriormente el CAE), a la Agencia Nuclear de Defensa y a los Comandos Central y Europeo. . . Los entusiastas nucleares públicamente describen las constantes pruebas e investigaciones nucleares como una forma de que los laboratorios mantengan su `competencia nuclear' y eviten sorpresas tecnológicas en el futuro. Ellos dicen que no tienen un programa secreto. Pero tras los defensores tradicionales de la `seguridad' se esconde un nuevo componente posterior a la Guerra del Golfo: el intento de los fanaticos nucleares de desarrollar una nueva generación de pequeñas armas nucleares diseñadas para librar guerras en el "tercer mundo".

En efecto, en la era de Clinton, sepultado entre la enorme burocracia del Pentágono, se llevaba a cabo por lo menos un programa de mini armas nucleares completo, desde la investigación y desarrollo hasta el despliegue en el campo. Greg Mello, director del Grupo de Estudio de Los Álamos, publicó el 1 de junio de 1997 un artículo revelador en el Washington Post, titulado, "El nacimiento de una nueva bomba; las sombras del doctor Strangelove: ¿aprenderemos a amar a las B61-11?".

Según Mello, en octubre de 1993, Harold Smith, asesor sobre energía atómica del secretario de Defensa, buscó que se aprobara el desarrolló de una alternativa a las bombas nucleares de alta intensidad B53, que era la principal arma "rompe búnkeres" en el arsenal de los EU. La B53 también era la bomba nuclear en uso con la mayor carga explosiva, con un peso de 4 toneladas, que sólo los bombarderos B-52 podían transportar.

Bajo el eufemismo de "modernización armamentista", Smith promovía el desarrollo de la primera mini bomba nuclear, la B61-Mod 11

Para noviembre de 1993, a pesar de Spratt y Furce, la Junta sobre Procedimientos de Seguridad del Comando de Armas Nucleares había aprobado la propuesta sobre la B61-11. El 6 de febrero de 1995, el subsecretario de Defensa John Deutch, un veterano del cuerpo de asesores del Panel Reed, aprobó el plan. El proyecto se aprobó por la vía rápida: el 18 de abril de 1995, el Departamento de Energía hizo una solicitud clasificada a seis congresistas para obtener financiamiento para la B61-11. Para julio de 1995 ya fluía el dinero. El 15 de noviembre de 1995, Smith presionó para que los laboratorios de armamento aceleraran sus cronogramas de investigación y desarrollo, de modo que pudiera entregarse el primer B61-11 a los militares antes de que concluyera el año 1996.

La nueva arma nuclear que reemplazaba a la B53 pesaba 544 kg y podía llevar una carga explosiva de entre 300 t y 340 kilotones. Aun antes de que se entregar la primera B61-11, Smith ya amenazaba con usarla. En la primavera de 1996, le dijo a un grupo de corresponsales en el Pentágono que dentro de poco los EU tendrían un rompe búnkeres nuclear que podría destruir una supuesta fábrica de armas químicas subterránea en Tarhuna, Libia, 64 km al sureste de la capital, Trípoli, que los EU consideraban una grave amenaza. El 7 de mayo de 1996, el vocero del Departamento de Defensa Ken Bacon se las arregló para repudiar la amenaza de Smith, diciéndole a los reporteros durante uno de los informes habituales del Pentágono, que "no se considera el uso de armas nucleares y cualquier implicación de que pudiéramos usarlas de manera preventiva contra esta fábrica, simplemente está equivocada".

No se olviden de Israel

Como informa el artículo anterior, el actual gobierno de Bush, cargado de proponentes de mini armas nucleares del Pentágono de "Bush 41", han llevado de nuevo el asunto de la guerra nuclear preventiva al primer plano. Los Angeles times informó el 25 de enero del 2003, en un artículo de Paul Richter, que "mientras el Pentágono continua con una muy visible concentración de tropas y armas en el Golfo Pérsico, también se prepara soterradamente para el posible uso de armas nucleares en una guerra contra Iraq. Los oficiales militares han enfocando sus planes en el uso de armas nucleares tácticas en represalia por un ataque de los iraquíes con armas químicas y biológicas, o para prevenir uno". Richter informó que uno de los planes en consideración incluía "el uso probable de las llamadas armas nucleares rompe búnkeres contra objetivos militares bajo tierra a gran profundidad".

Un alto funcionario de la inteligencia militar estadounidense retirado, cercano a la Casa Blanca de Bush, le dijo a EIR que el Presidente no ha aprobado todavía estos planes de armas nucleares y que, aparte del B61-11, no existen actualmente ninguna otra mini arma nuclear en el arsenal de los EU. Es más, recalcó que aun la B61-11, sin probarse, es una propuesta por demás dudosa, ya que la mayoría de los expertos nucleares sostienen que la idea de que tales rompe búnkeres tendrían una dispersión radioactiva limitada, es una tontería.

No obstante, la pandilla de utopistas en la burocracia civil del Pentágono de Bush y en la oficina de la vicepresidencia le han apostando todo a la idea de librar una guerra nuclear preventiva en contra de objetivos "forajidos" del "tercer mundo". Esto representa una de las amenazas más serias a la paz y la estabilidad mundial en una generación. Aunque existen, sin duda, voces cuerdas entre la élite militar y de inteligencia de los EU, que se opondrían a esta nueva generación de doctores Strangelove, de querer oprimir el botón nuclear, ¿quien podría avalar al Israel de Ariel Sharon provisto de armas nucleares, que juega el juego perverso de "lo que hace el mono hace la mona" con la facción bélica de Washington?