Análisis de LaRouche Resumen electrónico de EIR, Vol. II, núm. 04

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Por qué falló el transbordador espacial.
Culpen a la mentalidad de contador


El transbordador espacial Columbia despega de Cabo Kennedy
el 16 de enero de 2003, en su misión número 107.

Nadie debe sacar conclusiones prematuras en cuanto a las causas inmediatas de la horrible noticia del sábado sobre la desintegración del Columbia. Sin embargo, podemos y debemos estar conscientes de un cierto nivel de riesgo evitable bajo el cual el programa de la NASA se ha visto forzado a operar, desde la introducción de cambios radicales de política dictados por los contadores, y que siguen prevaleciendo, tras los arreglos imprudentes que se adoptaron durante el período anterior al fatal lanzamiento del Challenger el 28 de enero de 1986.

En ese entonces, yo colaboraba con un especialista destacado en el diseño de sistemas de proyectiles balísticos y de medidas para contrarrestar tales ataques. Esa época, él manifestó su enojo por los cambios disparatados en la política de la NASA, incluyendo la forma descabellada en que estaba cumpliéndose de forma apresurada la exigencia del cabildo ambientista, de que se remplazara el anillo "O" para el lanzamiento próximo del Challenger. El error fatal de ese cambio "presupuestal" específico que se le impuso a la política de la NASA, era de la misma naturaleza que el cambio disparatado adoptado posteriormente por Daimler–Benz en el lanzamiento original del carro A-Klasse. El crimen por negligencia en esos y casos parecidos, es el uso creciente de métodos matemáticos de análisis de sistemas tipo "torre de marfil" y temeridades similares, al dejar que sean los contadores financieros "abocados a la austeridad" los que dirijan las empresas, en vez de las formas tradicionales y competentes de práctica de la ciencia y la ingeniería reales.

Si se hubieran escuchado consejos como los suyos, se hubiera evitado el horror del caso del Challenger. Una situación parecida existe en torno a las fallas en la determinación de la política en el período anterior a los acontecimientos del sábado. En el período anterior al desastre del Challenger, los expertos que advirtieron contra las "medidas de austeridad" riesgosas fueron denegados y despedidos, en repetidas ocasiones, en respuesta a sus revisiones de políticas hechas en los últimos años.

No podemos deshacer ahora lo que sucedió el sábado, pero sí debemos eliminar las medidas de austeridad erróneas que condenan a programas esenciales al fracaso, con lo que es —como nos lo han demostrado la experiencia y el consejo comprobados— una precipitada carrera a asumir riesgos innecesarios.


Tripulantes del transbordador Columbia (izq.a der), David Brown, Rick Husband, Laurel Blair Salton Clark, Kalpana Chawla, Michael P. Anderson, William McCool, é Ilan Ramon.

Ciencia y seguridad

En la era moderna del desliz, desde el "cambio de sexo" de mediados de los 1960, de ser una "sociedad productora" a las profundidades decadentes culturales de una "sociedad de consumo" en bancarrota, la fascinación por los números generados por computadora se ha vuelto patológica por su menosprecio cada vez mayor por la ciencia física experimental. En tiempos anteriores, el científico, el ingeniero y el gerente de producción libraban una guerra de defensa de la cordura económica contra la "pandilla Gestapo" de contadores financieros de Wall Street, agazapados como una fuerza de ocupación extranjera en los departamentos de finanzas y contabilidad de las empresas. La decadencia cultural y económica en la educación, la agricultura y la industria de los EU se apoderó de su economía durante los ruinosos cambios de paradigma cultural en la política económica del intervalo 1971–1981, cuando el gobierno federal estuvo bajo la dictadura de los clones de los Agraristas de Nashville, Henry A. Kissinger y ese desquiciado "halcón guerrero", Zbigniew Brzezinski. Bajo las fuerzas de ocupación representadas por los presidentes de la Reserva Federal Paul Volcker y Alan Greenspan, la ciencia y la cordura han sido expulsadas de la política y las mentes de un creciente número de nuestros profesionistas universitarios. Los usureros y sus contadores depredadores han tomado el control. Hoy día, es difícil encontrar a alguien que sea tan competente como lo que antes era típico entre los altos dirigentes empresariales.

Esos cambios cada vez mayores en los paradigmas culturales, lanzados a gran escala en el lapso de 1964–1981, son los cambios cruciales que deben tenerse presentes ante las frecuentes temeridades en la conducción que nuestro gobierno le ha dado a nuestra política espacial

Una vez que se tome en consideración ese pertinente telón de fondo de 1964–2003 en la calamidad del sábado, los círculos que definen las políticas en nuestra república se enfrentan a una serie de preguntas y respuestas, siendo las más típicas las siguientes:

1. ¿Es necesario este riesgo?

El futuro de la capacidad del hombre para mejorar las condiciones en la tierra depende de resultados que no podrían obtenerse sin incluir la exploración espacial tripulada. También, la protección de la vida en la Tierra de peligros como pequeños asteriodes, exige la exploración del espacio exterior cercano para tales fines, entre otros.

2. El invertir más dinero, ¿ayudaría a reducir el riesgo de que ocurran desastres como los que le ocurrieron al Challenger y al Columbia?

Si los fondos se gastaran competentemente para los fines correctos, los gastos adicionales para bregar con el descubrimiento de riesgos conocidos reducirían ese riesgo, y bien vale la pena, como muestra el caso del Challenger al igual que un estudio del desastre del Columbia podría mostrarlo.

3. ¿Qué tipo de medidas serían útiles?

Por ejemplo: en la década de los 1950, Wernher von Braun advirtió que los viajes a otros planetas, como Marte, deberían aprender una lección de Colón y enviar flotillas de unas tres embarcaciones capaces de respaldar a uno o más de los miembros de la flotilla en caso de problemas letales en cualquiera de ellos. Esta debería ser la política adoptada para los vuelos tripulados a la luna, y para situaciones como la que enfrentó el Columbia. En general, siempre hay que anticiparse a posibles catástrofes, incluso las de tipo inesperado, e integrar una respuesta apropiada en el sistema.

4. ¿Para qué arriesgarse en lo absoluto?

Hay tres razones generales por las cuales hay que asumir el riesgo:

a) porque lo requiere el progreso científico que la humanidad necesita;

b) porque tales programas de fomento científico son promotores esenciales del progreso tecnológico en la Tierra misma, como demostraron los asombrosos beneficios que trajeron a la economía de la Tierra los resultados de la misión de Kennedy de poner al hombre en la Luna;

c) porque esas cualidades de la naturaleza humana que sitúan la personalidad humana absolutamente aparte y por encima de los simios requieren tal actividad.

5. ¿Se comprendieron adecuadamente los riesgos?

Algunos científicos habían anticipado algunos de los riesgos. Fueron los departamentos de contabilidad y los políticos igual de fanáticos con los recortes a los gastos, los que prefirieron considerar las protestas de los científicos como algo no realista políticamente.

El informe revolucionario de 1799 de Carl Gauss sobre el asunto del teorema fundamental del álgebra, señala la importancia del hecho de que los descubrimientos de principios físicos universales no pueden encontrarse mediante fórmulas matemáticas; deben descubrirse experimentalmente, poniendo atención a aquellos persistentes márgenes de error aparentemente pequeños en las fórmulas, como lo detalla Kepler en su descubrimiento original de la gravitación en su obra "Nova Astronomia" (Nueva astronomía) de 1609. Algunas de las fuentes de riesgos más importantes, como en el caso de la sustitución el anillo "O" en el Challenger, requiere de una atención experimental intensa a cambios aparentemente pequeños en las combinaciones de tecnología o de materiales incluidos en un diseño nuevo.

Dado que la naturaleza esencial de la exploración espacial es explorar lo desconocido, depender de la fe simplista en fórmulas de diseños de comprobación dudosa es intrínsecamente incompetente. Siempre tenemos que estar enfocados en lo que no sabemos, o de otra forma la exploración espacial no tendría ningún propósito competente más que la diversión. El departamento de contabilidad y ciertos políticos oportunistas no quieren saber de estas cosas; sus presunciones aseguran nuevas catástrofes.

6. ¿Qué impacto debe tener la política espacial sobre la política económica nacional?

Como lo demostró el gran biogeoquímico Vladimir I. Vernadsky, el universo conocido está compuesto de tres espacios–fase distintos, pero multiconexos: el abiótico, la vida y los poderes mentales especiales del individuo humano que son la fuente de descubrimientos originales de principios universales de la ciencia física y de grandes composiciones artísticas clásicas como la "Oda a una urna griega", de John Keats. Para comprender ese universo y el impacto que tiene sobre las condiciones de vida del hombre en la tierra, debemos proceder implacablemente a explorar los acontecimientos más distantes y las condiciones en la mayor de las escalas, así como también en la menor de ellas. Debemos explorar cómo opera la universalidad del principio de vida, incluso en condiciones remotas y extrañas del universo, y examinar de la misma manera los poderes creativos del ser humano individual.

El hombre en el espacio nos presenta directamente todas estas fases y sus interacciones de una manera concentrada e inmediata. Debemos sobreponernos al miedo infantil del "coco" imaginario y salir a explorar la noche para descubrir lo que realmente hay allí. Si no hiciéramos esto, seríamos algo menos que humanos.

El crecimiento de las "culturas consumistas" groseramente anticientíficas y la supresión de las "culturas productoras" favorables a la ciencia, en el intervalo de 1964 a la fecha, ha sido el factor axiomático que en gran medida descarrió al mundo a la actual catástrofe financiero–monetaria y económica mundial. Es tiempo de regresar a actitudes en las que se basaron nuestros logros anteriores, como el poner al hombre en la luna.

7. ¿Los objetivos comunes de la humanidad?

En el otoño de 1982, el doctor Edward Teller acuñó la frase afortunada, "los objetivos comunes de la humanidad". El dominio mayor de las condiciones entre las órbitas internas del Sistema Solar es el imperativo inmediato de toda la humanidad en lo que resta del presente siglo nuevo. Después, extenderemos nuestro alcance a cosas mayores.

Como he recalcado en discursos públicos que he dado en ese mismo período pasado, "si podemos establecer una colonia científica subterránea en Marte, podemos rápidamente transformar el desierto del Sahara en una región habitable en la Tierra y, en general, transformar la Tierra en el vergel al que estaba destinado a convertirse bajo nuestro gobierno.