Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 7
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Reportaje especial

La incompetencia de Luege Tamargo

Los panistas aún viven a la sombra de Maximiliano

por Rubén Cota Meza

Todavía se escuchaba lejano el eco de la descarga del pelotón de fusilamiento que cobró la vida del “emperador” Maximiliano de Habsburgo en el cerro de las Campanas, cuando en su natal Austria se gestaba una nueva invasión de México (aunque no sólo de México). Esta nueva invasión ya no sería por medio de las armas, sino de la ideología. Ya no sería una invasión del territorio nacional, sino de la mente de los mexicanos. Al igual que la llamada “invasión francesa”, ésta también llevaba el sello británico.

Al igual que los ancestros del Partido Acción Nacional (PAN) que entonces le abrieron las puertas a Maximiliano, los patrocinadores fundacionales modernos del PAN las abrieron, de par en par, a la nueva invasión. Como entonces, derrotar esta nueva invasión es un asunto de sobrevivencia nacional.

De persistir la forma de pensamiento que ha conformado las decisiones políticas y económicas de los últimos 25 años, la nación no sobrevivirá como tal. El caso de José Luis Luege Tamargo, ex presidente del PAN en el Distrito Federal, secretario de Ambiente de Vicente Fox y actual director general de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), es sólo representativo de un problema general, que no es exclusivo de los panistas.

El miércoles 7 de agosto de 2008, manifestando su oposición al indispensable Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO), Luege les dijo a organizadores del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) que dicho proyecto “nunca se evaluó a fondo desde el punto de vista del costo–beneficio”, que “el proyecto” (sic) de ampliación y tecnificación de zonas de riego agrícola va encaminado a que en el futuro tengamos más alimentos, “con menor uso de agua” y con “mayor riqueza” para los agricultores; estamos proponiendo hacer una selección de cultivos de “mayor valor agregado”, dijo. Y, para rematar, añadió que ésos son productos agrícolas de “alto valor”. Aunque Luege no lo dijo explícitamente, se refería a cultivos con los que supuestamente se obtendría más dinero; es decir, “riqueza” y “valor” se igualan a dinero. Esa fórmula simple es el núcleo de la violación fascista de la mente de la nueva invasión, mucho más destructiva y perniciosa que la de las tropas del títere británico Napoleón III.

La enfermedad del monetarismo

La existencia del dinero ha sido una necesidad para cualquier economía moderna hasta la fecha, y esto será verdad en el horizonte del futuro previsible. Por definición, el dinero como tal puede tener utilidad, pero, contrario a la creencia popular y académica, nunca ha tenido, ni tendrá, valor intrínseco en forma alguna de economía moderna civilizada.

La principal fuente de confusión proviene de la creencia de que el dinero tiene algún valor intrínseco que podría determinarse de “manera natural”, en tanto se elimine la intervención del gobierno en la economía. Esta doctrina liberal angloholandesa del dinero es sólo una creencia inducida en el creyente, para ventaja del sistema que formula y difunde esa ilusión en provecho de sus prácticas de saqueo. Aunque el origen de dicha doctrina se remonta a tiempos muy antiguos, su forma moderna proviene del fraude del positivismo radical.

En sus Principios de moral y legislación, el británico Jeremías Bentham clasifica treinta y dos “circunstancias que influencian la sensibilidad” al placer y al dolor que, para él, es el motor de la conducta humana y fundamento de la economía.

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José Luis Luege Tamargo, director de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), es uno de los más frenéticos sinarquistas del Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa del Partido Acción Nacional (PAN). (Foto: Senado de la República, México).

Analizando esa premisa de Bentham, Wesley Clair Mitchel, el maestro de Milton Friedman que, a su vez, inspiró el pensamiento económico de los panistas actuales, estableció que el error de Bentham yace en su gran logro: “Dado que estas treinta y dos circunstancias existen en un número indefinido de combinaciones, parecería que el cálculo felicífico [cálculo hedonista] difícilmente puede aplicarse, excepto individuo por individuo; una limitación seria”.

Como tal, el “cálculo felicífico” de Bentham se convierte en un gran lío, porque treinta y dos fuentes de placer y dolor, con siete grados de intensidad (cosa que también clasifica Bentham), producen más de 1.062 combinaciones posibles que determinan la conducta de cada persona individual. Sin embargo, esto no desanimó a los monetaristas, y, así, Mitchel escribe que, “hablando de las respectivas cantidades de varios dolores y placeres, y estando de acuerdo en las mismas proposiciones. . . [para medirlas] debemos usar una medida común. La única medida que la naturaleza de las cosas admite es el dinero”.

Mitchel informa que el economista inglés Alfred Marshal resolvió el problema de Bentham: “El dinero es el centro en torno al cual se agrupa la ciencia económica. . . es el único medio conveniente para medir las motivaciones humanas a gran escala. . . La fuerza de los motivos de una persona puede ser medida aproximadamente por la suma de dinero que obtendrá para asegurar una satisfacción deseada; o por la suma que se requirió para inducirle a evitar una determinada fatiga”.

La escuela austríaca de Maximiliano

Al mismo tiempo que en Inglaterra sus agentes de inteligencia trabajaban para estructurar dicha doctrina, en Austria, bajo el patrocinio de la familia aristocrática de los Wittelsbach, cuyo aparato militar se convertiría en el núcleo de la SS de Hitler, y del Barón Alberto de Rotschild, se desarrolló lo que vino a llamarse la Escuela Austríaca de Economía, cuyos representantes, Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek, serían traídos a México a partir de 1942 para nutrir la corriente de la cual es expresión hoy la postura de Luege Tamargo. En 1943, Von Mises escribió una ensayo titulado “Problemas económicos de México”, en el que recomienda no crear un instituto de seguridad social.

En 1912, Von Mises escribió en su Teoría del dinero y el crédito, que “existe una visión ingenua de la producción que considera a ésta como el traer a la existencia materia previamente inexistente, como creación en el sentido verdadero de la palabra. A partir de esto, es fácil derivar el contraste entre el trabajo creativo de producción y el mero transporte de bienes. Esta forma de considerar la materia es completamente inadecuada. De hecho, el papel desempeñado por el hombre en la producción siempre consiste sólo en combinar sus fuerzas personales con las de la naturaleza, de tal manera que la cooperación conduce a algún arreglo particular deseado de materiales. Ningún acto humano de producción equivale a más que alterar la posición de cosas en el espacio y dejarle el resto a la naturaleza”.

El empirismo radical que Mises incorporó al ideario del PAN lo obtuvo de su maestro Karl Menger, y del jefe de éste, Ernst Mach, quien en su Ciencia de la mecánica de 1883, declara que en el pensamiento humano “nada tiene que ver con el mundo físico mismo. . . El kmundo consiste sólo de nuestras sensaciones, en cuyo caso tenemos conocimiento sólo de sensaciones”. En este caso, sostiene Mach, nuestra percepción del universo físico no tiene conexión directa con lo que sea el universo físico real. Si percibimos una fuerza que actúa a distancia, le llamamos “gravedad” y dejamos ahí el asunto. El nominalismo de Mach y sus seguidores de la Escuela de Austria constituyó la base del relanzamiento del positivismo en su variante radical a principios del siglo 20.

La “nueva invasión de México” fue respaldada, entre otros, por Luis Montes de Oca, secretario de Hacienda de Plutarco Elías Calles y fundador, en 1939, del Banco Internacional (Bital, ahora HSBC), el cual patrocinó las visitas de Von Mises y Von Hayek a México para difundir el positivismo radical machiano en la forma de doctrina económica. El subsecretario y uno de los hombres de confianza de Montes de Oca era Rafael Mancera Ortiz, padre de Miguel Mancera Aguayo, y éste, mentor de Agustín Carstens Carstens. El secretario técnico de Montes de Oca era Manuel Gómez Morín, fundador del PAN. Su escribano y representante ante la fascista Sociedad Mont Pelerin fue su sobrino Gustavo R. Velasco, quien, a su vez, en dos ocasiones fue rector de la Escuela Libre de Derecho, alma mater de Felipe Calderón Hinojosa. El rescate reciente de las conferencias de Von Mises en México lo hizo Josefina Vázquez Mota, secretaria de Educación de Calderón.

Éstas son sólo algunas menciones para indicar lo profundo de la “nueva invasión de México”. Expulsar a los nuevos invasores de la mente de México requerirá derrotar el positivismo filosófico. El campo de batalla, esta vez, es aquél en el que Benito Juárez fue derrotado: el campo de la ciencia, en particular el de la ciencia del conocimiento, el de la epistemología.