Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXV, núm. 11
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Por qué Obama tiene que deshacerse de Soros

por Dennis Small

“Plata o plomo”.

Es un método de la mafia de las drogas que ha pasado la prueba del tiempo, y que cobró especial notoriedad en Colombia en los 1980 y 1990. Los narcotraficantes, controlados por los británicos, le dan a uno la alternativa de cooperar con ellos y recibir millonadas de dinero, o resistirse y recibir en cambio un tiro; es plata o plomo.

Así es como opera hoy el principal narcolegalizador del mundo, el agente británico y megaespeculador financiero George Soros, en México, en Estados Unidos y en todo el mundo. Sus actividades e influencia continuas en Washington, en particular dentro del bando del presidente electo Barack Obama, representan una amenaza a la seguridad nacional del propio EU, una amenaza que, en palabras de Lyndon LaRouche, “tiene que eliminarse”.

Un ejemplo del peligro es la forma en que Soros y sus narcoaliados atacaron a ambos lados de la frontera méxico–estadounidense el 4 de noviembre, el día de la elección presidencial en EU. En México, una avioneta del gobierno en la que viajaban el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño y el ex subprocurador general a cargo del combate al narcotráfico José Luis Santiago Vasconcelos se estrelló en plena Ciudad de México, matando a los nueve ocupantes y a muchos otros en tierra. Por años, Vasconcelos estuvo en la lista negra de uno de los carteles de las drogas, con al menos tres intentonas de asesinato conocidas en su contra: en 2004, en diciembre de 2007 y en enero de 2008.

Ese mismo día, el 4 de noviembre, Michigan y Massachusetts aprobaron por referendo las iniciativas para la legalización de las drogas patrocinadas por Soros.

“La influencia del narco Soros tiene que eliminarse por completo de Washington”, exigió LaRouche el 5 de noviembre. “Ésta es una treta de Soros, y las tretas de Soros son las de un agente extranjero, un enemigo de EU. Él es un agente británico. En cualquier caso, el tipo es un maldito nazi”, afirmó LaRouche, recordando cómo Soros colaboró con la Waffen SS de Hitler en la Hungría ocupada por los nazis durante la guerra, acto del que todavía se enorgullece hasta la fecha.

“La legalización de la marihuana debe revocarse”, continuó LaRouche. “Es anticonstitucional; es contra la ley. Las leyes federales son las que tienen la responsabilidad aquí; las estatales no pueden encargarse. Eso se anulará con un gobierno decente”.

Sin embargo, los intereses imperiales británicos actúan confiados en que la influencia financiera y de otra índole que su agente Soros ejerció sobre el equipo de campaña de Obama —la cual esta publicación ha documentado— continuará durante su presidencia. El vocero de la City de Londres, Ambrose Evans–Pritchard, por ejemplo, se quejó el 6 de noviembre en el Daily Telegraph de que, “tan pronto como la semana entrante, los dirigentes del bloque del G20 se reunirán en Washington para construir el nuevo orden financiero, un Bretton Woods resucitado”. Pero también añadió, con un suspiro de alivio, que “debemos dar gracias porque el señor Obama está bien asesorado por Paul Volcker, Warren Buffett y George Soros”.

Plomo. . .

El choque de la avioneta en la Ciudad de México tiene todas las característicias de un sofisticado golpe de la mafia de las drogas. Mouriño y Vasconcelos regresaban esa tarde de una visita oficial a la ciudad de San Luis Potosí el 4 de noviembre. Cuando se aproximaba al aeropuerto de la Ciudad de México, la torre de control perdió contacto con la aeronave, la cual poco después se precipitó sobre el centro de la ciudad a la hora de mayor tráfico. Aunque el Gobierno mexicano ha pugnado por insistir —de modo nada convincente— que el incidente se debió al “error humano” de un controlador de tráfico aéreo, quien permitió que la avioneta se acercara demasiado a la estela de turbulencia que iba dejando un avión comercial más grande, en México cunden los rumores y se teme lo peor: que el narcotráfico logró abatir impunemente al segundo funcionario más poderoso del país, el secretario de Gobernación Mouriño, y al principal agente antidrogas. El mensaje para el presidente Felipe Calderón, quien era amigo personal de Mouriño, es claro: “Nosotros estamos al mando aquí, no tú. Ahora obedécenos”.


El secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño (izq.) y el ex subprocurador general a cargo del combate al narcotráfico José Luis Santiago Vasconcelos (der.) murieron el 4 de noviembre en un avionazo en pleno centro de la Ciudad de México. Vasconcelos estaba en la lista negra de uno de los carteles de las drogas en México. (Fotos: wwww.gobernacion.gob.mx; Eric Shalov).

El marco en el que ocurrió el incidente definitivamente conduce a esa misma conclusión. El choque ocurrió una semana después de que el gobierno arrestara al número 2 y al número 3 de la unidad especial de inteligencia antinarcóticos de la Procuraduría General de la República (la SIEDO), por filtrar información al Cartel de Sinaloa a cambio de recibir medio millón de dólares mensuales cada uno; “plata”. Unos treinta funcionarios y agentes fueron aprehendidos en la operación para limpiar este nido de corrupción, que incluso permitió que el cartel se infiltrara en la unidad antidrogas de la Embajada de EU, vía la SIEDO.

Santiago Vasconcelos estuvo al frente de la SIEDO hasta enero de 2008, cuando fue transferido para convertirse en el asesor de Mouriño sobre el combate a las drogas. Según algunas versiones periodísticas, Vasconcelos participó de manera directa en descubrir la penetración del Cartel de Sinaloa en la SIEDO y en los arrestos subsiguientes.

Los arrestos se dieron a conocer el 27 de octubre y, en la semana que siguió, por todo el país hubo una ola de asesinatos sangrientos relacionados con las drogas. El 3 de noviembre, se dio muerte a 58 personas en un solo día. Entre los ejecutados por la mafia de las drogas estuvieron al menos 12 oficiales de agencias de policía municipales, estatales y federales, entre ellos el comandante de la Policía Judicial Federal en el Estado de México y al de la Policía Estatal del Estado de Sonora, a quien se emboscó en la ciudad fronteriza de Nogales. En este último caso, el acceso de la mafia a elementos muy bien adiestrados y tecnología sofisticada fue evidente por el disparo que recibió el comandante, desde una distancia considerable, de un francotirador que usó un rifle de alto poder con mira láser. El sicario arrojó después granadas para crear confusión y cubrir su escape.

. . . o plata

George Soros (izq.) al lado de su “amo”, Mark Malloch–Brown, del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, durante una visita a Monterrey, México en 2002. (Foto: Ariel Gutiérrez).

“La influencia del narco Soros tiene que eliminarse por completo de Washington”, afirma LaRouche. Resumen ejecutivo de EIR documentó a cabalidad la participación del agente británico Soros en el narcotráfico internacional en su edición de octubre de 1997.

Al mismo tiempo que las balas zumbaban, los aliados de Soros en México se sumaban a la refriega para plantear, de facto, las condiciones para la rendición: nada más legalicen el narcotráfico y parará la violencia.

El 30 de octubre, el senador René Arce del izquierdista partido de oposición PRD presentó un proyecto de ley para “legalizar el cultivo, producción, transporte, tráfico, trasiego, distribución, suministro, comercialización y consumo de marihuana”, según informó el diario mexicano El Financiero en su edición del 6 de noviembre. La nueva ley que propone Arce también autorizaría “el cultivo de hasta cinco plantas de cannabis para consumo personal, terapéutico o de ornamento no comercial en las viviendas particulares, y el gobierno podrá exportar la droga de acuerdo a las leyes nacionales e internacionales”, indicó el diario.

Arce dijo que el móvil de su propuesta era “proteger a niños, niñas y adolescentes de ser víctimas del narcotráfico y sujetos de la aplicación de políticas criminalizantes que los convierten en delincuentes”.

Antes este mismo año, el PRD sometió a consideración de la Cámara de Diputados un proyecto de ley para legalizar las drogas, recibiendo un apoyo general de las diferentes vertientes partidistas en un México cada vez más aterrorizado, incluso del propio Gobierno de Calderón. Irónicamente, el victimado secretario de Gobernación, Mouriño, era un férreo proponente de la narcolegalización.

Resoluciones parecidas para legalizar las drogas por referendo, financiadas por Soros y sus aliados, se aprobaron en Michigan y Massachusetts en EU, en las elecciones del 4 de noviembre. En el primer estado, se informa que Soros financió el grueso del costo de incluir la iniciativa de la “Pregunta 2” en la boleta, que reduce el delito de posesión de marihuana a una infracción que se castiga sólo con una multa. Soros invirtió por lo menos 400 mil dólares en la promoción de la medida.

La “Proposición 1” en Michigan, que en lo principal recibió el apoyo del Marijuana Policy Project (Proyecto Política sobre la Marihuana, ligado a Soros), permite el uso dizque “médico” de esta droga. Michigan es ahora el treceavo estado de EU que aprueba el uso médico de la marihuana.

Sin embargo, en California el electorado rechazó la “Proposición 5”, que hubiera limitado la autoridad de los tribunales para poner a algunos delincuentes tras las rejas. Contó con el respaldo de Soros, pero con la oposición de cinco ex gobernadores tanto demócratas como republicanos.

Ethan Nadelmann, un viejo sicario de Soros en cuestiones de narcolegalización y director ejecutivo de la Drug Policy Alliance (Alianza para una Política Pública sobre Drogas) que el megaespeculador también financia, celebró las nuevas de Michigan y Massachusetts señalando, esperanzado, que con el Gobierno entrante de Obama “tenemos la oportunidad de redefinir la política sobre drogas para una generación”.

Soros ostenta sus opiniones sobre el tema con el mismo orgullo y desfachatez con el que presume su involucramiento con la Waffen SS de Hitler. “El combate a las drogas estaba haciendo más daño que las drogas mismas”, alegó en Public Affairs en 2004. “Cuando decidí ampliar las actividades de mi propia Fundación de la Sociedad Abierta a Estados Unidos, escogí la política sobre drogas como uno de los primeros campos de combate”.

Allá en junio de 1999, el entonces zar antidrogas de EU, el general (r.) Barry McCaffrey, denunció a Soros con palabras nada ambiguas, en un testimonio que rindió ante la Comisión de Reforma y Fiscalización Gubernamental de la Cámara de Representantes: “El financiero internacional George Soros, quien financia al Centro Lindesmith, ha recomendado: ‘Si por mí fuera, establecería una red de distribución estrictamente regulada, a través de la cual haría disponible de manera lícita la mayoría de las drogas, excepto las más peligrosas, como el crack’ ”.

Hoy, nueve años más tarde, LaRouche ha vuelto a advertir: “La influencia del narco Soros tiene que eliminarse por completo de Washington”.