Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums. 13-14
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Internacional

¡Atención patriotas!

Lo que hay que entender

por Lyndon H. LaRouche

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Desde el comienzo de la colonización europea sistemática de Norteamérica a principios del siglo 17, las corrientes patriotas que trajeron la independencia de Estados Unidos de América organizaron lo que, con el transcurso del tiempo, devino en la principal organización de inteligencia nacional de EUA; ésa fue la Sociedad de Cincinato, una organización privada. Esa tradición, aunque herida y al parecer frágil, aún persiste hoy en EUA.

Otras naciones tienen experiencias comparables. Contrario a algunas doctrinas muy difundidas, hacer historia, en el buen sentido, no se limita a la gestión de las políticas oficiales que se han adoptado al presente; el futuro de cualquier nación depende de crear y adoptar los descubrimientos científicos fundamentales necesariamente revolucionarios y de otra índole con los que cualquier cultura cuenta para mantener su vitalidad. El caso de la Sociedad de Cincinato, como la tradición de la composición clásica rigurosa de J.S. Bach, hasta Beethoven y Schubert, se cuenta entre las mejores ilustraciones de esta cuestión. Aquellos en el exterior que aún no entienden este hecho sobre la fundación y desarrollo de EUA, no podrían entender la naturaleza del conflicto existencial que encara la civilización mundial en este momento.

La función de dichas asociaciones privadas, ya sea que se constituyan formalmente o que se organicen de alguna manera informal eficiente, la ha vuelto indispensable el hecho de que hasta presidentes o vicepresidentes notables de EUA han sido de hecho traidores, tales como el agente del Ministerio de Relaciones Exteriores británico Aaron Burr o los presidentes Andrew Jackson, Martin van Buren, Polk, Buchanan, Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson, o agentes miserables de facciones dirigidas desde el extranjero, tales como el presidente Richard Nixon. Grupos de hombres y mujeres con las destrezas adecuadas y conciencias bien formadas se dedican en privado a nutrir la intención de nuestra república.

A este respecto, la situación al seno de EUA es mucho peor que durante las dos décadas inmediatas que siguieron al fallecimiento del presidente Franklin Delano Roosevelt, en especial desde que se remplazó a los patriotas bien informados de mi propia generación con una generación ahora dominante que nació entre 1945 y 1958. Tal como lo ilustra la cooperación que el presidente ruso Vladimir Putin procura con EUA, el ocaso de la generación de los patriotas de marras de entre los veteranos de la guerra de 1939–1945, ha dejado a EUA con un estrato gobernante que está mucho peor equipado en lo cultural y lo intelectual para bregar con los problemas más fundamentales de nuestro planeta ahora, que los veteranos pertinentes de la última gran guerra.

Sin embargo, a pesar de esas dificultades actuales de la diplomacia a las que aludimos, la única esperanza de evitar que la crisis de desintegración económica mundial que hoy embiste tenga un pronto desenlace desastroso, es con la clase de colaboración informada entre Rusia y EUA que sólo podría venir, del lado estadounidense, de las fuerzas sagaces de una tradición que se remonta a la Sociedad de Cincinato. Rusia y EU no podrían decidir el desenlace de la actual crisis mundial, pero sin la colaboración apropiada, no hay salida para el mundo en general. El proyecto de transporte del túnel del estrecho de Bering es un ejemplo excelente de esta cuestión práctica.

Creo que lo más útil en este momento es compartir algunas ideas pertinentes con ciudadanos sensibles de quien esperamos sea nuestra socia: Rusia. ¿A qué clase de colaboración debemos comprometernos, en cooperación con otras naciones pertinentes, para rescatar a un mundo amenazado del lío mortal en el que se encuentra?

Como ejemplo de esto, considera los rasgos siguientes de la situación actual de crisis mundial.

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El mejor precedente pedagógico de lo que acontece ahora con la economía mundial es lo que le pasó a la Alemania de Weimar en la crisis de desintegración hiperinflacionaria de 1923. Los aliados liberales angloholandeses que armaron y crearon la gran guerra de 1914–1917, le habían impuesto al reichsmark (el marco alemán—Ndt.) de la Alemania de Weimar de la posguerra lo que devino en una hiperinflación monetaria. Esa inflación puso el potencial productivo de Alemania totalmente a disposición de los liberales angloholandeses que habían fraguado las dos guerras geopolíticas generales de 1895–1945. Con la toma del sistema financiero alemán mediante la fundación del Banco de Pagos Internacionales (BPI) de Basilea, Suiza en 1931, los patrocinadores liberales angloholandeses del ascenso de Adolfo Hitler a la dictadura hubieran aplastado para siempre a Eurasia continental, de no ser por la llegada inesperada de Franklin Delano Roosevelt a la Presidencia de EU.

La situación del mundo hoy representa una reanudación de la misma política imperial liberal angloholandesa (“neomaltusiana”, “geopolítica”), en sus rasgos esenciales. En el instante que murió el presidente Franklin Roosevelt, la reconciliación del presidente Harry S. Truman con las políticas contrarias a Roosevelt de Winston Churchill y demás, representó la intención de fraguar el equivalente de una nueva “tercera guerra mundial geopolítica”, como ocurre ahora.

La actual crisis monetario–financiera mundial no tiene que ver con el dólar estadounidense; es una crisis de desintegración del sistema monetario–financiero mundial presente, una desintegración comparable, en lo esencial, al desplome del reichsmark de Weimar en 1923, pero a escala mundial. La crisis actual en realidad la desencadenó una serie de medidas lunáticas recientes (que tienen que ver tanto con la moneda china como con Taiwán) que se tomaron contra China (a pesar de mis advertencias insistentes a los senadores). Esa provocación contra China fue decisiva para incitarla, y a Japón, a botar de manera muy significativa al dólar en julio. Sin embargo, de no haber sucedido así, la situación ya estaba más que en sazón para que se diera otro suceso con consecuencias parecidas. El sistema monetario–financiero mundial está hoy condenado sin remedio a desaparecer. Nunca habrá una recuperación de la crisis de desintegración financiera mundial en marcha con el sistema monetario actual.

Sólo permitir la creación y puesta en marcha de un nuevo sistema monetario y crediticio internacional que detenga el pánico global ahora creciente, podría parar la crisis de desintegración.

Por tanto, lo decisivo a plantear aquí es que, a menos que EUA abata su orientación actual, el desplome monetario–financiero mundial que ahora llega a su fase final tenderá a crear una situación desesperada para la humanidad, en todo el orbe, por varias generaciones venideras. Si las fuerzas patrióticas de EU no se activan para tomar medidas correctivas en conjunto con algunas de las otras potencias relevantes del mundo, la humanidad no tiene esperanza razonable alguna en este planeta por varias generaciones por venir.

Así que, para Rusia, como para otras naciones, la pregunta clave es: ¿qué fuerzas de EUA es probable que traten de virar la tendencia política estadounidense vigente a un dirección cuerda, que se aparte —del modo más categórico— de las tendencias de los últimos casi siete años? Así, salta a primer plano el recuerdo de la Sociedad de Cincinato.

Ese recuerdo también lo inspira el desplome tremendo de la credibilidad del Congreso estadounidense bajo la conducción demócrata del senador Harry Reid y la representante Nancy Pelosi, en el intervalo desde la elección intermedia de noviembre de 2006 (la credibilidad de los republicanos, que tienen al albatros de Bush y Cheney pendiendo del cuello, es aun peor). La popularidad del Congreso entre la ciudadanía ha caído, de lo que era una popularidad mayoritaria más o menos clara entonces, a cerca del 10,7% que se calcula hoy. La arremetida de la ola de embargos hipotecarios contra la ciudadanía y el desplome inminente de bancos importantes, siembra el temor de quién colgará del árbol de Navidad de 2007, si es que hay de hecho árboles disponibles. La situación por toda Europa Occidental y Central en realidad no es mejor, ni en lo político ni en lo económico.

La situación mundial hoy es, por ende, una repugnantemente desesperada o, literalmente, una de revuelta. La cuestión es: ¿qué clase de revuelta contra el estado presente de crasa falta de liderato sería posible?

El primer paso a tomar con gran presteza es la adopción del proyecto de ley que congela todos los embargos de vivienda y protege a todas las instituciones bancarias con autorización federal y estatal, para su funcionamiento normal esencial para la sociedad en las comunidades pertinentes. Sólo un inepto de nuestro gobierno que sea un peligro para la sociedad opondría reparos a esta legislación de emergencia.

Sin embargo, tales medidas no son más que parches absolutamente indispensables para parar la sangría, por así decirlo. El objetivo es abrirle paso a: 1) un programa de recuperación económica general que se funde en gran medida en el crédito constitucional federal para emprender la construcción esencial de infraestructura económica básica; y, 2) el uso de dichos programas de infraestructura para crear los mercados que traigan la recuperación del sector privado.

Estas medidas de recuperación tienen que ir de la mano con la restauración del modelo proteccionista de un sistema monetario mundial de tipos de cambio fijos. Sin esto, nunca habrá una recuperación económica para las próximas generaciones.

Para establecer semejante sistema mundial lo bastante rápido como para que sea eficaz y de forma coordinada, es indispensable la colaboración estadounidense con naciones importantes, tales como Rusia, China e India, en este proyecto. Cuatro grandes naciones pueden sentar el eje en torno al cual pueda agruparse a las naciones más pequeñas del orbe a participar en un nuevo sistema de tipos de cambio fijos equitativo. Sin dicha medida, las generaciones venideras no representan esperanza alguna para la humanidad en general en estos momentos.

Así, en Nueva York, Lady Macbeth pasa al frente del escenario gritando: “¡Vete, mancha maldita!” Y luego echa a la señora Lynne Cheney al foso, ¡para vítores de un gran público sumamente agradecido!