Internacional

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums. 13-14
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Economía

El crac hipotecario aniquila al ‘importador de último recurso’

por Dennis Small

El último anuncio del Banco Central mexicano en gran medida pasó desapercibido en el ámbito internacional, y aun en México apenas si hizo ruido. Pero fue un hito de la mayor importancia para las economías de México y Estados Unidos de América, y en realidad para todo el sistema mundial de la globalización y el libre comercio que ahora estalla.

Según cifras oficiales, las remesas de dinero que envían los 13 millones de mexicanos que ahora viven en EU cayeron 2% en el segundo trimestre de 2007. Ésta es la primera vez que se da una caída trimestral en las remesas, de un año para el otro, en lo que algunos neciamente llegaron a creer que era una máquina de reciclamiento perpetuo de mano de obra extranjera barata que generaba un flujo creciente de dólares que, luego de pasar por México, iba a parar como pago a los acreedores financieros internacionales de México.

Esa ilusión ha quedado totalmente pulverizada ahora. Las cifras del segundo trimestre de 2007 no pueden minimizarse como si fueran un mero foquito rojo: las remesas han sufrido una caída continua en los últimos cinco trimestres. Y lo peor está por venir. Lo que presenciamos en realidad es lo que Lyndon LaRouche ha descrito como “la defunción de un importador de último recurso”. Tal como lo pronosticó hace casi siete años, en un artículo que con ese título publicó Resumen ejecutivo en su edición de la 2ª quincena de enero de 2001:

“Lo que se viene abajo ahora no es una economía, sino una vasta burbuja financiera cuya expresión económica principal es el papel del sistema financiero estadounidense como ‘importador de último recurso’ para el mundo en general. . .

“Vean cómo se recurre a operaciones prácticamente de esclavización de la mano de obra en el extranjero para exportar empleo productivo de los Estados Unidos (así como de Europa Occidental) a regiones donde el precio de la mano de obra es el más bajo y las destrezas relativas las más marginales. Miren esas dizque empresas industriales estadounidenses. ¿Qué porción de los ingresos totales de esas entidades ha sido reflejo de la pura especulación financiera, como la de las fusiones y adquisiciones con eje en el distrito financiero de Londres?

“De hecho, el mundo viene sosteniendo hasta ahora una enorme burbuja financiera denominada en dólares estadounidenses, en gran medida para apuntalar el papel de ‘importador de último recurso’ que desempeña para buena parte del mundo la inflada e intrínsecamente quebrada economía estadounidense.

“¿Qué pasa cuando esa burbuja financiera entra a su fase inevitable de desintegración en cadena?”

Lo que LaRouche advirtió entonces, hace siete años, está sucediendo ahora; y el estallido en marcha de la burbuja inmobiliaria golpeará de lleno la capacidad de México para sobrevivir siquiera. Los antecedentes inmediatos de esto son los siguientes.

El fiasco del libre comercio

Gráfica 1
Gráfica 2
Gráfica 3

Con la destrucción de las manufacturas mexicanas, que aceleró con la instauración del TLCAN en 1994, millones de mexicanos huyeron hacia EU en un esfuerzo desesperado por sobrevivir y por salvar a sus familias. Hoy México no sólo exporta productos a EUA, sino su fuerza laboral, que no puede sobrevivir en el país con la política británica de la “globalización”. Casi 13 millones de mexicanos —más de 10% de la población— han emigrado a EU.

En consecuencia, las remesas que estos refugiados económicos envían a sus hogares aumentaron 20% por año entre 1994 y 2006, para llegar a la asombrosa cifra de 23 mil millones de dólares el año pasado. Eso es más de lo que México obtiene de cualquier otra fuente de divisas, aparte de sus exportaciones de petróleo. Sin eso, México no puede pagar sus importaciones ni su gran deuda externa.

Aunque el total de las remesas trimestrales ha aumentado —hasta la caída del último trimestre—, su ritmo de crecimiento ha venido disminuyendo a paso firme desde principios de 2006, conforme el desplome de la economía estadounidense se traduce en pérdida de empleos hasta para la mano de obra barata de los inmigrantes. Como muestra la gráfica 1, la desaceleración se aprecia con más claridad en la curva del promedio variable tetratrimestral de la última década.

Cuando nos enfocamos en el período que empieza en enero de 2004 (como lo hacemos en la gráfica 2), la disminución abrupta del ritmo de crecimiento es aun más patente, hasta alcanzar un crecimiento negativo en el segundo trimestre de 2007.

Y esto no es más que una probadita de lo que viene. El estallido del mercado inmobiliario de EU causará estragos en este estrato, pues la principal fuente de empleo de los trabajadores que envían remesas es la construcción, que da cuenta de 18,6% de todo el empleo inmigrante. Hasta la agricultura, que históricamente había constituido la principal actividad de los inmigrantes, ahora sólo representa 16,5% del total. Los obreros se ubican en un distante tercer puesto, con 6,3%.

Y las cifras para los hispanos que llegaron a EU después de 2000 son aun más impresionantes: hasta 2006, 30% de ellos trabajaban en ese sector.

Otro indicador significativo del efecto del derrumbe estadounidense es el promedio de remesas por emigrante (ver gráfica 3). No sólo el aumento en el número de emigrantes fue continuo desde los 1970, sino que los envíos por emigrante también aumentaron de manera impresionante de 1990 a 2006. Esto se debió a la dependencia creciente que tienen las familias de los emigrantes en México de las remesas que reciben, para satisfacer sus necesidades más elementales. De hecho, 86% de todo el dinero que mandan a casa es para el “sustento” básico —o sea, comida—, según un estudio del Banco de México.

Pero, como muestra la gráfica 3, el promedio de lo que envía cada emigrante ha empezado a disminuir, lo cual tendrá graves consecuencias económicas y sociales en México. Con más razón, conforme empeora la cosa, porque el desplome inmobiliario aún no golpea de lleno al estrato de los trabajadores migrantes. Según un estudio del Centro Hispano Pew de marzo de 2007, “los empleos en la construcción se ampliaron para los latinos, a pesar de la depresión del mercado inmobiliario”, de 2004 a 2006, porque hasta ahora este estrato ha recibido una tajada más grande del pastel cada vez más pequeño del empleo en la construcción.

Por ejemplo, en 2006 comienza una caída continua en el sector inmobiliario estadounidense, de 2,1 millones en el primer trimestre, a 1,6 millones en el cuarto; una caída de casi 25%. En este período el empleo hispano en la construcción no disminuyó proporcionalmente, sólo porque dos de cada tres plazas nuevas en la construcción las ocuparon hispanos (mexicanos, entre otros). Es claro que este proceso no podía continuar por mucho tiempo.

Con la muerte del “importador de último recurso”, el total de mexicanos que emigran a EU también ha empezado a disminuir. Según el Centro Hispano Pew, en los últimos cuatro o cinco años han emigrado unas 500.000 personas por año, pero en los primeros dos trimestres de 2007 ese ritmo cayó a poco más de la mitad de eso, a unos 290.000 al año.

Además de la tendencia económica subyacente, las redes leales al vicepresidente estadounidense Dick Cheney han emprendido una sucia campaña contra los inmigrantes que también ha contribuido a esta reducción. LaRouche comentó hace poco a este respecto: “A veces lo que haces, cuando montas una operación, es que aprovechas una tendencia. La tendencia te da una palanca; entonces aumentas el efecto de esa palanca. La mejor forma de encubrir una operación sucia es con algo que ya está en marcha por otros motivos”.

La comida también

Con la globalización, que ahora ha topado con pared, la capacidad de México para exportar su fuerza laboral a EU ha hecho las veces de una válvula de seguridad que alivia la presión de la contracción de las oportunidades de empleo a su interior, de la producción manufacturera, y en especial de la de alimentos. Pero ahora que dicha válvula de seguridad se está cerrando y el ambiente de deportaciones se caldea en EUA, la caída en la producción de alimentos en México está rompiendo nuevas marcas.


La caída vertiginosa de las remesas que envían a México los trabajadores emigrantes desde EU, junto con el estallido de la burbuja inmobiliaria en este último país, arrasan ahora con la economía mexicana. Un emigrante mexicano pisca tabaco en un campo cerca de Danville, Virginia. (Foto: Ken Hammond/Departamento de Agricultura de EU).

A consecuencia del TLCAN y políticas relacionadas de la globalización, México, que en gran medida había alcanzado la autosuficiencia alimentaria hace 30 años, ahora importa cerca de 30% de sus granos básicos. De hecho, ahora es el tercer importador mundial de productos básicos como maíz, arroz, sorgo y leche en polvo. La situación es especialmente peligrosa en cuanto al maíz, el ingrediente principal del alimento básico en la dieta del mexicano: la tortilla. A principios de 2007, cuando el precio del maíz aumentó 50% en sólo dos semanas, el presidente Felipe Calderón dijo que importaría maíz de donde fuera para tratar de reducir su precio y mitigar la escasez. Al menos en eso sí se apegó a su palabra: en los nueve meses desde que asumió la presidencia, las importaciones de maíz han aumentado 119%, pero la producción nacional está desapareciendo por falta de crédito, de agua y de la infraestructura de la que carece toda la economía en general.

El cierre de la válvula de seguridad de la emigración; la caída en las remesas, que deja a México con menos dinero para comprar la poca comida disponible; y la producción menguante de alimentos en relación con las importaciones, la muerte del “importador de último recurso” que hace tanto pronosticó LaRouche y que ahora deviene en una realidad con la crisis inmobiliaria estadounidense, no le augura nada bueno a la estabilidad económica y social de México con el sistema actual.