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Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 12
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El LYM llega a Sudáfrica

por Charlene Pillay y Simon Jensen, miembros del LYM

Al tiempo que el sistema financiero mundial actual, a veces llamado globalización, se aproxima a su condición límite y al basurero de las ideas fracasadas de la historia, el concepto renacentista de transformación cultural que plantea el economista y pronosticador de largo plazo Lyndon LaRouche corre como el fuego por todo el planeta. El Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) no sólo se ha instituido como un elemento decisivo que define la política en las Américas, Europa, las Filipinas y Australia, sino que su reciente formación en Sudáfrica enciende el potencial de que crezca en todo el continente africano.

En julio se llevó a cabo una de las primeras reuniones importantes del recién creado brazo sudafricano del LYM cerca de Johannesburgo. Veinte miembros participaron. Una parte de los participantes más veteranos ha venido leyendo los escritos de LaRouche desde principios de los 1990. Sin embargo, en marzo de este año, alentados por el surgimiento del LYM a escala internacional, un pequeño grupo de jóvenes que empezó a repartir impresos en las universidades locales se puso en contacto con el “Cuarto de Guerra” del LYM en Estados Unidos, declarándose formalmente miembros del LYM.

En el amplio intercambio que hubo en la reunión de julio, surgieron varias preguntas profundas sobre el sistema de recuperación económica de LaRouche. Sin embargo, otra inquietud era cómo impulsar el LYM en Sudáfrica. Una joven preguntó qué podían hacer los jóvenes para difundir las ideas de LaRouche. La respuesta apuntó al modelo de Juana de Arco y su actuación sublime en las condiciones políticas de la época.

En marzo de 2007 se fundó una rama del LYM en Sudáfrica. El 7 de julio los jóvenes larouchistas sudafricanos celebraron una importante reunión, en la que participaron Simon Jensen de Dinamarca (der.) Charlene Pillay (tercera desde la izq.) y el dirigente del grupo, Samuel Lepele (a su derecha). (Foto: EIRNS).

Lo que caracteriza la situación política en Sudáfrica son los muchos escándalos y una incertidumbre sobre lo que pasará cuando el presidente Thabo Mbeki deje el poder en el 2008. De trasfondo está el vicepresidente Jacob Zuma, a quien se le pidió que dejara su cargó luego de que su ex asesor financiero Schabir Shaik enfrentara serias acusaciones. En junio del 2005 Shaik fue encontrado culpable de pedirle a Thint, la rama sudafricana del fabricante de armas francés Thomson CSF (ahora llamado Thales, a quien se investiga en el marco del escándalo de BAE), una coima anual de 75.000 dólares para Zuma, a cambio de protegerlo en la investigación de una compra grande de armas. Shaik también fue condenado por sobornar a Zuma para que usara su cargo en la promoción de sus intereses de negocios. Zuma afirma que es inocente, y sigue siendo vicepresidente de la gobernante Conferencia Nacional Africana (CNA), y aspira a su presidencia, que es un peldaño hacia la del país.

Uno de los problemas políticos más grandes es la necesidad de mejorar las condiciones de vida del 80% de la población de menores ingresos, que aún vive en la pobreza extrema en los cuasifeudos distritales, que son un vestigio del sistema del apartheid. La CNA de Nelson Mandela, que encabezó la revolución contra la política de opresión del apartheid, ha sido muy criticado por perpetuar las viejas divisiones sociales al no enfrentar con eficacia los problemas de infraestructura económica básica de los distritos, como el de la vivienda. Así las cosas, el peligro de que estallen disturbios y la violencia jacobina es inminente, mientras que muchos buscan una solución en la reforma agraria que Mugabe emprendió en Zimbabue.

De hecho, la formación de un LYM en Sudáfrica tiene el potencial enorme de intervenir para que el revuelo político venidero no siga el derrotero de los disturbios y la violencia. En un país influenciado por la visión política de Ghandi y que experimentó la abolición del sistema racista del apartheid sin una revolución violenta, el potencial de que las ideas de LaRouche prendan con velocidad vertiginosa es grande. Al momento de escribir estas líneas, hay grupos que están formándose en diferentes distritos con la intención de dominar las ideas de Kepler y de formar coros “bachianos” eficaces para cambiar el sino de África.

El Imperio

El diálogo en la primera reunión del LYM partió de desentrañar el actual escándalo internacional de BAE, su origen en el sistema oligárquico veneciano y el impacto de este sistema en Sudáfrica, desde la colonización angloholandesa hasta el reinado de Cecil J. Rhodes y la Sudáfrica moderna.

Los sudafricanos están en buena posición para entender el escándalo de BAE. Por un lado, la historia de su país se desprende directamente del Imperio Británico, que en sí mismo es un vástago de la Compañía de las Indias Orientales, la cual administraba sus colonias como una empresa privada cuyas prácticas de negocios perviven hoy con el nombre de BAE Systems. Estas prácticas rapaces continuaron tras la independencia. De hecho, la Dirección de Fraudes Graves (SFO) de Gran Bretaña y el Departamento de Justicia de EU investigan ahora el financiamiento de operaciones militares en África, incluyendo la venta de armas al Gobierno sudafricano.

Aún se venera e inmortaliza de manera prominente al fundador de la Compañía Sudafricana británica, primer ministro de la colonia del Cabo y ocupante de Rhodesia (hoy Zimbabue), Cecil R. Rhodes, en estatuas y el monumento a Rhodes en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, con las prestigiosas becas Rhodes, y hasta con la marca Rhodes. Rhodes no sólo fue un megaimperialista y verdadero precursor de Al Gore—ambos siervos dedicados del Imperio Británico—, sino también el fundador de la Mesa Redonda Rhodes–Milner de la Gran Bretaña, cuyo único propósito era establecer la Mancomunidad británica y, en última instancia, someter al mundo a la dominación de un Imperio Británico restaurado.

Uno de los fundadores de la Mesa Redonda, H. G. Wells, antes miembro de la Sociedad Fabiana, expuso su visión de una dictadura mundial en su libro La vida futura, en el que preveía que los Estados nacionales, tras vivir el ambiente de una prolongada Segunda Guerra Mundial, se someterían a un gobierno mundial. Lord Alfred Milner, sucesor de Rhodes en la dirección de la Mesa Redonda, concebía la supremacía blanca como un principio de gobierno mundial. Una vez comentó sobre sí mismo: “Mi patriotismo no conoce límites geográficos, sólo raciales. Soy un patriota de la raza británica”.

En el intercambio del LYM salió a colación que sólo puede entenderse a este monstruo racista del corazón del Imperio Británico como la continuación del sistema veneciano, con el reino de terror de su gobierno secreto, y que el propósito fundamental de su continuación hoy día es la destrucción de EU y del Sistema Americano de economía. Como lo ha subrayado LaRouche de manera explícita, tanto la Sociedad Fabiana como la Mesa Redonda y los sinarquistas fueron creados para destruir a EU y al Sistema Americano desde adentro. Es expresamente contra este enemigo veneciano que los padres fundadores de EU escribieron la Declaración de Independencia y, más tarde, la Constitución estadounidense, para romper con el saqueo del Imperio Británico.

África hoy: la responsabilidad del LYM

A escala mundial, el LYM ha atacado una serie de flancos decisivos en la pelea contra el imperio bancario liberal angloholandés, como es evidente en el caso de Argentina, donde el LYM tiene un diálogo continuo con el presidente Néstor Kirchner, uno de los principales adversarios del sistema de libre comercio del FMI. Aunque los siglos del imperio oligárquico angloholandés han devastado más a África que a Iberoamérica, el potencial de crecimiento y liderato del LYM es similar.

Uno de los retos más acuciantes que encara África es la epidemia del sida. Tan solo en Sudáfrica, entre el 2010 y el 2015 los jóvenes de entre 15 y 34 años de edad sufrirán una mortandad 17 veces mayor de la que se esperaría de no ser por el sida. Esto significa la muerte de 3,2 millones de jóvenes más. La epidemia ha reducido la esperanza de vida en el sur de África a sólo 47 años. La mortandad infantil ha aumentado de 25 a 40%, y el porcentaje de madres primerizas con vih va del 25% en Sudáfrica, al 45% en Botsuana. Los estragos de esta epidemia están destruyendo con rapidez a países enteros, pues 25 de sus 600 millones de habitantes están infectados con el vih y 12 millones de niños han quedado huérfanos.

Brasil ha demostrado que incluso medidas paliativas pueden resultar eficaces, al adoptar uno de los programas antirretrovirales más amplios del mundo, con resultados positivos. La transmisión del vih de madre a hijo se ha reducido de manera considerable a escala nacional, de 16% en 1997, a menos de 4% en el 2002. Según la página informativa de la CIA, sólo 660.000 personas, de una población de 190 millones, viven con el vih–sida. En comparación, en Sudáfrica, donde a la población se le ha negado el acceso a antirretrovirales baratos, la consecuencia es que 5,3 de sus 44 millones de habitantes padecen vih–sida hoy, un proceso mortal que podría detenerse en seco con la adopción de la política brasileña para el tratamiento del sida.

Sin embargo, para parar el sida hay que extirpar los vestigios del liberalismo angloholandés. Hay que enjuiciar a Cheney de inmediato, como exige LaRouche, para poder establecer un nuevo sistema financiero. Son los perversos dioses financieros de la City de Londres los que le imponen medidas genocidas a África. El agente británico y administrador de fondos especulativos Al Gore continuamente ha pugnado por una reducción de la población africana, ya sea de manera directa en sus publicaciones, o indirecta con su política ambiental.

En sus escritos “Los próximos cincuenta años de la Tierra” y “El mundo eurasiático venidero”, LaRouche plantea los principios de un crecimiento planetario armónico, al señalar la necesidad de abolir y remplazar al FMI y el Banco Mundial con instituciones crediticias de la ONU bajo el control de los ministros de Finanzas de los Estados nacionales. El sistema Americano de economía de Alexander Hamilton, Henry Carey y Abraham Lincoln sería el hegemónico. La construcción de una red ferroviaria magnetolevitada en el sur de África devendría en una posibilidad real, junto con la terriformación de los desiertos para volverlos productivos. Pero sobre todo, la liberación de la mente, la emancipación de la prisión oligárquica de la bestialización, le permitirá a la humanidad descubrir y conquistar el universo.