Reportaje especial

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 11
Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

Reportaje especial

El LYM faena ‘Al Gordo’ con el exquisito corte argentino

por Betiana González, miembro del LYM

Al Gore, el “Gordo” como se le conoce por panzón, llegó a Argentina tal vez con la esperanza de que las masas lo vitorearan. En vez de eso se topó con una exquisita recepción del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) en Buenos Aires.

La bienvenida que le dio el LYM al ex Vicepresidente de Estados Unidos contó con dos flancos. Uno fue que ésta, su corresponsal, entró con sus credenciales de periodista al “Primer Congreso Interamericano sobre Biocombustibles”, donde “Al Gordo” era el invitado de honor.

Ver ampliación

La torre de enfriamiento nuclear del LYM protesta frente al hotel en el que se hospedó el fascista verde Al Gore durante su visita a Argentina. (Foto: EIRNS).

El segundo fue una manifestación afuera del recinto, en la que uno de los miembros del LYM se disfrazó como la torre de enfriamiento nuclear que los jóvenes larouchistas han hecho famosa por todo el continente. Los manifestantes repartieron cientos de volantes en los que aparecía Gore con una esvástica verde, y desplegaron dos carteles: “No dejes que Al Gore te meta el choclo en el tanque” y otro, en inglés, “Hey Al! LaRouche knows that you are a Fascist Liar (“¡Oye, Al! LaRouche sabe que eres un fascista mentiroso”).

El congreso fue un sumidero de superchería barata y de argumentos espurios, organizado para promover el uso del pedóleo y otros biocombustibles, dizque para atenuar el calentamiento global, pero más bien para poder especular con ellos, al tiempo que se condena a morir de hambre a millones al quitarles el maíz, el arroz y otros alimentos para destinarlos al tanque de los todoterreno de los pudientes. Una de las intenciones de dicho congreso era presionar al Gobierno del presidente Néstor Kirchner para que liberalice las leyes sobre los biocombustibles y acepte el libre comercio.

Mientras que Kirchner lanzaba su Plan Productivo Nacional, su vicepresidente, Daniel O. Scioli, y el hombre de George Bush en Argentina, Julio Gutiérrez, se deshacían en elogios para “el excelentísimo” Al Gordo y “su lucha por un mundo mejor”.

Todas las mesas de trabajo invocaron el cuento del “cambio climatológico” y cantaron las preces de los biocombustibles: que no contaminan el ambiente, que no emiten bióxido de carbono y que le permitirán a los países ganar dinero en el llamado mercado de “créditos de carbono”, ¡un nuevo fraude especulativo que le permite a empresas y a individuos “comprar” el derecho a contaminar! (Dicho sea de paso, Al Gore es uno de los que más energía consume y más contaminación emite en el mundo debido a su enorme mansión en Tennessee, lo que este “paladín del ambiente” alega que compensa comprando “créditos de carbono”).

Uno de los ponentes llegó al extremo de decir que Iberoamérica puede beneficiarse mucho de producir biocombustibles para China, Europa y Estados Unidos, ya que no se necesita mano de obra calificada para producirlos. Otro dijo que es mentira decir que la producción de biocombustibles reducirá la producción de alimentos, ya que Argentina y Brasil tienen enormes extensiones de tierra fértil sin cultivar.

El momento de la verdad vino el 12 de mayo, cuando Al Gore hizo su entrada. Scioli lo presentó a los 600 asistentes como un paladín de la justicia único e inigualable, un luchador por la humanidad, lo que provocó que algunos de los otros periodistas comentaran, muertos de risa: “¡Qué chupaculos!”

La presentación de Gore siguió los mismos lineamientos sofistas de su película, por la que Hollywood lo premió con el Óscar. Fiel a sus postulados genocidas, Gore usó a Bolivia como ejemplo de “crecimiento excesivo” de la población.

Tras el aplauso desnutrido de los asistentes, ésta, su corresponsal, desde el balcón de la prensa, levantó un cartel dirigido a “Mr. Al Gordo”, a quien le preguntó en inglés: “¿Por qué teme debatir a lord Monckton sobre el tema del calentamiento global?”, refiriéndose al ecologista británico que cuestiona lo del calentamiento global, y a quien Gore rehuye debatir. “¿Por qué no apoya la energía nuclear, la más limpia y segura? ¿Cómo decidirá a que raza exterminar? ¿No le preocupa que sus propuestas llevarán a despoblar al sector en vías de desarrollo por el subdesarrollo?”

También le grito: “¡Al Gordo, Al Gordo!” A esto Gore se dio la vuelta y se quedó mirando fijo a la periodista, incrédulo de que alguien del llamado Tercer Mundo osara cuestionar sus palabras. Algunos de sus anfitriones aplaudieron para tratar de silenciarla, pero los de la prensa y el resto del público mostraron mucho interés en lo que decía la joven periodista del LYM, quien fue rodeada por fotógrafos y periodistas al bajar las escaleras.

“¡Fascista! fue lo primero que se escuchó en el salón Roof Garden del hotel Alvear de Buenos Aires” cuando Gore concluyó su disertación, informó el Diario de Paraná. “El grito fue lanzado por una joven perteneciente al movimiento que adhiere a los postulados del norteamericano Lyndon LaRouche, quien en reiteradas oportunidades acusó a Gore de ser un fanático, anticientífico, genocida y fascista”. La nota también informó sobre la manifestación escenificada por el LYM afuera del hotel. También registraron la intervención del LYM el canal 9, Crónica TV, y televisora América, los diarios Clarín, Página 12, Noticias Argentinas, y radios Continental, Del Plata y Centro Producciones Radiofónicas. Además, radio Progreso de Guatemala entrevistó a esta corresponsal.