Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums. 8-9

Versión para imprimir

Regrese al inicio

 

Estudios estratégicos

El profesor Hankel y yo

13 de agosto de 2005.

El profesor Wilhelm Hankel, ex asesor en jefe del banco de fomento alemán Kreditanstalt für Wiederaufbau, le concedió una entrevista a EIR el 16 de julio, sobre la actual insustentabilidad del sistema del "euro". La idea era que yo respondiera a esa entrevista más o menos para fines de agosto. Lo hago aquí ahora, al plantear mi razonamiento en la forma de una crítica a las opiniones del profesor Hankel y a las mías propias.[1]

*_*_*

 

Hoy vivimos en un sistema económico mundial quebrado, un sistema que, por así decirlo, se cierne ahora sobre su virtual lecho de muerte. Así, de no darse cambios revolucionarios en lo que hasta hace poco instituciones destacadas han considerado como normas generales probadas, esta civilización pronto se desintegrará hacia una nueva Era de Tinieblas planetaria. No hay modo de arreglar este sistema sin eliminar el aspecto característico de principio que hoy ha transformado a la otrora exitosa y promisoria economía mundial de 1945–1946 que encabezaba Estados Unidos, en este miserable basurero putrefacto de las ruinas de nuestro patrimonio.

El doctor Wilhelm Hankel, un crítico del sistema del euro

El doctor Wilhelm Hankel habla en noviembre de 2001 en un seminario de EIR que se celebró en Berlín. (Foto: Chris Lewis/EIRNS).

"Aquellos que impulsan la globalización y el euro están desmantelando al Estado, y con él, sus sistemas sociales", acusó el doctor Wilhelm Hankel, en una entrevista del 12 de agosto de 2005 que le concedió a EIR. Hankel, ahora profesor de economía de la Universidad de Fráncfort, fue directivo y economista en jefe del banco de fomento alemán Kreditanstalt für Wiederaufbau en los 1960, y también fungió como presidente del banco público Hessische Landesbank.

Crítico franco del tratado de Maastricht y de la Unión Monetaria Europea, Hankel es uno de cuatro profesores alemanes que trataron de impedir que el euro remplazara al marco alemán, en una demanda que sometieron al Tribunal Constitucional federal alemán. Hankel y LaRouche han debatido en muchas ocasiones las causas y remedios al derrumbe financiero en marcha.

En su entrevista, Hankel pasa revista al fracaso de la Unión Monetaria Europea, y a qué es necesario para restaurar la producción y la prosperidad en Alemania y otras naciones europeas, al concluir:

"Ya por 30 años, desde que el sistema de Bretton Woods llegó a su fin, hemos vivido precisamente lo que vimos en los 1930. En condiciones de tipos de cambio flotantes y mercados desregulados, ningún crédito es seguro. Y... en cualquier momento existe el peligro de que la pirámide crediticia pierda estabilidad y se desplome.

"Podemos tratar de vivir con ello, hasta que todo estalle por los cielos, o podemos decidir recurrir a una arquitectura ordenada del sistema financiero mundial, que sería un Bretton Woods II".

En esencia, este sistema europeo prácticamente mundial, del modo que mejor lo ejemplifica el diseño del sistema constitucional estadounidense, es un "modelo" exitoso que hubiera prosperado, en provecho del planeta entero, si sus elementos de principio de 1945 hubieran seguido definiendo el desarrollo mundial. Sin embargo, influencias ajenas, hostiles al designio de Franklin Roosevelt para el mundo de la posguerra, han regido cada vez más el ámbito del sistema monetario–financiero internacional que ahora impera, en especial desde que en 1971–1972 cambió a uno de tipos de cambio flotantes. Este elemento así imperante es la causa original de la destrucción que ahora embiste.

Hay solución, aun ahora, pero sólo a cierto precio. El elemento corrupto de la cúpula monetario–financiera que impera en el mundo tiene que eliminarse rápido, o si no, pronto se le habrá acabado el tiempo a la civilización por un largo y terrible período por venir.

Cierto es que ciertas medidas, como iniciativas de Estados Unidos de América, podrían evitar el desplome, aun en esta fase avanzada de degeneración del sistema mundial actual. Pero, de ofrecerse estas iniciativas, su aplicación exitosa dependería en gran medida de la cooperación primordial de Europa, una cooperación a favor de las necesidades y metas comunes de toda la humanidad. En esta situación, la crisis del uso indefectiblemente destructivo del euro como la moneda impuesta a la actividad cotidiana nacional y común de varios países, no sólo amenazaría a toda Europa, sino, de modo implícito, a la civilización entera.

Con esto en mente, ha de decirse lo siguiente en cuanto al marco estratégico global de las implicaciones inmediatas de la inestabilidad del "euro".

Dada la situación mundial actual, tal como acabo de describirla en resumen, la cuestión que plantea el profesor Wilhelm Hankel en este caso, respecto a dejar el sistema decadente del euro por las monedas nacionales soberanas tales como el marco alemán, tiene implicaciones internacionales que no pueden abordarse con competencia dentro de los confines de la suerte de deliberación sobre la toma de decisiones económicas, monetarias y financieras que ahora se acostumbra. Hay aspectos de método científico mucho más profundos en juego en lo que esta cuestión al parecer relativamente sencilla implica, al plantear la clase de prueba apta necesaria para emprender una reforma monetaria internacional, una alternativa de reforma, para bien o para mal, que repercutirá por todo el planeta por generaciones aún por venir.

El establecimiento del muy exitoso sistema anterior de tipos de cambio fijo fundado en el dólar estadounidense dependió, en las pocas décadas inmediatas del período de la posguerra, de circunstancias muy especiales que tenían que ver con la supremacía mundial de EU al término de la guerra en 1945. La ruina de toda la economía mundial, y de Europa y las Américas en particular, desde mediados de los 1960, ha generado problemas mundiales graves de una nueva cualidad que no existía en los períodos previos de ese siglo. Así, el reto que enfrentamos no puede acometerse como es debido con una mera reanudación de la contramarcha al desastroso sistema fracasado de tipos de cambio flotantes, hacia un renacimiento del sistema de Bretton Woods. Hay cuestiones más de fondo que los gobiernos nunca antes han considerado, que se sepa, las cuales probarán ser absolutamente decisivas ahora en cuanto al éxito o fracaso de cualquier reforma general.

Por tanto, aunque el tema de mi intercambio con el profesor Hankel, el de la política de precios para un nuevo sistema, pueda parecer en sí elemental, de ningún modo es sencillo, como mostraré en este informe. Deben abordarse hondas cuestiones de orientación científica y social, y de método, como lo hago en las páginas siguientes, o no habrá solución competente alguna.

En los tiempos de la posguerra

Desde que murió el presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt, una coalición liberal angloamericana[2] del presidente Harry Truman de EUA y el Winston Churchill del Reino Unido se propuso destruir la obra a la que dedicó su vida el presidente Roosevelt, con la creación de un nuevo imperio mundial angloamericano usando como instrumento lo que en un principio pretendió ser una guerra nuclear preventiva de estas fuerzas angloamericanas contra la Unión Soviética. Esta política angloamericana de crear un imperio mediante la guerra nuclear preventiva, del modo que la emula el vicepresidente estadounidense Dick Cheney hoy, fue la que anunció ese célebre hombre de paz, lord Bertrand Russell, en la edición de septiembre de 1946 del Bulletin of the Atomic Scientists.

Obreros fabrican aeronaves para la guerra en una planta de Pratt and Whitney, en 1942. Las políticas económicas que aplicó el presidente Franklin Delano Roosevelt antes de la guerra, le permitieron a EU librar y ganar una guerra mundial en dos frentes. (Foto: Archivos Nacionales de EU).

Así, las presentes políticas imperiales de los Gobiernos del EUA de Bush y el Reino Unido del Blair liberal imperialista son una caricatura de decadentista de los planes de guerra nuclear preventiva imperial de las redes de Churchill y Truman de mediados a fines de los 1940. De modo parecido, las medidas económicas ahora desastrosas que pusieron en marcha en Europa los acuerdos específicamente antialemanes de Maastricht, son una reflejo de la misma decadencia que manifiesta la orientación imperial de Bush, Cheney y compañía hoy.

La pauta era ya la de Churchill, aun antes de la muerte del presidente Roosevelt,[3] una marcha atrás a la política del presidente Roosevelt que Truman le encajó, como un canalla, a su Presidencia. De modo que la paz con el Emperador de Japón, que ya se había negociado a través del funcionario del Vaticano para asuntos excepcionales, el Montini que más tarde devino en el papa Pablo VI, se pospuso para darle a Truman la oportunidad de arrojar las dos únicas armas nucleares del arsenal estadounidense sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.

Unos años después, la guerra de Corea degeneró en un atolladero estratégico. Entre tanto, la Unión Soviética consiguió fabricar armas nucleares activas y su prioridad entonces era desarrollar un modelo funcional de arma termonuclear. Así, se alentó al "guerrero nuclear preventivo" de Truman a que no contendiera por la reelección, y por casi por una década la Presidencia de EU se depositó en manos del presidente Dwight Eisenhower, quien se oponía a la demencia de la guerra preventiva de los guerreros "neoconservadores" de la estirpe "doblacucharas" de entonces y de ahora.[4]

La conducción del presidente Eisenhower probablemente nos salvó de una verdadera guerra termonuclear en los 1950. Ese mismo estrato de doblacucharas neoconservadores y los de su ralea es el que nos dio horrores tales como los de Guantánamo y Abu Ghraib, y que, junto con el vicepresidente Dick Cheney, está empujando al mundo hacia una variedad de guerra asimétrica que se propaga en la forma de un inminente infierno global, con la ayuda de aventuras tales como la guerra con miniarmas nucleares que hoy se difunde.

Para entender estos recovecos, a la fecha, en las tendencias de política económica del mundo posterior a Franklin Roosevelt, tenemos que tomar en cuenta la participación única de Roosevelt en la derrota de la reelección de Hoover en 1932. El núcleo de los intereses financieros derechistas que dirigieron las campañas de elección y reelección de Hoover, era el mismo interés angloamericano que, encabezado por el mentor de Hjalmar Schacht, el Montagu Norman del Banco de Inglaterra, se afanó por llevar a Hitler al poder en el intervalo de 1931–1933, pero que después se volteó contra él, cual amante al que dejaron vestido y alborotado, cuando se supo la realidad de que Alemania planeaba atacar primero en dirección al oeste, en vez del este, como era la intención de los patrocinadores angloamericanos del proyecto inicial de Hitler. Una vez se derrotó a Alemania, esos que secundaron de manera temporal el liderazgo de Franklin Roosevelt durante la guerra, pretendieron retomar lo que habían dejado pendiente cuando su patrocinio previo de Hitler. Para ellos, la muerte de Roosevelt resultó conveniente.

Para entender las cuestiones que abordó el tema de deliberación entre el profesor Hankel y yo, es necesario ubicar los acontecimientos vigentes como consecuencia de una lucha permanente entre el legado de Franklin Roosevelt y sus defensores y adversarios estadounidenses y europeos, no menos que en el período que va de la primera campaña de Franklin Roosevelt por la candidatura presidencial del Partido Demócrata hasta la fecha, como ilustraré algunos aspectos decisivos de este conjunto todavía vivo de nexos determinantes a continuación.

Entre tanto, de haberse elegido a Hoover en 1932, en vez de a Roosevelt, probablemente la ofensiva de Hitler por un imperio mundial hubiera triunfado. Fue la recuperación y fortalecimiento de la economía estadounidense mediante las medidas preliminares del "Nuevo Trato" de mediados a fines de los 1930 lo que convirtió a EU en una potencia económica mundial de una superioridad prodigiosa desde el comienzo de su participación en la guerra, ya en 1942. Fue la capacidad de la economía estadounidense para sostener una guerra mundial en dos frentes, como lo indican Midway y Stalingrado, lo que demuestra la influencia de su recuperación antes de diciembre de 1941 como un factor decisivo en la victoria de la guerra mundial. Fue la decisión de Churchill de encomendarle a la flota británica ir a Canadá como aliada de EU durante el período de la crisis de Dunkerque, lo que describe con viveza las fases implícitas de la alianza bélica que terminó por sellar la destrucción del régimen de Hitler. El poderío económico estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial no fue una secuela de la situación de guerra, sino del desarrollo previo a ella que experimentaron sus parámetros rectores con Roosevelt.

La hoy difundida opinión contraria es un cuento de hadas.[5] Los difamadores de Roosevelt, hasta hoy, probablemente nunca le perdonen lo que hizo para derrotar a la cúpula financiera sinarquista dentro de los principales grupos financieros estadounidenses, tanto como europeos, que patrocinaron a los nazis entonces, y que son los padres de la tradición del interés financiero que hoy está decidido a exterminar la de la Presidencia de Franklin Roosevelt. El legado de la Sociedad Mont Pelerin y asociaciones afines es típico de la expresión de posguerra de las perspectivas medulares de los que en su momento patrocinaron a Mussolini y a Hitler, y otros simpatizantes de los 1920 y 1930.[6]

Los problemas de la posguerra

La situación entre 1946 y 1952 era tal, que era imposible recuperación mundial alguna sin la influencia del poderío económico estadounidense, más que el militar, desplegado al amparo del sistema de tipos de cambios fijos del Bretton Woods que Roosevelt diseñó. Así que, tal como la obstrucción de Truman de las medidas económicas de Roosevelt causó la recesión estadounidense de la posguerra, el desmantelamiento del sistema de paridades fijas que empezó con el primer Gobierno de Harold Wilson en el Reino Unido condujo, mediante la crisis de 1967–1968, a las medidas más salvajes que acabaron de tumbar el sistema de Bretton Woods, las cuales se ejecutaron bajo la dirección de Arthur Burns, George Shultz y demás en 1971–1972, y llevaron a la larga ola de desgaste y de derrumbe subsiguiente de las economías de las Américas y de Europa de los últimos treinta y tantos años.

Ya en 1945–1946, la ola de recolonización militar —que Churchill y Truman idearon— de muchas de las regiones otrora coloniales que el presidente Roosevelt pensó liberar y desarrollar en lo económico en la posguerra, marcó una honda restricción del progreso económico global que la política de Roosevelt había propuesto como la misión económica permanente de EU en el mundo de la posguerra.

Con una política anticolonialista, la inversión de capital en las máquinas–herramienta y el desarrollo relacionado de EU, ligada a la deuda de guerra, se hubiera activado mediante créditos de largo plazo y bajo costo para el desarrollo agroindustrial y afín del mundo. Así, las restricciones de los años de Truman, que se plantearon como una austeridad fiscal necesaria, tuvieron un efecto precisamente contrario al que los propagandistas enemigos de Roosevelt alegaban. Una lección fundamental para hoy es que la proporción insuficientemente baja de las nuevas dimensiones de formación de capital en relación con la deuda vieja acumulada, fue lo que acarreó la iliquidez inminente que se experimentó durante los primeros años de la "reconstrucción" estadounidense de la posguerra.

La enseñanza para hoy es que ahora, como entonces, la manera obvia de recuperarse de una carga de deuda acumulada, lejos de sencillamente repudiarla, consiste en aumentar la proporción de deuda de largo plazo garantizada por la inversión productiva en el progreso científico y tecnológico, al grado que la deuda vieja pueda absorberse en el proceso de avanzar hacia el futuro animado por el crecimiento económico. En tales casos, lo decisivo es aumentar la proporción del producto bruto per cápita y por kilómetro cuadrado en relación con la deuda honorable vigente. No haber continuado el desarrollo económico soberano e independiente de los mercados otrora coloniales y semicoloniales de la posguerra, en combinación con la desproporción excesiva entre el gasto militar y la inversión productiva, una situación irregular que fomentó la política de guerra preventiva, era ya el problema de austeridad característico de los años de Truman y Eisenhower, pese a algunas iniciativas particulares excelentes de este último, como los "átomos para la paz".[7]

Desde 1971–1972, en especial desde la destrucción sistemática de la economía reglamentada de EU entre 1977 y 1981 con el personaje de la Comisión Trilateral y asesor de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski, el ritmo de crecimiento físico neto hasta de la propia economía estadounidense ha sido negativo en términos reales (físicos, a diferencia de los monetario–financieros). Esto es patente una vez que se toma en cuenta la pérdida, por desgaste, de inversión en la infraestructura económica básica y el capital del nivel agrícola, manufacturero y de ingreso real del 80% de las familias de menores ingresos.

A partir de la serie de cambios, en todo sentido, que experimentó la política económica estadounidense del intervalo de 1964–1975 —desde el inicio oficial de la guerra de EU en Vietnam y el primer Gobierno de Harold Wilson en Londres—, la situación de las economías europea y estadounidense ha empeorado con la influencia cancerosa del difundido engaño popular acostumbrado de que es deseable remplazar una economía de producción por una de servicios.[8]

La catástrofe que tenemos que enfrentar y dominar hoy tiene un lado cultural de importancia decisiva.

He vivido con esta fea verdad de esa parte de la historia estadounidense y del mundo desde que regresé del servicio militar en el extranjero a EUA en 1946. Muchos otros de mi generación, que regresaban de esa guerra, trataron este alejamiento del legado de Roosevelt como algo que no estaba en sus manos resistir. Se adaptaron —o sea, se sometieron— por el bien de lo que percibían como sus intereses familiares, y arrearon a sus hijos, a veces con histeria, hacia lo que se consideraban como hábitos mentales, tanto públicos como privados, "seguros". Éste fue el caso en particular entre la clase suburbana "de corbata", a la que la influencia combinada del terror de la amenaza de guerra nuclear, el efecto y la secuela del "macartismo", y el lavado cerebral en la cultura del irracionalismo que dirigió el llamado Congreso a Favor de la Libertad Cultural (CFLC) ligado a la "Escuela de Fráncfort", estaba lavándole el cerebro en masse, al estilo reesiano de la Clínica Tavistock de Londres. Fue la influencia del CFLC lo que produjo el posterior fenómeno "sesentiochero" de la "contracultura del rock, las drogas y el sexo", y que proporcionó la plataforma para el hundimiento, emocionalmente motivado, de la economía estadounidense y otras en la locura económica suicida de un culto a la "economía de servicios".

Así que, ocurrieron muchas cosas, entre ellas el viraje —que empezó entre mediados y fines de los 1960— lejos del legado económico exitoso del sistema monetario de tipos de cambio fijos de Bretton Woods en la posguerra, cuyo autor fue el presidente Franklin Roosevelt. El viraje, que se indujo con un lavado cerebral "reesiano" obra de psicólogos y otros medios similares, fue hacia lo que devino en el sistema de tipos de cambio flotantes cada vez más decadente y el hundimiento reciente en la espiral de degeneración global de la economía mundial hoy bautizada con nombres tales como "economía de servicios" y "globalización".

Éste es un resumen razonable de los antecedentes esenciales de la economía como tal, que tienen que considerarse al abordar los asuntos específicos a los que el profesor Hankel y yo prestamos atención en común en esta ocasión. Sin embargo, hay otra cuestión, no sólo de qué medir, sino cómo.

Así que procedamos ahora, partiendo de un acento en temas en los que mis conclusiones y las del profesor Hankel sencillamente coinciden o tienden a coincidir. Después de eso, volveremos nuestra atención, paso a paso, a algunas cuestiones más de fondo, cuestiones que atañen a las soluciones generales al desbarajuste actual, donde quizás tendamos menos a coincidir con tanta presteza.

Por último, es de importancia decisiva, en especial para los lectores europeos, que prologue lo que presento en las páginas siguientes con la siguiente observación general sobre un aspecto medular de las diferencias fundamentales entre la manera tradicional estadounidense y la europea de abordar el tema de la economía política.

EU versus Europa

La formación del sistema estadounidense, desde los primeros asentamientos ingleses de Massachusetts en adelante, fue casi por completo resultado de corrientes de pensamiento europeas modernas que evolucionaron durante y después del Renacimiento Dorado del siglo 15, en la tradición cultural europea moderna predominantemente cristiana de los pitagóricos, Solón de Atenas y Platón. El propósito que animó la fundación y desarrollo de esos asentamientos, era escapar de la situación que imperaba en Europa: primero, la ola de guerras religiosas de 1492–1648 previa al tratado de Westfalia de 1648, y, después, lejos del alcance del legado continental habsburgo y de esa forma neoveneciana prácticamente imperial de opresión liberal angloholandesa que se había consolidado con el tratado de París de febrero de 1763. Nuestras corrientes patrióticas, a diferencia de los fermentos financieros traicioneramente antiestadounidenses de Boston, Nueva York y otros que se aliaron con la Compañía de las Indias Orientales británica, se dedicaron a usar el desarrollo de las repúblicas de Norteamérica para inspirar a la propia a Europa a liberarse del legado imperante del oligarquismo, que se expresaba en las llamadas corrientes pro feudal y liberal angloholandesa que seguían reinando en Europa.

Nada expresa de manera más concisa la distinción fundamental entre el modo de pensar de la tradición patriota de EU y la colección de pensamientos que aún hoy se consideran correctos en lo axiomático en Europa, que la diferencia absoluta entre el sistema económico estadounidense que expresa la Constitución federal de EU de 1789 y el concepto filosófico liberal de los sistemas monetarios nacionales que todavía imperan hoy en Europa.

Estas diferencias tienen un profundo arraigo en nuestras respectivas culturas. La historia de mi propia familia es típica a este respecto. Aunque nunca fuimos ricos, éramos tenaces ciudadanos "respetables" que, como en mi caso, estábamos más que nada empapados de manera activa en tradiciones sociopolíticas familiares de raíces whig estadounidenses que se remontan a dos siglos, en el ámbito de la mesa familiar, que se extendía a un abuelo abolicionista cuáquero a quien nunca conocí de manera directa, pero que era la figura dominante en las reuniones familiares a la mesa los domingos durante mis vivencias de los 1920. Mis primeros ancestros norteamericanos llegaron de Inglaterra y Francia en el siglo 17, con un complemento escocés adicional en la persona de un dragón profesional que, para la Guerra Civil, se unió al primer escuadrón de caballería de Rhode Island. Eso es típico de la fundación de nuestra tradición.

Ningún legado familiar estadounidense tal expresa en todos los sentidos la tradición patriótica de EU, pero el legado estadounidense, en sus diversas formas de expresión, es patentemente visible, con un efecto común, en la interacción entre tales legados familiares, en especial la de aquellos empapados, en lo profesional o de modos relacionados, en las cuestiones de experiencia histórica nacional que atañen a la diplomacia de EU hoy.

La diferencia fundamental entre Europa y EU puede remontarse hasta las consecuencias del Terror y el bonapartismo francés, cuando la primera perdió el rumbo que ambas habían compartido hasta julio de 1789. Izq.: turba jacobina. Der.: el emperador Napoléon Bonaparte. (Fotos: clipart.com).

Por ejemplo, los mejores representantes profesionales del servicio en nuestras tradiciones diplomática, de inteligencia y militar o en funciones afines a los que he conocido o cuyo trabajo he estudiado por otros medios, constituyen el repositorio colectivo de una suerte de perspicacia de la que aun hoy puede hacerse acopio para que represente con precisión razonable una tradición estadounidense que se remonta a los Winthrop, los Mather y los de su talla del siglo 16. No somos aristócratas; somos simples ciudadanos, y preferimos que las cosas sigan así.

Siempre hemos sido, y seguimos siendo una expresión típica de la cultura europea. De hecho, nosotros somos la verdadera nación europea, en virtud de nuestra historia y carácter como un crisol que representa todos los aspectos de las culturas lingüísticas europeas en una sola república nacional. La diferencia estriba en que, con veinticinco años de las secuelas acumuladas del Terror francés y el bonapartismo, Europa extravió el camino que sus mejores corrientes y las de las Américas habían compartido hasta que ocurrieron los acontecimientos de julio de 1789, antes de veinticinco años terribles de los que Europa nunca se ha recuperado del todo, en lo cultural, hasta la fecha. Ahí radica la diferencia decisiva que ha de tomarse en cuenta para entender cómo las definiciones de los términos de economía política que aporta la historia estadounidense difieren de los que aun hoy se consideran más o menos tradicionales entre los europeos.

John Maynard Keynes habla en la conferencia de Bretton Woods el 4 de julio de 1944. "Lo que separa a Roosevelt de Keynes —escribe LaRouche— es la distinción inconmensurable entre universos diferentes. La implicación práctica de esa distinción ahora, es que el intento de organizar una reconstrucción con las doctrinas de Keynes sería un fracaso catastrófico". (Foto: Banco Mundial).

Puede decirse con justicia que, si uno descorteza toda la mole liberal de odio y difamaciones oficiales y demás que diversa gente maliciosa o sencillamente necia o ignorante ha dirigido en mi contra en las Américas o entre redes crédulas prominentes de Europa, soy un representante típico de la tradición de EUA, si bien con experiencia y cualidades especiales. Sin embargo, escárbale a EUA de cierta manera, y provocarás una respuesta que conozco muy bien, una respuesta típicamente estadounidense —y de modo distintivo—, un potencial de respuesta profundamente enclavado que es mucho más antiguo y de más hondo arraigo que los reflejos condicionados de relativa superficialidad que son característicos de la llamada generación "sesentiochera". Entre tanto, lo que le escucho incluso a europeos bien informados y con experiencia, rara vez se aproxima a una comprensión real de esa distinción esencial que hoy esconde la historia especial de EUA.

Para fines del argumento inmediato a mano aquí y ahora, el resumen que acabo de hacer atañe a mi intercambio con el profesor Hankel, como sigue.

El mito de Keynes

Por ejemplo, siempre que sale a relucir el asunto del Bretton Woods, los europeos tienden a malentender esa institución en gran medida como un reflejo del pensamiento de John Maynard Keynes. Lo que separa a Roosevelt de Keynes es la distinción inconmensurable entre universos diferentes. La implicación práctica de esa distinción ahora, es que el intento de organizar una reconstrucción con las doctrinas de Keynes sería un fracaso catastrófico, por razones que voy a destacar en lugares apropiados de las páginas siguientes.[9]

Dicho sea con sencillez, la diferencia es que la intención del Sistema Americano de economía política es proscribir la intervención de cualquier cosa que se parezca a lo que hoy llaman un sistema de banca central independiente, de la clase que aun hoy impera en Europa en diversas modalidades. Esto significa que la intención de revivir el Sistema Americano como la solución a esta crisis, no sólo es eliminar la mentalidad marginalista de extremistas machianos tales como John von Neumann y Oskar Morgenstern, sino todas esas nociones de las teorías del precio afines al legado de Keynes.

La única salvedad de importancia que hay que agregar a lo que acabo de escribir aquí, es que, como dejó más que apenas claro la orientación declarada del secretario Hamilton, nuestros patriotas de la tradición leibniziana antilockeana de Benjamín Franklin siempre han entendido que tuvimos que encontrar maneras de bregar con una combinación de instituciones y pensamiento económico liberal europeo y reaccionario que era contraria a nuestros métodos en lo axiomático. Por supuesto, éste fue un factor en la formulación de los acuerdos de Bretton Woods, del mismo modo que tendrá que tomarse en cuenta para cualquier medida general de recuperación que se tome ahora a favor del planeta. Sin embargo, ningún acomodo real ni sólo aparente, como en la visión retrospectiva de la cuestión entre Roosevelt y Keynes, constituye necesariamente un acuerdo. Un nuevo arreglo que se funde ahora en la idea de sistemas de banca central independiente representaría una catástrofe instantánea desde el comienzo.

El sistema estadounidense, cuando funciona, es un despiadado adversario de principio de cualquier aproximación a un sistema de "libre cambio". El nuestro se describe con justicia como un sistema de "comercio justo", del modo que ese término se empleó en ocasiones en los 1950.

Si queremos sobrevivir a la arremetida actual de la amenaza de una crisis de desintegración mundial:

Primero, si somos cuerdos, estamos obligados a ceñir a todos los sistemas de banca central actuales a un modelo internacional de asociación entre sistemas de banca nacional. Como una sencilla cuestión de realidad, del modo que esbozaré el caso en términos funcionales más adelante en este informe, el proceso hiperinflacionario que he resumido con ayuda de los dos modelos gráficos sucesivos de la "función de la triple curva", ha llegado tan lejos que todos los principales sistemas de banca central de las Américas y Europa, y también de Japón y otras partes, están quebrados sin remedio en las condiciones actuales. Esto significa que no hay modo de evitar una crisis de desintegración general del presente sistema mundial, sin que los gobiernos soberanos intervengan de manera coordinada los sistemas bancarios en bancarrota para protegerlos. Tenemos que mantener a los bancos privados lo más privados posible, aun en condiciones de bancarrota, pero las reglas del comportamiento dentro del sistema, público y privado combinado como un solo sistema, han de establecerse desde una perspectiva axiomática dominante de banca nacional: un sistema de monopolio estatal soberano de la creación y gestión de deuda y crédito nacionales, y de moneda. Esto también implica un sistema fiscalizador de acuerdos de paridad cambiaria, reglas para la extensión de crédito de largo plazo entre las naciones y acuerdos arancelarios y comerciales "proteccionistas", para garantizar la fungibilidad a largo plazo, a conjuntos fijos de tasas de interés bajas, de la masa de deuda acumulada.

Para dejar claro esta cuestión en términos funcionales, tomemos un elemento de prueba material de una importancia decisiva que de otro modo se destina a un apartado posterior en el esquema de este informe, sobre el tema de lo que he denominado una función de "triple curva".

Cómo está organizado el desplome

Al término de una conferencia que llevó a cabo el Vaticano a fines de 1995, reduje los comentarios que había preparado para presentar en los intersticios de la misma a una forma pedagógica que denominé sistema de la "triple curva". Publiqué este mismo razonamiento durante la campaña de 1966 por la candidatura presidencial del Partido Demócrata de EU y, unos años después, una versión que se modificó para que reflejara un cambio decisivo en la relación entre el crecimiento de los agregados monetarios y los financieros en algún momento del período de 1999–2000 (ver gráficas 1 y 2).

Estas ilustraciones comparan tendencias amplias de cambio en la relación entre los agregados financieros y monetarios, y una canasta típica de mercado como la que podría concebirse en el uso de los informes contables del Censo de Manufacturas y Renta Nacional de EU previos a 1970. En estas condiciones, la economía física estadounidense ha venido derrumbándose, per cápita y por kilómetro cuadrado, aproximadamente en los últimos 35 años, a un ritmo que aceleró enormidades por influencia de la disolución de los sistemas proteccionistas del país a manos del asesor de seguridad nacional Brzezinski.

Comparé estas tendencias de la base físico–económica de la sociedad con las del crecimiento de los activos financieros y varias formas de emisión monetaria formal e informal (ver gráfica 1). Por el año 2000, a raíz del desplome de la burbuja especulativa de la "tecnología de la información", brotó una situación tal, que el monto de deuda que se creó como una acumulación monetaria real y ficticia combinada ha crecido más rápido que el ingreso financiero que dicha deuda creciente sostiene, hasta la fecha (ver gráfica 2). Este último cambio es un factor que ha contribuido de modo determinante al desempeño económico perenne y trágicamente deficiente de EUA en los dos períodos de gobierno de George W. Bush, hasta la fecha.

Lo replanteo para más claridad. Las alzas de que se habla en los principales mercados financieros hoy día, cuando no son sencilla y francamente fraudulentos, se fundan en un bombeo de nuevos volúmenes de márgenes de ganancias nominales que se reportan por medio de mecanismos muy inflacionarios y, sin duda, ya hiperinflacionarios. Desde más o menos el 2000, el aumento del endeudamiento implícito de largo plazo que ocasiona la pretensión de inflar la apariencia de las ganancias nominales de corto plazo en el mercado, supera la tasa de las ganancias incluso nominales en las bolsas de valores y cosas similares. En efecto, esta relación funcional entre el crecimiento del ingreso financiero nominal especulativo de corto plazo, y el aumento mayor de la deuda de largo plazo que genera el empeño en bombear ganancias aparentes de corto plazo, ha devenido en una fatídica condición límite definitoria en el actual proceso económico y monetario–financiero mundial.

Esta condición límite define un estado de cosas presente que se asemeja, ahora a escala planetaria, la clase de espiral hiperinflacionaria que estalló en Alemania durante el segundo semestre de 1923. La situación explosiva más visible así generada, es la burbuja de los títulos con garantía hipotecaria, una burbuja de dimensiones externas incalculables, que se aloja como una carga explosiva por debajo del sistema bancario y casi todo lo demás.

La terrible situación actual de los bancos, entre ellos a la mayoría de los más importantes del mundo, rebasa la comprensión mortal ordinaria. No obstante, de clausurarse las instituciones bancarias o sometérseles a un tormento equivalente, los mecanismos de la economía en general se desintegrarían. Eso significa que el Gobierno federal de EU, por ejemplo, tiene que intervenir a la Reserva Federal estadounidense por bancarrota y hacerse cargo del sistema para garantizar que las instituciones públicas y privadas esenciales sigan funcionando, y el bienestar general de toda la población.

Así, las medidas correctivas necesarias le acarrearían una deuda enorme al Gobierno de EU. El reto sería refinanciar esa deuda, lo cual exigiría una vasta ola de crédito más que nada de largo plazo para la infraestructura económica básica a los niveles federal, estatal y local. Este crédito, que incluye al que fluiría hacia el sector empresarial privado, tendría que bastar para elevar el nivel de empleo físico productivo por encima del equilibrio de mediano a largo plazo para toda la economía. La deuda legítima, a diferencia de la inservible que se asocia con los derivados financieros y apuestas de juego relacionadas, ha de reorganizarse de conformidad con lo que esos programas de recuperación económica de mediano a largo plazo hagan factible.

Esto exigiría desechar rápido la forma de economía que fracasó, el llamado modelo de la "economía de servicios", y restaurar una base agrícola, industrial y de infraestructura, que ha de constituir la mayoría absoluta del empleo de toda la fuerza laboral.

En estas condiciones, que son más agotadoras, pero aún comparables a los desafíos que enfrentó EUA durante la Segunda Guerra Mundial y la década siguiente, tienen que aplicarse varias estrategias de reglamentación para crear un efecto que puede describirse con justicia como un sistema de precios de "comercio justo", en vez de los del "libre cambio".

Esta situación la complican bastante —o debiéramos decir, "de manera grave"— las mentiras histéricas de los gobiernos, los órganos informativos a menudo mentirosos y por lo general embusteros, y otras instituciones privadas pertinentes, que temen que si el público conoce la verdad de la situación, sobrevendrán consecuencias políticas terribles. Sin duda, suprimir la verdad ahora engendrará peores condiciones, de una atrocidad increíble, en el futuro inmediato. No obstante, la situación actual, como la representan las complejidades de la enorme burbuja de los títulos con garantía hipotecaria de las naciones anglófonas por sí sola, podría detonar un derrumbe total de reacción en cadena del actual sistema monetario–financiero mundial.

El planteamiento relacionado que hago con ayuda de la referencia a esta ilustración, es que el diseño de cualquier recuperación mundial de un fin al momento inevitable del actual sistema monetario–financiero mundial, tiene que considerar de manera directa estas condiciones especiales. No hay modo posible que pueda darse una reorganización segura de los sistemas monetario–financieros nacionales ahora imperantes en condiciones al presente aceptables para esas instituciones. Si la civilización ha de sobrevivir, los gobiernos tienen que intervenir por bancarrota al sistema entero, y un concierto de entre los más importantes de ellos debe instalar de inmediato y sin condiciones una nueva versión del sistema de tipos de cambio fijos de Bretton Woods; en esencia implica intervenir al Fondo Monetario Internacional a nombre de sus propietarios legítimos, los gobiernos soberanos actuales.

Tales medidas de emergencia crean un sistema mundial de banca nacional que ha de remplazar a los llamados sistemas de banca central independiente. Esto se hace eco de la participación estadounidense en el Bretton Woods original, con la diferencia de que en ese entonces el dólar estadounidense era incuestionablemente el único sistema real de reservas del mundo. Hoy, en gran medida gracias al modo tan malo en que los Gobiernos estadounidenses de los 1970 manejaron las cosas, por influencias tales como las de los asesores de seguridad nacional adiestrados en Harvard, Henry A. Kissinger y Zbigniew Brzezinski, el EU actual representa una locura monetario–financiera monumental y un estado de ruina físico–económica que empeora con rapidez.

¡Sin embargo! Sin embargo, de derrumbarse el dólar estadounidense, arrastraría consigo a la mayoría de las naciones del mundo en un desplome de reacción en cadena global que podría compararse con justicia con el de 1923 en Alemania, pero a escala mundial. Así, siempre que el Gobierno de EU esté dispuesto a dar los pasos necesarios para establecer un sistema de tipos de cambio fijos como el de Bretton Woods, el resto del mundo —de manera notable las naciones más grandes— no tendría más alternativa razonable que aceptar semejante oferta de EU. No obstante, de rechazar tal ofrecimiento, las consecuencias de reacción en cadena de un dólar en caída libre hundirían a cada rincón del mundo en una modalidad y grado de caos mucho peor que el que Europa vivió durante la llamada "Nueva Era de Tinieblas" del siglo 14.

Concediendo que otras naciones pudieran rehusarse, entonces el hundimiento de todas en una nueva Era de Tinieblas sería inevitable. La historia ofrece tales "decisiones libres", cada una de las cuales está ligada de manera inextricable a las consecuencias que le acarrea a quien las toma.

De modo parecido, como abordo tales cuestiones a continuación, una reorganización exitosa demanda medidas que, en efecto, eliminan las instituciones del llamado sistema de banca central independiente en la mayor parte del mundo, y que dará pie a sistemas de precios que no se ciñen a los conceptos que hoy se veneran como sabiduría económica en las universidades y otras instituciones de marras. El Sistema Americano de economía política remplazaría las actuales creencias y costumbres comunes de las naciones en general. Abordaré esto en el momento apropiado más adelante.

1. Europa desde Maastricht

Entre aquellos que se encontraban de un lado u otro del Muro de Berlín, me conté entre los relativamente muy pocos de los grupos pertinentes de la época ¡que no fueron ni bueyes ni burros! La caída del Muro no me sorprendió. Yo había previsto y advertido de la necesidad de evitar la clase de errores políticos destructivos que los triunfadores putativos de la ocasión, en lo principal, porfiaron en cometer desde entonces.

Yo había pronosticado con amplitud el desplome que ocurriría por la fecha en que sucedió, y había prescrito las medidas a tomar en respuesta al esperado desplome de reacción en cadena de las naciones del CAME de Europa Central y, más allá de eso, el derrumbe relacionado de la economía soviética en sus modalidades vigentes. Cabe notar aquí, por el bien de aquellos lectores que quizás desconozcan este hecho en extremo pertinente, que en febrero de 1983 pronostiqué la práctica inevitabilidad de la caída de la economía soviética, a esperarse que ocurriera en unos cinco años, una caída que ocurrió poco más de seis años después. Este desplome se dio precisamente por los motivos que le había recalcado, incluso, al intermediario soviético con el que estuve negociando en el interés del Gobierno del presidente Reagan; a los representantes del Presidente; y, unos cuantos meses después, luego de que el secretario general soviético Andrópov rechazó la generosa oferta del presidente Reagan, al público en general.

Lo peor es que las medidas que tomaron tanto el Gobierno estadounidense de Bush de la época, como también la primera ministra Thatcher y el presidente Mitterrand en la función tiránica y destructiva que tuvieron tras la caída del Muro, han reducido ahora el nivel económico en todo lo que fue Europa Oriental y Occidental muy, muy por debajo del que había en la víspera de los célebres acontecimientos de fines de 1989.

Pero no fui el único que tuvo razón en oponerse a las iniciativas que adoptaron Thatcher, Mitterrand y Bush cuando empezó a resquebrajarse el Muro.

La caída del muro de Berlín en 1989. LaRouche había pronosticado la reunificación inminente de Alemania, en un discurso que dio el 12 de octubre de 1988, fundado en su comprensión de las metidas de pata de los países del CAME en materia de política económica.

El doctor Alfred Herrhausen, presidente del Deutsche Bank, cuyas propuestas de desarrollo para Europa Oriental coincidían precisamente con las de LaRouche, fue asesinado el 30 de noviembre de 1989. (Foto: Deutschebank).

Detlev Karsten Rohwedder, quien encabezaba la agencia encargada de la transición del sector industrial estatal de la antigua Alemania Oriental comunista hacia la unificación con Occidente, fue asesinado en 1991. Sus sucesores aplicaron la austeridad draconiana y las directrices desindustrializadoras a las que él se oponía.

El más típico de la cordura en Alemania, por ejemplo, es el caso de Alfred Herrhausen del Deutsche Bank. Cuando estaba en marcha el derrumbe del CAME, Herrhausen elaboró un conjunto de propuestas que coincidieron precisamente, en efecto, con los objetivos que yo había especificado antes en ocasiones tales como la tesis que presenté en una conferencia de prensa el 12 de octubre de 1988, en el hotel Kempinski–Bristol de Berlín. Lo asesinaron a tiempo de impedir que presentara dichas propuestas en una conferencia decisiva que tendría lugar en Nueva York.

Detlev Rohwedder fue asesinado; algunos alegaron que por la para entonces en realidad inexistente RAF. Pero, como ya habían matado a Herrhausen en un ataque militar de muy alto nivel, el Gobierno alemán nunca planteó propuesta alguna como la suya o la mía. En cambio, se desencadenó un proceso que resultó en el pacto adrede desastroso de los enemigos Alemania, que se conoce como los acuerdos de Maastricht que impusieron, con moderado apoyo estadounidense, los Gobiernos del Reino Unido y Francia. Esta violación de Alemania no sólo fue sádica; fue algo estúpido de pe a pa, implícitamente tan suicida en lo económico para Gran Bretaña y Francia como destructivo adrede para Alemania.

Desde entonces, en especial desde que se cayó en la locura colectiva conocida como el euro, las consecuencias para toda Europa se han vuelto ahora fabulosos. El hecho de que ya se había demostrado que fueron destructivos para todas esas economías, no prueba que esos resultados desconsoladores no fueron producto de la intención original y continua de los autores de esa política; esos resultados atroces nunca se desviaron de las consecuencias destructivas que la clase pertinente de autores premeditados de lo de Maastricht se había propuesto desde el principio.

A la gente de los otrora Estados del CAME de Europa Oriental se le dio libertad política, pero al sacar el saldo hoy, la libertad de tomar decisiones políticas rara vez ha resultado en el poder de esa gente para gobernar la definición de sus propias intenciones para el destino nacional. A la mayoría de la gente, del Este o del Oeste, con excepción de la pequeña minoría selecta de los que se convirtieron en depredadores, se le arrojó a condiciones económicas y relacionadas mucho peores, mucho más degradantes hoy que las que imperaron con los regímenes del antiguo CAME. Hasta en Alemania Oriental no es desusado encontrar lugares que ya no tienen escuelas que funcionen, pues las localidades políticas rara vez tienen menos de 60 años; lo que es claro que está en marcha no es una nueva serie de ataques del Bombardero Harris, sino una suerte de genocidio silencioso, pero atroz, de esa clase, un genocidio tan asesino, a la larga, como si el propio Churchill le hubiera ordenado a los bombarderos de Harris cometerlo.

Algunos podrían pensar que podemos criticar a las autoridades de Maastricht por haber cometido errores, ya sea por excesos o metidas de pata totales. Yo no apoyaría semejantes críticas. En realidad, los autores principales de esas medidas no han producido consecuencias que no hayan pretendido desde el principio, cuando se formuló la política de Maastricht. No hay nadie tan porfiado, tan miserable, como el que acude a las autoridades de Maastricht pidiéndoles que consideren la posibilidad de que pudieran haber cometido algunos errores. No hagan talas súplicas; sólo se reirán de ustedes al cerrar la puerta cuando abandonen el recinto. Lo que ustedes sufren ahora, es lo que ellos se propusieron que sufrieran.

A menudo en la vida se da el caso de que lo que la gente hace en efecto, es más o menos lo que pretendían hacer, en especial cuando lo hacen de manera repetida.

Lo mismo ha de decirse de las intenciones destructivas de los elementos intencionados que participan en la decisión de seguir adelante hacia las arenas movedizas de la moneda única del euro.

La malicia de la deslocalización

Por ejemplo, ve lo que los mismos intereses financieros internacionales responsables por lo de Maastricht le han hecho a la economía física y la situación financiero de hasta las potencias imperiales concernientes de EUA y el Reino Unido. Observa un momento, con respecto a la ruina común tanto de las naciones prestantes como de las más pobres, mediante la desregulación de la Unión Europea, como lo recalcó el profesor Hankel en su entrevista del 16 de julio.

Desde que se arruinó el sistema de Bretton Woods en 1971–1972 con el presidente estadounidense Richard Nixon, y en especial a partir de que se destruyó la estructura interna de la economía estadounidense mediante la desregulación, durante el reinado de un "Metternich" moderno, el asesor de seguridad nacional estadounidense Zbigniew Brzezinski, el empleo y la producción se han exportado desde EU a lugares con empleo de mano de obra barata.

El resultado es que el capital productivo y la infraestructura económica básica descuidados de la economía estadounidense languidecen, en tanto que el nivel de vida físico del 80% de las familias estadounidenses de menores ingresos también se deteriora. Una parte significativa de la crítica situación físico–económica actual por la que pasa EUA, que esta política ha acarreado como consecuencia, es el hecho de que gran parte de la inversión de capital de largo plazo desatendida o incluso abandonada que existía hace treinta tantos años, ahora ha llegado a una condición terminal, producto de que no se le ha remplazado; redes eléctricas, hidrovías, sistemas de transporte público. Una medición del desplome de grandes sectores de la economía estadounidense, condado por condado, durante estas décadas, muestra un EU en estado avanzado de derrumbe físico en la mayor parte de su territorio, a resultas de medidas que se pusieron en pleno vigor en los 1970 (ver mapas 1).

Y viceversa, los empleos mal remunerados en los sectores de alimentos y ventas al detalle florecen en todo Ohio. La animación de este mapa está disponible en http://www.larouchepac.com/pages/economy_files/animations.shtml

En este tiempo, una generación (es decir, 25 años por generación) de la fuerza laboral de EU prácticamente o en efecto ha desaparecido. El porcentaje de la fuerza laboral calificada disponible se ha desplomado. Categorías enteras de destrezas productivas y relacionadas otrora esenciales se han perdido, en tanto que la administración competente que había en la pequeña gerencia empresarial de las firmas productivas y relacionadas hace tan poco tiempo como quince años, hoy se ha sustituido, por desgaste, con una generación de ineptos a los que se reclutó del reino de Laputa de los programas de las escuelas de negocios.

Esto semeja la situación que el profesor Hankel señaló como una tendencia en la Europa de la Unión Europea. La pérdida de producción de las zonas desarrolladas que se transfiere a zonas de infraestructura deficiente con manos de obra barata, acarrea la destrucción acelerada de la combinación tanto de las regiones otrora desarrolladas como de las subdesarrolladas de la Unión Europa (ver gráficas 3 y 4, y tabla 1). El ingreso combinado de las regiones de Europa se reduce mediante un proceso de apisonamiento, cuya consecuencia es una pérdida neta del potencial tecnológico y la productividad de las regiones implicadas de Europa combinadas. La fuerza productiva promedio de Europa, per cápita, disminuye, junto con una pérdida decisiva del potencial de alta tecnología y una disminución general de autocanibalismo del nivel de vida en toda Europa considerada de conjunto.

GRÁFICA 3

Bancarrotas de empresas en Alemania

Fuente: Creditreform.

GRÁFICA 4

Desempleo oficial en Alemania

Fuente: Bundesanstalt für Arbeit.

Las cifras hasta 1990 son sólo las de Alemania Occidental; de 1991 en adelante son las de la Alemania unificada.

EU pasa por el mismo proceso, mediante el remplazo con virtual mano de obra esclava de países desesperadamente pobres y la destrucción de la infraestructura económica básica que la productividad física superior de la fuerza laboral estadounidense solía tener como premisa. Tanto las regiones otrora más ricas como las ya de antes más pobres se cocinan en un revoltijo de convergencia en una condición de ilotismo, todo para admiración incidental de los fanáticos de la Sociedad Mont Pelerin.

En Alemania, en particular, se ha liquidado la parte tecnológica esencial de las empresas más pequeñas propiedad de pocos, mediante recursos tales como inducir a los herederos a entregar las empresas al mercado de los buitres financieros para cosechar una ganancia financiera rápida. Éste es un aspecto de un proceso internacional que se da en las Américas, en especial en EUA así como en Europa, que ha acelerado con la transferencia del poder en el sector privado de la generación anterior a la presente, corrompida por el Congreso a Favor de la Libertad Cultural, corrompida por la "Escuela de Fráncfort", la llamada "degeneración del 68".

Las grandes empresas que pertenecían a la generación del asesinado Herrhausen del Deutsche Bank, ahora están en manos de lo que ha de juzgarse, por su desempeño hasta la fecha, como una nueva generación de connotados gerentes codiciosos y, desde la óptica de una ciencia económica competente, ineptos por instinto. En consecuencia, las peores implicaciones de la sociedad anónima pública y el abandono de la misión patriótica hacia una rapiña supranacional han hecho presa de la industria y campos relacionados. En la época previa a los cambios que hubo tras los asesinatos de Herrhausen y Rohwedder, cambios que se le aplicaron por presión de extranjeros tales como Mitterrand, Thatcher y compañía, a víctimas tales como Daimler–Benz y la MBB —decisiva para la industria aerospacial—, era la empresa con pocos propietarios orientada a la tecnología de punta la que aportaba el margen decisivo de los motivos creativos de los que dependía la gran industria. Conforme desaparecen las firmas de propiedad controlada, la especulación desaforada que impulsan los derivados financieros se chupa hasta el tuétano a las grandes entidades empresariales, e incluso a sus instituciones bancarias asociadas.

TABLA 1

Reducción demográfica en Alemania Oriental

Estado

1991 2004 Cambio Porcentaje

Mecklemburgo–
Antepomerania

1.891.700 1.719.653 -172.047 -9,1

Brandeburgo

2.542.700 2.567.704 25.004 +1,0

Berlín

3.446.000 3.387.828 -58.172 -1,7

Sajonia–Anhalt

2.823.300 2.494.437 -328.863 -11,6

Sajonia

4.678.900 4.296.284 -382.616 -8,2

Turingia

2.572.100 2.355.280 -216.820 -8,4

Total en los estados orientales

17.954.700 16.821.186 -1.133.514 -6,3

Total en los estados occidentales

62.319.900 65.679.663 +3.359.763 +5,4

Alemania

80.274.600 82.500.849 +2.226.249 +2,8

Además de la capital, Berlín, y el vecino Brandeburgo, los nuevos estados alemanes han perdido una décima parte de su población desde la reunificación. La migración a Occidente, en particular la de los jóvenes, es la principal responsable de la reducción demográfica.

En gran medida la superioridad de la empresa con pocos accionistas y un motor científico yace en la diferencia de la motivación moral del empresario verdadero, a diferencia y con frecuencia en oposición a las depredadoras inclinaciones filosóficamente existencialistas que son típicas de la motivación de los representantes del interés financiero del gran emporio. Para el verdadero empresario, el progreso de la firma no sólo estriba en el trabajo y la dedicación personal de toda una vida, sino en una inversión en la inmortalidad de esa empresa como obsequio de las generaciones presentes a las futuras.

El viraje que hubo después de 1971 en EUA y Europa hacia la alternativa mitológica de la "economía de servicios", ha demostrado no ser otra cosa que el paso de economías nacionales otrora orgullosas, de un estado económico anterior de vigor productivo, al agravado y difundido de la modalidad depredadora de la decadencia que sigue a la muerte, como lo vemos en las cualidades depredadoras a menudo mandevilleanas de perversidad que exhibe, de arriba a abajo, el grado lastimoso de administración inepta con el que hoy cuenta el gigantesco emporio autoarruinado de la empresa General Motors con sede en EU.

Para entender como se ha ocasionado esta destrucción acelerada de economías otrora orgullosas, tenemos que ubicar los orígenes de la susceptibilidad a la que se indujo a esas economías, aun cuando estaban en una condición previa saludable, como para que llegaran a infectarse con los impulsos autodestructivos que han arruinado a Europa y a las Américas en lo económico en un intervalo de aproximadamente cuarenta años a la fecha.

Las fallas de la gerencia

Cualquier enseñanza competente de economía política debe empezar por atender a aquellos procesos mentales que distinguen todo aspecto de la sociedad, tanto de las bestias como de la misión que se le asigna a los contadores modernos por igual. La raíz axiomática de esta distinción se ubica en esas facultades creativas de la mente humana que distinguen a nuestra especia por completo de toda forma inferior de vida. El comportamiento económico, en especial para el caso en cuestión aquí, el llamado comportamiento del mercado y el relacionado de los gobiernos, depende de toda la organización de la mente humana individual y de la dependencia del individuo, así definido, de las formas de interacción colectiva entre los participantes, incluyendo la emocional, en todos los aspectos del proceso económico de y entre las naciones.

Así, cualquier intento de tomar las matemáticas reduccionistas como premisa para el estudio de la economía, como hacía la escuela marginalista de los positivistas del siglo 19 que seguían a Ernst Mach, así como la mayor parte de la dizque economía matemática que se enseña y aplica hoy día, es una incompetencia intrínseca desde el comienzo, sólo por esa razón suficiente. La economía objetiva existe, pero solo con la premisa de un enfoque hacia las determinaciones subjetivas que puse de relieve en varios lugares pertinentes de este informe, sobre la cuestión del método para fijar precios dentro del nuevo sistema monetario que se necesita.

Al revisar los hechos de marras desde la perspectiva del desempeño de largo plazo, como en el transcurso de los últimos cuarenta años, lo que por lo común ha pasado por teoría económica, como la practicaron los profesionistas e instituciones pertinentes de la comunidad atlántica durante este período, lo que los gobiernos y profesionales del caso en general han enseñado y practicado como "economía" en este intervalo, no ha dejado de ser pura incompetencia, como la que se asocia con la reputación de la Escuela de Negocios de Harvard, la mayoría de los gobiernos actuales, y las instituciones privadas de poderosa influencia del caso.

En efecto, en el mediano y largo plazo reciente la clase indicada de instituciones en lo principal no ha logrado aumentar, en lo absoluto, el producto físico neto de las naciones pertinentes de esta comunidad. hago hincapié en que esto ha sido característico de estos últimos 40 años, aproximadamente. Peor aun, la práctica de los gobiernos e instituciones privadas importantes a lo largo de estas décadas desde los 1970, ha consistido cada vez más en reducir el poder de pueblos y territorios enteros para producir riqueza física neta per cápita y por kilómetro cuadrado.

Sería imposible cualquier comprensión competente del estado actual de la economía mundial sin tomar en cuenta la clase de patología colectiva de la que hoy es típico el fenómeno "sesentiochero" en la administración y la alta política. La imagen de la mal habida reputación actual de la Escuela de Negocios de Harvard refleja un aspecto significativo de este problema.

En otras palabras, en estos territorios, durante estas cuatro décadas, la teoría y actividad normales de los gobiernos, así como de las instituciones privadas más influyentes de la prensa y otras, ha hecho mucho más mal que crónicamente dejar de servir a los intereses vitales de la humanidad.

Por tanto, en vez de juzgar la competencia desde la perspectiva de las teorías que se enseñan y aplican, tenemos que reconocer que esas mismas creencias y prácticas institucionalizadas se llevan la mayor parte de la culpa. Esas influencias institucionales no sólo no han fomentado, sin falla, lo que suelen alegar que son sus metas propuestas para la humanidad; han contribuido mucho a crear la crisis que hoy hace presa del mundo. A ese respecto, en ese sentido, es la llamada teoría, más que la calidad de la práctica que se juzga con dicha teoría, lo que ha de reconocerse como la culpable. No es la acción —la enseñanza de la experiencia— lo que ha producido la teoría ahora fracasada, sino que ésta es la responsable del malogro moral de la acción a la que se ha ajustado a una teoría errónea imperante, tal como el dogma del "libre comercio". Entonces, ¿cómo debemos juzgar el historial de fracasos de estos 40 años, así como de ciertos períodos previos que las pruebas dicen que han abarcado una generación o más? El modo en el que los gobiernos y otras partes concernientes han pensado acerca de la economía, es lo que ha causado los desastres perpetrados por ese mismo pensamiento defectuoso de los gobiernos y otras agencias poderosas, y, por ende, por el comportamiento popular en general.

Ve el caso de EUA, del modo que yo, como es natural, tengo más experiencia relativa en esta rama del tema. El acento algo restringido de esta perspectiva mía no demerita su autoridad científica. El razonamiento a realizar a este respecto es decisivo para entender cómo abordar la crisis global de hoy, si es que hemos de liberar al estrato social dirigente de marras y de otra índole, de esos hábitos inducidos que lo han desviado hacia las ideas y hábitos de conducta con los que hoy están arruinando al mundo, y a sus naciones respectivas inclusive.

La ideología especial de una generación

El mundo actual lo maneja, en lo principal, una generación que ha llegado a posiciones dominantes de influencia en la vida pública y privada, en el período desde que dejó la adolescencia durante la última parte de los 1960, más que nada. Esta generación de los llamados "sesentiocheros" en EUA (o "baby boomers"), nació no mucho después de 1945 o poco antes, fue sujeta a condiciones y tendencias que han producido un estado mental generalizado entre esa generación, en especial en su estrato dirigente tanto de las Américas como de Europa, en particular en lo que antes de 1990 fue "Europa Occidental". Esta generación tiene características mentales que, en efecto, enquistan a la mayoría de sus personalidades destacadas y otras, al grado que, en lo mental, viven en una concha intelectual, cual peces tras las paredes de un acuario.

El presidente George W. Bush (izq.) se pasea el 20 de agosto de 2005 con el ganador del Tour de France, Lance Armstrong, en el rancho del Presidente en Crawford, Texas. "Esta generación tiene características mentales que, en efecto, enquistan a la mayoría de sus personalidades destacadas y otras, al grado que, en lo mental, viven en una concha intelectual, cual peces tras las paredes de un acuario". (Foto: Paul Morse/Casa Blanca).

En general, los miembros de esa generación son incapaces de comprender con sus propias facultades intelectuales por sí solas, el mundo real como lo reconocerían los intelectos pertinentes, ya sea de las generaciones anteriores o las subsiguientes. El Gobierno actual de Bush y Cheney, más aun que el anterior de Clinton y Gore en EUA, no pude entenderse sino desde la perspectiva de reconocer el estado de separación mental, como de pecera, de ese mundo real que sólo existe afuera de las fantasías que aprisionan a la mayoría del 20 por ciento de arriba y más de su generación, como uno u otro espécimen de la generación "del 68".[10]

Lo distintivamente fundamental del conjunto actual del Presidente y el Vicepresidente hoy día, es que su ideología, en especial la de Cheney, los ha ubicado como el fruto intelectual de un poderoso elemento en extremo secreto y sucio al interior del Gobierno de estadounidense particular, el llamado elemento "doblacucharas" que, entre otros de sus atributos, se ubica en una cavidad secreta del comando estratégico y es el autor de proyectos tan debatibles como la operación reciente de las prisiones de Guantánamo y Abu Ghraib. Representa una porción de esa generación del Presidente, que incluye la parte "neoconservadora", cuya ralea muestra una gran receptividad al estudio y emulación de lo peor del ejercicio médico inmoral y los trucos relacionados del aparato nazi. De buscar algún elemento dentro del aparato secreto de las instituciones estadounidenses que organizaría una operación terrorista patentemente extranjera contra EUA, el primer lugar adonde buscar sería en este escondrijo del aparato bélico secreto estadounidense.

La mentalidad sesentiochera "se ve encasillada en un mundo que ella misma ha construido como un nicho distorsionado dentro del mundo real". En una muestra de qué es lo que le preocupa al sesentiochero, un grupo de adeptos del viagra forman una "V de la victoria" en su campaña contra la disfunción eréctil. (Foto: PRNewsFoto).

El papel del Presidente en funciones como un cómplice semiconciente de los llamados elementos "neoconservadores" de ese oscuro linaje "doblacucharas", refleja el lado más sucio de su generación, la sofistería pura que ejerce el Gobierno de Bush y Cheney contra el interés más vital de la nación y de su relación con socios y aliados abiertos en el exterior.

El Presidente y el Vicepresidente son típicos de aquellos que condonan y usan esa clase de tradiciones oscuras aún en practica; pero, aunque relativamente están en el extremo de su jerarquía inferior en la escala de la moralidad, al compararlos con los sesentiocheros en general, no dejan de reflejar el hecho de que la generación del 68 fue criada y educada para convertirse en una generación de sofistas por reacción instintiva con características por lo común distintas de las de la generación de sus padres o de las de su propia prole actual en la edad adulta joven.

Como a mí me educó la generación de los veteranos de la Primera Guerra Mundial y la de sus padres, y como conozco muy bien a la generación del 68 y su descendencia de adultos jóvenes, tengo la ventaja de ver el fenómeno sesentiochero desde una perspectiva en el mundo real, fuera de la jaula mental en la que la mente sesentiochera común está enquistada. Dicha mente se ve encasillada en un mundo que ella misma ha construido como un nicho distorsionado dentro del mundo real y, por ende, simplemente no reconoce la existencia eficiente de realidades importantes, incluso de algunas de las ahora más decisivas que la vida de fantasía de la mente sesentiochera común de hoy día excluye de su comprensión.

La pared virtual que separa a la generación del 68, tanto de la de sus padres como de la actual de sus hijos adultos, es el más importante de los obstáculos políticos sociológicamente decisivos que obstruyen las soluciones disponibles a la crisis mundial que ahora arremete. Para entender lo que hay que abordar para poner en ejecución una medida de recuperación económica eficaz y oportuna, deben entenderse y abordarse los obstáculos que representa la condición mental que impera entre los influyentes de esa generación "del 68". La penetración de este problema de sociología política puede tener como eje de referencia el fenómeno del estrato "de corbata" de clase media de los suburbios de los 1950, donde se crió el núcleo del componente estadounidense de la generación trasatlántica "del 68".

Los temas del "doctor Spock", la clase "de corbata" y "hombre de la organización" de los 1950 en EUA, son referencias típicas pertinentes. La formación de las ideas político–económicas que se impusieron en las últimas cuatro décadas, tanto en EUA como en Europa Occidental, de manera más notable, ocurrió en la indoctrinación de los hijos sugestionables, en especial en los suburbios "de corbata", como secuela del Gobierno estadounidense de Truman de 1952–1958. El acondicionamiento de estos niños es clave para entender cómo hizo erupción el fenómeno "sesentiochero", incluyendo la "contracultura juvenil del rock, las drogas y el sexo", de mediados a fines de los 1960, y cómo se convirtió, a ambos lados del Atlántico, en el sello ideológico del viraje, de una forma viable, aunque con defectos, de desarrollo agroindustrial, a un decaimiento general hacia la orientación "posindustrial" ahora en decadencia de una economía de servicios.

El idilio de los sesentiocheros con la contracultura del rock, las drogas y el sexo, a ambos lados del Atlántico, es el símbolo del viraje hacia una economía "posindustrial" ahora en descomposición. En otro signo de los tiempos, sesentiocheros pasean por Washington, D.C. en carritos personales motorizados (¿qué pasó con el transporte colectivo?). (Fotos: PRNewsFoto y Stuart Lewis/EIRNS).

Veteranos estadounidenses regresan de la guerra el 25 de mayo de 1945. "En ese preciso momento, con el cambio de Roosevelt a Truman, el cielo se oscureció".

El hecho es que una generación que ahora impera en los asuntos económicos y políticos cotidianos, la generación del 68, ha tomado las riendas del control al nivel de la gestión de la opinión popular en el ámbito de la política, los órganos de difusión y las cuestiones económicas ordinarias, lo cual es el origen principal de la supresión de cualquier tentativa por rescatar a nuestras naciones, apartándolas de la "economía de servicios posindustrial" que las está arruinando. El efecto que esto produce se parece a la determinación histérica de los legendarios lemmings, que no les impide arrojarse del borde del abismo hacia los peñascos; en nuestro caso, hacia la crisis de desintegración económica general que les espera abajo a una distancia corta, pero mortal.

Cómo se concibió a los 'sesentiocheros'

La mayor parte de los padres de la generación estadounidense del 68 regresó de hasta unos cinco años de servicio militar, para iniciarse en la vida civil adulta un poco después que lo que entonces se hubiera considerado "normal". Ellos y sus esposas empezaron "tarde" una familia, y con una apuro por "ponerse al día" con su educación, sus carreras, sus embarazos y sus planes para la esperada comodidad de la jubilación. No obstante, en ese preciso momento, con el cambio de Roosevelt a Truman, el cielo se oscureció.

Al final de la guerra, la educación superior se convirtió casi en un derecho, el cual se había postergado, pero, con la prisa por sacar graduados a montones y en la precipitada preferencia de los graduados por el título más que por la ciencia real, la verdadera excelencia tendía a perderse en la pelea por las oportunidades de éxito rápido. "¡No cuestionen la educación! ¡Aprendan lo que enseñan! ¡Pasen los exámenes! ¡Consigan esa buena carrera!"

Fue mucho peor que eso. Se había arrojado "la bomba" sobre Hiroshima. Estaba en marcha una cacería de brujas. Las esposas asustadas de los veteranos que regresaban, decían: "¡Cállate! ¡Haz lo que te dicen! ¡Agarra dos trabajos! ¡No metas a nuestra familia en problemas!" En retrospectiva, podría haberse dicho que estaba en ciernes la misma clase de temor que saturó a esa fuerza de la sofistería en la Atenas de Pericles convertida al imperialismo brutal que la indujo a su virtual autodestrucción en la guerra del Peloponeso. La sustitución de Truman por el presidente Eisenhower fue un respiro, pero ya se había hecho un gran daño moral. Hasta la fecha, el pueblo de EUA aún tiene que recuperar lo que perdió, en lo moral, en los terribles años del Gobierno de Truman que siguieron a Franklin Roosevelt.

En ese estúpido pantano del fervor anticomunista que organizó Churchill después de 1945, Truman y los financieros estadounidenses y otros que habían financiado en un principio el ascenso de Hitler al poder del Estado, una caterva de izquierdistas diversos, ex marxistas, marxistas tales como los ex comunistas Herbert Marcuse, Sidney Hook y sus amigos, y fascistas existencialistas como Martin Heidegger y sus amigos Theodor Adorno y Hannah Arendt, se unió, como en las reuniones que sostuvieron en las instalaciones de la Universidad de Columbia, para crear lo que vino a conocerse como el Congreso a Favor de la Libertad Cultural. El lavado cerebral de esa partida de degenerados morales e intelectuales en EUA y dondequiera que pudiera colarse en Europa, tuvo un efecto como de Gestapo en la mayoría de los miembros de mi propia generación en EUA y Europa, así como en otras partes.

Los peores y más crueles efectos de este lavado cerebral colectivo que programó el Congreso a Favor de la Libertad Cultural, fueron los que se impusieron a la parte de la población menos capaz de resistir la seducción corruptora del nuevo liberalismo sectario, que halló su expresión más notable en la generación del 68 que se crió en partes pertinentes de los suburbios, en especial los nuevos que se construyeron haciendo un uso perverso del sistema de Carreteras de la Defensa Nacional que patrocinó Eisenhower, el cual proliferó hasta convertirse en un fenómeno nacional desde su comienzo en las cercanías de Filadelfia, desde más allá del inició del fenómeno de los "suburbios" en los otrora sembradíos de papas de Levittown, Long Island.

Entre los célebres relatos del resultado de este proceso durante los 1950, están, como una referencia notable para hoy día, White Collar (De corbata) y El hombre organización, que no son recuentos impecables del fenómeno de los 1950, pero sí reflexiones típicas de lo que el grupo de corbata de los 1950 decía de sí mismo. Lo esencial que le hizo el mayor daño a la mente de los niños de esa época, fue la propagación de la negación existencialista de un principio de veracidad en la conducta y las relaciones humanas. La campaña de las redes del ideólogo nazi Martin Heidegger, tales como las de Adorno y Arendt, contra la "personalidad autoritaria", se fundó en una tesis neokantiana existencialista de la negación de que exista la verdad conocible; es decir, en sofistería radical, como aquella con la que se destruyó a sí misma la Atenas de la guerra del Peloponeso, como la fascinación de nuestra generación sesentiochera por instrumentos tales como el Congreso a Favor de la Libertad Cultural, que prácticamente destruyó el alma de tantos de la generación inmediata de la posguerra.

Así, una inmoralidad rabiosa, de la que de otro modo son emblemáticos los dramas del dramaturgo Bertolt Brecht, se convirtió en la plataforma de la secta del sofismo arraigado en la generalidad de la cultura sesentiochera, un sofismo como el que se formó en la mente de los niños de los suburbios de los 1950 y en precintos afines. Esto formó el cimiento para la erupción, de mediados a fines de los 1960, de la locura contracultural de la que sólo es típica, en su extremo relativo, la pandilla Baader–Meinhof y "la contracultura juvenil del rock, las drogas y el sexo". Esto representó el ascenso y muerte del SDS y del legado de la "Coalición Arcoiris" de los 1970 en EUA, por cuya función catalítica como factor marginal se llevó a cabo el cambio de paradigma cultural de Europa y EUA, de ser potencias agroindustriales pujantes, a terminar como "economías posindustriales de servicios" autodestruidas.

El culto a la entropía

Desde el nacimiento de la civilización europea por industria de una partera egipcia, el concepto central del que ha dependido toda contribución especial de la cultura europea es uno de la naturaleza del ser humano individual y de su especie, del modo que la definen las implicaciones de un principio llamado dúnamis o, en el uso científico europeo moderno, el término en español poder, o el uso que hace Leibniz del término alemán Kraft, como equivalente del dúnamis griego clásico. Estas distinciones las representaba para el uso corriente contemporáneo, como para el de entonces, el uso que hacía Leibniz del término dinámica, en oposición explícita a la necedad anticientífica de la noción radical reduccionista de mecánica del cartesiano.

Este conflicto es la cuestión más decisiva, aun hoy, al tratar de diseñar un modelo físico–científico de economía moderna. La interpretación radical de la noción errada de mecánica de Descartes, tal y como Leibniz probó su tesis contra la mecánica, es la que las corrientes imperantes de la mayoría de los influyentes con formación académica extraídos de la generación del 68 de las Américas, Europa y más allá, han abrazado con un fervor en extremo virulento y malicioso.

Esta cuestión cobró la nueva forma de marras, que se aplica al caso de la ideología económica sesentiochera de hoy, a mediados del siglo 19.

De izq. a der.: Agustín Cauchy (1789–1867) y Joseph Louis de Lagrange (1736–1813). Lagrange fue el sumo sacerdote de la ciencia que adoptó Napoleón; su trabajo sucio lo llevaron a cabo gente como el plagiario al que sorprendieron con las manos en la masa, Cauchy.

Antes, mediante la cooperación de una facción que se asoció con la formación de la École Polytechnique que dirigía Gaspard Monge en la Francia prenapoleónica, una facción de la que fue típica, ya entrado el siglo 19, la obra de Gauss y otras redes que Alejandro de Humboldt coordinó después de 1815, tales como las de Arago de Francia, y las de Wilhelm Weber, Lejeune Dirichlet y Bernhard Riemann de Alemania, este último país emergió como el líder mundial del progreso fundamental en la ciencia física. El mejor trabajo científico de Europa, que por un par de siglos se había concentrado en la obra de Leibniz y colaboradores y seguidores anticartesianos en Francia, se transfirió a Alemania desde más o menos fines de los 1820, con la coordinación de Alejandro de Humboldt, en lo principal. Las importantes contribuciones originales de EUA a los fundamentos de la ciencia física moderna estuvieron asociados, ya sea con la obra de Benjamín Franklin, quien fue un colaborador significativo de los principales pensadores ingleses, franceses y alemanes en este campo, o con la coordinación entre Alejandro de Humboldt y los científicos estadounidenses más descollantes, como el bisnieto de Benjamín Franklin, Alexander Dallas Bache, en la primera mitad del siglo 19.

La visión contraria, por desgracia de una incompetencia rabiosa, de las cuestiones de la ciencia física, en especial de los neomaltusianos, es la que se ha difundido con amplitud como una forma de corrupción cultural, cuando no como el absoluto fanatismo científicamente analfabeta de los neoluditas sesentiocheros actuales.

El ímpetu principal de las corrientes anticientíficas que constituyen las fuentes de las que hoy dependen los luditas y neoluditas sesentiocheros, vino como secuela inmediata del Congreso de Viena de 1815, cuando se emprendió una operación que encabezaron los británicos, enfocada en un principio contra la École Polytechnique de Francia, en el empeño por destruir un vigor de la ciencia física continental que la monarquía británica y sus confederados habsburgo consideraron como una amenaza de lo más molesta a los intereses imperiales que representaban, de manera respectiva, la Compañía de las Indias Orientales británica y la Santa Alianza de Metternich.

El primer ataque fuerte vino por órdenes de un títere británico, el patético paniaguado del rey de la Restauración, quien fue puesto en el trono por obra del procónsul de Francia ante el Congreso de Viena, el duque de Wellington. La operación contra Francia vía el patiño de Wellington, el monarca francés, siguió la tradición de Napoleón Bonaparte, quien, por así decirlo, había encumbrado y adoptado al adversario pertinaz del legado de Leibniz y personalmente de Carl F. Gauss, Lagrange, como sumo sacerdote de la ciencia. El trabajo sucio lo hicieron dos compinches, Laplace y su propio secuaz —quien luego quedó al descubierto como un plagiario— Agustín Cauchy. Este par de pillos, una suerte de Burke y Hare por derecho propio, emprendió una tarea de demolición general contra la École Polytechnique, al expulsar a su creador, Gaspard Monge, y destruir su programa educativo, que había creado y erigido a la potencia científica más formidable de la época en Europa. El principal colaborador de Monge, el científico y genio estratega militar, el "Autor de la Victoria" Lázaro Carnot, encontró refugio para el trabajo de los últimos años de su vida en Magdeburgo, desde donde más tarde fueron llevados sus restos, en una impresionante procesión triunfal de honor, adonde reposan los héroes de Francia.

Todo el mejor trabajo que sentó los cimientos de la ciencia física moderna conduce a la órbita de la obra de un protegido tanto de Carl F. Gauss como del protegido personal de Alejandro de Humboldt y veterano de la École Polytechnique, Lejeune Dirichlet. El efecto combinado de estas y otras personalidades destacadas de descubrimiento científico fundamental se consolidó en su aspecto más esencial en el desarrollo del fundamento físico–matemático de la principal ciencia física moderna hasta la fecha, en esa obra de Bernhard Riemann que tiene una importancia decisiva para cualquier comprensión de la contribución más esencial a la ciencia económica hoy, la de V.I. Vernadsky. Como es bien sabido, la obra de Gauss fue prodigiosa por derecho propio, pero tratar a Gauss y su obra aislados del proceso histórico a cuyo centro fueron arrastrados es caricaturizar a Gauss con un tratamiento vacuo de su obra verdadera mediante una composición engañosa.

Para llegar al aspecto específico tan rápido como el honor lo permita, en cuanto al meollo de las consecuencias destructivas de la ideología sesentiochera para la economía, hay que plantear ciertas cosas aquí en un orden apropiado de las referencias con la pertinencia más decisiva, pero con cierto grado de precisión.

Hay una continuidad en la evolución de las corrientes competentes de la ciencia europea, una continuidad que se extiende desde puntos de referencia en la Grecia antigua tales como los pitagóricos y Platón. Como lo he subrayado ya aquí de manera repetida, aunque no en exceso, así como en otros apartados concernientes, estos nexos, que están arraigados en la antigua astrofísica egipcia que los griegos llamaron esférica, constituyen el aspecto central de una continuidad de ideas interrumpida, pero no obstante continua, que incluyen las ideas respecto a los principios fundamentales de la ciencia física, que van desde los pitagóricos y sus contemporáneos y seguidores inmediatos de marras, hasta las fronteras de la ciencia física moderna. Las ideas que se expresan como parte de esta herencia son parte permanente del legado funcional que distingue a estas formas de organización de la sociedad que manifiestan con competencia la diferencia de principio entre el hombre y la bestia.

Como la economía, en especial la europea moderna, tiene como eje un dominio creciente de la humanidad sobre la naturaleza, per cápita y por kilómetro cuadrado de la superficie de la Tierra, las raíces de la economía real no han de encontrarse en la contabilidad financiera, sino en una visión de la ciencia física, como la de Nicolás de Cusa, Leonardo da Vinci, Fermat, Leibniz, Gauss y Riemann. Esta visión conceptualiza la naturaleza de aquellas facultades por las cuales la especie humana ha podido aumentar, no sólo su número, sino su calidad física de vida y su longevidad, mediante el descubrimiento y aplicación de dichas facultades que debemos asociar como representativas de la ciencia física, aunque no limitadas a ella. Ésta es una visión que los antiguos fundadores pertinentes de la civilización europea reconocieron como una especie de poder en y sobre el universo, que la humanidad podía descubrir y emplear de modo eficiente; poderes en el sentido en el que el joven Gauss demolió los fraudes de D'Alembert, Euler, Lagrange y demás en su primera obra científica, su tesis doctoral de 1799. Éstos son en esencia representativos de esa calidad de ideas que distingue al hombre, y a las formas racionales de sociedad, de las bestias.

A este respecto, la esencia de la ciencia física moderna eficaz, de la psicología competente, y de la composición artística clásica, la encarna la suma de la obra más importante de Bernhard Riemann sobre el tema de la geometría física. Esto abarca, en lo medular, su disertación de habilitación de 1854, su obra sobre la Teoría de funciones abelianas, y su resumen de las implicaciones de esas nociones de corte abeliano de las superficies riemannianas en su continuación de la iniciativa de Gauss en la definición de los aspectos de principio de las hipergeometrías físicas.[11] Esta obra de Riemann, del modo que Vernadsky reconoció y señaló algunas de sus implicaciones esenciales, aunque de manera resumida, es hoy el fundamento del diseño de cualquier visión competente de los procesos económicos en cualquier parte o cerca de este planeta.

El crimen de Clausius y Boltzmann

Para retomar el hilo desde donde me vi obligado a dejarlo por un momento, considera el siguiente indicio de las raíces sistémicas de esa patología común del sesentiochero a la que acabo de referirme.

"Contrario a esos histéricos habituales conocidos como 'ambientalistas', no hay una escasez objetiva de los materiales necesarios para mantener el progreso en la escala o calidad de la vida humana. Más bien, hemos llegado al momento en que cada vez más tenemos que depender de producir lo que estábamos acostumbrados a robar", escribe LaRouche. "Unamos las manos por un mundo más verde", reza el ecológico cartel. (Foto: clipart.com).

En la extensión de la ciencia europea desde los antiguos pitagóricos y sus semejantes, hasta la obra de Riemann y, más recientemente, la de su seguidor de importancia decisiva, V.I. Vernadsky,[12] el concepto de ciencia y las nociones de monoteísmo —tales como las del célebre fundador del judaísmo de Egipto, Moisés— han estado entrelazadas como las premisas inseparables del concepto civilizado de la naturaleza del hombre en tanto distinto de las bestias. En la cultura europea moderna, esta tradición se ha atropellado de una manera característica de sus achaques principales, por la forma del reduccionismo filosófico que se asocia con seguidores de Paolo Sarpi de Venecia tales como los de la "Ilustración" del siglo 18, de la que fueron típicos seguidores de Descartes como los principales blancos del ataque de Carl F. Gauss de 1799, D'Alembert, Euler y Lagrange.

Tal como tratado esta materia en diversos apartados, entre ellos el de "Vernadsky y el principio de Dirichlet" al que ya hice referencia aquí antes, el método científico europeo moderno, como lo define el cardenal Nicolás de Cusa del siglo 15 en obras tales como De docta ignorantia, y explícitos seguidores científicos suyos como Leonardo da Vinci y Johannes Kepler, los conceptos de biosfera y noosfera en tanto sistemas dinámicos, más que el sistema mecánico cartesiano, ubican a los procesos vivos, no en las especies vivas en particular, sino, como en la definición de la biosfera, en un principio de la vida per se que abarca a todas las criaturas vivientes, pero que no está confinado a ninguna de ellas.

En su definición de la biosfera de 1935, por ejemplo, Vernadsky aporta una definición estricta de la característica dinámica, no mecánica, de la química de la biosfera, que es el modelo que se usó para definir la existencia de la noosfera, en 1938 y después, no sólo como un fenómeno que existe de modo independiente, sino también como uno dinámico con características específicamente riemannianas.[13]

La prueba decisiva de esto, para todos los casos, tiene como premisa el mismo razonamiento que Cusa elaboró en sus escritos sobre ciencia física, como los reprodujeron en la práctica los descubrimientos originales de Kepler en la astrofísica y el concepto de dinámica de Leibniz al desenmascarar el torpe error de incompetencia del concepto errado mecanicista de Descartes del dominio físico "animado por un deus ex machina". Este método mecanicista es el que se defendió por medios tales como los fraudes que perpetraron Euler y Lagrange, y fieles seguidores suyos tales como Laplace y Cauchy, y la llamada escuela termodinámica de los timadores Clausius, Grassmann y Kelvin, contra Leibniz y la ciencia. La incompetencia irresponsable de los seguidores del seguidor de la secta de Mach, Ludwig Boltzmann, en la termodinámica, devino en el modelo explícito, que se derivó de Clausius, Grassman y demás, para que el devoto de Bertrand Russell, Norbert Wiener, tramara el fraude llamado "cibernética", y en el mismo que de hecho empleó John von Neumann para insistir que la inteligencia humana tiene una base puramente mecánico–matemática.

La secta juvenil moderna de la "ecología" que se creó en los 1960, derivó de círculos tales como el de Solly Zuckermann de Gran Bretaña, el doctor Alexander King, y también sus comparsas del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), que desempeñó una función destacado, a nombre de la secta de Cambridge (Inglaterra) al "análisis de sistemas", en inducir la autodestrucción pro maltusiana acelerada de la ya tambaleante economía de la Unión Soviética.

La teoría matemática de la entropía universal, que se urdió bajo la dirección británica (por ejemplo, la de Kelvin), con ayuda de Clausius y Grassmann, ha significado el fraude, conocido como las definiciones reduccionistas neocartesianas de "termodinámica", que se empleó para tales triquiñuelas sucias como la fabricación de ese cuento de las sectas complementarias actuales de la "ecología" y la "teoría de la información", que se han convertido en una infección combinada prácticamente letal para la mayor parte de toda una generación de sesentiocheros paganos y, por ello, trastornados. La secta lunática, prácticamente de suicidio colectivo, de la fe en que una "economía de servicios" es un sustituto válido para una economía agroindustrial, es una forma de demencia colectiva que en gran medida ha dependido de los fraudes mecanicistas del reduccionista que irradian, a través de figuras como Boltzmann, desde sus orígenes del siglo 19 en Clausius, Grassmann y Kelvin.

El 'ambientismo' en tanto desorden mental

La cuestión sistémica decisiva responsable de este caso del desorden mental difundido entre los miembros de nuestra generación del 68, puede resumirse con justicia como sigue.

Por necesidad, repito lo que ya he puesto de relieve, de manera repetida, antes. La noción de ciencia la llevó a Europa el acento que Egipto le puso a una antigua raíz tácita en la astronavegación que practicaban ciertas culturas que, de hecho, existieron durante el más reciente período largo de glaciación de gran parte del hemisferio norte de nuestro planeta. Aspectos de las huellas de la astronomía antigua que pueden validarse por experimento y que datan de mucho antes del período histórico de las culturas de este planeta, demuestran estas implicaciones. Las referencias que hace Bal Gangadhar Tilak a esas pruebas antiguas, prehistóricas, en Orión y Hogar ártico en los Vedas, son reflexiones notables de estas investigaciones arqueológicas de europeos modernos. Las conclusiones que tienden a sacarse de tales pruebas arqueológicas, se imputan mediante una consideración cuidadosa de las pruebas decisivas de principio que se hallan de modo implícito en ciertas características internas de esos registros, características que corresponden a la visión de la ciencia egipcia que, con el título de esférica, tenían los pitagóricos y otros.

A saber:

La premisa esencial, central, de la existencia misma de la ciencia, y también de un monoteísmo racional que resulta que coincide con la noción que proporcionan los últimos versículos del capítulo primero del Génesis, es un concepto cuya comprensión depende del significado físico experimental del término "universal". Debemos distinguir entre la calidad de demostración de un principio físico universal, y la idea seudocientífica de la generación de una noción espuria, "generalmente aceptada", de un "principio general" que se ideó mediante un método dizque "inductivo" (por ejemplo, mecanicista).

Este origen antiguo de la noción de una ciencia física universal, la validó Kepler de una manera muy poderosa, al educir el principio universal de la gravitación a partir de una reflexión intensa sobre una serie de anomalías experimentales decisivas que surgen en el estudio de un conjunto normalizado de datos más precisos, que se fundó en sus propias observaciones de la órbita de Marte y otras anteriores.

La observación de los cuerpos celestes se divide en dos clases de cualidad distinta. Primero está el movimiento aparente, en la profundidad observada del espacio–tiempo físico esférico que en esencia, era regular y se ajustaba a ritmos uniformes constantes de movimiento circular, que pueden educirse. Una segunda clase de fenómenos astrofísicos, que fue la premisa del descubrimiento de Kepler de la gravitación, pertenece a los ritmos cíclicos de acción, tales como la orbital, que era constantemente no uniforme. El ritmo al que Marte viajaba sobre su órbita normalizada observada, constantemente se dividía en vectores de un modo no uniforme; en esto se fundó el descubrimiento de Kepler de un principio físico universal de la gravitación.

Para los pitagóricos y Platón, por ejemplo, la clase de concepto en la que casa el descubrimiento posterior de Kepler de un principio físico universal de la gravitación, la ejemplifica el concepto de tratar de definir una línea a partir de la existencia de un punto, una superficie a partir de la de una línea, y un sólido a partir de la de una superficie. Estas distinciones, de las que desde tiempos antiguos son típicos el tratamiento que le dio Platón al problema de doblar el cuadrado y al principio de la construcción del dodecaedro, y la solución de Arquitas, el amigo de Platón, para doblar el cubo por construcción geométrica, por milenios han servido como métodos pedagógicos clásicos para educar a los jóvenes en un concepto culto de esa cualidad de poderes (dúnamis) que, en tiempos modernos, está representado en el descubrimiento único de Kepler de la gravitación universal.

Este concepto de poderes —o la noción de dinámica, en oposición a la necedad cartesiana de la mecánica— es el único fundamento que existe para un uso cuerdo del término principio físico universal. Éste es un término que se transmitió por la civilización europea a partir de la ciencia egipcia conocida como la esférica. Esta noción de dinámica, que Leibniz reintrodujo de forma explícita a la civilización europea moderna al atacar la tontería de la noción de mecánica de Descartes, y con su formulación del principio de acción física mínima universal ligado la catenaria, que es lo que distingue su cálculo del fraude con el que salió Agustín Cauchy, es el único fundamento competente para una ciencia económica. Cualquier otro fundamento alternativo, como el de seguidores del empirismo de Paolo Sarpi tales como Descartes, John Locke, Mandeville, Quesnay, Adam Smith, Turgot, Jeremías Bentham, etc., no pertenece a la categoría de la ciencia, sino del vudú.

Estas anomalías de la investigación científica física experimental de cuestiones de principio universal, son la premisa para identificar la distinción fundamental entre la especie humana y las bestias. La clase de descubrimientos que corresponden a esta misma distinción es la que constituye la diferencia manifiesta, la única diferencia funcional expresa que separa a los seres humanos de las bestias. Reflexionar sobre esto aclara lo que hemos de entender, desde la perspectiva de una ciencia física competente, como lo que debiéramos tratar de sugerir al referirnos a un principio de monoteísmo. Dicha referencia al monoteísmo, a su vez, aclara el significado apropiado del término ciencia física.

Esta visión del principio determinante de la ciencia física es la clave indispensable para contar con una noción competente de los procesos económicos. Esto lo ilustra de manera decisiva un examen de las implicaciones del disparate cartesiano de la definición sectaria de Clausius y demás de "energía", del modo que esto contrasta con la noción de verdad física científica de poder (por ejemplo, Kraft, dúnamis) del principio físico universal de la acción mínima de Leibniz ligado a la catenaria, una visión estructurada de lo que luego se denominó "el dominio complejo", y el correspondiente descubrimiento original de Leibniz de la derivación logarítmica natural a partir de la función catenaria. La evolución real del universo que así se desenvuelve, como un efecto cuyo esbozo podría llamarse "energía" mensurable, siempre y cuando sea como una forma empírica práctica para hablar de los efectos, en vez del mágico deus ex machina mecanicista de algún sacerdote de vudú, cobra expresión en el descubrimiento y realización —mediante su aplicación— de un poder adicional específico del universo, al actuar en un proceso dinámico y no mecánico.

El descubrimiento de un principio físico universal, como distinto de alguna mera regla empírica "generalmente aceptada", tiene una correspondencia directa con la noción de la creatividad científica del ser humano individual. La cuestión así definida, es que los métodos reduccionistas, tales como los del aristotélico romano y timador por elección, Claudio Ptolomeo, o Galileo después, dependen de contrahacer la ciencia, al sustituir lo que se alega son reglas empíricas "generalmente aceptadas", como las que se formulan con el razonamiento inductivo, tales como las formas populares de mentir mediante métodos estadísticos, en vez del descubrimiento verdadero de principios físicos universales. El descubrimiento de principios físicos universales o modalidades afines de descubrimiento en el dominio de la composición y ejecución artística clásica, es el meollo fundamental de la ciencia en general, y de una ciencia de la economía física en particular.

El desarrollo de la personalidad individual y de la cultura social en la que el individuo vive y actúa, con un efecto acorde con el principio de la creatividad, es el único principio fundamental apropiado de la ciencia económica, la única ciencia de largo aliento de la historia que abarca nada menos que la totalidad de varios milenios.

Ahora procedamos a partir del hito que brinda esta cuestión que recién se plantea.

2. Economía: el concepto de dinámica

En el sistema mecanicista de Descartes y de los reduccionistas modernos en general, la acción que se observa es el hecho, y la explicación de que el hecho observado ocurra se encuentra en un deus ex machina imaginario que se supone funciona, como la sed individual de Mandeville por los placeres del vicio o la "mano invisible" de Adam Smith, cual en lo que Euler definía como el mundo meramente "imaginario" de la fantasía matemática formal, desde abajo del tablado y totalmente por fuera del universo real.

En el universo real que Euler y Lagrange negaban que existiera, los cambios en el comportamiento observado del universo mismo que ocasiona la acción de principios físicos universales que pueden descubrirse mediante experimento, son los que constituyen el hecho primario de la experiencia. En esta visión, los cambios observados se conocen como productos de los principios físicos universales que pueden descubrirse.

Así que el empirista depende de estos hábitos aberrantes de deducción e inducción, a partir de los cuales educe principios "generalmente aceptados". Estos dizque principios educidos tienen las características ontológicas fantásticos invisibles, como los de J. Clark Maxwell, que gobiernan al universo desde afuera y debajo del tablado de los sucesos que se experimentan. Esta serie de supuestos poderes demoníacos, estos principios o preceptos dizque "de suyo evidentes" u otros "por lo general aceptados", se adoptan entonces como los "principios" que se supone han causado lo que apenas si se observó.

Para trazar el curso de la investigación que implica este fracaso general reciente de los economistas y administradores por los general encumbrados de este período, ve la distinción ecológica más característica de la especie humana en el largo plazo de su existencia conocida. Desde la óptica del economista físico, más que la del período de atención vergonzosamente corto que uno ve cuando el moderno contador financiero común y corriente se las da de economista, la distinción decisiva entre la especie humana y todas las demás formas de vida, es que la humanidad, en comparación con los simios superiores, por ejemplo, ha elevado tanto su densidad demográfica relativa potencial de largo plazo, por kilómetro cuadrado de la superficie de la Tierra, en más de tres órdenes decimales de magnitud por encima de la de los simios superiores, como también la esperanza de vida del miembro individual de la especie en los mejores casos de la organización social de naciones enteras.

En general, ninguna otra especie viva conocida ha podido aumentar su densidad relativa potencial de población de esta manera deliberada, que se exhibe como el hecho empírico característico del registro de la existencia humana considerada a gran escala.

Este mismo hecho debe verse hoy desde una perspectiva científica superior un poco diferente, la de las pruebas comparativas de lo que Vladimir I. Vernadsky de Rusia definía como la biosfera y la noosfera, de manera respectiva. He resumido las implicaciones de esto en "Vernadsky y el principio de Dirichlet", que se publicó hace poco.[14] Si consideramos las pruebas geológicas pertinentes, del modo que Vernadsky define la biosfera y la noosfera en la labor concerniente de la última década de su vida, las pruebas del ritmo relativo al que aumenta la acumulación de los efectos de la noosfera sobre la biosfera, y de la biosfera en tanto porcentaje de la composición química de la capa externa del planeta, nos vemos obligados a aceptar lo que he precisado antes como el principio dinámico de Vernadsky a modo del fundamento principal actual para definir la economía, en oposición a sistemas tales como el liberal angloholandés, que tienen como premisa el método mecanicista de Descartes y compañía.[15]

Desfile militar soviético en la Plaza Roja. Los ideólogos marxistas, en su peor expresión, "eran reduccionistas rabiosos que aprovechaban una adoración de ideólogo declarada de las masas en lucha como permiso para adorar una suerte de ignorancia que a veces rayaba en el elogio militante a la estupidez".

En realidad, cuando tomamos en cuenta estas consideraciones científicas modernas, no hay una rama competente de la economía hoy que no deba obligarse a dar razón de sí con referencia a estas implicaciones de la obra de Vernadsky. Desde esta perspectiva de la historia de la ciencia física, lo que por lo común se enseña ahora como economía o temas afines en las universidades y demás son, relativamente hablando, "cosas de la edad de piedra".

Así, en la actual ciencia económica competente, el principal indicio de la vulnerabilidad actual imperante de la forma agroindustrial otrora exitosa del Estado nacional republicano soberano moderno, reside en la diferencia fundamental de principio entre una economía con fundamento en los conceptos mecanicistas errados de los procesos físicos que se asocian con el legado de Descartes, y el concepto dinámico contrario de Leibniz y seguidores suyos tales como Gauss, Dirichlet y Riemann. Los estafadores como Norbert Wiener, John von Neumann y sus compinches y seguidores incautos, son sólo el cartesianismo llevado a la expresión del equivalente ideológico inducido de un daño cerebral. Como he puesto de relieve en ocasiones anteriores, esta distinción la ilumina con más claridad el reconocimiento del significado decisivo que tiene la obra de Vladimir I. Vernadsky de Rusia para el enfoque que ahora necesita la economía mundial.[16]

Es ahí que la clave para resolver los problemas de la determinación del precio cobra una forma racional de resolución sistémica apropiada para los problemas que plantea la crisis mundial actual.

La primera enseñanza de la ironía que debe sortearse en cualquier discusión de estadística económica histórica, es que, aunque cada una tiene motivos comprensibles implícitos para triunfar o fracasar, suele ser el caso, en la historia, que el éxito aparente de una economía nacional, como la elección de ciertos funcionarios prestantes del gobierno, ocurre por razones que quienes comparten esa experiencia desconocían o, en muchos casos, prefirieron pretender que no sabían. Para plantear la cuestión de otro modo, los períodos de lo que parecieron ser los logros pasados de una economía nacional o regional fueron, a este respecto, fruto de circunstancias por las que la población de dichos períodos merecen poco o ningún crédito científico, excepto por su perseverancia en unos pocos hábitos buenos por los que no merecen crédito intelectual alguno, sino el de la facultad simiesca de imitar a sus predecesores. Este hecho clínico trillado suele salir a relucir cuando escuchamos a algún fanfarrón instruirnos sobre el tema de, "mi éxito nos demuestra a todos..."

De modo que, en el caso del crecimiento físico continuo de la economía estadounidense, entre otras, en el intervalo de 1946–1963, el hecho del mismo era innegable, pero la explicación que daban los economistas, tales como Arthur Burns y sus cómplices, para este logro relativo, fue tan de suyo incompetente como lo demostró el proceso que llevó a la profunda recesión de 1957–1958 en EU. Eran, del modo que la señora Joan Robinson describió al Milton Friedman que Burns convirtió, como por obra de la magia de Merlín, en un dizque economista, representativos de la escuela del "post hoc, ergo propter hoc" de los magos de teatro de las facultades de economía.[17]

El éxito neto relativo de la economía estadounidense en el transcurso del período de 1945–1963 que siguió a Roosevelt, es un caso que ilustra una cuestión fundamental para abordar la actual crisis económica mundial. No merecíamos ese crecimiento, porque entendíamos los principios correctos de la economía; heredamos los logros relativos que de hecho ocurrieron con el liderato de Roosevelt, y que reverberaron durante las dos décadas que siguieron, pese al proceso que en realidad estaba transformando a la mayor parte del llamado sector educado de la población, que era uno de osificación intelectual. Entonces, la mayor parte del tiempo desde que reduccionistas rabiosos como Burns, el padrino perverso de Friedman, ejercieron su influencia, seguíamos ya, en los principal, como cultura, un derrotero de decadencia. Se reconoce que seguíamos creciendo, pero a un ritmo general reducido, lo cual se convirtió en un ritmo neto de caída físico–económica en el transcurso de 1964–1972.

A este aspecto, el concepto de Kondratieff de la doctrina de las "ondas largas", como evolucionó en la Unión Soviética de los 1920, tenía como premisa un error intrínseco de sobresimplificación lineal en muchos respectos, un error que prosiguió de manera implícita en el trabajo de su alumno, Wassily Leontief de la Universidad de Harvard. El profesor Leontief ganó su fama en EU porque, al tolerar la linealización, prácticamente desatendió las características que en realidad determinan el factor volitivo en el crecimiento que impulsa la ciencia; aunque su obra, a pesar de ese defecto, a diferencia de la de la escuela de torre de marfil en torno a Tjalling Koopmans y demás, se fundaba en un respeto honesto por los hechos empíricos, por lo cual me le alié en contra de Koopmans en la fase álgida de la disputa entre Leontief y Koopmans a fines de los 1950.

Dejando de lado otras consideraciones, la pauta general de ascenso o caída en el desarrollo de las facultades productivas físicas de una cultura, la determinas decisiones cuyas consecuencias se desenvuelven en ciclos de capital físico de una a dos generaciones. Han pasado unas tres generaciones desde que EU decidió, con Truman, apartarse del curso ascendente de desarrollo que se asocia con el presidente Franklin Roosevelt, y poquito menos de dos desde que la economía estadounidense empezó realmente a decaer a un ritmo acelerado, una caída que salió a flote con la erupción de los sesentiocheros a fines de los 1960.

Mi examen de las implicaciones físico–matemático–económicas formales de la formulación del concepto de Vernadsky de la biosfera y la noosfera han aclarado los nexos pertinentes. Es desde esa perspectiva de una versión ligeramente corregida del enfoque de Vernadsky hacia la biosfera y la noosfera, como he descrito esto en varias apartados, que puede y debe formularse una teoría general corregida de las "ondas largas" físico–económicas.

Observa brevemente cómo he abordado este significado de Vernadsky para una ciencia de la economía física. Luego, velo desde la perspectiva de la división de toda la ciencia europea moderna en dos ramas principales, la que se remonta desde Kepler, Fermat y Leibniz, entre otros, y pasando después por los seguidores de este último, Carl Gauss, Lejeune Dirichlet y Riemann, entre otros, versus los prosélitos reduccionistas radicales de René Descartes y sus seguidores de la "Ilustración" del siglo 18.

Mi hincapié en Vernadsky

Por desgracia, las opiniones recientes que se encuentran en Rusia sobre la obra de Vernadsky demasiado a menudo se alejan de sus implicaciones verdaderas. Esta discrepancia entre el error pasable y la realidad es una consecuencia específica de la influencia combinada de los adversarios de Vernadsky durante y después de su vida, y, luego, tanto de los ideólogos marxisto–leninistas oficiales del materialismo dialéctico, como de la locura salvaje que fomentó en la Unión Soviética de los 1970 y 1980 lo que ya he identificado antes como la influencia de la secta pro maltusiana del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) con sede en Laxenburgo, Austria.

Lo peor de los ideólogos marxistas, de las variedades trotskistas y otras, eran reduccionistas rabiosos que aprovechaban una adoración de ideólogo declarada de las masas en lucha como permiso para adorar una suerte de ignorancia que a veces rayaba en el elogio militante a la estupidez. A este respecto, como en muchas otras causas, con frecuencia fueron promotores de profundo principio de las ventajas percibidas del oportunismo dignas de un populista. Como su admiración por el "proletario" idealizado a menudo llegó a los extremos del odio contra los "intelectuales", a los que a veces trataban como un enemigo natural de las masas, excluyeron la existencia de lo que despreciaban como la noción "pequeño burguesa" del principio creativo en la mente humana y, de este modo, adquirieron un apego apasionado a la "segunda ley de la termodinámica" de Kelvin, como también lo hizo un número significativo de ellos, de modo parecido, en su entusiasmo desenfrenado por el psicoanálisis de un Freud o los acumuladores orgónicos, sin la necesidad de mucho esfuerzo intelectual para adoptar tales inclinaciones.

Después de todo, si uno no piensa, al menos puede ser sincero.

Este defecto en el culto oficial al materialismo dialéctico se agravó de manera considerable en los 1970 y 1980 entre las filas de los oportunistas de principio de las diversas variedades de redes soviéticas y de otros comunistas e izquierdistas, con el ascenso del "ecologismo" como un aparente "movimiento" popular del instinto noble que inflamaba a las masas en agitación. Que los soviéticos abrazaran el dogma del IIASA ayudó a mantener andando de manera considerable esta decadencia del sistema soviético y otros que se indujo por medios ideológicos.

Así que entre los admiradores declarados de Vernadsky había, trágicamente, muchas víctimas de la opinión que lo consideraba más o menos como un semidiós del panteón maltusiano contemporáneo.

Como lo había reconocido el pragmático José Stalin, y no así los fanáticos del materialismo dialéctico, Vernadsky regresó a la Rusia soviética, no como un marxista, sino como un patriota ruso con inclinaciones ucranianas por la memoria de Cirilo y Metodio de Rus de Kiev. Los patriotas no emigran ni se convierten en traidores por motivos de rencor intelectual.[18] Después de todo, los ciudadanos estadounidenses en su momento toleraron a sabandijas tales como el traidor Aaron Burr, y a desgraciados como Andrew Jackson, Polk, Pierce, Buchanan, Theodore Roosevelt, Wilson y Coolidge, todo por el bien de su república constitucional.

Sólo viendo a Vernadsky como fue y como sigue siendo, puede entenderse su obra en las fronteras del pensamiento científico moderno, aun hoy, a sesenta años de su muerte. Para nosotros, esto no debiera ser cuestión de una pericia en los asuntos soviéticos o rusos definida de manera estrecha; es un asunto de veracidad científica universal. Para todo científico verdadero desde los pitagóricos y Platón, el ejercicio de la ciencia nunca es, por naturaleza y por definición propia, menos que universal. Como afirmó el doctor Edward Teller en aquel período de fines de 1982 cuando se sumó públicamente en apoyo de lo que yo había iniciado como el proyecto propuesto de la "IDE", el aspecto medular de mi propia intención declarada y la de Teller, entre otros, en este proyecto para evitar la guerra, fueron "los objetivos comunes de la humanidad."

Esta cuestión del acento de Vernadsky en la geometría riemanniana nos lleva ahora al quid de la penetrante incompetencia de la mayoría de los economistas actuales y su retahíla de creyentes fieles en todo el mundo.

El principio fundamental de la economía

El principio central de todo este informe es que, en la ciencia física europea competente desde quienes abrieron brecha, los pitagóricos, Platón y demás, la unidad de acción no es el fenómeno del suceso, la consecuencia, sino el principio que ha de educirse como la acción que genera esa consecuencia que se asocia con el suceso percibido. En todo respecto que ataña al comportamiento humano, la forma del principio que causa y define el suceso percibido es esa cualidad de la creatividad humana que está ausente en toda forma inferior de vida, y también en las opiniones de los reduccionistas.

Las definiciones sistémicas de Vernadsky de la biosfera en 1935 y —como las replanteó— 1938, tienen dos características principales. Primero, el claro acento, desde la perspectiva de la química física, en el método dinámico de Leibniz, en oposición sistémica al punto de vista mecanicista que infortunadamente es la clave de la virtual calidad de pensamiento antediluviano acerca de los procesos económicos en el dominio de la enseñanza del estadismo hoy. Segundo, el reconocimiento, como lo pone de relieve en su versión posterior del recuento, de que el dominio abiótico y la biosfera deben evaluarse como casos de alternativas diferentes entre geometrías físicas riemannianas. El mismo razonamiento se aplica, con un acento específico diferente, a su esbozo del caso para la noosfera.

Los escritos de Vernadsky en materia de geometrías físicas no son la última palabra sobre la pertinencia de la geometría física riemanniana para su propia obra en la definición de la biosfera y la noosfera. Lo que sigue siendo válido —a pesar de esas limitaciones de sus escritos disponibles— es, como él escribe: "El carácter geométrico del espacio [o sea, el espacio físico que define la acción característica de los procesos vivos, como distintos de los no vivos—LaRouche], que ocupa la materia viva de la biosfera, es uno de tales problemas nuevos... Tanto más aun, porque tiene conexión con un problema físico aun más general: la cuestión de los estados geométricos del espacio físico, que el pensamiento filosófico y físico ha abordado muy poco".[19] Es claro que su impulso es correcto hasta donde llega, pero su comprensión de las implicaciones de la obra de Riemann está lejos de ser acabada. Como se sabe, le hubiera sido de lo más difícil llegar más lejos con las restricciones de la tendencia de reduccionismo apasionado profundamente incapacitante que imperaba en la ideología soviética.

Sólo puede accederse a la contribución decisiva de Vernadsky a la reforma necesaria de toda la enseñanza y la práctica económica moderna, mediante sus contribuciones centrales a la materia de toda la ciencia física, su división categórica, como he hecho hincapié en repetidas ocasiones anteriores, entre las geometrías físicas respectivas de los dominios abiótico, de la biosfera y de la noosfera. Esto exige una cierta modificación de las opiniones que manifestó en el referido apartado de 1938, "III. Explicaciones complementarias".[20]

Volveré para añadir mis correcciones al razonamiento de Vernadsky en el lugar apropiado a continuación.

La exposición necesaria sobre esto en cuanto a la corriente principal del propio razonamiento explícito de Vernadsky, como he hecho esto en ocasiones anteriores, es el siguiente.

Siguiendo los precedentes del trabajo combinado de Pasteur y Curie, en especial de esta última, Vernadsky definió la totalidad del universo conocido como integrado por tres dominios multiconexos, que forman así un solo dominio universal de tres espacios–fase físicos: el dominio abiótico, la biosfera y la noosfera.[21] Esto, ya fuera que Vernadsky haya reconocido en realidad este hecho o no, no se desviaba de autoridades de la antigüedad tales como los pitagóricos y Platón, o los seguidores de la fundación, en el siglo 15, de la ciencia física experimental moderna de Luca Pacioli, Leonardo da Vinci y demás, de los adeptos declarados de la definición de ciencia moderna que planteó el cardenal Nicolás de Cusa en obras tales como De docta ignorantia.[22] El método experimental que se asocia con la incursión de Cusa en la ciencia moderna,[23] como se hacen eco de él seguidores de Johannes Kepler tales como Fermat y Leibniz, representa, en efecto, una restauración del método científico clásico de la esférica que se asocia con los pitagóricos y Platón. Esto era un anatema para los ideólogos soviéticos oficiales, quienes, como seguidores de Federico Engels, le dieron al "idealismo" la reputación de una mala palabra. Vernadsky, el padre de la teoría y la práctica de la ciencia nuclear soviética, es un "idealista" tal, igual que lo fueron Leibniz, Gauss y Riemann, una cualidad que da una idea de todos sus más grandes logros científicos conocidos.

En el método experimental estricto, del modo que Cusa lo revivió para la ciencia moderna, el principio físico específico es una expresión integral de un principio categórico, tal como lo abiótico, lo vivo y lo cognoscitivo, respectivamente. Cada uno de estos, como lo subraya Vernadsky en los apartados que he mencionado a este respecto, corresponde a compartir la suerte de característica común de una geometría física distinta de las otras, del modo que la categoría de la vida se distingue de la de lo que generan los procesos abióticos.

El aspecto problemático de su obra, es que no llega a abordar las implicaciones fundamentales de la obra de toda una vida de Riemann. Este problema lo indica, de la manera más nítida, su, "sabemos que puede haber toda una serie de geometrías, y que pueden dividirse en tres clases —euclidiana, lobatchevskiana y riemanniana—, y que todas ellas son igual e irreprochablemente verdaderas".[24] Aquí, Vernadsky erra; se le escapó la cuestión crucial. En claro que no se había topado con la disertación de habilitación de Riemann de 1854, ni con su verdadera obra sobre el tema de las funciones abelianas, las superficies de Riemann en general y las hipergeometrías físicas, todas ellas indispensables para reconocer las metas científicas de otro modo válidas que Vernadsky definió a partir del trabajo experimental sobre los fundamentos de la biofísica. No captó los embustes de la geometría euclidiana ni tampoco los de la lobatchevskiana, una comprensión indispensable para sacar adelante el trabajo en las direcciones de importancia decisiva que, por otra parte, el propio Vernadsky había prescrito.

Como ya mencioné un poco esta cuestión, en casos tales como los apartados a los que me he referido aquí de nuevo, Vernadsky distingue los procesos vivos de los no vivos, al identificar la diferencia de geometría física entre el modo en que los elementos y los isótopos de la tabla periódica de Mendeléiev, que es ostensiblemente abiótica, fluyen y son procesados por los procesos vivos. Estas diferencias definen un espacio físico de los procesos vivos dinámicamente distinto del de los procesos no vivos. De manera parecida, la noosfera se define como distinta de la biosfera. Aquí, precisamente aquí y en ninguna otra parte, reside cualquier concepto competente de una ciencia de la economía física y, de ahí, cualquier aplicación competente de la economía.

Desde la perspectiva de los pitagóricos, Platón, Cusa Kepler, Leibniz, Dirichlet, Riemann y demás, no hay ningún misterio irresuelto en registrar las diferencias axiomáticas cualitativas entre el espacio físico de la noosfera, en comparación con el de la biosfera, ni en separar cada una de ellas en tanto un espacio físico distinto al del dominio abiótico. La diferencia entre la biosfera y la noosfera estriba en la acción del descubrimiento que hace la mente del ser humano individual, de un principio físico universal o su equivalente. Esta acción, al aplicarse como un cambio en el desempeño del hombre en los dominios tanto de la biosfera como del abiótico, es lo que genera un aumento en las facultades productivas físicas del trabajo en una sociedad. Ése es el principio fundamental de toda ciencia económica competente. Ese principio define la diferencia entre una modalidad competente de la política económica de largo alcance de una sociedad, y una que no lo es.

La economía en tanto espacio-tiempo físico

Los espacios–fase de cualidad distinta del dominio abiótico, la biosfera y la noosfera son interdependientes, pero encajan de manera dinámica, de modo que el desarrollo de la biosfera depende del clima favorable que aporta el dominio abiótico, y el de la noosfera depende de las condiciones favorables que generan el dominio abiótico y la biosfera combinados. Sin embargo, estas relaciones son recíprocas, en el sentido de que el potencial de la biosfera depende de las acciones combinadas del dominio abiótico y la noosfera que favorecen el bienestar y mejoramiento de la biosfera, y está depende tanto de la intervención de la humanidad para su desarrollo saludable, como la humanidad depende de su desarrollo.

Vernadsky, al rastrear los procesos de la biosfera como un procesamiento del material abiótico que absorben, procesan y excretan los procesos vivos, define la relación de la biosfera con el dominio abiótico como una acción dinámica, más que la mecánica que proyectaban todos los sistemas cartesianos de pensamiento y relacionados.

En el caso del dominio abiótico, el método experimental define un ordenamiento dinámico de principios físicos universales específicos de ese espacio fase experimental. Dicho ordenamiento forma, de manera implícita, una modalidad hipergeométrica riemanniana de acción física específica de ese espacio fase.

En el caso de la biosfera, como Vernadsky describió esto en 1935 y después, por un lado, enfrentamos un ordenamiento del procesamiento de materiales abióticos mediante la biosfera, con efectos que de otro modo no ocurren en el dominio abiótico. Esta diferencia la determina un principio de la vida que no es un rasgo aspecto de los procesos que se determine por inducción, visto desde la perspectiva del dominio abiótico, ni el factor determinante es un "elemento" conocido del dominio abiótico. No obstante, la vida no es un miembro de la biosfera; es el principio superior que la genera. La vida es la que determina la existencia de la biosfera. Esa biosfera es relativa a los procesos no vivos o que murieron; es algo que existe de manera eficiente, pero contrario a los empiristas y positivistas; la vida misma está fuera del alcance de los principios atribuibles al dominio abiótico como tal.

La productividad del trabajo no sólo depende de la capacitación de los individuos del caso, sino también de las condiciones sociales a su alrededor, tales como la calidad del agua potable o el acceso a los servicios de salud. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU construye una barrera para evitar la entrada del agua salada en Galveston, Texas. (Foto: Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EU).

Luego, en el caso de la noosfera, lo que tenemos son materiales procesados por la noosfera que, por otra parte, se asocian con los procesos abióticos, los vivos o ambos, pero el proceso así ordenado es la expresión de un principio rector que no existe en el subdominio abiótico de la biosfera como tal. El dominio de la noosfera se define y determina por el principio cognoscitivo que los empiristas, como D'Alembert, Euler, Lagrange, Cauchy, etc., negaban que existiera; ellos negaban la existencia de ese principio idealista de razón creativa que definió como tal Platón, en particular. A este respecto, sus tentativas por definir principios económicos son yerros sistémicos inevitables.

En la ilustración más simple disponible, definimos este principio especial como uno que existe afuera de los materiales que contiene la noosfera, y afuera, en lo funcional, de los dominios de lo abiótico y la biosfera, en el sentido de que abarca a ambos a la vez. La creatividad, del modo que ocurre en realidad, no tiene lugar en los confines de los procesos específicos del dominio abiótico o de la biosfera. Reposa como un poder dentro de la mente del ser humano individual, un ser humano individual soberano.

La biosfera es la huella que deja la vida, aunque la vida misma no sea un elemento de la biosfera; y la noosfera es la huella que deja el principio específico de la mente humana individual, aunque ésta no sea un elemento de la noosfera, sino más bien su ama. Sin embargo, la vida y el poder cognoscitivo del ser humano individual, aunque la biosfera o la noosfera no los contengan en tanto principios, son poderes que existen en el universo y que forman parte integral de él.

Esa visión del universo, no como una suma de tres principios autónomos distintos, sino como el lugar donde se ubica el principio superior que combina la vida y la creatividad, es lo que unifica la totalidad y que, por tanto, constituye el fundamento indispensable de una ciencia económica competente. La incapacidad habitual de los economistas y otros a quienes les concierne, para captar la clase de distinciones que acabo de catalogar, es ahora la clave de los comunes errores sistémicos crasos en el empeño por sentar la política económica de naciones y entre naciones.

La vida y la razón creativa humana individual son principios del universo que, por su naturaleza, en su aspecto en tanto principios, están en todas partes, pero cuya expresión la limita la presencia o ausencia de condiciones apropiadas para las funciones que asociamos con la biosfera y la noosfera, de manera respectiva. Sabemos que es así, porque son principios físicos universales cuya existencia no puede derivarse originalmente de su manifestación en esos dominios respectivos. Sólo la vida puede producir vida; sólo la cognición puede producir la calidad de cognición que asociamos con el descubrimiento eficiente de un principio físico universal.

Vernadsky planteó este razonamiento, a partir de pruebas empíricas, para el caso de la vida y la biosfera, y definió el concepto para la noosfera. Lo que yo he hecho es definir la cognición por su participación característica en la función de la noosfera.

Considera algunos efectos físico–económicos típicos de estas interrelaciones funcionales como ilustraciones de lo que acabo de resumir.

En el peor extremo, el fenómeno de la existencia del ser humano individual se malinterpreta del modo que los estafadores Von Neumann y Morgenstern definen a su Robinson Crusoe.[25] Consideran al hombre como en La computadora y el cerebro, de Von Neumann, el clon pervertido de Bertrand Russell, o en Cibernética y El uso humano de los seres humanos, del otro clon de Russell, Norbert Wiener, o de la manera general afín que lo hacen los socios de "torre de marfil" de Tjalling Koopmans.

Considera algunas ilustraciones relativamente simples.

La productividad del trabajo, como, por ejemplo, en las manufacturas, no sólo depende de las destrezas de los individuos pertinentes, sino de las condiciones de la organización de la sociedad a su alrededor. El fácil acceso del hogar familiar a los servicios de salud y educativos. El acceso a la salud, como —para una prueba de esto— en caso de emergencia. La calidad de la atmósfera, del agua potable, la calidad y cantidad de la energía disponible con relación a su precio en comparación con el nivel del salario promedio. Son estas consideraciones, del modo que se amplían para incluir la consideración del desarrollo del individuo joven desde que nace, la longevidad y su calidad funcional relativa, tal como el acceso a las necesidades de la vida biológica y mental en relación con el lugar de residencia, el tiempo necesario para trasladarse al trabajo, etc., etc.

En algunos aspectos, el diseño de la comunidad, como en la planificación de una ciudad, es una consideración dominante. Por ejemplo, la conveniencia, como la virtual distancia que puede caminarse desde el lugar de residencia o de empleo, de una amplia gama de cosas y servicios, son factores decisivos en el fomento de la productividad potencial del miembro familiar. Los factores del medio ambiente que se crea y se mantiene, y que fomentan la expresión de las facultades cognoscitivas del individuo son, entre otras consideraciones relacionadas, lo que determina la productividad intelectual pertinente del individuo y de la sociedad.

Los costos y gastos relacionados con esa clase de factores de la vida individual y Familiar, y de los ambientes de la producción económica, constituyen hoy cuando menos la mitad del costo real del trabajo en la sociedad. Toma el ejemplo de la transferencia de la producción, de regiones tales como las economías nacionales relativamente más desarrolladas de Europa o EUA, a las zonas de mano de obra barata, como en la deslocalización, que acarrea una reducción de las facultades productivas netas del trabajo en las regiones combinadas, lo cual es con frecuencia un gran margen de pérdida. Esto se refleja en la reducción de la calidad de lo que se produce, y en la de su variedad disponible. Sin duda, las regiones de mano de obra barata a las que se transfiere la producción mediante la deslocalización, no representan una ganancia neta para la sociedad en su conjunto, sino que son modalidades de acumulación primitiva, mediante los costos reales combinados de la pérdida de potencial productivo en las naciones desde las que se exporta la producción, y en el saqueo de la población y el territorio totales de las naciones a las que se dirige el flujo de la tercerización. En efecto, con la deslocalización el mundo se alimenta, mientras esto pueda continuar, prácticamente comiéndose sus propias piernas.

En las observaciones sobre el tema de una economía que existe, en tanto economía total, en un espacio–tiempo físico, mismas que he hecho en las varias páginas inmediatamente anteriores, el asunto latente es un conflicto inferible entre las decisiones que afectan a toda la sociedad y la libertad de elección del individuo en dicha sociedad. Aquí es que se enfoca el problema del precio monetario que planteó el profesor Hankel. Dados esos auspicios para la discusión, ahora tenemos que meter segunda; tras haber dicho las cuestiones introductorias indispensables que acabamos de señalar, ahora tenemos que abordar el asunto de los procesos monetarios desde la perspectiva de la relación mudable de política de la mente humana con la economía física. La doctrina keynesiana promedio que tanto se mienta en el uso europeo no es la premisa de lo que ha de decirse, pero representa la contraposición más pertinente para lo que tiene que dejarse claro.

3. El significado del precio en medio de esta crisis

Para resumir los aspectos clave que he planteado en la introducción y capítulos anteriores de este informe:

Desde la perspectiva de cualquier ciencia seria, hay tres absurdos principales intrínsecos que comparten todas las teorías monetarias y del precio relacionadas que por lo común se enseñan hoy día.

Primero, en cuanto definiciones, sencillamente pasan por alto o de plano niegan el hecho esencial sobre el supuesto característico de todo el campo que tienen como premisa las teorías monetaristas en ostensible contención. El secreto de todo el asunto es que todas estas teorías monetarias no son, en efecto, otra cosa que derivados de la versión liberal angloholandesa del medieval sistema ultramontano veneciano, un legado de maldad del cual se supondría que el nacimiento de la civilización europea moderna en el siglo 15 debió haber liberado a la sociedad, pero no.

Segundo, tratan los procesos económicos como sistemas mecánicos, fundados en métodos estadísticos que presumen que las economías son sistemas tales, cuando de hecho son sistemas dinámicos, del modo que Godofredo Leibniz fundó e impulsó el progreso inicial de semejante ciencia de la economía física al trabajar en este tema en el transcurso de 1671–1716. Estos profesionales y dirigentes políticos desatienden el hecho de que las economías son primordialmente sistemas físicos, y no monetario–financieros, en los que las decisiones volitivas pueden tener como premisa —y a menudo lo tienen— los fenómenos monetario–financieros, pero en los que la reacción más esencial de largo plazo de la economía ante estas decisiones se determina en el dominio físico, no en el monetario–financiero.

Por ejemplo, como ya he hecho hincapié en varios apartados, aquí y en otras partes, la amenaza inmediata de una explosión monetario–financiera mundial se centra en el hecho de que, desde aproximadamente 1999–2001, un margen decisivo de ganancias aparentes de corto plazo en los mercados financieros ha tenido como premisa la creación de lo que es, en efecto, una deuda de largo plazo cada vez con menos valor, que es mucho mayor que las ganancias nominales de corto plazo que asegura dicho endeudamiento. La situación de las gigantescas burbujas hipotecarias sólo es típica de esta situación cada vez más explosiva. Al presente, con las políticas y reglas actuales del sistema, no hay ninguna alternativa a este aumento de la deuda de largo plazo sin garantía.

Hay una alternativa del mundo real a esta crisis, pero la solución disponible yace afuera de los confines del actual sistema monetario–financiero mundial. Esta alternativa sería: a) primero, someter al sistema financiero a la intervención del gobierno, para que éste pueda organizar las medidas forzosas de reorganización y administración financiera que se necesitan para abortar estallidos inminentes; b) crear una gran cantidad de deuda pública significativa de largo plazo, en la forma de emisiones de capital según lo establece la Constitución federal de EU (por ejemplo) para la inversión en la producción de capital físico de largo plazo que eleve el nivel actual de empleo y de producción por encima de los niveles de equilibrio duraderos de largo plazo de la cuenta corriente de la economía nacional.

En otras palabras, en vez de fomentar ganancias marginales dudosas de capital de corto plazo incurriendo en una deuda impagable en el largo plazo, estimula la economía con empleo productivo cuyos costos físicos de cuenta corriente son mucho menores que la acumulación de largo plazo del aumento de capital físico funcional que generan las modalidades de empleo para las que se incurre en la deuda.

La factibilidad de este enfoque tiene como premisa el supuesto de que hay un gran retroceso súbito y constante en las tendencias de las últimas cuatro décadas, que se alejaron del acento en las modalidades del avance tecnológico con un uso intensivo de capital que anima la ciencia, y de los aumentos correlacionados en la intensidad de la formación de capital en la infraestructura económica básica, hacia una dizque "posindustrial" de la "economía de servicios". Este cambio es, en esencia, lo que nos ha arruinado cada vez más desde entonces.

Con los cambios, de una "economía de servicios" en bancarrota que se derrumba al programa de recuperación que propongo, el valor funcional de la infraestructura hoy en pie aumentará mañana por los efectos dinámicamente determinados de los avances tecnológicos que impulsa la ciencia y los niveles elevados de la "densidad de flujo energético", per cápita y por kilómetro cuadrado.

Obviamente, a la larga, la suerte de expansión del endeudamiento en estos aspectos físicos que es indispensable para una recuperación, tienen que superar con creces el valor nominal del margen de la deuda corriente pendiente que se puede salvar. En breve, la expansión tiene que realizarse a una escala lo bastante grande como para asegurar que la combinación de la deuda vieja salvada, una vez convertida al nuevo sistema, y también la deuda nueva del mismo, sea fungible en los términos de la nueva maduración que se acuerde para dicha deuda nueva combinada.

Vayamos ahora al tercer aspecto.

Tercero, en el análisis estadístico acostumbrado de los procesos económicos, los sujetos de marras desatienden el hecho de que son las acciones que han predeterminado el estado físico futuro mejorado de la economía, las que constituyen las clases más importantes de decisiones que afectan el desenlace de la acción presente. Quien debe reinar es Prometeo, y no su hermano Epimeteo ni Zeus, el hijo de Olimpia.

La consecuencia de los errores señalados en el pensamiento de los economistas de costumbre y otros que nos conciernen, es que las teorías monetaristas del precio y otras relacionadas que solían usarse, hasta ahora, no tienen nada que ver con lo que pudiera considerarse como una ciencia económica verdadera o siquiera un mero método cuerdo de administración de los gobiernos y sus economías. Tienen más el carácter de debates sobre las doctrinas entre las facciones de alguna secta religiosa pagana, una secta fundada en una creencia supersticiosa en la magia compasiva de doctrinas que se idearon con la aparente intención de convencer al esclavo de que acepte su destino, que el de representar algún intento considerado por desmitificar las paradojas de la economía nacional en el mundo real de hoy.

La realidad económica yace en el resultado físico de los poderes aplicados (o sea, los principios físicos universales descubiertos) que se emplearon en el gasto físico que se necesita para producir ese resultado físico así mejorado. La función del dinero como instrumento de cambio y crédito, ha de subordinarse de manera eficiente a los objetivos económico reales (es decir, físicos) de la política económica nacional.

La capacidad de administrar la economía para tal efecto, exige la intervención del gobierno, más que del acento ahora de moda en la supuesta independencia benéfica del sector privado como tal. La meta debe ser mantener el equilibrio de las cuentas globales de la nación. Sólo el gobierno tiene el poder legítimo y real para administrar estas cuentas del modo necesario para causar ese efecto necesario, sin el desastre de recortar los elementos esenciales de una verdadera recuperación. Así, la circulación privada del dinero, y del crédito que se funda en esa circulación, es sólo un instrumento que se reconoce como esencial, pero que está subordinado a la gestión del crecimiento y la solvencia reales de la nación. La función de la iniciativa personal es indispensable, pero el principio constitucional del fomento del bienestar general —la "búsqueda de la felicidad" antilockeana de Leibniz— ha de regir supremo.

Puede alegarse que, si algún gobierno ahora de turno es inepto, del modo que el actual Gobierno estadounidense de Bush ha establecido una nueva marca en volcarse con imprudencia hacia las profundidades de la incompetencia, ninguna medida gubernamental tal —como lo implico— funcionará. Tengo que ofrecer dos refutaciones para esto, que debieran ser obvias. Primero, que un pueblo que no puede controlar a su gobierno, o que es sistémicamente inepto o peor en todas sus intenciones primarias, como el Gobierno de Bush, no puede culpar a nadie sino a sí mismo, por su negligencia en cuanto a esto. Segundo, el desempeño reciente del ufanado "sector privado" no sólo es peor que el del gobierno a este respecto, sino de hecho práctica y totalmente criminal en lo moral y lo económico. Le corresponde a un pueblo asegurarse de tener un gobierno competente, donde no se toleren los Enron ni nada parecido. Para ello, no hay más alternativa que dicho pueblo aprenda una importante enseñanza dolorosa en cuanto comportamiento colectivo de sus propias mayorías en las últimas décadas.

Ahora pasemos a algunas observaciones introductorias necesarias sobre la política monetaria como tal.

"Le corresponde a un pueblo asegurarse de tener un gobierno competente, donde no se toleren los Enron ni nada parecido". (Foto: Michael Maddi/EIRNS).

El supuesto fraudulento de los últimos dos siglos o más, incluso el de la señora Joan Robinson, a quien mencioné antes, ha consistido en que puede sacarse alguna aproximación a la verdad de esa cesta llena de gusanos enmarañados de la usanza moderna, que es la variedad vigente de fórmulas algebraicas inventadas que pasan por un supuesto fundamento científico del dogma monetarista.[26] Ha llegado la hora de prohibir tales encantamientos de brujería en la práctica económica; el caso es que no puede haber ninguna teoría monetaria satisfactoria. La idea de administrar una economía conforme a una teoría monetaria, tal como la de los keynesianos o la de sus rivales, es el parto de los montes a descartar, pero ya.

La ideología monetarista británica, por ejemplo, ha representado el verdadero contenido ontológico de la presunción absurda que el beneficiario británico del comercio de algodón estadounidense producido por esclavos, Federico Engels, le enseñó sin tregua a su víctima, Karl Marx: que el Sistema Americano de economía política —cuyo puro poder económico, por cierto, llevó al mundo a la victoria en la Segunda Guerra Mundial—, del que eran típicos entonces Alexander Hamilton, Federico List y Henry C. Carey, nunca llegaría a ser una propuesta seria.

Sobre el tema de la teoría monetaria y del precio como tal, tengo que repetir aquí: el más significativo de los virtuales engaños de la dizque "teoría económica" que por lo común se enseña y en la que se cree, es no captar el hecho de que a la economía mundial al presente la domina, en lo político, un sistema monetario–financiero internacional que es una continuación del sistema heredado de los siglos medievales, en los que Europa estuvo dominada por lo que se conoció como el sistema ultramontano, un sistema de imperialismo fundado en una alianza entre la oligarquía financiera veneciana y la caballería normanda. Ése es el sistema que reinó, a pesar de reformadores como Abelardo, la tradición catedralicia de Chartres, lo mejor de los franciscanos, Federico II, Dante Alighieri, etc., durante el período de las cruzadas, incluyendo la albigense y la conquista normanda, pasando por la Nueva Era de Tinieblas que lo que pasó después en ese sistema medieval le acarreó a Europa a mediados del siglo 14.

El poder de ese sistema oligárquico–financiero veneciano revivió inmediatamente después de la caída de Constantinopla, para emprender la guerra religiosa que arruinó a la Europa moderna en el intervalo de 1492–1648. Ese sistema veneciano reanimado continuó hasta nuestros días, por nuevos auspicios, como la forma liberal angloholandesa del "parido veneciano", también conocida como la "Ilustración". El rasgo esencial de la economía mundial moderna es el sometimiento de las economías del Estado nacional moderno al poder extralimitado de la fachada presente de un sistema monetario–financiero internacional posterior a 1971–1972, que es una reliquia y continuación del sistema oligárquico–financiero medieval veneciano ultramontano.

Los siguientes sucesos salientes, un poco amplificados, de este proceso, son aspectos esenciales a acentuar al abordar ahora la cuestión de los procesos modernos para fijar precios y sus alternativas disponibles. Resumo el caso pertinente como sigue.

El primer Estado nacional moderno fundado en el principio del Derecho natural constitucional del fomento al bienestar general, se fundó en la Francia de Luis XI (izq.), cuyas reformas fueron el modelo que Enrique VII (der.) aplicó en Inglaterra. (Fotos: clipart.com).

Por supuesto, lo cierto es que el derrumbe de los banqueros lombardos, de los que era típica la Casa de Bardi en el siglo 14, durante la "Nueva Era de Tinieblas" de ese siglo, sí demolió el imperialismo ultramontano que compartían la oligarquía financiera veneciana y la caballería normanda; aunque sólo en la medida que el Renacimiento del siglo 15, el cual surgió en torno al eje unificador del gran concilio ecuménico platónico de Florencia, pudo crear un nuevo sistema de gobierno fundado en el principio del bien común, como en la Francia de Luis XI y la Inglaterra de Enrique VII.

El desplome de ese sistema medieval a mediados del siglo 14 con frecuencia se le atribuye, malamente, a la propagación de la plaga bubónica. Eso elude el hecho de que las condiciones sanitarias mismas para su propagación las crearon, en especial en el transcurso de la mayor parte del siglo previo, la actividad de las cruzadas y empresas afines de corte nazi. La mitad de las parroquias y un tercio que se calcula de la población de Europa desaparecieron a consecuencia de las condiciones físico–económicas que crearon las prácticas características de la alianza normando–veneciana ultramontana.

Hoy el mundo ha venido creando una condición comparable, una condición generada por las medidas monetaristas y militares relacionadas contemporáneas que impuso la facción financiera ahora imperante de EUA e Inglaterra. Los gobiernos actuales del mundo se han vuelto prácticamente locos al adoptar las premisas axiomáticas de la planificación económica vigente; hay una relación directa entre las medidas económicas a favor de la globalización de las combinaciones internacionales de poder, y el avance de la acumulación del detonante que representa el nivel crítico del potencial actual de que broten holocaustos epidemiológicos a escala planetaria.

Por desgracia, con la caída de Constantinopla, el poder de la oligarquía financiera veneciana regresó para ahogar al mundo del Estado nacional soberano moderno de Europa en las guerras religiosas de Venecia que encabezaron los Habsburgo en el intervalo de 1492–1648. A fines del siglo 17, ese poder de la oligarquía financiera que había ostentado Venecia, se mudó al nuevo "partido veneciano" que se fundó en los seguidores de Paolo Sarpi. A este nuevo partido en ocasiones se le llamó la "Ilustración" del siglo 18 o simplemente "el partido veneciano", que tenía su centro en el entonces naciente poder imperial oligárquico–financiero y —de manera creciente— marítimo del liberalismo angloholandés. Fueron los axiomas de ese liberalismo de la Escuela de Haileybury de Adam Smith, Jeremías Bentham y David Ricardo, los que Karl Marx, por ejemplo, tomó como premisa para escribir su Capital.

Hasta la fecha, los gobiernos de Europa de después de 1971 son los virtuales esclavos de una red de dizque "sistemas de banca central independiente" con eje en Londres. La adoración de esa reliquia moderna del sistema medieval de la oligarquía financiera veneciana, de dominio ultramontano de facto sobre sus pueblos vasallos, se celebra en el sistema de adoración sectaria religiosa conocido como monetarismo. Toda la teoría monetaria hoy popular de Europa, con sus debates sobre las doctrinas del precio, es un reflejo de ese sometimiento intelectual de los Estados a la adoración de la expresión moderna de la forma ultramontana de la oligarquía financiera veneciana, de dominio imperial sobre las almas europeas. Así, el liberalismo angloholandés ha encarnado la principal forma moderna de imperialismo del planeta, desde que el de París de 1763 estableció la hegemonía imperial tácita de la Compañía de las Indias Orientales británica de lord Shelburne y demás.

Esa fachada moderna del sistema ultramontano es el acuario hoy conocido como la forma degenerada del Fondo Monetario Internacional (FMI) posterior a 1971–1972, en la que hoy mora el cautivo pez. ¡El monetarismo actual es una región de vida de fantasía circunscrita a las paredes mentales en las que nadan los cautivos ilusos más o menos con libertad! Curiosamente, pero sin que en realidad nos sorprenda, todos estos racionalismos en boga, desde el esclavismo hasta el monetarismo, entre ellos los de la prácticamente fascista Sociedad Mont Pelerin, alegan a gritos, como los simpatizantes estadounidenses modernos de las glorias de los Estados Confederados de América, ser los apóstoles de la libertad individual ilimitada.

¿El asunto de la libertad?

De manera que los depredadores financieros de hoy nos dicen que sus esclavos de deuda disfrutan los goces de la libertad, de otro modo llamados "libre comercio". Hoy, con las bendiciones de lo que así se alega que representa esa causa de la libertad, las naciones y sus pueblos en la mayor parte del mundo son los cautivos empobrecidos y saqueados del sistema depredador que se identifica como la fuente segura de estas medidas de "fortaleza en la alegría", que prometen las subsiguientes bendiciones repetidamente postergadas de la libertad. En un sentido parecido, algunos dicen, aun hoy, como las víctimas de la antigüedad, que los dioses paganos de Grecia eran buenos. Considera al Zeus olímpico como el caso aleccionador de marras para entender los problemas modernos de la libertad mediante la perspectiva que proporciona reflexionar con los ojos de la antigüedad.[27]

Se reconoce que no se permitía la libertad en el Olimpo regido por el tirano Zeus. Ese Zeus era del tipo que luego se conoció, según el Derecho romano y feudal, como un emperador, que regía un dominio en el que la persona del emperador encarnaba el poder de decretar la ley en todo ese territorio, a todos sus habitantes, incluso a reyes y príncipes. Ésta no sólo era la situación que describió el Prometeo encadenado de Esquilo; era la forma de imperialismo normando–veneciano que se llamaba sistema ultramontano, el cual se erigió con la premisa que se urdió de modo fraudulento, de "la Donación de Constantino".

Éste era el significado del Derecho que se le impuso a todos los súbditos de los diversos imperios de Mesopotamia. Ésta era la doctrina de lo que se ha transmitido desde la época del maestro de Aristóteles, Demóstenes, como el "modelo persa", también conocido como el "modelo oligárquico" del Imperio Persa y, además, de los dos Imperios Romanos y la sociedad ultramontana veneciana con la caballería normanda que imperó en la Europa medieval. Es el modelo que tomó como premisa el Imperio Británico, y también la doctrina de gobierno mundial imperial que Bertrand Russell definió como el objetivo de la propuesta que publicó en 1946, de emprender una guerra nuclear preventiva, tan pronto como fuera posible, contra la Unión Soviética. Éste es el mismo "modelo oligárquico" que la oligarquía financiera más encumbrada del mundo hoy prescribió como el franco objetivo imperialista de un gobierno mundial, bajo el dominio de la tiranía prácticamente apátrida de la "globalización".

"Así reprendieron los egipcios a los antiguos griegos: Ustedes son como niños. No tienen hombres que sean de verdad viejos. Como no saben de donde vienen, no tienen historia, y son como inocentes bebés recién nacidos a los que se arroja al paisaje de la historia contemporánea". Las grandes pirámides de Gizeh, en Egipto. (Foto: egyptphoto.ncf.ca).

Desde tiempos de Carlomagno, el intento de liberar a la humanidad de esas modalidades sucesivas de dominio imperial bizantino y normando–veneciano, que expresan la noción del "modelo oligárquico", fue la lucha continua por la libertad que plasmó la obra de Dante Alighieri, como en su De Monarchía, Dante, y el fomento de un conjunto de lenguas nacionales cultas en contra de la Torre de Babel ultramontana que tomó como modelo el antiguo modelo oligárquico imperial mesopotámico. El nuevo imperio de la ley que estableció, con un fundamento platónica, el gran Concilio ecuménico de Florencia, representó el nacimiento de la alternativa del Estado nacional moderno, el fomento del bienestar general de todo el pueblo y de todas las naciones. El primer establecimiento real de un Estado nacional moderno fundado en el principio constitucional de ley natural del fomento del bienestar general, ocurrió, gracias al valor de Juana de Arco, con Luis XI de Francia, cuyas reformas sirvieron como el modelo que se introdujo en Inglaterra con Enrique VII.

Así, aunque la idea de la verdad había existido, por ejemplo, desde la época de los pitagóricos, Solón, Esquilo y Platón, el ejercicio de los Estados nacionales de una definición veraz de libertad, como la describe la serie de diálogos y cartas de Platón, es específico de la cultura europea moderna y de su extensión renovada al mundo en general, por y desde ese Renacimiento del siglo 15. El sistema veneciano de dominio oligárquico financiero, y el sucesor de Venecia, el sistema liberal angloholandés ultramontano de "banca central independiente", son hoy el enemigo principal de la libertad en todo el mundo, porque es el imperialismo estilo ultramontano el que expresa la intención del mismo "modelo oligárquico" que manifestaba el Zeus olímpico del drama de Esquilo.[28]

Sólo cuando las cosas se ubican en esa perspectiva histórica, puede proporcionarse una ciencia económica, y una definición eficaz de libertad política en y entre los Estados, que sean competentes. La teoría sistemática eficiente del precio, contrario a los argumentos de los actuales apóstoles del dogma del "libre comercio", depende de este principio.

Como ya he mencionado antes esta cuestión decisiva, en varios de sus aspectos, en este informe, la existencia actual de la civilización europea, en particular, no puede interpretarse de manera competente en relación con cualquier aspecto importante de esta cultura, sin reconocer la unidad esencial de más de 2.500 años de evolución europea a partir de sus raíces en la relación de lo que se denomina Grecia, con el antiguo Egipto. Como lo ejemplifica la historia de la noción de poderes (la esférica, dúnamis) de un modo decisivo, la historia de la clase esencial de ideas de la civilización europea representa una continuidad ininterrumpida en esa cultura.

Las bellas ideas así contenidas en la cultura europea no son cuestión de qué evolucionó, sino de cómo. Es cuestión del proceso de cognición a través del origen, desarrollo y constancia de ciertas cualidades clave de principio de las ideas, que hoy se extienden desde esos lugares antiguos donde comenzó un diálogo de las mentes que procedió hasta la actualidad, a lo largo de milenios, propagando un diálogo continuo que se reconoce de conjunto como es debido, hasta el momento, como civilización europea.

Así reprendieron los egipcios a los antiguos griegos: Ustedes son como niños. No tienen hombres que sean de verdad viejos. Como no saben de donde vienen, no tienen historia, y son como inocentes bebés recién nacidos a los que se arroja al paisaje de la historia contemporánea. La gente demasiado obsesionada con los miedos que se asocian con su sentido de mortalidad, carecen de un sentido real de inmortalidad y, por tanto, son ciegos a la importancia de las ideas inmortales que han imperado, y que seguirán haciéndolo, cuando la mera opinión contemporánea reside, cual objeto de hastío, en los arrabales de ciudades abandonadas.

Según el Prometeo encadenado de Esquilo, la libertad es el derecho de Prometeo a permitirle a los seres humanos mortales que descubran y usen principios físicos universales. Ese Zeus olímpico es el virtual satanás que condenó a los seres humanos a vivir en un estado impuesto de bestialidad, en el que llegan a ignorar, cual bestias, los principios físicos universales. En oposición a quienes mantienen a hombres y mujeres como el ganado de Zeus, tales como el Zeus olímpico y el oráculo de Delfos, la visión contraria la expresaba la Grecia Clásica de los pitagóricos, Solón de Atenas y Platón, quienes definían el descubrimiento del conocimiento de los principios físicos universales como la libertad socrática y la manifestación de la condición natural de la mente y la voluntad de la gente libre.

En la Europa moderna imperaban dos enfoques para imponer la clase de esclavitud mental que exigía Zeus olímpico. Uno era a la manera del viejo partido veneciano, como lo ejemplificaba el fomento del fraude de la secta de Claudio Ptolomeo, incluso por medios tales como la Inquisición. Por su parte, el sistema igual de perverso de la facción de la nueva Venecia de Paolo Sarpi negaba, de forma sistemática, la existencia de cualquier principio universal conocible más allá de los confines de ese método empirista de inducción del que era típica la naciente facción liberal angloholandesa emergente del cartesianismo, del modo que la representaron John Locke, Bernard Mandeville, François Quesnay y David Hume; los cipayos de lord Shelburne, Adam Smith y Jeremías Bentham; y las redes voltaireanas de Euler y Lagrange.

El problema en el debate de siempre sobre el tema intitulado "libertad", es que la discusión habitual, como la de los doctrinarios que se asocian con el sentir de la Sociedad Mont Pelerin, por ejemplo, hace referencia a la libertad animal depredadora, en vez de la humana, en vez de la que libra de la crueldad intrínseca de la ignorancia. Esto quiere decir libertad de cosas tales como los prejuicios populistas, como la que muestra el la dedicación a una búsqueda de la verdad, en el sentido de la verdad científica.

Así, designemos el uso de la palabra "libertad" para señalar una cualidad de elección específica de la naturaleza del ser humano individual, pero que está ausente en las bestias. Libertad, entonces, significa libertad de la tiranía satánica de ese Zeus olímpico que retrató Esquilo, y de la que fue típica la Esparta de Licurgo.

Esta noción dinámica de una lucha constante a favor de la libertad, ha de ser el aspecto central del diseño del Estado nacional soberano republicano moderno y, de este modo, el fundamento para definir el modo en que debe expresarse la libertad en temas particulares tales como el asunto de idear cómo los gobiernos responsables deben guiar el movimiento de los precios, de modo tal que evolucionen en el provecho común de y entre las repúblicas modernas.

3.1 La obligación con el futuro

Al menos cerca de la mitad del producto físico total de una forma saludable de economía moderna se dedica a generar beneficios al servicio del futuro, un futuro de hasta de una, dos o más generaciones por venir, tanto como al producto comercial que se produce para su consumo en el corto plazo relativo de uno o dos años.

Estos dos acólitos del altar satánico del agrarista de Nashville William Yandell Elliott, El Zbigniew Brzezinski (izq.) de Harvard y Henry Kissinger, fueron los iniciadores de la "deslocalización" durante sus respectivos períodos con asesores de seguridad nacional de EU. (Fotos: Stuart Lewis/EIRNS).

La consecuencia de este hecho es que el resultado contable del año en curso no es una evaluación competente del desempeño económico actual de una nación, sino un cálculo medido del aumento en el cambio reciente de esa economía en el potencial que se define en términos dinámicos, para dentro de cinco, diez, veinticinco y cincuenta años. Estos hitos futuros se determinan y reflejan la realidad del ámbito de largo plazo de las inversiones corrientes de capital que tienen una vida útil de cinco, diez, veinticinco y cincuenta años en el futuro, respectivamente. En vez de medir el desempeño de los últimos años a la fecha, mide el cambio en el potencial futuro que puede proyectarse a partir de los cambios recientes en los factores de capital. Piensa en la inversión actual en un niño recién nacido que, en el EUA moderno, llegará a la madurez económica adulta dentro de veinticinco años.

Con el Sistema Americano de economía política, el elemento que domina la creación y mantenimiento de la infraestructura económica básica, es la función del Estado en el ámbito federal, estatal y local, como se había hecho tradición entre nosotros, antes de las medidas depredadoras y destructivas que dirigió Zbigniew Brzezinski, de la Comisión Trilateral, de 1977 a 1981. La creación de empresas de servicios públicos concesionadas como entidades protegidas que operan en el interés público general y se usan para el ahorro de los ciudadanos, ilustra los modos apropiados en que el capital privado coopera con la autoridad pública en este campo. Europa ha tenido disposiciones similares en el pasado, para la satisfacción primera de su ciudadano común típico.

Ahora bien, en los últimos 40 años desde más o menos 1965–1966, pero con más fuerza desde 1971–1972, las principales naciones de las Américas y Europa han destruido la mayor parte de la infraestructura económica básica combinada, y de la capacidad productiva moderna y el nivel de vida, de los que ha dependido la capacidad de la sociedad para producir un margen físico neto de ganancia sobre las necesidades actuales; esto se ha reducido a valores ahora negativos. En lo principal, esta destrucción se ha llevado a cabo con un cambio de paradigma cultural, del que asociamos con el Gobierno estadounidense de Franklin Delano Roosevelt y las décadas inmediatas siguientes, al de una "economía de servicios" dizque "posindustrial", en combinación con la destrucción sistemática de la capacidad productiva de las economías otrora más importantes de Europa y las Américas. Este cambio hacia la deslocalización se hizo con el fin de saquear a naciones extranjeras a precios por debajo del nivel necesario para impedir que su crecimiento restringido meramente aparente alcanzara a la masa de una proporción mucho más grande sus poblaciones, para la que no se ha tomado ninguna medida apropiada, ni sería posible hacerlo, ni siquiera en el largo plazo, con los precios y tendencias mundiales vigentes.

Esta destrucción, que se emprendió a cabalidad durante la gestión de Henry A. Kissinger y Zbigniew Brzezinski, los ex acólitos del altar satánico del fanático agrarista de Nashville y profesor de Harvard, William Yandell Elliott, como asesores de seguridad nacional, se institucionalizó a gran escala en aquellos 1970, hace unos 30 años.[29] Como la vida útil normal de la inversión típica en obras públicas y cosas parecidas, como en el caso de las plantas de servicio eléctrico, es de una a dos generaciones, en 2005 llegamos al grado del agotamiento de buena parte de la infraestructura económica básica de la que ha dependido la la economía estadounidense, que ha venido reduciéndose en las décadas intermedias. Esta consideración, en y por sí misma, debiera advertirnos que la embestida actual del derrumbe monetario–financiero tiene implicaciones de una calidad mucho más grave que las del desplome de Europa y EUA en el intervalo de 1928–1933. Esto, por sí mismo, es como un dedo de advertencia que apunta a la inminencia de una crisis de desintegración general, más que a una mera depresión.

Así que, si las naciones dependieran de la acumulación ganada de capital que puede invertirse para el mantenimiento de la sociedad, sería inevitable un desplome mundial prácticamente genocida de la civilización. La actual estabilidad política, económica y social de las naciones y pueblos de Europa y las Américas (por ejemplo) depende ahora de la creación abundante de capital de crédito estatal para programas de desarrollo a gran escala de la infraestructura básica moderna y las capacidades productivas, con los cuales elevar el nivel de la producción de bienes, per cápita y por kilómetro cuadrado, por encima del nivel de equilibrio físico–económico. Esta inversión estatal necesaria es monumental. No hay ahora un abasto adecuado de capital privado de inversión para este propósito. Tendrían que crearlo los gobiernos, y mediante acuerdos entre ellos.

Cuando se aplique, si se aplica, la estrategia necesaria que acaba de indicarse, le habremos dado marcha atrás a la tendencia ahora desastrosa en las finanzas y la economía física mundial. En las últimas décadas, en EUA, Europa y otras partes, hemos venido manteniendo una tasa nominal de ganancia en los mercados financieros, en lo principal en el aspecto especulativo de estos mercados, al aumentar la masa real de una deuda de largo plazo cada vez más dudosa con más rapidez que la generación de ganancia financiera aparente de corto plazo y relacionada. Entre tanto, los pobres tontos crédulos procuran mantener a raya sus propios temores, con un esfuerzo por regocijarse: "¡Ah, se equivocan! ¡Miren como va el mercado hoy!" El caso de las monstruosas y ahora altamente explosivas burbujas financieros de los valores hipotecarios, incluso sólo las de las naciones angloparlantes, son una carga de los sistemas bancarios y relacionados del mundo lo bastante explosiva como para causar, no una mera depresión mundial, sino una crisis de desintegración que podría visualizarse como una repetición del desplome de Alemania en 1923, pero a una escala mundial.

Esta desintegración económica ahora inevitable del sistema monetario–financiero mundial, es la que han venido creándole al presente las necedades de las principales potencias y también la idiotez creciente de la opinión popular, en los últimos cuarenta años.

En las condiciones actuales de la embestida de una crisis de desintegración, la cuestión de formular una nueva política general de precios no es cosa de generalidades; esto exige especificaciones concretas para una situación de crisis mundial concreta.

Cómo definir un precio

El cálculo del precio relativo de cualquier cosa no debe partir del intento de definir el precio de un artículo en particular. hay que dividir el producto total de una economía nacional o grupo de economías nacionales en varias categorías grandes, que incluyen, como es obvio, el costo de vida de toda la población. La cantidad de ingreso físico, más que monetario, que necesitan esos hogares, de conjunto, es el punto de partida para calcular los precios.

Este factor del ingreso agregado de los hogares no es independiente. Has de recordar, una vez más, que tratamos con un proceso que sólo puede entenderse de manera competente como un proceso dinámico, no el mecánico que se adopta a lo tonto para los estudios estadísticos de costumbre e informes nacionales relacionados en los que gobiernos crédulos y otros por lo general fundan la formulación de las racionalizaciones que se ofrecen en el intento por engañar al público para que simpatice con alguna medida gubernamental.

Extiéndete por un momento a la clase de tareas conceptuales que tenemos que enfrentar al preguntarnos a cuánto debe ascender el nivel apropiado del ingreso de los hogares. Por ejemplo: ¿cuál es el nivel cultural que tenemos que mantener en el hogar y la comunidad que habita como parte orgánica de un sistema dinámico? En otras palabras, ¿cuál es el nivel de desarrollo cultural que tiene que alcanzar ese nivel de ingreso físico en esa comunidad?

El lapso de vida en la sociedad moderna llega a un nivel que pasa de los 80 años, suponiendo que se proporcionen las alternativas de tendencias ahora disponibles de sanidad, alimentación, medicina preventiva y otros servicios de salud.[30] En la sociedad moderna, nosotros, al pensar como economistas físicos, tenemos que suponer, para la civilización europea moderna, que los primeros veinticinco años de la vida del individuo se le asignarán a la educación y asíntotas similares para otras partes de la población mundial en el transcurso de las próximas dos generaciones.

Aquí encontramos una gran fuerza. Ahora nos vemos obligados a repasar el material que en las secciones previas de este informe, insistí que era un requisito científico para formular las medidas de recuperación económica de hoy. Para esta fase de nuestro razonamiento, llamémoslo el principio de Heráclito.

Por "cambio", debemos entender las implicaciones reales del aforismo de Heráclito, del modo que sigue ilustrándolo el diálogo Parménides de Platón, con tanta nitidez como cuando fue escrito: la confusión al parecer insoluble, como la del propio Parménides del diálogo, entre los típicos profesores metodológicamente reduccionistas de economía y otros hoy. La sustancia de la realidad yace en el proceso de cambio, no en sus productos. En ningún dominio de importancia vigente es más importante esa distinción, con más urgencia un tema de reflexión, que en el problema de escapar del modo fatal de pensamiento económico que hoy impera en el mundo en general.

Mientras que los tontos pedantes enseñan que el orden de la naturaleza exige una explicación del nexo entre dos estados autoevidentes de existencia particular, nosotros, quienes preferimos ser cuerdos adherentes a la causa de la especie humana, debemos seguir el ejemplo del descubrimiento único de Kepler de la gravitación universal, el principio del descubrimiento único de Leibniz del cálculo infinitesimal, el principio universal de Leibniz de la acción mínima física ligado a la catenaria: ese principio de cambio que por sí mismo genera los estados particulares de existencia, es el que representa la realidad ontológica primaria a considerar en un sistema dinámico, como los definieron los antiguos pitagóricos, por ejemplo, y la ciencia física experimental europea moderna del cardenal Nicolás de Cusa y seguidores declarados suyos como Luca Pacioli, Leonardo da Vinci y Johannes Kepler.

Lo que hay que destacar en este intervalo inmediato del presente informe, es que la única diferencia funcional entre los miembros de una especie inferior de simios y los seres humanos, es que éstos pueden cambiar para mejorar su naturaleza superficial aparente en tanto especie, mediante una clase apropiada de acto volitivo, el acto de descubrimiento de un principio físico universal del universo que puede demostrarse por experimento. La realización de estos descubrimientos para su aplicación, es lo que expresa ese principio de cambio que ubica al ser humano individual por encima de un mero mono.

Luego están quienes, como simios, se distinguen por no lograr nada de importancia para su especie, gracias a su habilidad para trepar hasta la cima de un árbol genealógico.

El problema es que la mayor parte de la teoría económica se escribió como una supuesta descripción del comportamiento de simios, que enseñan profesores que, quizás por un sentido de orgullo de su especie, procuraban, como Milton Friedman y George Shultz de Chicago, o Norbert Wiener y John von Neumann, no sólo hacer de sus estudiantes un simio, sino de todos aquellos de entre sus víctimas a los que se ha inducido, de uno u otro modo, a creer en la doctrina estadística de la "magia del mercado".

El aspecto pertinente de la ciencia física que corresponde a la función de las transformaciones denominadas descubrimientos científicos, es el que de manera implícita abarca la hipergeometría física riemanniana que tiene como premisa el cimiento de la aplicación de lo que Riemann llamaba "el principio de Dirichlet", el cual he comentado antes que abarca el dominio de su teoría de las funciones abelianas. La continuidad de esos cambios hipergeométricos ordenados que corresponden a secuencias de descubrimientos de principios físicos universales que atañen a la economía física, identifica la clase de secuencias de acontecimientos que corresponden al principio ontológicamente real de cambio en el que tenemos que ubicar la función característica de una forma exitosa de economía humana.

Para decirlo en términos profanos, el ritmo al que se realizan los virajes tecnológicos de marras en los cánones sociales, es el hecho "heraclitiano" característico que ha de servir como premisa de la noción de la sustancia de los procesos físico–económicos. Uno puede aproximarse, en efecto, a esta noción que, como se sabe, implica consideraciones que rebasan la capacidad de la mayoría de los economistas hoy en funciones, diciendo que nosotros, en la función de economistas, tenemos que instruir a nuestros colegas a que adopten cierta tasa realizable de progreso físico–tecnológico en las facultades productivas del trabajo, que pueda demostrarse en la práctica. Esta alternativa pragmática ha de emplearse para representar el efecto de este viraje riemanniano ascendente en un proceso económico saludable.

Esto significa, en la práctica, que presumimos que el proceso de educación general en las escuelas se orientará lejos del pensamiento reduccionista, hacia un acento en que el estudiante experimente el acto riguroso de descubrir un principio físico universal antes desconocido para él. Debemos suponer que estamos alimentando el hábito de esa clase de descubrimiento revolucionario de ese la experiencia de los jóvenes, a fin de que la sociedad cese la actual costumbre "ambientista" de procurar que nuestros niños y jóvenes se conviertan en virtuales simios.

En la medida que podamos suponer con justicia ese factor constante de mejora tecnológica más o menos dirigida en los hábitos sociales cotidianos de nuestra población, podremos presumir un ritmo razonable de aumento de las facultades productivas del trabajo per cápita y por kilómetro cuadrado.

En ese caso, cuando hacemos esa hipótesis de trabajo, tenemos dos fuentes adicionales de ganancia física real que incorporamos a la organización de la economía nacional.

En este caso, el poder que expresa la actividad tecnológicamente progresista de la fuerza laboral complementa e interseca de manera dinámica las mejoras que se hacen, con el tiempo, en el dominio abiótico y en la biosfera en general.[31] Si incluimos el efecto del desarrollo progresista y la expansión de la biosfera y la infraestructura económica básica combinadas de la sociedad y su producción, entonces una visión de esta relación como un proceso de verdad dinámico significa que la aplicación del avance tecnológico en las facultades manifiestas de la fuerza laboral actual, multiplica el beneficio que guarda el mejoramiento de la acumulación de largo plazo, tanto de las inversiones de capital de largo aliento en la producción, como de la infraestructura económica básica. Con todos estos factores combinados, el producto neto de la sociedad, per cápita, sería significativamente mayor que si las mejoras sólo se limitaran al desarrollo de los miembros de la fuerza laboral.

Así, se ha dicho con razón en el pasado, que entre más grande sea el margen del producto vigente que podemos canalizar hacia el ahorro que se invierte en la forma de infraestructura económica básica útil y mejoras al capital de producción, sin menoscabo de un nivel de vida saludable, mayor el ritmo al que aumenta el provecho que deriva de las facultades productivas mejoradas del trabajo empleado, mayores los beneficios para los hogares de esos trabajadores a medida que maduran, y mayor el ritmo al que aumentan las oportunidades de empleo de buena calidad. Esto, por supuesto, es una respuesta adecuada a los luditas que proponen que el avance tecnológico "quita empleos", o al fanático trastornado que sugiere que el progreso tecnológico es malo.

Entonces, por ende, una vez que tomamos en cuenta incluso estas consideraciones descritas de modo general, deberíamos empezar a ver con más claridad cómo el mejoramiento de las facultades productivas intelectuales del trabajo no sólo define una relación con todo el proceso productivo, sino con los miembros de la población así representados en tanto fuerza laboral y, de otro modo, con los de la familia.

En una primera aproximación, debemos tratar de "perfeccionar" el equilibrio de las relaciones entre las asignaciones a la inversión de capital productivo y para el ambiente, y el ingreso familiar real que necesita la población de la fuerza laboral. Hoy el supuesto razonable es que la infraestructura económica básica, cuando se define como es debido en cuanto a las cualidades de contenido, al presente debe converger con aproximadamente la mitad del producto total.

Esto se traduce rápidamente en una demanda esperada para un plan de empleo pleno congruente con esos requisitos enunciados. No podemos darnos el lujo de tener desempleo, no sólo por el de mantener a las familias de los empleados, sino porque no podemos permitirnos distraer a una parte significativa de la población que constituye la fuerza laboral potencial, en formas de empleo no productivo o relativamente no productivo, tales como el desmoralizante trabajo inútil inventado que se ofrece como alternativa al desempleo.

Es más, no debemos emplear a la gente a niveles técnicos reducidos porque así lo decidamos, trátese de la producción o de la infraestructura económica básica. Esa política, a su vez, exige un acento en la inversión más o menos intensa de capital (físico) en ese sector.

Por tanto, para no sólo seguir elaborando aquí aspectos que deben ser obvios para los economistas y categorías afines, ahora estamos en la posición adecuada para definir el modo de principio en que debe abordarse el tema de los precios.

El perfeccionamiento como determinante del precio

En cuanto se ponen sobre el tapete esta clase de opciones de perfeccionamiento, éste se transforma, de una contabilidad de costo corriente, en una cuestión de política económica nacional de mediano a largo plazo.

La amenaza de la crisis que pende sobre India y China se disfraza con la ilusión de que los beneficios de la globalización para una fracción minoritaria de sus pueblos define a estas naciones como las superpotencias del futuro. Línea de ensamblaje en Hong Kong. Desde los 1980, ha habido una explosión en la producción para la exportación, con condiciones de explotación para los obreros y un gran empobrecimiento de las regiones rurales. (Foto: Consejo de Desarrollo Comercial de Hong Kong).

Primero, el gobierno tiene que escoger un conjunto de valores físicos que se determinen científicamente y correspondan a una norma de política de ingresos de referencia. Esto ha de traducirse, por extensión, en un ritmo previsto de progreso tecnológico y relacionado, y, por ende, de los avances consiguientes en la composición del conjunto de valores físicos que componen el nivel necesario de una norma de política de ingresos.

Segundo, el gobierno debe definir, de modo científico, un nivel necesario de dedicación proporcional de largo plazo al desarrollo y administración de una política de infraestructura económica básica.

Tercero, el gobierno ha de definir las funciones agroindustriales y técnico–científico–profesionales necesarias como servicios para todos los sectores del proceso económico. Esto anticipa cierto ritmo y dirección del progreso científico–tecnológico para la agricultura y la industria, y, en otro sentido, para la sociedad.

Cuarto, tiene que definir objetivos agrícolas e industriales, al considerar la función del uso intenso relativo del capital físico.

El punto de partida de la política monetaria ha de derivarse, en lo primordial, del uso de la dedicación al progreso científico y tecnológico relacionado, como la palanca para alcanzar los niveles propuestos cada vez mejores de desarrollo de toda la fuerza laboral potencial y el mejoramiento de su ingreso. Debería ser obvio que hay una cierto nivel de referencia para el ingreso hogareño en general, y de ajustes complementarios que se hacen para cumplir con los requisitos de categorías particulares de empleo. Sin embargo, el nivel de referencia así ajustado, proporciona el precio indicado de la moneda en toda la economía.

Un enfoque dinámico para la toma de decisiones demanda la formulación de estos objetivos generales, para mejorar las facultades productivas físicas del trabajo, per cápita y por kilómetro cuadrado del territorio.

En este y otros respectos relacionados, la mejor experiencia del pasado muestra que el gobierno puede informarse al grado de poder prever el avance en general de la tecnología, y conseguir el consejo experto para evaluar el ritmo general al que podría permitirse que se dé semejante avance. El programa espacial de EU, como funcionó durante el programa del alunizaje tripulado, es una demostración de cómo los "programas relámpago" que anima la ciencia tienen un efecto de "derrama" en la productividad potencial mejorada del trabajo en la economía en general.

Por otra parte, sin embargo, el potencial del miembro individual de la sociedad no puede predecirse de ningún modo mecánico simple. Podríamos sospechar qué sectores de la sociedad sería más probable que produjeran cierta clase de descubrimiento útil, pero el conocimiento anticipado de quién exactamente presentará tal beneficio o exactamente cuándo, con frecuencia se nos escapa.

No obstante, al margen de adivinar bien con una precisión razonable a este respecto, la historia del desarrollo de Alemania con las reformas de Bismarck que inspiró EUA, de 1877 en adelante, como da fe de ello el papel que tuvieron Siemens y Rathenau en ese período, muestra que los programas que anima la ciencia sí funcionan en proyectos de gran escala, pero también que proporcionan el ambiente en el cual las empresas de máquinas–herramienta y otras afines más pequeñas, propiedad de pocos accionistas, hacen una contribución esencial, en tanto clase de empresas, a los logros principales que son sólo más conspicuos en los éxitos de las grandes empresas.

Así que tenemos que dar un margen significativo para las variaciones en cuanto a esto; quizá no podamos predecir con exactitud cuándo y dónde se generarán ciertos beneficios, pero podemos y debemos fomentar las condiciones en las cuales podrían darse, y reconocer, aceptar y asimilar como es debido el surgimiento de tales sucesos.

El margen eminentemente deseable de incertidumbre en esta materia define un margen deseable de excentricidad en el sistema social; de hecho, la proporción más grande de progreso científico, tecnológico y artístico clásico puede aportarse desde ese margen de excentricidad. Entre más grande es el grado de desarrollo de la población, mayor este margen de excentricidad, un aumento potencial de la felicidad general que los malos ideólogos de las entidades —a menudo ineficientes en lo tecnológico— del sistema económico civil soviético pasaron por alto de un modo conspicuo.

Por tanto, tenemos que crear un grado correspondiente de flexibilidad de los precios, las ganancias, los salarios y demás en la economía entera. Sin duda, entre más grande sea el margen de innovación productiva en toda la economía, mayor es su ritmo de crecimiento neto, el éxito de sus empresas y el nivel físico real de ingreso.

La experiencia de los últimos siglos en Europa y EUA, en especial desde la victoria estadounidense contra la Confederación, ha demostrado, una y otra vez, que el factor de crecimiento que puede preverse como consecuencia de una combinación de tareas e innovación flexible predeterminadas de la iniciativa individual y privada, es preeminente en la determinación de los diferenciales deseados. Lo que puede preverse como necesario es que la consideración primordial es, qué ritmo decidimos procurar para que el producto físico–económico de la economía crezca, per cápita y por kilómetro cuadrado, tanto de modo planificado como espontáneo, para tal efecto combinado como hacer que algunos sectores crezcan de una manera particular, incluso con opciones tales como un acento en tasas especialmente altas del aumento en el uso intensivo de capital que pretende alcanzarse, como para programas con un motor científico, más que otros.

Por ejemplo, considera el programa de crédito fiscal a la inversión del Gobierno de John F. Kennedy.

Con semejantes programas bien elaborados de crédito fiscal a la inversión, el amigo que se apresura a gastar sus ganancias como ingreso personal conspicuo o a invertirlo en alguna suerte de apuesta, paga todo el impuesto normal sobre ese ingreso. Sin embargo, aquel que reinvierte de manera sustancial a largo plazo para ampliar la economía y elevar el nivel tecnológico y de la productividad física, o que desempeña un servicio necesario que no proporciona el gobierno, está haciendo algo por la nación, en lo que de otro modo hubiera tenido que gastar el gobierno. Y su gravamen se reduce de conformidad.

Por señalar algunos extremos que confirman la regla, considera el asunto del gravamen al ingreso ilícito, como el del narcotráfico. Además de la cárcel, paga una prima; es más, su obligación tributaria deviene en una vulnerabilidad adicional para que lo detecten las agencias antinarcóticos.

El caso más general es la afición apropiada del gobierno por los beneficios tecnológicos inesperados, en especial por aquellos que contribuyen de manera significativa a acelerar el ritmo de crecimiento físico–económico, per cápita y por kilómetro cuadrado.

Éstas son cuestiones en las que la previsión la dicta en gran medida la experiencia exitosa de décadas más felices de la vida económica agroindustrial y relacionada. Ahora viremos nuestra atención a un cambio decisivo de suma importancia que está por a la economía mundial muy pronto, siempre que evitemos dar de tumbos hacia la nueva Era de Tinieblas planetaria que ahora nos amenaza.

El factor de la noosfera

Si presumiéramos que nuestros gobiernos decidirán impedir que continúen esas medidas pro monetaristas vigentes que condenan al planeta a una nueva Era de Tinieblas prematura y prolongada, la densidad demográfica creciente de las naciones del extremo sur y oriental de Asia alberga la semilla en germinación de lo que podría denominarse, de manera eufemística, una gran crisis de expectativas. Esa amenaza inminente de una crisis al presente la disfraza el muy popular engaño de que los beneficios de la globalización para una fracción minoritaria de las poblaciones respectivas de India y China, por ejemplo, definen a estas naciones como las superpotencias ya predestinadas del futuro.

Las naciones de Asia en general tienen alternativas prometedoras, pero dependen de cambios radicales en los modos de pensar ahora imperantes, no sólo acerca de estas naciones y entre ellas, sino sobre el mundo en general.

Las ventajas que algunas naciones de Asia parecen haber asegurado mediante la globalización del "libre comercio", implican fijar los precios de sus exportaciones al mercado mundial por debajo del nivel de ingreso nacional por este concepto que se necesita para aliviar la opresión económica, la cual a menudo empeora en la actualidad entre los pobres de esas u otras naciones en condiciones parecidas. Este agravamiento de la pobreza de la gran masa de los desposeídos refleja las consecuencias del margen de ventaja del precio de las exportaciones de estas naciones, de las que en realidad dependen al presente para lograr un factor marginal que la antigua convención económica ha denominado "acumulación primitiva": el aumento del ingreso relativo de la nación mediante el saqueo de una parte relativamente enorme de su propio pueblo y territorio o del de otras naciones.

En este momento estamos en el umbral menguante de un súbito derrumbe monetario–financiero mundial, un derrumbe que tiene su origen, en lo principal, en Norteamérica, Europa y Japón, uno que, una vez que se desate, significará un desplome general de los mercados de exportación de las naciones que recientemente han recibido las ganancias de los márgenes de exportación de las últimas décadas, ganancias que generó la aceleración de las condiciones y prácticas de "deslocalización" de las naciones de Norteamérica, Europa y otros lugares de lo más notable. Este derrumbe afectaría a la vasta población de pobres de estas naciones, poniendo en primer plano la crisis potencial al seno de las naciones asiáticas, con consecuencias explosivas prácticamente inevitables.

Si por el contrario, no sólo demoramos en recuperar el juicio en Europa y las Américas, sino lo bastante rápido como para aludir la embestida actual de la crisis de desintegración general del sistema mundial, las implicaciones de la población desesperadamente pobre que crece enormemente en Asia serán el reto manifiesto que encararemos en lo inmediato. Esto pone en juego el factor Vernadsky, de la manera siguiente.

Esto plantea un desafío de una cualidad nueva, que hoy rebasa la imaginación o el interés de la mayoría de los gobiernos del mundo, entre ellos de manera más categórica el Gobierno estadounidense de Bush. Éste es el desafío implícito en esa obra de Vernadsky que he referido, una vez más, en este informe.

Comienza con la cuestión ejemplar de las materias primas básicas y otros recursos estrechamente relacionados.

Las fuentes primarias tradicionales de tales recursos están en la biosfera, más un margen creciente de recursos que se extraen de las acumulaciones como de fósil en la noosfera. Persiste cierta pregunta obstinada de si el petróleo pudiera ser, a diferencia del carbón fósil, producto de procesos no vivos continuos del planeta. De otro modo, "materias primas básicas" por lo general se refiere a la parte fósil de la corteza terrestre que forma parte de la biosfera.

Aquí, por ejemplo, cuerpos antes vivos han dejado su huella, como una concentración de minerales que de otro modo no serían accesibles, excepto extrayéndolos. De hecho, a este respecto, por supuesto, las regiones oceánicas son hoy mucho más significativas para el futuro que las terrestres. La atmósfera misma es más que nada un elemento fósil de la biosfera.

El zar Pedro el Grande de Rusia. El legado de la experiencia rusa en la gestión de materias primas se remonta a sus visitas al centro minero y científico de la ciudad alemana de Freiberg. Esta experiencia es ahora de importancia decisiva para el futuro del planeta.

Entonces, por supuesto, los planetas del sistema solar son en lo principal un fósil de la actividad del Sol, desde su existencia primitiva como un cuerpo kepleriano prácticamente solitario que gira a gran velocidad, un sistema solar cuya tabla periódica natural la generó más que nada, casi con certeza, algo como la fusión termonuclear polarizada en la vecindad inmediata del cuerpo de la esfera solar, pero que, como destacó Vernadsky, ha venido experimentando un decaimiento isotópico radiactivo de gran parte de la tabla periódica de los elementos que creó el Sol en el transcurso de los miles de millones de años del caso, hasta la fecha.

Conforme aumenta la proporción de la noosfera con respecto a la biosfera, y la de la biosfera con respecto a a la masa de nuestro planeta, la relación de la humanidad con nuestro planeta y con el sistema solar también cambia de manera radical. De modo que, en los últimos siglos, aproximadamente de 1400 a 2005 d.C., la relación de la humanidad con el planeta y, por ende, con el sistema solar, ha venido sufriendo lo que se mediría, en una escala de tiempo geológico, como una transformación rápida de la correlación funcional de la humanidad —una dinámica, más que mecánica— tanto con nuestro planeta como también con nuestro sistema solar. Hoy, con el derrumbe general del actual sistema monetario–financiero mundial que ahora nos embiste, estos acontecimientos de largo plazo han chocado —¡chas!— con el futuro inmediato de las naciones del extremo sur y oriental de Asia y sus islas.

Al menos éste es del modo más categórico el caso para el presente. Sin embargo, aunque el efecto inmediato se experimente implícitamente allí, las implicaciones funcionales a escala planetaria de este acontecimiento en Asia tendrán repercusiones inmediatas y cualitativamente profundas, que exigirán cambiar elementos de fe y de política decisivos en Europa, las Américas y otras partes.

Toma como ejemplo la función clave que debe desempeñar el papel histórico de Rusia y sus actuales atributos científicos y de otra índole en tanto nación eurasiática. La gestión, incluyendo la transmutación de los depósitos de recursos minerales esenciales, por sí sola, no podría llevarse a cabo sin extenderse al legado de siglos de Rusia, desde las visitas del príncipe y zar Pedro el Grande al centro minero y científico de la actual Academia y otrora Universidad de Freiberg, en el actual estado alemán de Sajonia. La experiencia soviética presoviética de Rusia en éstas y cuestiones relacionadas, en Liberia y regiones afines, es de importancia fundamental para el planeta hoy día.

El reto que encaramos, y que acabo de señalar, lo acentúan los problemas que plantea el clima de Siberia, que es quizás el foco de la principal concentración terrestre de los recursos minerales pertinentes del mundo. El desafío de explotarla es significativo, a veces al parecer demasiado, pero hay un asunto científico más profundo que involucra la competencia científica especial de estos científicos rusos y relacionados, y se extiende al ámbito de los retos sin resolver que dejó la obra inconclusa del descubridor ruso de la tabla periódica, Mendeléiev, quien alguna vez fuera profesor de Vernadsky.

Lo que ha de aprenderse de esta región del mundo, cuya importancia particular estriba en sus relaciones de largo plazo con Japón, las Coreas, China, India y demás, es la pertinencia de su placa terrestre, cuya función futura es paradigmática del desarrollo de mediano a largo plazo de las grandes regiones correspondientes de África, Sudamérica y otras partes.

Cuando reunimos las reflexiones sobre las implicaciones del problema de Asia que acabo de resumir, debemos reconocer que la humanidad ha llegado al final de un largo período de aprovisionamiento relativamente primitivo para la existencia de nuestra especie. El mundo ha entrado ahora a una época en la que no hay espacio para los Robinson Crusoe. Ya no podemos depender de extraer los recursos naturales que deja la evolución de la biosfera; ahora tenemos que emprender la generación de isótopos y otras opciones de una aplicación mejorada de la química física, de la cual llegarán ahora a depender los medios de subsistencia de la creciente población mundial.

Contrario a esos histéricos habituales conocidos como "ambientalistas", no hay una escasez objetiva de los materiales necesarios para mantener el progreso en la escala o calidad de la vida humana. Más bien, hemos llegado al momento en que cada vez más tenemos que depender de producir lo que estábamos acostumbrados a robar.

El reto inmediato en todo esto, nos lleva de regreso al problema paradigmático para el presente que acabamos de mencionar: el caso ejemplar presente de India y China. El costo físico de la vida y el precio físico de los productos de naciones como India, China y casos comparables, ha de aumentarse de manera sustancial. Debemos proporcionar el crecimiento del ingreso per cápita lo bastante como para sacar a los desposeídos de Asia de la pobreza perpetua; esto, mediante el desarrollo físico–económico, que incluye cumplir las metas del avance científico que acabo de señalar. Los costos físicos de hacerlo deben cargársele a los precios, y tienen que satisfacerse.

Este reto no puede superarse sin darle marcha atrás a las tendencias de los últimos cuarenta años y pico en las economías de Norteamérica, Europa y demás. Tenemos que alejarnos ahora, por completo, de la locura suicida colectiva de la idea de la "economía de servicios", hacia lo que será un conjunto agresivamente científico y progresista en lo tecnológico, orientado hacia la producción, de modalidades de un uso intensivo de capital y densas en "energía", en la infraestructura económica básica y la producción. La consecuencia de esto será un cambio ahora indispensable de orientación, un cambio sin el cual la civilización no puede sobrevivir. La decisión debe tomarse ahora, o el precio de no hacerlo significará la destrucción de la civilización por un período de tiempo considerable.

Reflexiones sobre Alexander Hamilton

La enseñanza de este informe es, primero, que se ha llegado el momento de que la existencia continua de la civilización sea ahora el único asunto importante a considerar en la toma de decisiones por parte de cualquier gobierno cuerdo. La pregunta más primordial es: ¿estamos por fin preparados para expulsar el legado veneciano que aún impera en la forma Estados cuasiesclavos que moran y laboran bajo la tiranía de los eufemísticamente hoy llamados sistemas de banca central independiente, sistemas de tiranía oligárquico–financiera que han llevado ahora al mundo entero al borde de una nueva Era de Tinieblas planetaria de una duración imprevisible? El monetarismo, en sus permutaciones como una peste genocida, debe expelerse, o los desesperados de la edad oscura que surgirán de entre nosotros nos arrebatarán la civilización como la conocemos.

Es esencial que los europeos entiendan las implicaciones de los informes del primer secretario del Tesoro de EU, Alexander Hamilton, en cuanto a la banca y las manufacturas, para limpiar su mente de las opiniones obcecadas que tienen sobre la historia estadounidense. (Foto: Archivos Nacionales de EU).

Por tanto, los hábitos de la política de precios que han de eliminarse por los motivos que ya he señalado, deben considerarse desde una perspectiva de partida distinta que las cuestiones de las doctrinas monetarias del precio como tales. Son los nuevos sistemas venecianos de "banca central independiente" los que hay que eliminar mediante la intervención del gobierno por bancarrota para su absorción necesaria, lo que de este modo forzará a la cuestión de los precios a regresar al dominio de la banca nacional.

Por consiguiente, lo más provechoso es digerir las implicaciones de los informes que el primer secretario de Hacienda de EU, Alexander Hamilton, le presentó al Congreso, en especial sobre el tema de la banca y las manufacturas. Debe aclarársele la mente a los europeos a este respecto, por razones obvias, razones de las obstinadas opiniones habituales sobre la historia interna de EU, incluso entre los europeos dizque bien educados y cultos de hoy.

Para despejar la basura esperada en torno a semejante discusión, debe ponerse en la perspectiva del caso la función especial que tuvo la estrecha colaboración entre el presidente Washington y Hamilton tras la muerte de Benjamín Franklin, a diferencia del estado mental confuso que provocó la Revolución Francesa, en personajes tales como Jefferson, Madison, y John Adams y, en especial, su esposa Abigail. Las diferencias que Washington y Hamilton compartieron con Jefferson y los Adams en este período son de lo más pertinentes.

Como es típico, los acontecimientos en Francia, que horrorizaron a la mayoría de los viejos simpatizantes —tanto de EUA como al interior de Europa— de la causa de la libertad estadounidense, dividieron a los desorientados ex alumnos de Franklin, como a Jefferson, quien se vio obligado a buscar una facción favorable dentro el proceso de la Revolución Francesa, y la inclinación de la familia Adams hacia Gran Bretaña como el proverbial "menor de los males", error que el secretario de Estado y presidente John Quincy Adams corrigió del modo más espléndido y generoso en su momento.[32]

En esos días aciagos de la presidencia de Washington, Hamilton fue su partidario leal. Más aún, Hamilton se contó entre los colaboradores más cercanos de Benjamín Franklin de los que fundaron la república federal constitucional estadounidense, quien recibió la mejor instrucción en la influencia de la ciencia de la economía física de Godofredo Leibniz. El informe de Hamilton Sobre el asunto de las manufacturas al Congreso estadounidense, del 5 de diciembre de 1791, es emblemático de esto.

En esta obra de Hamilton, además de que se el resumen más cabal y bisoño del concepto de un Sistema Americano de economía política, contrario a los modelos liberales angloholandeses neovenecianos que imperan en el pensamiento europeo hasta la fecha, sobresalen dos cualidades que atañen a la cuestión hasta ahora en discusión en este informe. Primero, define la organización de una economía física en torno a las funciones centrales en interacción del desarrollo, de la agricultura, la infraestructura y las manufacturas mediante un motor científico (el "trabajo artificial") y, segundo, define la función del proteccionismo en el desarrollo de una economía organizada de conformidad con ese Sistema Americano.

El presidente Franklin Delano Roosevelt en 1944. Todo lo que se ha hecho por arruinar su legado en EU, en especial desde la contrarrevolución derechista de 1969–1981, es típico de como EUA se ha autodestruido, y también a gran parte del mundo. (Foto: Biblioteca Franklin Delano Roosevelt).

Como sus otros informes al Congreso, éste alerta de las implicaciones de las diferencias sistémicas entre un Sistema Americano de economía política y los que existen en Europa, de manera más categórica el sistema liberal angloholandés. Es decir, él entendía con claridad, como lo reflejan partes concernientes de sus otros informes al Congreso, la apremiante necesidad estratégica de ajustarse a las implicaciones prácticas de las diferencias entre el sistema liberal angloholandés europeo y el americano. Luego, la elaboración del secretario de Estado John Quincy Adams de lo que vino a conocerse como la Doctrina Monroe, de la defensa de las Américas contra la rapacidad combinada de Gran Bretaña y la Santa Alianza de Metternich, puso de relieve esta preocupación estratégica permanente de la joven república estadounidense y sus amigos al sur. A este respecto, el nexo conciente del presidente Franklin Roosevelt con las políticas del aliado de Hamilton y ancestro de ese presidente, Isaac Roosevelt, ayuda mucho a poner al día el lenguaje de Hamilton, al mostrar, de forma implícita y de otro modo, la continuidad de las diferencias entre el modelo del Sistema Americano de economía política y el liberal angloholandés, desde fines del siglo 17 hasta la época de Franklin Roosevelt.

Desde una perspectiva negativa, todo lo que se hizo en contra del legado del presidente Franklin Roosevelt, específicamente esas medidas destructivas que se pusieron en efecto al comienzo de la contrarrevolución derechista de 1969–1981, por influencia de las redes de las que eran típicos los asesores de seguridad nacional Kissinger y Brzezinski, ejemplifica cómo EU se ha arruinado a sí mismo, y a gran parte del mundo además, en el período de marras. Destacar la intervención del secretario Hamilton a estas alturas de mi informe tiene una importancia específica.

Al señalar la destrucción que produjo la influencia de Arthur Burns, George Shultz y Henry Kissinger durante los Gobiernos de Nixon y Ford, y la destrucción de la economía nacional y mundial bajo la dirección de Zbigniew Brzezinski de la Comisión Trilateral, apuntó a esa serie de cambios ruinosos en el Derecho estadounidense y otras directrices que han hecho lo más posible por demoler la economía de EU y a su pueblo en los últimos treinta y cinco años o más. Por tanto, también señalo el sistema de regulación que debe restaurarse a nada menos que lo que imperaba antes de que Kissinger y Brzezinski, por ejemplo, ocuparan altos cargos.

La determinación de los precios ha de gobernarla una primera consideración de las condiciones de vida y de trabajo del total de la fuerza laboral nacional, con sus hogares inherentes, no sólo en las naciones respectivas, sino, cada vez más, a una escala mundial. Esto determina la idea de la magnitud del ingreso privado a complementar por los servicios públicos esenciales y relacionados para los hogares. Este cálculo del precio físico total del trabajo, definido así en cuanto a los hogares, se compara con el producto del trabajo de esos hogares: la infraestructura económica básica, la agricultura, las manufacturas y los servicios esenciales, entre ellos los que aporta el gobierno. Esta configuración debe describirse desde la óptica de varios factores, que incluyen la formación de capital físico y ritmos de generación y aplicación del progreso tecnológico que impulsa la ciencia.

Un refinamiento mayor de la división de estos componentes diversos, debe ser programático. Semejante programa tiene dos distinciones principales que se empalman. La división del trabajo en y entre estas categorías, definida según los requisitos de cumplir una misión nacional adoptada de un cierto ritmo y dirección del mejoramiento físico–económico de las facultades productivas del trabajo. La orientación a la misión de la política económica nacional y relacionada no parte del presente al futuro, sino del futuro al presente; una sociedad cuerda crea el cimiento de un futuro del que el presente debe hacerse cargo.

De nuevo, la relación entre esos componentes es dinámica, leibniziana, nunca mecánica.

FOOTNOTES:

[1] La entrevista del profesor Hankel se publicó en la edición del 12 de agosto de 2005 del semanario Executive Intelligence Review.

[2] El término "liberal" se emplea aquí en su sentido estrictamente tradicional, según la define, para los seguidores de la tradición liberal angloholandesa del siglo 18 de Descartes, Locke y compañía, una distinción que deja clara la referencia a las diferencias entre el preámbulo original de la Constitución federal de EU y el lockeano de la Constitución esclavista de los Estados Confederados de América.

[3] Ver el discurso de Henry A. Kissinger de mayo de 1982 en la Chatham House. Véase también As He Saw It (Como él lo vio), de Elliott Roosevelt (Nueva York: Duell, Sloan and Pearce, 1946).

[4] The Men Who Stare at Goats (Los hombres que se quedan viendo a las cabras), de Jon Ronson (Nueva York; Simon & Shuster, 2004).

[5] Una visión liberal típica de derechistas fantasiosos modernos tales como los "verdaderos creyentes" de la Sociedad Mont Pelerin en la fe que Bernard Mandeville deposita en los poderes milagrosos del vicio privado.

[6] Por ejemplo, Universal Fascism: The Theory and Practice of the Fascist International, 1928–1936 (El fascismo universal: la teoría y la práctica de la internacional fascista), de Michael Ledeen (Nueva York: H. Fertig, 1972).

[7] La sustitución del secretario de Estado William P. Rogers, del equipo de Einsenhower, por el despreciable Henry A. Kissinger, y luego por Zbigniew Brzezinski, desató el infierno en el Oriente Medio, incluyendo la guerra civil que Kissinger emprendió en el Líbano el 13 de abril de 1975 y, con el Bernard Lewis de la Gran Bretaña, en el mundo islámico en general. El legado de Eisenhower sobre la política para el Oriente Medio, a través de su propia función como ex presidente, tiene una importancia decisiva para proyectar la historia de los altibajos de la política exterior estadounidense después de Truman.

[8] La economía de servicios ideal es una en la que algún desempleado de una industria al que han deslocalizado al olvido, pone a su hija y a su esposa a prostituirse, y a su otrora vecino ahora desamparado a trabajar tirando de un carrito para llevarlo, en remplazo del automóvil que ya no se fabrica. Un verdadero creyente de la economía de servicios tiene que aprender a conformar sus pasiones a las realidades de una existencia tercermundista casi para todos.

[9] Los europeos deben leer la introducción de Keynes en alemán a la edición original, publicada en Berlín, de su Teoría general. "Las consecuencias económicas de la paz", de Keynes, no debe interpretarse como una advertencia contra las urdimbres de Versalles de la internacional sinarquista que nos dio a Mussolini, Hitler y Franco, sino como cierto regocijo malicioso por la inevitabilidad de lo que meramente parece advertir en esa obra.

[10] La diferencia entre el Gobierno de Clinton y Gore, y el de Bush y Cheney, nos brinda la excepción que comprueba la regla. En el Gobierno de Clinton predominó la generación "del 68", pero el mismo Presidente es una alta figura intelectual de su generación, aunque no así Gore. Mientras que Clinton era de verdad el presidente en su Gobierno, George W. Bush es más que nada una marioneta de su vicepresidente y un prisionero intelectual de la peor corriente cultural de importancia en la vida contemporánea de EU. El obvio conflicto brutal entre el ex presidente George H.W. Bush, y el Gobierno de Bush y Cheney, es hoy un factor significativo, si no es que dominante, de la vida política estadounidense en general, pero ilustra el conflicto generacional.

[11] "Three Fragments on Elliptical Modular Functions" (Tres fragmentos sobre las funciones elípticas modulares), en Gauss Werke VIII, de Carl F. Gauss, págs. 103–105. "Vorlesungen über die hypergeometrische Reihe", en Riemanns Werke, Nachträge III, de B. Riemann, págs. 69–94. Esto ha de ubicarse como una continuación de la obra sobre las implicaciones de la "Teoría de las funciones abelianas", Riemanns Werke, págs. 87–144, y sobre el análisis situs.

[12] Ver Problemas de biogeoquímica II, de Vladimir Ivánovich Vernadsky (en Resumen ejecutivo de la 2ª quincena de junio de 2001 y de la 1ª quincena de junio de 2005; en este último caso, con el título de "Cuerpos vivos y no vivos de la biosfera). Para este propósito, enfócate en la parte en la que Vernadsky habla de la obra de Riemann. Ver el tratamiento de los escritos previos pertinentes de Vernadsky, de 1935, en "Vernadsky y el principio Dirichlet", de LaRouche (en Resumen ejecutivo de la 1ª quincena de agosto de 2005).

[13] Ver Riemann–LaRouche, op. cit.

[14] Op. cit. Ver Los próximos 50 años de la Tierra (en Resumen ejecutivo de la 2ª quincena de abril de 2005). Ver www.larouchepac.com/spanish.

[15] Ibid. Mi respaldo al razonamiento de Vernadsky sobre la geometría es uno calificado, como lo demuestro un poco más adelante en este informe.

[16] Ibid.

[17] Economic Heresies: Some Old–Fashioned Questions in Economic Theory (Herejías económicas: Algunas cuestiones de teoría económica a la antigüita), de Joan Robinson (Nueva York: Basic Books, 1971), págs. 86–87: "Esta noble simplicidad la han sofisticado bastante los chicaguistas modernos que encabeza Milton Friedman... Así, podríamos sugerir que es probable que a un aumento marcado en el nivel de actividad lo preceda un aumento de la oferta monetaria (si M se define de un modo amplio) o de la velocidad de la circulación (si se define de un modo estricto), porque es probable que un aumento en la nómina salarial y en los préstamos para capital de trabajo preceda a un aumento en el valor del producto que aparece en las estadísticas. O que una caída en la actividad lo bastante aguda como para ocasionar pérdidas, prive a los bancos de prestatarios solventes y acarree una contracción de su posición. Pero, la tradición de Chicago consiste en leer la ecuación de izquierda a derecha. Entonces, las relaciones que se observan se interpretan sin ninguna hipótesis en absoluto, excepto el post hoc ergo propter hoc".

[18] No es una incongruencia que su hijo y colaborador haya sido profesor en EUA. El Estado nacional soberano moderno es una institución necesaria, no una entidad absoluta independiente. Es un instrumento cultural necesario del desarrollo del individuo civilizado. Esto exige un patriotismo perfecto, pero uno que, como lo prescribió Federico Schiller, encuentre su premisa, como ciudadano y como patriota del mundo, en el entendimiento de la función necesaria del patriotismo al servicio de toda la humanidad.

[19] Como lo cita LaRouche, op. cit.

[20] LaRouche, op. cit.

[21] Ha de subrayarse como al caso para nuestro razonamiento aquí, que, al hablar de la relación entre la obra de Pasteur y Curie, y sus propios descubrimientos, Vernadsky hacía hincapié en la pertinencia de otra de sus especialidades científicas, la física nuclear. La cuestión que deja sin resolver la obra inconclusa de Mendeléiev sobre la tabla periódica, como refería mi finado colaborador Robert Moon, la de los llamados "números mágicos", apunta a una geometría física diferente —un espacio físico diferente— de la que se consideraría sin tomar en cuenta las implicaciones de la radioactividad. Esto, como subrayaba el químico físico y científico nuclear experto Moon, define una cualidad diferente de espacio físico, o sea, de geometría física, que es un tema en el que los escritos públicos no informan de ningún avance desde la muerte del profesor Moon en 1989. Las implicaciones son, con bastante claridad, que las referencias de Vernadsky a este campo se entienden hasta al leer de su alusión de 1935 a la esfera general de este tema.

[22] Mi propio conocimiento de esta obra de Nicolás de Cusa empezó a mediados de los 1970, cuando el doctor Helmut Böttiger y Helga Zepp (luego Helga Zepp–LaRouche) participaron en una conferencia de la Cusanus Gesellschaft. Los documentos que trajeron a su regreso de esa conferencia y los informes orales que dieron sobre las deliberaciones, encendieron mi interés súbito y amplio por la obra de Cusa. Helga continuó su extenso estudio de Cusa bajo la guía y, después, frecuente asesoría del padre Haubst, por casi dos décadas, con mi aliento entusiasta. El amplio trabajo de nuestra asociación sobre el Renacimiento del siglo 15 se ha centrado, por casi tres décadas, en la perspectiva que aportó Cusa como una figura central del mismo.

[23] Los ataques modernos a Cusa por su trabajo en la ciencia física se remontan a la vieja facción de Venecia, con el ataque al método de la docta ignorantia que dirigió un personaje destacado del servicio de inteligencia de Venecia, el Francesco Giorgi (alias Zorzi) que pasó un tiempo en el servicio exterior de Venecia como consejero matrimonial de Enrique VIII de Inglaterra. Los ataques posteriores vienen principalmente de los seguidores del nuevo partido veneciano, los empiristas seguidores de Paolo Sarpi.

[24] LaRouche, op. cit.

[25] The Theory of Games and Economic Behavior, (La teoría de los juegos y el comportamiento económico) 3ª edición, de John von Neumann y Oskar Morgenstern (Princeton: Princeton University Press, 1953).

[26] Op. cit.

[27] El mejor tratamiento de la historia del Derecho imperial europeo, lamentablemente, sólo está disponible en alemán: Die Geburtsstunde des souveränen Staates, de Friedrich August Freiherr von der Heydte (Ratisbona: Druck und Verlag Josef Habbel, 1952). La continuación del proceso que tuvo lugar durante el Renacimiento del siglo 15 y la Concordantia cathólica de Nicolás de Cusa ya la han abordado en numerosas publicaciones Helga Zepp–LaRouche y sus colaboradores.

[28] La intención original era que el llamado "modelo oligárquico", también conocido como el "modelo persa", fuera tratado entre el Imperio Persa y Filipo de Macedonia. Esta propuesta para partir un "imperio mundial" entre una división oriental y una occidental, en un arreglo en el que los acaménidas adoptarían a Filipo como "coemperador". La muerte de Filipo y el ascenso de Alejandro Magno, quien era aliado de la Academia platónica y enemigo de Filipo, cambió el curso de la historia; pero, después, el "modelo oligárquico" sentó la base para la formación del Imperio Romano y su posterior división por obra del emperador Diocleciano, entre una parte oriental y una occidental. El sistema medieval ultramontano fue una excrescencia de esto.

[29] Los agraristas de Nashville, a los que Elliott representaba, fue una asociación que fundó la generación de los nietos de los fundadores del Ku Klux Klan. La referencia a Kissinger y a Brzezinski como "acólitos de un altar satánico" apunta a la famosa alusión alegórica de Dostoievski al satánico gran inquisidor Tomás de Torquemada.

[30] Cabe señalar, de paso, a estas alturas del informe, que el estado de salud física de las facultades intelectuales humanas al parecer depende, quizás aun más que la simple salud biológica, de los efectos biológicos benéficos de que el individuo piense de una intensa manera creativa y relacionada. El simple ejercicio de la memoria parece tener tales efectos terapéuticos benéficos. Sin embargo, es notable la tendencia, como informó el finado profesor Lawrence S. Kubie, a una incidencia del todo obvia de la osificación de las facultades mentales de jóvenes científicos graduados universitarios antes dotados, luego de sumarse a las filas de su profesión. Su terrible renuencia inducida a cambiar sus supuestos axiomáticos, desde el momento en que pasan por el fuego de sus disertaciones predoctorales y la lucha posterior para lograr ejercer, es a menudo el rasgo visible fundamental, en mi experiencia pertinente con tales casos observados de osificación intelectual relativa en jóvenes profesionales otrora brillantes.

[31] Por ejemplo, un aumento modesto en el nivel de bióxido de carbono de la atmósfera ha de tender a fomentar un aumento potencial neto significativo de la vida vegetal, lo cual aumentaría el ritmo al que la biosfera absorbe la radiación solar. El uso de esto al fomentar la vida vegetal, beneficia la productividad de la nación por kilómetro cuadrado de superficie de terreno y también per cápita. La aplicación del avance tecnológico en esta "oportunidad" implica lo que bien pudiera denominarse, de manera aproximada, como un "factor multiplicador".

[32] John Quincy Adams prácticamente creó el Departamento de Estado estadounidense moderno, y se aparto de la preocupación de su padre por las relaciones de EU con Londres en cuanto a las zonas de pesca en el Atlántico, para definir las fronteras futuras del territorio continental de EU, tanto al norte y al sur, como del Atlántico al Pacífico. El problema del presidente John Adams lo ejemplifica el modo en que ese presidente cayó en los embelecos de sir John Robinson, del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, cuya obra publicada en Nueva York, The Roots of the Conspiracy (Las raíces de la conspiración), se usó para encubrir el hecho de que fue la criatura de ese ministerio de lord Shelburne, Jeremías Bentham, la que urdió la participación de Philippe Égalité en el incidente del 14 de julio de 1789 en la Bastilla; la intervención de los agentes adiestrados en Londres, Danton y Marat, en París, que estuvo detrás del Terror jacobino de Robespierre, y cuya orden francmasónica martinista —controlada por Londres— acarreó el ascenso de Napoleón Bonaparte a la dictadura y desencadenó una guerra destructiva por todo el continente del rival de Londres, que era Europa.