Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 7

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Editorial

Hay una revuelta contra el genocidio racista

Tras una disputa que duró toda la noche, el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climatológico (IPCC) por fin emitió el 5 de abril en Bruselas su Resumen del Grupo de Trabajo 2 para los Políticos, mismo que Lyndon LaRouche calificó de “pedazo de charlatanería estadística seudocientífica”, diseñada para “imponer de contrabando la dictadura fascista pro ecologista de la globalización”. El informe pinta un cuadro de horror maltusiano, que se funda en la misma suerte de fraude científico que subyace en “la gran estafa del calentamiento global” de un Al Gore demasiado inflado.

“Esto es obviamente incompetente en lo científico y un fraude total”, afirmó LaRouche, “la clase de fraude en la que sólo un sesentiochero fanático podría creer. Es la misma charlatanería que anima las políticas antiafricanas racistas del tennesiano Al Gore”.

Pero el aspecto más interesante es la dinámica política que generó la disputa y la oposición política a la dictadura antiprogreso.

El aspecto decisivo de esa dinámica fue la campaña mundial contra el fraude de Gore del calentamiento global que emprendieron LaRouche y su movimiento internacional de jóvenes a fines de febrero. Desde que LaRouche inició esa campaña, al enfrentar de manera directa a Gore y saturar las instituciones políticas, hay un clamor popular, de científicos y otros, contra la farsa descarada de que el cambio climático es obra del hombre.

Y lo que es más importante, a este clamor se sumaron miembros de las delegaciones china, rusa, estadounidense y saudita que participaron en la reunión de Bruselas, al exigir que se eliminaran del borrador algunos de los pronunciamientos más radicales y sin confirmar. Estos gobiernos llevan algún tiempo librando una batalla contra lo que correctamente perciben como una directriz genocida del Gobierno británico contra el progreso económico. Como señala LaRouche, es el núcleo eurasiático de este grupo de naciones, con la adición de India, el que tiene que aliarse con Estados Unidos para crear el nuevo sistema financiero más justo que el mundo necesita para salir de la crisis de desintegración en marcha y evitar una nueva Era de Tinieblas.

China, Rusia e India entienden, tanto por su cuenta como con la ayuda de la ofensiva de LaRouche, que el furor del calentamiento global es un intento por regresar al hitlerismo, pero con una cara verde. Como dice LaRouche: “Tenemos que percatarnos de que esto es una reedición exacta de lo que pasó en los 1920 y principios de los 1930, cuando el llamado movimiento eugenésico creó el hitlerismo y cosas parecidas. Y hoy vemos en estos tipos la misma clase de fanatismo que se usó para crear el movimiento de Hitler a partir del movimiento verde. . . La misma histeria de esa clase de fanáticos que en ese entonces también se hacían llamar científicos”.

Esto puede llevar a una tercera guerra mundial, dijo LaRouche. Significaría el fin de la civilización en muy poco tiempo, y las generaciones futuras contarán a quienes apoyen semejante decisión entre los criminales más grandes de la historia, comparables a los nazis, porque los mismos intereses financieros que crearon a los nazis también han creado a Al Gore y al movimiento verde fascista que lo apoya.

Lo bueno es que aquellos que saben lo que está en juego empiezan a dar la batalla. Un ejemplo es lord Monckton de Gran Bretaña, quien ha publicado tres desplegados en periódicos importantes de EU, en los que desafía a Gore a debatir. La oficina de Gore se rehusó a comentar al respecto. Después de todo, Gore ni siquiera está preparado para enfrentar a la prensa en sus propias conferencias, cuanto menos una presentación científica competente de qué es lo que en realidad determina el clima y las consecuencias genocidas del plan “contra el calentamiento” que propone.

Pero Gore no ha vista nada aún. Conforme LaRouche continúa desenmascarándolo como el genocida racista que es, encarará problemas aun más significativos, en especial con los jóvenes, quienes quieren un futuro de progreso, y no convertirse en luditas y fuerzas de choque. Esos jóvenes de todo el mundo están prestos a combatir su charlatanería de despoblación.

Esta vez sí podemos parar el fascismo.