Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, núm. 6

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Iberoamérica

 

El LYM al Congreso mexicano:
‘No’ al TLC, y ‘sí’ al NBW

por Laura Flores, miembro del LYM

El 9 de febrero una escuadra de organizadores del Movimiento de Juventudes Larouchistas (LYM) participó en una reunión del Senado mexicano, donde se debatía una “revisión” al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), con la presencia de senadores de la Comisión de Desarrollo Rural, senadores invitados, diputados federales y locales, embajadores y “expertos” en comercio internacional. Entre los “expertos” estaban dos tipos que se mandó traer directamente de las filas de los afiliados a la secta fanática del libre comercio; de esos que nunca dejan de sonreír, aunque estén diciendo que miles de trabajadores han tenido que emigrar y que la pobreza está llegando a niveles no vistos.

‘¿Por qué no se va a poder?’

El presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC), Cruz Aguilar, mostró que aun es humano al afirmar que el libre cambio no ha hecho más que empobrecer a millones de mexicanos. Sin embargo, su problema fue el de siempre, al salir con que “el libre comercio es inevitable, pero podemos protegernos haciendo reformas”.

Otro orador puntualizó que las “grandes exportaciones” de hortalizas de las que hablaba uno de los “expertos”, Jaime Zabludovzki, se daban en regiones industrializadas que pertenecen a una pequeña élite que tiene acceso a los sistemas de riego, mientras millones de campesinos que dependen del temporal no tienen ningún apoyo: “¿Dónde están los programas del gobierno para el campo?. . . ¡El campo está en ruinas!” Otro participante abundó: “El TLCAN benefició mucho a pocos, y dañó mucho a muchos”.

Por su parte, Zabludovzki dijo que él también estaba preocupado, pero que era un error culpar al libre comercio, que la pobreza era un problema anterior, y que para resolverla, lejos de desechar el tratado, debían abrirse por completo las fronteras.

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El Movimiento de Juventudes Larouchistas no sólo está llevando las ideas de LaRouche a la gente, sino al propio Congreso mexicano. (Fotos: EIRNS).

Cuando salía, una joven del LYM lo alcanzó y le dijo: “Quiero preguntarte: ¿creíste lo que les acabas de decir? ¿Cómo lo logras, cómo puedes dominar tus nervios para mentir así en público? ¡Es admirable!” El “experto” respondió con cinismo: “Igual que tú”, y salió huyendo.

El ambiente era de pesimismo, de resignación ante lo inevitable. Sólo un viejo diputado estuvo a la altura, Alfredo Ríos Camarena, cuando dijo que el Senado tenía la autoridad de desechar tratados cuando iban contra los principios de la Constitución. “Yo soy uno de esos viejos dinosaurios a los que todavía les importa la nación, y creo que si el Presidente [Felipe Calderón] no quiere revisar el tratado, ¡no nos importa lo que diga el Presidente! ¡El TLCAN es anticonstitucional! Hay quien dice que no se puede, pero, ¿por qué no se va a poder? Este sistema se basa en la usura criminal de una élite, y los senadores tienen que asumir su papel histórico en derrotar estos crímenes”.

Cómo sobrevivir a Laputa

En medio de esto, una joven del LYM se levantó para decir: “El problema es que se han estado haciendo la pregunta incorrecta. La pregunta no es cómo vamos a sobrevivir dentro del libre comercio. Han estado discutiendo como si le dieran a una mujer violada analgésicos y cursos de autoestima, en lugar de decirle que denuncie a su violador. Esto parece un regreso a nuestras raíces aztecas, donde están sacrificando seres humanos a los dioses del mercado. Pero, ¿qué es el mercado? Quizá su mamá les dijo que iba a venir ‘el mercado’ en vez del ‘coco’, pero les tengo una noticia: ¡no existe!. . . Los senadores tienen que recordar lo que significa servir a una nación, asumir su papel en la historia, pero no en el basurero de la historia. Los jóvenes necesitamos un futuro, y eso no nos lo va a dar la economía de las finanzas, sino la economía

física, la industria. ¡Cuántos hay que quisieran estar en una posición de influencia para cambiar las cosas, y no lo están! Pero los senadores, ustedes, [lo] están. . . La globalización ya se acabó, está muerta”.

Cuando le pidieron que planteara una propuesta concreta, la larouchista dijo con decisión: “Un Nuevo Bretton Woods, un modelo de naciones soberanas”.

Luego, al acercarse al viejo diputado nacionalista, éste le dijo: “Yo conozco muy bien a los larouchistas”. Afuera, otro senador le pidió: “Envíame información importante, estoy contigo”. También se repartieron ejemplares del preámbulo a la Constitución mexicana (ver nuestra edición del Prometeo, de la 1a quincena de febrero de 2007, en formato PDF) que propone el LYM, pero el presidente de la comisión se puso más que histérico: “¡Toda relación ha quedado rota, no quiero volver a hablar con ustedes, no soy un don nadie para que me hagan esto! Yo conocía a esta organización, pero no eran así, no eran provocadores”. Los del LYM le respondieron que era muy poco valiente cortar la relación, si de verdad quería hacer algo para solucionar esta crisis, pero no pudo hablar más porque los guaruras lo metieron de un empujón al elevador.

Así fue como el LYM sobrevivió a su encuentro con los habitantes de Laputa, que debatían sobre el libre comercio.