Economía

Resumen electrónico de EIR, Vol.XXIV, nums 4-5

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Economía

El imperio especulativo de las islas Caimán

por Richard Freeman

Como advertimos inicialmente en el editorial de nuestra edición de la 1a quincena de febrero de 2007, el 27 de febrero los fondos especulativos del mundo, con su manipulación y acarreo mal calculado de yenes, llevaron a una violenta desarticulación de este proceso, misma que desencadenó la desintegración de la estructura financiera internacional. Las bolsas de valores cayeron, desde el índice Dow Jones de Estados Unidos, hasta el de Shanghái en China y el Bovespa de Brasil, lo que arrojó más de 1,5 billones de dólares en pérdidas. Ciertos incidentes secundarios contribuyeron a disparar la caída, pero los fondos especulativos ya habían desangrado a los principales bancos y empresas comerciales del mundo hasta la quiebra definitiva, y apalancado fondos prestados y derivados financieros hasta convertirlos en el tumor financiero más grande de la historia. Eso, combinado con su participación en el acarreo de yenes, amplificó el efecto de los incidentes secundarios y ahora nos está llevando a la desintegración sistémica.

Y, ¿dónde están esos fondos especulativos? Aunque puedan tener oficinas en lugares como Greenwich, Connecticut o la Ciudad de Nueva York, 8.282 de los 9.800 fondos en funcionamiento en todo el mundo hasta el tercer trimestre de 2006 tenían su domicilio fiscal en las islas Caimán, un territorio británico de ultramar de sólo 57.000 habitantes, regido como una dictadura por el gobernador real que nombra la reina Elizabeth II.

Hay una buena razón para esto. Se supone que la Administración Monetaria de las Islas Caimán (CIMA) “regula” los fondos especulativos, pero, en cambio, protege su tráfico de derivados y les da amparo fiscal. Al establecerse ahí, les concede 100 años de exención fiscal, ampara sus actividades con un muro de “confidencialidad”, les permite “autorregularse”, y evita que otras naciones los regulen, al insistir que su autoridad es preeminente y definitiva.

Y, ¿qué hay de los demás fondos especulativos que no están asentados en las islas Caimán? La mayoría están registrados en otros territorios y satrapías británicos tales como las Bahamas, Bermudas, las islas Vírgenes británicas y la isla de Man.

Un arma de la oligarquía financiera

Desde mediados de enero fuerzas internacionales —desde el Gobierno danés hasta el vicecanciller alemán Franz Müntefering (quien ha tildado a los fondos especulativos de “langostas”) y el senador estadounidense Carl Levin— han propuesto medidas encaminadas a regular y, en potencia, meter en cintura las actividades depredadoras de los fondos internacionales. Fue por ello que el 14 de febrero la edición alemana del Financial Times, un vocero de la oligarquía financiera londinense, acusó a Müntefering de “antisemita”.

Las iniciativas de Müntefering, Levin y otros, aunque reflejan un impulso bienintencionado, no reconocen la verdadera naturaleza de la bestia y, por consiguiente, no resolverán el problema. Para la oligarquía angloholandesa, el estrecho entrecruce de sus bancos y fondos especulativos es su principal instrumento de poder para regir al sistema financiero, y para saquear y devastar a empresas y naciones. En su reconocimiento de que el sistema se desmorona, la oligarquía optará por una guerra nuclear general contra Irán, Rusia y China, antes que perder su poder. Por tanto, es imposible pensar en reformar los fondos especulativos en EU o Alemania, porque su verdadera fuente de poder reside en las islas Caimán, resguardada en una concha blindada. Los dirigentes como Müntefering o Levin tienen que prepararse para romper el poder de las islas Caimán, que es lo mismo que el mortal control de la oligarquía angloholandesa, si es que quieren lograr algo que valga la pena.

Esta oligarquía adecuó las islas Caimán para que el “moho lamoso” de los fondos especulativos encontrara un ambiente propicio para reproducirse. El auge de estos fondos en las Caimán, a su vez, alimentó su proliferación internacional.

Por siglos, esos tres pequeños promontorios del mar Caribe, que están 770 km al sur de la Florida, fueron un nido de piratas que atracaban navíos mercantes.

Aunque por siglos estuvieron bajo el dominio inglés, oficialmente se convirtieron en colonia de la Corona británica en 1971, nombre que luego cambiaron por el eufemismo de territorio británico de ultramar; entonces, como ahora, la reina Elizabeth II ejercía su férreo imperio, pues ella nombra al gobernador de las Caimán y demás.

En 1993 se tomó la decisión de convertir esta trampa para turistas en una potencia financiera de primer orden, con la adopción de una ley de Fondos Mutuos que permitiera la fácil incorporación y registro de los fondos a un sistema desregulado. Según una firma metida en estos fondos, “la ley de Fondos Mutuos se estableció. . . para convertir a las islas Caimán en un centro de la industria de las finanzas”.

Las islas Caimán acogen a los fondos especulativos y otras agencias financieras que busquen mantener en secreto sus negocios y protegerlos de la regulación gubernamental. De los 9.800 fondos especulativos que operaban en el mundo a fines del tercer trimestre de 2006, 8.282 tenían su domicilio fiscal en las Caimán.

Según representantes de Charles Adams, Ritchie & Duckworth, una firma jurídica implicada en el negocio de la especulación, las islas Caimán les ofrecen a los fondos:

“Ninguna restricción regulatoria a las medidas o estrategias de inversión, las condiciones comerciales. . . o la selección de proveedores de servicios.

• “Un ambiente fiscal neutral libre de impuestos directos a las utilidades, las ganancias de capital o las retenciones”.

Un miembro de la CIMA le explicó a este servicio noticioso lo fácil que era establecer un fondo especulativo. A partir del día de la solicitud, su aprobación toma de dos a cinco días y cuesta en total unos 3.600 dólares, que es como quitarle un pelo a un gato. Para invertir en un fondo se necesitan al menos 100.000 dólares. De ahí en adelante, el fondo tiene que crear una cuenta anual, que el contador local de las Caimán dizque supervisa.

La única información que la CIMA te dará de un fondo especulativo, es si está registrado o no y dónde tiene su domicilio fiscal. Los nombres de los inversionistas y otra información mínima se mantienen en la estricta confidencialidad. Como las Caimán carecen de leyes fiscales, la CIMA comparte poca o ninguna información con las autoridades de otras naciones. En otros respectos, la CIMA decide si “comparte o divulga información” o no.

En general, ni la Comisión de Valores de EU ni los órganos reguladores de otros países tienen autoridad alguna sobre los fondos especulativos, ni han podido penetrar la coraza de la CIMA.

La ley de Fondos Mutuos de 1993 ha surtido su efecto: con la dirección de la City de Londres, se quintuplicó el número de fondos que operan en las Caimán, de 1.685 en 1997, a 8.282 a fines del tercer trimestre de 2006. Los fondos especulativos de las islas Caimán representan cuatro quintas partes del total mundial. Los fondos administran 1,44 billones de dólares en activos a nivel internacional, pero, con un apalancamiento 5 a 20 veces mayor, pueden mover hasta 30 billones de dólares.

Pero la oligarquía angloholandesa erigió toda una superestructura financiera en las Caimán. Aparte de los fondos especulativos, los activos de su sistema bancario ascienden a 1,41 billones de dólares (aunque esto incluye algunos que se empalman con los de los fondos). Representan el cuarto sistema bancario más grande del mundo, sólo después de EU, Japón y Gran Bretaña. Sólo compara los 300 millones de habitantes de EU con los 57 mil de las Caimán.

También son la segunda jurisdicción mundial de las aseguradoras “adscritas” (de propósito limitado y cada vez más especulativas). Los concesionarios tienen ahí 29,6 billones de dólares en activos.

Los hombres de la Reina

Para que las Caimán funcionen como un epicentro de la globalización y la guerra financiera, la oligarquía angloholandesa escoge a sus principales autoridades.

• Desde fines de 2005, el Gobernador de las Islas, que tiene el visto bueno de la Reina, es Stuart Duncan Jack, un funcionario de carrera del Ministerio de Relaciones Exteriores británico. Por sus servicios, Jack fue investido comandante de la Real Orden Victoriana, una orden de caballería que fundó la reina Victoria, superior incluso a la Orden del Imperio Británico.

• Timothy Ridley, el presidente de la CIMA, es un abogado nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico por impulsar los fondos especulativos y su infraestructura en los 1990.

Dos estadounidenses que integran la junta de la CIMA son una prueba más del sucio carácter de esa institución.

• Warren Coats, quien trabajó 26 años para el Fondo Monetario Internacional, fue contratado por EU como asesor de la “reconstrucción de los sistemas monetarios y bancarios” de Iraq y Afganistán, asunto que ha terminado en el desastre.

• Richard Rahn, un miembro de la Sociedad Mont Pelerin, el centro de la oligarquía que coordina la desregulación y eliminación del Estado nacional, también encabeza el Centro de Crecimiento Económico. Dicho centro es una excrescencia de la derechista Fundación FreedomWorks, a cargo de C. Boyden Gray, heredero del emporio tabacalero Reynolds, y del ex dirigente de la bancada republicana en la Cámara de Representantes Dick Armey. Gray, que es compinche de Rahn y agente de inteligencia, ayudó a formar la Directiva de Ahorros de la Unión Europea, que es la que le permite al Gobierno de las islas Caimán exonerar a los fondos especulativos de la obligación de declarar sus “ingresos transfronterizos” a los países europeos.

Además de las Caimán, en las islas Vírgenes británicas hay más de 2.000 fondos especulativos, y en Bermudas más de 500 (nótese que el total de fondos con domicilio fiscal en puestos de avanzada británicos, combinado, sobrepasa el total mundial en este sector desregulado).

El verdadero enemigo

Con el poder de estos satélites británicos de ultramar desregulados, la oligarquía financiera angloholandesa ha reunido una fuerza ofensiva increíble al margen y contra los intereses de los Estados nacionales.

• Los fondos especulativos son la fuerza dominante en el acarreo de yenes y, hasta cierto punto, de francos suizos. El acarreo de dinero le ha proporcionado a los derivados y juegos financieros apalancados más riesgosos del mundo una enorme fuente de liquidez. La sola desarticulación de este flujo, producto de la apreciación de 3,6% que experimentó el yen japonés entre el 26 de febrero y el 2 de marzo, y después, puede echar abajo a todo el sistema financiero mundial.

• Según diversos informes, durante el 2005 los fondos especulativos dieron cuenta de hasta 50% de las transacciones en las bosas de valores de Londres y Nueva York.

La reina Elizabeth II controla el sistema financiero, pues es dueña de las islas Caimán. (Foto: Richard Gifford).

Si el caimán no te come, los especuladores financieros de las Islas sí lo harán.

• Los senadores Carl Levin y Norm Coleman —el presidente y alto miembro de la Subcomisión Permanente de Investigaciones de la Comisión de Seguridad Interior del Senado— han denunciado que estos fondos son un eje por el que circulan cientos de miles de millones de dólares de dinero caliente y de los paraísos fiscales. Presentaron el caso de los hermanos Sam y Charles Wyly de Texas, quienes usaron dos fondos especulativos de las islas Caimán para guardar y ocultar 300 millones de dólares de impuestos de EU.

• Estos fondos se cuentan entre los especuladores más grandes con algunos de los instrumentos derivados más precarios, como los derivados de crédito y obligaciones de deuda colateral, que aumentan la inestabilidad de un sistema financiero mundial ya tambaleante.

• Los fondos especulativos encabezan una ola frenética de fusiones y adquisiciones que el año pasado ascendió a casi los 4 billones de dólares, y están comprando y desmantelando empresas, que van de la fabricante de autopartes Delphi y la compañía eléctrica texana TXU, a cientos de miles de apartamentos en Berlín y Dresde en Alemania. Esto ha llevado al despido de cientos de miles de trabajadores.

Y cuentan con la ayuda de sus aliados de Wall Street. De conjunto, los fondos especulativos, con dinero prestado de los bancos comerciales y de inversión más grandes del mundo, han inflado la burbuja mundial de los derivados mucho más allá de los 600 billones de dólares de valor nominal, y llevado al orbe por la vía de la desintegración financiera más grande de la historia moderna.

Al mismo tiempo, en este batidillo angloholandés participan los grandes bancos, como el de Narcotráfico, S.A. de la Corona británica, el Hong Kong and Shanghai Bank, el más grande de Europa; y el holandés ABN–Amro, que es dueño del banco Barings de la vieja guardia del Imperio Británico. Con esta fuerza asentada en las islas Caimán, los liberales angloholandeses han apalancado todo el sistema financiero mundial.

El saqueo desaforado de los fondos especulativos no pueden pararlo medidas bonitas de “cuentas claras”. En esto está metida la oligarquía angloholandesa, que cree librar una guerra al fin del juego, y hará todo lo posible por conservar su poder. Tal es el nivel de la pelea para cualquier fuerza seria que enfrente a los fondos especulativos.