Después de lo de París:
¡Qué se den a conocer las 28 páginas ya!

19 de noviembre de 2015 — El siguiente artículo escrito por Jeffrey Steinberg aparecerá en el próximo número del semanario EIR.

El 7 de enero del 2015, justo horas antes de que los terroristas lanzaran un asalto en contra de las oficinas en París de la publicación satírica Charlie Hebdo, matando a una docena de personas, el ex senador demócrata de Florida, Bob Graham, el congresista republicano de Carolina del Norte, Walter Jones, el congresista demócrata de Massachussets, Stephen Lynch y el congresista republicano de Kentucky, Thomas Massie, junto con representantes de las familias de víctimas del 11 de septiembre, exigieron en conferencia de prensa en el Capitolio de Washington, DC, la publicación inmediata del capítulo de 28 páginas en la versión original de la Investigación Conjunta del Congreso del 2002 sobre el 11 de septiembre, en donde se documenta el papel de la familia real saudí en el financiamiento de los secuestradores.

Las palabras del senador Graham suenan hoy aún más profundas y oportunas después de las masacres en París del 13 de noviembre llevadas a cabo por los carniceros aliados al Estado Islámico. Graham había dicho ante un salón repleto:

Los saudíes saben lo que hicieron. Ellos no son personas que ignoren las consecuencias de los actos de su gobierno. Segundo: ¡los saudíes saben que nosotros sabemos lo que ellos hicieron! Alguien en el gobierno federal ha leído las 28 páginas, alguien en el gobierno federal ha leído todos los demás documentos que se han ocultado hasta ahora. Y los saudíes lo saben".

¿Cuál creen ustedes que sería la posición saudí, si ellos sabían lo que habían hecho, si ellos sabían que Estados Unidos sabía lo que habían hecho y han observado además que Estados Unidos había adoptado una posición de pasividad, o de verdadera hostilidad hacia dejar que se conozcan esos hechos? ¿Qué haría el gobierno saudí en esas circunstancias, que son precisamente en las que han vivido por más de una década?

Bueno, en primer lugar, han continuado, quizás acelerado, su apoyo a una de las formas más extremistas del Islam, el wahabismo, por todo el mundo, en particular en el Medio Oriente. Y en segundo lugar, han apoyado su fervor religioso, con apoyo financiero y otras formas de apoyo a las instituciones encargadas de cumplir con esas formas extremas del Islam. Entre esas instituciones se cuentan mezquitas, madrazas y fuerzas armadas. Al-Qaeda fue una criatura de Arabia Saudita; los grupos regionales como al-Shabaab han sido en gran medida creados por Arabia Saudita; y ahora, ¡el EIIS es su última creación!

Sí, yo espero y confío en que Estados Unidos aplastará al EIIS, ¡pero si creemos que ésta es la definición de la victoria, estamos siendo demasiado ingenuos! El EIIS es la consecuencia, no la causa; es la consecuencia de la diseminación del extremismo, en gran medida por parte de Arabia Saudita, y si se le aplasta crearán, financiarán y apoyarán otra institución para que siga adelante con la causa.

Así que las consecuencias de nuestra pasividad hacia Arabia Saudita, ha sido que hemos tolerado esta sucesión de instituciones, violentas, extremistas, extremadamente dañinas para la región del Medio Oriente y una amenaza para el mundo, como lo vimos esta mañana en París.

El senador Graham estaba absolutamente en lo correcto el 7 de enero. Sus palabras tienen una importancia aún mayor ahora, cuando el mundo entero está todavía en estado de conmoción por los acontecimientos del viernes en París y ante la posibilidad de que sucedan de nuevo.

Puede suceder de nuevo

El EIIS (Estado Islámico de Iraq y Siria) ya emitió nuevas amenazas de ataques terroristas ciegos similares, esta vez en contra de objetivos en Washington, DC y otras ciudades estadounidenses. El gobierno ruso, después de una investigación cuidadosa, concluyó el 17 de noviembre que el avión de Metro Jet que estalló sobre Sharm el-Sheikh, Egipto, fue derribado con una bomba terrorista plantada en la nave. El EIIS se adjudicó la autoría de esta atrocidad que cobró la vida de 224 personas. El EIIS también se adjudicó la autoría de un par de bombazos suicidas en el sur de Beirut el 12 de noviembre en donde fueron asesinadas y heridas cientos de personas inocentes.

El senador Graham está absolutamente en lo correcto. El EIIS es una consecuencia de la promoción que hacen los saudíes del wahhabismo y el terrorismo yihadista violento. Para ser más precisos, Al Qaeda, el Estado Islámico, el Frente Nusra y otras agrupaciones terroristas son producto de una alianza anglo-saudí, más conocida públicamente como los arreglos de intercambio de armas por petróleo Al Yamamah entre Londres y Riad. Con Al Yamamah se creó un fondo ilícito extraterritorial para el terrorismo que alimentó directamente a Al Qaeda, desde el inicio de este acuerdo siniestro en la década de 1980.

La conmoción de los ataques en París ha forzado al gobierno de Obama, al menos por el momento, a abandonar su campaña de odio en contra de Rusia y el Presidente Putin, y a aceptar por lo menos formalmente la urgencia de colaborar con Moscú para aplastar al Estado Islámico.

Ahora es el momento de pedirle cuentas al aparato anglo-saudí que ha estado promoviendo el crecimiento del aparato yihadista global, mediante el financiamiento y apoyo logístico durante décadas.

Ha llegado el momento de dar a conocer las 28 páginas completas de la Investigación Conjunta del Congreso sobre el 11 de septiembre. La publicación de esas 28 páginas debe ser el punto de partida de una investigación exhaustiva, de arriba abajo, sobre el papel de la monarquía saudí en la promoción del terrorismo a nivel internacional, empezando con la divulgación completa del papel saudí en los ataques del 11 de septiembre del 2001 en contra del Centro Mundial de Comercio y el Pentágono.

Tiempo de ajustar cuentas

El Congreso no debe tolerar ni un minuto más el encubrimiento de la Casa Blanca de esas 28 páginas. La Investigación Conjunta fue una investigación de la rama legislativa y el Congreso tiene total autoridad para dar a conocer las 28 páginas, le guste o no a la Casa Blanca. El fallo de la Corte Suprema de Justicia de EU en 1971, en el caso del entonces senador Mike Gravel (demócrata por Alaska) quien puso los Papeles del Pentágono en el registro del Congreso bajo la cláusula "discursos y debate" de la Constitución, deja en claro que el Congreso tiene la autoridad constitucional para desclasificar esas páginas inmediatamente.

Aunque se sabe que esas páginas aportan detalles sobre cómo el Directorio General de Inteligencia saudí apoyó a por lo menos dos de los secuestradores del 11 de septiembre después de su arribo a California, y cómo el entonces embajador saudí ante los Estados Unidos, príncipe Bandar bin-Sultan, proporcionó fondos a los dos secuestradores, es claro que las páginas contienen otros detalles vitales y pistas sobre el alcance real del respaldo del régimen saudí a los asesinos del 11 de septiembre.

Si en ese entonces se hubiera conocido todo el alcance de las manos ensangrentadas de la monarquía saudí detrás del 11 de septiembre, ningún Presidente estadounidense se hubiera podido salir con la suya de mimar a los saudíes como ha sido el sello distintivo de los gobiernos de Bush y de Obama, después del 11 de septiembre. Hasta la fecha, el Presidente Obama alaba públicamente a los saudíes por su papel en la "coalición" que combate al EIIS. Aunque no hubiera cometido ningún otro delito que ameritara el enjuiciamiento político, este encubrimiento descarado del Presidente de las manos saudíes detrás del terrorismo yihadista internacional, por sí mismo alcanza el umbral de "delitos graves y faltas leves" que ameritan un inmediato procedimiento de juicio político.

Si ha de haber justicia alguna para los que murieron el 11 de septiembre, para los que perecieron a bordo del avión Metro Jet, los que fueron brutalmente asesinados en París y en el sur de Beirut, se tiene que desenmascarar públicamente la complicidad total de los saudíes, ya.

O sí no, como lo advirtiera proféticamente el senador Graham, se pudiera aplastar formalmente a Al Qaeda y al EIIS, pero la enfermedad subyacente resurgirá de una forma nueva más virulenta en un dos por tres.

¡Qué se publiquen las 28 páginas ya!