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De nuestros archivos (Vol. XVI, nums. 15-16, agosto de 1999):
El "Grasso Abrazo"

2. Legalizar el narcotráfico a como dé lugar, quieren Wall Street y el FMI

por Dennis Small

  1. Documentación: El presidente de la bolsa neoyorquina defiende sus negociaciones con las FARC
  2. Legalizar el narcotráfico a como dé lugar, quieren Wall Street y el FMI
  3. Documentación: Un funcionario del FMI da clases de narcocontabilidad
  4. Sin los bancos, no habría narcotráfico
  5. Los nuevos aliados de Wall Street y el Departamento de Estado: el 'Tercer Cartel' colombiano
  6. Del archivo de EIR: la oligarquía financiera patrocina el narcotráfico

A comienzos de junio el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas de Colombia emitió un tedioso boletín de prensa (de cuatro páginas) con el burocrático membrete "El DANE presentó la nueva base de las cuentas nacionales". En las profundidades del mamotreto, bajo el fino rubro de "Cambios metodológicos", el DANE ennumera seis renglones en que se aplicarán nuevas fórmulas de contabilidad del producto nacional bruto (PNB). Tras una soporífera discusión sobre si incluir o no incluir en el PNB el impuesto al valor agregado (IVA) y otros gravámenes, aparece como sexto y último punto la siguiente bomba atómica:

"—Inclusión en la producción agrícola de los cultivos ilícitos".

Y, unos párrafos más adelante, el boletín anuncia a secas: "Para la medición de los cultivos ilícitos... el DANE contrató estudios con firmas especializadas cuyos resultados se incorporaron al nuevo sistema".

¡Un momento!

Colombia, la principal narcoeconomía del mundo, ¿ahora piensa contar los "cultivos ilícitos" —es decir, los estupefacientes— como parte de su PNB? ¿Y han contratado para la "medición" de los mismos una inefable "firma especializada?" Lo que están haciendo es legalizar la economía del narcotráfico. ¿De quién fue esta idea, de contar las drogas como parte del PNB? ¿Quién lo impulsa?

Resulta que fue el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y ahí está lo interesante del cuento.

'Técnicas sofisticadas'

Cuando irrumpió la noticia del anuncio del DANE en la prensa colombiana, René Verswyvel, director general del organismo, defendió sus acciones aclarando que el DANE simplemente cumplía una "recomendación" directa que el FMI le hiciera al gobierno colombiano en marzo de 1998.

Si no se contabilizan los narcoingresos en la economía nacional, explicó Verswyvel sin vergüenza, "pueden cometerse errores significativos en la cuenta financiera, y aún en la cuenta con el exterior". Ello crearía la impresión de que Colombia necesita más crédito externo que el que de veras requiere, dijo, pues "como quiera que los recursos provenientes de estas actividades son fuente de financiamiento para otras actividades internas", no se pueden excluir.

El doctor Jairo Urdaneta, portavoz del DANE, explicó el asunto en mayor detalle al corresponsal de EIR en Bogotá. El nuevo procedimiento contable, precisó, se basa en los artículos 630, 631 y 632 del manual "Sistema de Metodología de Cuentas Nacionales, publicado en 1993 por el FMI, el Banco Mundial, las Naciones Unidas y la Comisión Europea; el manual dicta que todas las actividades económicas ilegales deben incluirse en las cuentas nacionales.

Pero no se trataba de una simple recomendación, explicó Urdaneta. En 1996 Colombia adoptó formalmente las normas estadísticas del FMI, que requieren que el FMI visite el país para revisar sus estadísticas, "y ellos hacen recomendaciones drásticas", reveló el vocero del DANE. Durante una misión del FMI a Colombia en 1997 se consideró más a fondo el asunto, y la cuestión quedó sellada con otras dos misiones en 1998, en las que se decidió que Colombia comenzaría contando primero los cultivos de drogas, pasando más adelante a otras actividades ilícitas, tales como procesamiento de laboratorio, etc.

En su sede en Washington, empero, el FMI no se mostró tan cooperativo. Francisco Baker, funcionario de información pública para el hemisferio occidental, inicialmente negó a EIR que el FMI tuviera ningún papel en lo del DANE. Posteriormente tuvo que reconocer que el FMI había hecho, efectivamente, esa recomendación, que para cumplirse requiere "técnicas sofisticadas" de contabilidad. A la larga confesó que el FMI es de la opinión de que todos los países, "idealmente", debieran contar la heroína y todas las demás actividades ilegales, así como Holanda incluye la prostitución en su sistema de cuentas nacionales. "En principio, todos los países del mundo debieran estar midiendo las actividades ilegales", entonó (la entrevista completa se publica en la página 00).

Pero no todo el mundo recibió con tanta frescura la noticia. El Tiempo, uno de los principales diarios colombianos, publicó un editorial en que argumentaba que "Si con ello se estuviera cometiendo algún delito o significara que el Gobierno va a dejar de combatir la producción de marihuana, amapola u hoja coca, uno de los primeros enjuiciados tendría que ser el Fondo Monetario Internacional". Y el general Barry McCaffrey, "zar" antidrogas de los Estados Unidos, declaró: "Que quede bien claro que éste es dinero sangriento; es la sangre de los policías y soldados colombianos. Es una actividad ilegal... ¿Debiéramos acaso contar la prostitución u otras formas de actividades ilegales como parte de la economía? Lo dudo".

Pero mientras estos elementos más cuerdos expresaban su repudio a la demencia del FMI, hubo un segundo suceso igualmente horripilante.

Wall Street entra en onda

El sábado 26 de junio, a su regreso de un breve viaje a las selvas del sur de Colombia, el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York Richard Grasso anunció que acababa de pactar un acuerdo con las narcoterroristas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Grasso calificó de "extraordinarios" a los líderes de las FARC, e informó que había discutido con ellos un mutuo "intercambio de capitales". Además, dijo, había invitado al "comandante supremo" y otros líderes de las FARC a visitar la bolsa neoyorquina y "pasearse conmigo por el foso", el gran salón donde ocurren las febriles transacciones de esa entidad.

Grasso se felicitó por sus negociaciones con las FARC, a las que calificó de ejemplo de la estrategia de la bolsa neoyorquina, de ser "muy agresivos e la búsqueda de mercados y oportunidades internacionales"; y esperaba que su visita "marque el comienzo de una nueva relación entre las FARC y los Estados Unidos".

¿Qué clase de relación será esa? Pues en la actualidad Colombia es el principal productor mundial tanto de coca como de sus derivados mortales, el crack (bazuco) y el clorhidrato de cocaína. En los últimos cinco años el cultivo y procesamiento de la amapola del opio han aumentado tanto en colombia, que el 75 por ciento de toda la heroína capturada en los Estados Unidos proviene ahora de Colombia. Y las FARC son el principal cartel que domina ese tráfico actualmente en Colombia, hecho plenamente documentado por la inteligencia militar colombiana, y corroborado a lo largo de años por este servicio noticioso (lea el artículo adjunto).

Las FARC son temidas y aborrecidas en Colombia, en tanto narcoterroristas que asesinan, secuestran y extorsionan a su antojo, cuandoquiera que gozan del poder para hacerlo. En las regiones controladas por ellos, las familias deben entregarles, so pena de muerte, todos sus hijos de los trece años de edad en adelante. Las FARC reconocen que efectivos suyos torturaron y mataron a tres ciudadanos estadounidenses en marzo, pero lo justifican explicando que los americanos entraron en "su" territorio sin pedirles permiso.

Las FARC figuran, además, en la lista de organizaciones terroristas que mantiene el Departamento de Estado de los Estados Unidos, lo que (en teoría) significaría que tienen vedada cualquier transacción con los Estados Unidos. Mas la reunión de Grasso con las FARC se realizó en plena coordinación con el Departamento de Estado. Grasso paró un rato en Bogotá para que el embajador estadounidense Curtis Kamman le pusiese al tanto de los detalles antes de adentrarse en la selva hasta el reducto de las FARC; a su regreso también rindió informe al embajador. Un portavoz del Departamento de Estado mintió que Grasso había viajado "por cuenta propia", pero tuvo que reconocer que el Departamento de Estado no objetó el viaje.

Acompañaron a Grasso en su narcosafari Alan Yves Morvan, vicepresidente de relaciones internacionales de la Bolsa de Nueva York, y James Esposito, jefe de seguridad de la misma. Se reunieron con el comandante Raúl Reyes, encargado de finanzas en la cúpula de las FARC, y les sirvió de intérprete nada menos que el ministro de Hacienda colombiano Juan Camilo Restrepo, quien para hacerlo se excusó de urgentes reuniones con una misión del FMI que se encontraba en Bogotá.

En rueda de prensa del 29 de junio convocada para hacerle propaganda a su viaje, Grasso disvariaba sobre lo "muy sofisticado" que le pareció el comandante Reyes, "pese a sus apariencias, en vista de su uniforme de campo y su M-16. Y sabía bastante de inversión y mercados de capital, y la necesidad de estimular el ingreso de capital extranjero a Colombia... [Hay] compañías muy interesantes en Colombia, que serán muy buenas adiciones a la lista internacional de la Bolsa de Nueva York", declaró.

'Producto Narco Bruto'

Hay dos temas de fondo que plantea la coincidencia de los nuevos procedimientos contables del FMI con el encuentro Grasso-FARC; temas que ni siquiera los primeros críticos de dichos sucesos han mencionado, pero que explican por sí mismos lo que sucede.

En primer lugar, la fuerza motriz de la campaña narcolegalizadora es el proceso de bancarrota de todo el sistema financiero mundial. Actualmente andan sueltos por ese sistema financiero cerca de 300 billones de dólares en derivados financieros y otros instrumentos de crédito incobrables. La oligarquía con eje en Londres ha decidido que se tiene que salvar a cualquier precio ese cáncer predilecto, así haya que saquear la economía física de las naciones del mundo, eliminando su población y alimentando el cáncer con emisiones cada vez mayores de deuda; es decir, con una hiperinflación como la del sistema de Weimar, en Alemania, en los años veinte.

El flujo de efectivo proveniente del narcotráfico —más de medio billón de dólares en dinero sangriento, según cálculos de EIR— se cuenta como un puntal indispensable para sostener otro rato el sistema irremediablemente perdido de la oligarquía financiera.

Para decirlo más finamente, Richard Grasso, el presidente de la Bolsa de Nueva York, fue a Colombia a buscar cocadólares para salvar su institución. El Indice Industrial Dow siempre ha contenido una buena dosis de dinero sucio; de hecho, podría decirse que los mercados financieros de Wall Street y Londres son tan adictos a los narcodólares como los drogadictos al crack o la heroína (amén de que un buen número de corredores se han enviciado con estas sustancias también).

Así que si usted, estimado lector, está "jugando al mercado" y tiene inversiones en Wall Street, debe saber que no sólo es estúpido, y pronto perderá hasta la camisa; si no que también se ha acostado, económicamente, con el dinero sucio —dinero sangriento, como lo ha llamado el general McCaffrey— del narcotráfico, quiera que no.

En cuanto al FMI y sus burócratas anónimos, lo mejor que puede decirse de ellos, sin apartarnos de la verdad, es que trafican drogas. Lyndon LaRouche y EIR vienen documentando este hecho desde cuando menos 1978. Ahora el FMI lo reconoce por boca propia. A las naciones y líderes nacionales que han capitulado ante el chantaje del FMI y los banqueros, y a su propio facilismo pragmático ("¿qué más podemos hacer?"), les decimos: ya es hora de ponerle alto. El FMI equivale al narcotráfico, y no se puede negociar con narcotraficantes. No hay "tercera vía"; hay que decir no.

La segunda cuestión fundamental es que debemos darle ya su verdadero nombre al fabuloso PNB: Producto Narco Bruto. La definición formal de PNB es "el valor total de los bienes y servicios producidos en una nación durante un período específico (tal como un año), y que también abarca el total de gastos de los consumidores y el gobierno, más las inversiones brutas del sector privado". Pero si la actividad económica ha de medirse como valor agregado en los mercados monetarios, entonces no hay forma de distinguir entre actividades productivas (construcción de centrales eléctricas, cosechas agrícolas) y actividades destructivas (como el narcotrárfico) o meramente dispendiosas (como la mayor parte de los empleos en servicios).

De hecho, si el valor monetario se acepta como la única métrica de la economía, de hecho se adopta el concepto bestial, británico, del ser humano, y se elimina de la economía todo vestigio de moralidad. Al fin y al cabo, nos dicen, un dólar es igual que cualquier otro dólar; quizás no le agrade el hecho de que ese dólar provenga del narcotráfico, la prostitución o los juegos de azar, pero no hay que dejar que los "gustos individuales" dicten "medidas económicas objetivas" tales como el PNB.

Esa perspectiva se llama monetarismo, y es la forma en que se enseña economía en todas las universidades de todos los países del mundo, por más que le llamen neoliberalismo, keynesianismo o marxismo.[1]

Si esa es la perspectiva suya, sírvase contestarnos, por favor, algunas preguntas muy sencillas: Si las drogas y la prostitución deben contarse como parte del PNB, ¿habremos de considerar entonces que una acción policial exitosa contra el narcotráfico es una reducción del PNB o del "valor agregado" de la economía? ¿También habrá que contar como "valor agregado" la pornografía? ¿Y qué de la pornografía infantil (negocio de miles de millones de dólares)? ¿Y qué del siniestro género cinematográfico snuff, en que toman seres humanos vivos (especialmente niños), los violan y torturan, y luego los asesinan ante las cámaras?

¿Tal vez los asesinatos, violaciones y torturas debieran también formar parte del PNB, empleando, claro está, "técnicas sofisticadas" de contabilidad? ¿Acaso el veneno que usaban en las cámaras de gas de Hitler no hacía parte también del PNB?

¿Le incomodan estas preguntitas? ¿Dónde está, pues, la línea divisoria? Y, lo que es más importante, cómo distingue uno entre el verdadero valor económico y la maldad con etiqueta de precio? ¿Acaso no existe una diferencia fundamental entre la "aritmética de los banqueros" y la aritmética humana?

La fría verdad es que no existe forma científica, sistemática y válida de repudiar al narcotráfico como renglón económico a menos que uno esté dispuesto a arrojar por la borda en su totalidad el concepto académico de economía actualmente en boga, con todo y la definición de PNB, y sustituirlo con la ciencia de la economía física desarrollada por Gottfried Leibniz, Lyndon LaRouche y otros. En este enfoque, la economía y la moralidad se conjugan en un concepto de valor económico definido como aquello que contribuye a la exitosa reproducción social de la humanidad, en términos de una creciente densidad relativa potencial de población. La ciencia, la cultura clásica y la creatividad en todos sus niveles —es decir, aquello que define al hombre como ser moral— devienen entonces la piedra angular del progreso económico.

¿Dice usted que se opone al narcotráfico? Más le vale, entonces, empezar a aprender la ciencia de la economía física que enseña LaRouche. Un buen punto de partida sería su artículo "Cómo salvar a los Estados Unidos moribundos", que aparecerá en un próximo número de Resumen Ejecutivo.

[1] Algunos lectores se escandalizarán al oir del fraternal abrazo entre Richard Grasso, luminaria de Wall Street, y el "Comandante Reyes" de las FARC. Pero ello no sorprende a otros mejor informados históricamente. Como lo comentó uno de estos observadores viendo la foto de nuestra portada: "Ah, por fin se encontraron Adam Smith y Karl Marx". De hecho, el monetarismo liberal de Smith y el reduccionismo materialista de Marx brotan de una misma cepa económico-política británica; en consecuencia, vástagos suyos tales como Reyes y Grasso a menudo comparten jugarretas tales como la legalización de la economía del narcotráfico.