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El significado para México de la situación en los EU

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Lyndon LaRouche habla, vía videoconferencia, con el ingeniero Rodríguez Agustín Fuentes (recuadro), diputado del Congreso de México y secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) el 9 de noviembre: “Enfrentamos una crisis internacional comparable a la amenaza que encaró Europa en vísperas de la Nueva Era de Tinieblas. Ésta no es una depresión ordinaria”. (Foto: EIRNS).

Ciudad de México (EIRNS)—El estadista y ex precandidato presidencial estadouni-dense Lyndon H. LaRouche participó el 9 de noviembre, vía videoconferencia, en el foro “El significado para México de la situación de México en los EU”, que copatrocinó el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma (STUNAM). Esto constituyó un verdadero diálogo entre LaRouche y el diputado mexicano Agustín Rodríguez Fuentes (recuadro), quien también es secretario general del STUNAM. Ronald Moncayo de la EIR moderó la presentación que se transmitió al mundo por internet con interpretaciones simultáneas al inglés y al español. En las páginas siguientes reproducimos una versión de este diálogo internacional, adaptada para su publicación.

 

Ronald Moncayo: Muy buenos días a todo el auditorio que tenemos en distintos países. Ésta es una transmisión que estamos haciendo desde la Ciudad de México, para un diálogo entre el economista y político estadounidense Lyndon LaRouche y el ingeniero Agustín Rodríguez, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).

Nos acompaña esta mañana en el pódium un miembro del Movimiento de Juventudes Larouchistas; también nuestro representante Rubén Cota en la Ciudad de México; por supuesto, el ingeniero Agustín Rodríguez, secretario general del STUNAM; el licenciado José Luis Gutiérrez, que es secretario de organización; y el licenciado Alberto Pulido, que es el representante de prensa y propaganda.

Les damos la bienvenida a todos los oyentes y escuchas, y tenemos en primer lugar unas breves palabras de bienvenida a cargo del licenciado Pulido, representante del STUNAM.

Alberto Pulido: Muy buenos días. Queremos darles la más cordial bienvenida de parte del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México para este diálogo sobre la situación económica que atraviesan los Estados Unidos, y la relación de éstos con los países de América Latina y del mundo.

Fundamentalmente, con un sindicato que actualmente agrupa tanto a trabajadores académicos como administrativos y que está enclavado en una de las universidades públicas más importantes del mundo, catalogada dentro de los cien primeros lugares hace poco, para nosotros es importante el estar enclavados en esta institución pública y poder tener un diálogo con dirigentes y analistas mundiales, como lo es en este caso el señor LaRouche.

Entonces, sean ustedes bienvenidos.

Moncayo: Muchas gracias. Tenemos en la pantalla al señor Lyndon LaRouche, quien esta mañana nos va a ofrecer su propuesta, su

ponencia sobre “El significado para México de la situación en los Estados Unidos”. Después de la intervención del señor LaRouche, vamos a tener la intervención del ingeniero Agustín Rodríguez, y pasaremos a las preguntas y respuestas de todo el auditorio mundial y de los distintos dirigentes laborales que se encuentran reunidos aquí en la Ciudad de México. Y estamos enlazados con una serie de auditorios; en particular, con un auditorio de las juventudes de los sindicatos de las 62 organizaciones [la Juventud Sindical Peronista] en Argentina, así como con varias ciudades de nuestro país.

Entonces, sin más, quiero darle la bienvenida al señor LaRouche. Estamos para escucharlo; adelante, señor LaRouche.

Lyndon H. LaRouche:

Enfrentamos una crisis financiera mundial que no se compara con la de, digamos, 1929 en Estados Unidos, sino más bien con algo que ocurrió en Europa en el siglo 14, cuando el rey normando de Inglaterra repudió las deudas que tenía con la Causa de Bardi. Este acontecimiento desencadenó el estallido inminente del sistema financiero de ese entonces por toda Europa, y desembocó en lo que se conoce como la Nueva Era de Tinieblas, en la que la mitad de las municipalidades o parroquias de Europa desaparecieron en el transcurso de la misma, y la población neta cayó un tercio o más en ese período.

Enfrentamos una crisis internacional comparable a la amenaza que encaró Europa en vísperas de la Nueva Era de Tinieblas. Ésta no es una depresión ordinaria.

Vivimos un período en el que las instituciones financieras que dominan al mundo, las instituciones monetarias y financieras, están desesperadas echando mano de cuanto truco existe para tratar de postergar el desplome. No sabemos con certeza para qué, pero están intentándolo.

De manera que, tenemos que percatarnos de que estamos en una situación hiperinflacionaria que afecta en especial a las materias primas como el petróleo, el cual no tiene como fundamento la oferta y la demanda, sino la desesperación de los grupos financieros por encontrar algo con qué especular para compensar el desplome de sus intereses financieros. Dependen de las materias primas como los metales, el petróleo y demás, para tratar de defender los intereses de estos tipos del desplome inminente, el cual saben es inevitable.

Todo grupo financiero de peso en el mundo sabe que el desplome de este sistema es ahora inevitable. Quizás no se lo digan a la prensa, puede que mientan; como saben, la gente miente, ¿o no? Los gobiernos mienten, las instituciones financieras mienten. Pero, estamos al borde de esa clase de desplome.

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El Movimiento de Juventudes Larouchistas despide a Cheney frente a la Casa Blanca. La manta reza: “Dios le dijo a Bush: ‘Vete por las buenas. . . y llévate a Satanás contigo’ ”. (Foto: Dan Sturman/EIRNS).

“Nuestra intención. . . es expulsar a Cheney (abajo) de su cargo, obligándolo a renunciar por las pruebas de los crímenes de sus asociados, como las del reciente encausamiento de Lewis Libby, su jefe de gabinete”, explica LaRouche. (Foto: Sue Sapp/Fuerza Aérea de EU).

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¿Podemos parar el crac?

Sin embargo, el desplome no es inevitable. El dinero no necesariamente es el factor elemental que determina la economía mundial. Por ejemplo, tomemos el caso de Estados Unidos en 1933: Estados Unidos había caído en el mentado derrumbe de 1929, pero ése no fue un desplome físico de la economía. Lo que pasó es que, con Hoover, y bajo el control del sistema de la Reserva Federal entonces, Hoover contrajo la economía estadounidense a la mitad con las medidas de austeridad que se adoptaron para enfrentar el desplome financiero del mercado bursátil, y el de los de Europa también.

Roosevelt asumió la presidencia en marzo de ese año —tras resultar elegido—, pero de veras la asumió. En ese entonces, los mismos financieros que provocaron el desplome pusieron a Hitler —quien hasta ese momento no pintaba para nada— en el poder usando como pretexto el incendio del Reichstag (el Parlamento alemán), del que fue responsable Hermann Göring, para convertirlo en el dictador de Alemania, posición que conservó hasta su muerte en 1945. Así que, ésa es la naturaleza del peligro. Nos encontramos en un período como el de esos círculos estadounidenses, británicos y otros que respaldaron a Hitler allá por 1933; esos círculos responderán hoy a una crisis como lo hicieron entonces. Hoy le llaman “globalización”. Éste es el nuevo fascismo, éste es el nuevo imperialismo fascista. Y el plan de estos grupos poderosos de las finanzas es hacer eso mismo otra vez.

Pues bien, la única institución que puede oponerse a estos grupos es el Estado nacional soberano moderno. En particular, quizás ningún gobierno del mundo está preparado para desafiar de modo directo a estas instituciones financieras, con la excepción potencial del Gobierno de Estados Unidos, a fin de que asuma con Roosevelt y guíe al mundo a un sistema nuevo —ojalá— sin una guerra de por medio. Regresar a algo parecido al sistema de Bretton Woods, como funcionaba al momento que Roosevelt murió e inmediatamente después; el sistema de Bretton Woods que le permitió al mundo recuperarse de las secuelas de la Depresión en el período que va del fin de la guerra hasta mediados de los 1960, cuando Estados Unidos de nuevo empezó a infligirse daño a sí mismo, como lo ejemplifica la guerra de Indochina.

La pregunta es: ¿podemos parar este crac? ¿Cuál es su solución? Recientemente hemos tenido algunos acontecimientos

interesantes. El problema que tenemos hoy en Estados Unidos es que, aunque tenemos un Senado que empieza a avanzar de forma significativa para continuar las políticas de Franklin Roosevelt, la Cámara de Representantes sigue en gran medida bajo la influencia vertical de la ultraderecha, lo cual es una vulnerabilidad; y la presidencia, en la que al Presidente de Estados Unidos en realidad lo domina un vicepresidente que quizás tenga más poder que cualquier otro en la historia, y que de hecho ejerce, en cierto sentido, una autoridad más cotidiana sobre la economía que el propio Presidente de Estados Unidos.

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El presidente mexicano José López Portillo anuncia la nacionalización de la banca el 1 de septiembre de 1982. “Esperaría poder regresar de nuevo a esa clase de política en las relaciones entre México y Estados Unidos, y también en todo el Hemisferio”, dice LaRouche.

El Presidente es casi un títere de este vicepresidente [Dick Cheney].

¡Saquen a Cheney!

Nuestra intención en Estados Unidos, la de quienes estamos combatiendo esto, es expulsar a Cheney de su cargo, obligándolo a renunciar por las pruebas de los crímenes de sus asociados, como las del reciente encausamiento de Lewis Libby, su jefe de gabinete. Y las de muchos más que lo seguirán.

Si podemos reconfigurar la presidencia de Bush de modo que reaccione más a la realidad, entonces podemos responder a esta crisis con el liderato de Estados Unidos, cosa que de hecho ayudaría a sacar al mundo entero de la crisis.

Mucha gente, como en Italia por ejemplo, donde parlamentarios connotados encabezan la campaña para regresar al sistema de Bretton Woods, el Parlamento ha sometido a votación y aprobado dicho cambio de política. Si Estados Unidos adoptara de nuevo esa orientación, hay gobiernos en Europa que se le unirían, y creo que en general descubrirían que la mayoría de los gobiernos en América, de la mayoría de los Estados de América, recibirían con beneplácito esa clase de cambio, de explicárseles en qué consiste. Por ejemplo, tenemos el caso de los acontecimientos recientes en Argentina, donde el presidente Bush elogió al Presidente de Argentina, [Néstor] Kirchner, por su defensa del país en contra del FMI. Bueno, uno no sabe lo que eso significa saliendo de boca del presidente Bush, pero hay que tomarlo como viene, y decir: “El Presidente de Estados Unidos ha dicho algo muy inteligente al respecto en Argentina, en esa conferencia” [de la Cumbre de las Américas].

Los Estados de América agonizan: México agoniza físicamente. Argentina agoniza, pero lo sabe. Bolivia está amenazada. Brasil está amenazada. Venezuela se ve amenazada, pero de una forma distinta. Perú anda desestabilizado. Hay situaciones horribles en Centroamérica y en toda la región. El sufrimiento es increíble. Entonces, yo creo que la mayoría de las fuerzas políticas del Hemisferio responderían de manera favorable a una iniciativa de Estados Unidos de regresar a la clase de políticas monetarias que representaba en el periódo desde el fin de la guerra hasta mediados de los 1960.

Yo sé que mi viejo amigo, ahora difunto, José López Portillo, el Presidente de México, luchó por eso y montó una defensa heroica de su país en el período de agosto a octubre de 1982, especialmente en sus palabras memorables ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en esa convención, sobre esta política. Yo comparto esa orientación del presidente López Portillo respecto a México, tal y como la expresó en ese entonces, y esperaría que pudiéramos regresar a una política como ésa de nuevo en las relaciones entre México y EU, y, también, en todo el Hemisferio.

Pero, ¿cuáles son los acontecimientos pertinentes? Primero que nada, tuvimos un avance en el último par de días en Estados Unidos. Los dirigentes del Partido Demócrata en el Senado han instado a tomar medidas enérgicas para corregir los errores y crímenes del vicepresidente Cheney. Esto fue lo que afirmó el jefe de la bancada demócrata en el Senado, el senador Harry Reid, de quien de inmediato se hicieron eco un senador de Nueva York, Schumer, y Debbie Stabenow, otra senadora. Luego, la fracción demócrata en el Senado afirmó en una reunión su comprensión de la orientación política, tras aclarar algunas de las preguntas que surgieron sobre la propuesta del senador Reid. Así que, ahora tenemos a la cúpula del Partido Demócrata en el Senado moviéndose en esta dirección, y con firmeza; y hay senadores republicanos que comparten esa perspectiva. La reciente derrota que sufrieron los republicanos en las últimas elecciones indica que el pueblo estadounidense está distanciándose de la presidencia de Bush y Cheney, al seguir una dirección diferente, y que el objeto del odio es Cheney. Hacia allá vamos.

A reorganizar el sistema financiero

La crisis nos golpeará pronto. Permítanme explicar lo que se requiere: todos los grandes sistemas de banca central de Europa y América están hoy en quiebra. Todo el sistema bancario de Estados Unidos está quebrado sin remedio. De forma implícita, el sistema de la Reserva Federal está en bancarrota. Europa entera vive situaciones parecidas. El sistema bancario de Europa, con una cuantas excepciones, está quebrado. Los sistemas de banca central están en bancarrota; el sistema de la Unión Europea está en la quiebra sin remedio; sólo es cuestión de cuándo se declarará oficial el desplome.

Lo que tiene que hacerse, y lo único que puede hacerse en este caso, es que Estados Unidos actúe para que el gobierno federal intervenga al sistema mismo de la Reserva Federal. El propósito de esto es mantener los bancos abiertos, a fin de evitar un derrumbe de reacción en cadena del sistema crediticio y financiero de Estados Unidos, y a partir de eso emprender un programa de recuperación, como lo hizo Roosevelt, aprovechando el crédito nacional para estimular el crecimiento en los campos de la infraestructura económica básica y cosas de la misma índole.

Si Estados Unidos hace esto, y si Europa se le une en ello, entonces sería posible crear de inmediato un nuevo sistema monetario como el del viejo Bretton Woods, e instrumentar en toda América, por ejemplo, una política de expansión del empleo orientada a la tecnología de punta. El potencial existe para regresar al nivel de 1982 en México, en términos de las posibilidades, de las oportunidades. De forma similar en Brasil; igual en Argentina. Será una labor ardua; tomará prácticamente una generación restaurar a estos países y que se recuperen del daño, pero puede hacerse.

Estoy convencido de que, si Estados Unidos cambia su política —un cambio que, aunque no es seguro, sí es probable—, los países de América tenderán a unírsele en ese propósito común. Y esos países de Europa, en especial Alemania y quizás Italia, tenderían a convertirse con rapidez también en socios. A los países de Asia, como China, y a lo mejor Japón e India, les alegrarían las consecuencias de semejante cambio.

Por tanto, podríamos avanzar con gran rapidez, no hacia la prosperidad, pero sí para detener el derrumbe del sistema y empezar la vía ascendente. Lo más importante es que estaríamos restaurando la confianza de los pueblos del mundo en sus gobiernos, y el compromiso de los principales gobiernos e instituciones de ofrecerles un futuro.

Puede que la gente sea muy pobre, pero si tiene la confianza de que su país está mejorando, de que sigue una vía ascendente, soportará cierta medida de sufrimiento a sabiendas de que avanza. En cambio, si ve que la situación no tiene remedio, sin perspectivas de cambio, tenderá a desesperarse. Y cuando la gente se desespera, la política se torna desesperada. Y cuando la política es desesperada y falta liderato, en condiciones como las de la Nueva Era de Tinieblas del siglo 14, entonces la civilización entera puede entrar a una edad oscura.

Tenemos una alternativa. Por desgracia, la responsabilidad principal de adoptarla, en mi mejor opinión, tiene que venir de Estados Unidos. El mundo entero mira a Estados Unidos y pregunta si el Gobierno estadounidense cambiará su política. El Senado dice, “Sí”. El Presidente ha dicho cosas bonitas. El Vicepresidente dice, “No”. El Vicepresidente es un criminal. Estamos interviniendo para deshacernos de él.

Moncayo: Muchísimas gracias, señor LaRouche, por esta intervención. Y ahora, a continuación, la intervención a cargo del ingeniero Agustín Rodríguez Fuentes del Sindicato de Trabajadores de la UNAM. Quiero decir que éste es un sindicato que tiene más de 30 mil afiliados, y es uno de los más importantes para México e Iberoamérica. El tema del ingeniero y diputado federal Agustín Rodríguez es, “El rumbo de México debe cambiar”. Dejamos los micrófonos al ingeniero Rodríguez.

Agustín Rodríguez Fuentes:

Es agradable saludar a tan distinguidas personalidades, que a nivel mundial están escuchando esta conferencia, este intercambio de opiniones. Y de manera muy especial al señor Lyndon H. LaRouche, que con sus comentarios, sus planteamientos y sus iniciativas viene desarrollando una lucha muy similar a la que aquí en México muchas organizaciones sociales venimos también promoviendo. Allá le denominan el cambio del sistema financiero o un nuevo sistema financiero en el orden económico mundial. Aquí hemos propiciado la discusión, el análisis, el debate sobre el modelo económico que desde 1985 se impuso a los mexicanos, con las consecuencias desastrosas que nos ha generado el empobrecimiento de más de 50 millones de mexicanos y, en fases de empobrecimiento extremo, a más de 20 millones.

Y eso no es algo de lo que debemos tener más que preocupación, y tener más que reflexión para propiciar las medidas que generen ese cambio de orientación de esa política económica hacia los mexicanos y en el mundo en general. Está claro que a nivel mundial ya ni los empresarios, que son los más beneficiados, ni los dueños del capital, que son los más beneficiados de este modelo económico, están convencidos de que esta forma de vida económica para los países está resultando de la mejor forma.

Por eso es importante este intercambio de comentarios y de opiniones.

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El ingeniero Agustín Rodríguez Fuentes, diputado del Congreso mexicano y secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM).

México debe cambiar de rumbo

Es también traer en este momento un poco estas circunstancias penosas que se vivieron recientemente en Argentina con el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, en esta cuarta cumbre que se desarrolla, y en donde, lamentablemente, nuestro Presidente de la República va y propicia y defiende lo indefendible, lo insostenible. Como si fuera la voz de los mexicanos, como si los mexicanos estuviéramos muy convencidos de este acuerdo, que no ha generado beneficios sostenidos en la economía de los mexicanos. A lo mejor para algunos cuantos sí, para muchos millones de mexicanos evidentemente que no nos ha resultado benéfico.

Es importante que se tenga presente que los mexicanos que padecemos y vivimos estos estragos de estos acuerdos internacionales, producto de una economía que se pensó sobre la base de la oferta y de la demanda, de la globalización económica mundial, de una economía de mercado en donde si produces tienes, y si no produces no tienes, eso es algo que nosotros tenemos que revisar con mucho cuidado.

Hemos estado insistiendo mucho en el tema de que el rumbo de México debe cambiar. Hemos elaborado, como organización sindical, muchas notas en esa orientación. Traigo solamente una parte en este momento, que quiero exponer y que es algo que precisamente es el fondo de lo que en México tiene que corregirse. Y aquí, una pequeña diferencia con el señor LaRouche: para nosotros, de ninguna manera la actuación del presidente López Portillo es una actuación heroica. Al contrario, fue una actuación de lo más torpe que pudo haberse tenido, porque cuando tuvo la posibilidad de desarrollar, con los recursos petroleros, una política económica de desarrollo de mercado interno fuerte y sólida, no lo hizo. Porque hubo muchas pillerías que [se] propiciaron, precisamente por esas circunstancias y condiciones de la fuga de capitales de nuestro país. Fue precisamente en esa época en donde más fuga de capitales tuvimos en nuestro país.

Y después llegaron otros con la mentalidad tecnocrática que, finalmente, tampoco resolvió las cosas.

Quiero apuntar que estos comentarios han sido expresados a lo largo de estos últimos once años por el que les habla, en todos los foros en donde hemos tenido oportunidad de expresar. El modelo neoliberal en México resultó un tremendo fracaso. Lo único que ha logrado el modelo neoliberal es el aumento de la pobreza, la desigualdad y la polarización social. Si no, revisemos lo que está pasando muy recientemente en Argentina, lo que vivió Brasil, lo que está viviendo México, y lo que están viviendo prácticamente todos los países latinoamericanos.

Tres presidentes priístas, y ahora el panista, han aplicado dócilmente las recetas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que obedecen a los dictados del país más poderoso e insolente de la Tierra, el de los Estados Unidos de Norteamérica.

Llevamos más de dos décadas de crisis y de crecimiento mediocre. El estancamiento del producto interno por habitante; el incremento de la deuda externa y la explosión de la deuda interna; una banca rescatada a costa de los mexicanos, y ahora en manos de extranjeros; bajísima capacidad para generar empleos; una vida rural en pleno desastre; y una crisis fiscal de carácter estructural que limita el papel del Estado para impulsar el crecimiento.

La recesión mundial y la invasión de Iraq por los Estados Unidos han venido a agravar la situación interna, además de representar un entorno desfavorable a las expectativas económicas y sociales de la transición democrática, y un mayor riesgo a nuestra soberanía.

La incompetencia del Gobierno de Fox

El gobierno del cambio, porque así se autodenominó el actual gobierno panista representado por Vicente Fox, ha resultado [ser] efectivamente un gran fiasco, por su tremenda incompetencia política. Su política más parece continuación del régimen anterior. Los consensos que dice buscar se reducen a negociaciones cupulares, y la sociedad no alcanza a verse en ellos representada. Ya lo vivimos hace unos días en Argentina.

Caminamos hacia un desarreglo institucional y consensual, por lo que, como lo vimos en los casos de las reformas de la ley indígena, el aeropuerto, el entreguismo con los gringos respecto a Cuba y otros casos lamentables, se dieron y se seguirán dando enfrentamientos entre el Presidente y el Congreso, y entre sectores de la sociedad civil, el Ejecutivo y el Legislativo.

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Vicente Fox y George W. Bush, presidentes de México y Estados Unidos, respectivamente.

Lo dijimos desde hace tiempo: el cambio ofrecido por el nuevo gobierno se ha traducido en un cambio favorable para la organización y los proyectos del gran capital nacional y extranjero. El gobierno que ya está por concluir, afortunadamente, ha sido un gobierno pro empresarial, incapaz de transformar democráticamente las formas discrecionales, autoritarias y corporativas del viejo régimen. El gobierno es, así, una suma de individuos sin cohesión interna y sin programa político; menos aun, sin visión del proceso de transición. Y aquí corrijo: yo creo que sí tienen un programa político, pero no es el programa de los mexicanos, ni para los mexicanos.

Ha quedado confirmado: el Gobierno de Fox es un gobierno de la derecha, con un programa económico y social de continuidad con la orientación neoliberal de los últimos sexenios, y con avances democráticos en lo que hace a las formas de gestión y uso de los recursos públicos. Esto es, transparencia y control, pero en medio de una gran ineptitud.

Es necesario revertir este proceso y plantear un arreglo político consensual e institucional. Urge el acuerdo para la reforma social y democrática del Estado, y para un desarrollo nacional con justicia y equidad. No queremos asistir nuevamente como simples observadores a los acuerdos entre los poderosos, para lograr metas de crecimiento económico que sólo benefician la prosperidad de los grandes negocios y marginan a la gran mayoría de la población.

Hacia un nuevo consenso

Por ello, promovemos una gran alianza social para la transición democrática y el desarrollo nacional con justicia y equidad.

La reforma de la ley federal del Trabajo que promueve el gobierno actual es, en estricto sentido, una reforma con minúsculas, sumamente “light”; es decir, muy superficial, dado que no incluye las cuestiones fundamentales del artículo 123 constitucional,[1] ni se encuentra vinculada al proyecto de la reforma del Estado, ni mucho menos a un programa de transformaciones económicas en el que se tracen metas en el ámbito laboral y productivo. En dos palabras: se trata de una actualización de la ley regresiva y mezquina. Regresiva, porque fue planteada por la parte empresarial desde mediados de los 80, cuando el viejo sistema ya no era capaz de crear las condiciones para su aprobación. Mezquina, porque ahora, cuando el nuevo gobierno abrió las expectativas para un cambio de gran aliento, la reforma no alcanza la altura esperada.

Por eso, para muchos, puede ser limitada y decepcionante. De hecho, si los partidos progresistas en el Congreso de la Unión no son capaces de modificar algunas aberraciones, será, como hemos dicho, una contrarreforma.

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Dirigentes del STUNAM presidieron el foro, entre ellos el licenciado José Luis Gutiérrez Calzadilla (izq.) y el ingeniero Agustín Rodríguez Fuentes (centro), secretario de organización y secretario general, respectivamente.

La forma en que se dirigió la construcción de los consensos fue sumamente unilateral, cargada hacia la ya existente desde el viejo régimen. Por ello, decidimos presentar algunas iniciativas como organizaciones sociales.

Conviene establecer la necesidad de la actualización de la ley y, al mismo tiempo, plantear la necesidad también de una reforma de largo alcance. Eso sería lo deseable.

Es ya un clamor nacional la necesidad imperiosa de mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos, mediante un cambio en el modelo económico que reactive el dinamismo del mercado interno, integre la planta productiva nacional, genere un mayor número de empleos, eleve los salarios, aumente la competitividad de las empresas y fortalezca la soberanía nacional.

Por nuestra parte, estamos empeñados en promover una reforma del modelo productivo y del sistema laboral que, en el marco de la reforma del Estado, que aún no se inicia, sea capaz de impulsar el mejoramiento legal, institucional y cultural del mundo del trabajo.

Ya basta de la política contraccionista que, en aras de mantener los equilibrios macroeconómicos, acaba por matar toda iniciativa productiva de los mexicanos. Proponemos un cambio en la política económica que ponga en el centro de convergencia de todas las políticas económicas y sociales, la promoción del empleo y la defensa del nivel de vida de los trabajadores. Todo esto a partir de la reactivación necesaria, obligada, del mercado interno.

Producto de esta economía que vivimos, encontramos un enorme deterioro de aspectos tan importantes como el campo. Como todo el sistema productivo agropecuario, manufacturero, todo el mercado interno está contraído, a partir de esa enorme apertura y de esa política indiscriminada de apertura de las fronteras, que no ha generado ese beneficio de lo que hemos identificado como la microeconomía; es decir, lo que recibe el trabajador, el mexicano, el asalariado, lo que tiene en su bolsillo para el consumo de su familia. La macroeconomía puede ser que efectivamente tenga, o tiene, resultados positivos, pero eso ha sido por estar por encima, por descansarla en las espaldas de los trabajadores y en la entrega de los intereses más sagrados de los mexicanos hacia las políticas externas.

Y eso es algo que tiene que corregirse, que necesariamente debe revisarse. Que ahora que entramos en esta nueva etapa, ojalá y que en EU con esa lucha que promueve el señor LaRouche y algunos otros estadounidenses más en la orientación de este cambio de sistema financiero a nivel nacional e internacional, y a nivel mundial, ojalá y que en EU ya no se siga esa política de guerra, que solamente sobre la base de la sustentación bélica permite el sostenimiento, con el deterioro y el daño de muchas naciones.

La aparente intervención para la defensa de la democracia de los países no requiere que ningún Estado intervenga. No tiene por qué estar Estados Unidos en Cuba, ni tiene por qué estar en Iraq, ni tiene por qué estar en Venezuela, ni tiene por qué estar en ningún lado interviniendo en la defensa de la democracia. Los países son soberanos y, como soberanos, deben resolver sus propios problemas y definir su propio rumbo económico.

Y por ahí es por donde tenemos que conducirnos. Creemos que hoy, en estos tiempos, estamos confiados en que, a partir de este tipo de intercambios como el que estamos sosteniendo el día de hoy, pudiera ayudar a propiciar ese gran movimiento social mundial para la transformación de una economía que ya no explote a los más necesitados, y que ya no beneficie solamente a los dueños del capital.

Estamos a sus órdenes si hay preguntas o comentarios sobre alguna cuestión en particular. Adelante, felicidades por este intercambio y estaremos siempre atentos a continuar desarrollándolos.

Muchas gracias.

Moncayo: Muchas gracias, ingeniero Rodríguez. Vamos a iniciar una sesión de preguntas y respuestas, pero quisiera saber si el señor LaRouche quisiera hacer algún comentario ahora, o entramos directamente al tema de las preguntas y respuestas.

LaRouche: Podría comentar algo al respecto. Estamos en la situación de un sistema internacional. Pues bien, aunque defiendo la soberanía absoluta del Estado nacional, a la cual está destruyéndose hoy, tenemos que reconocer que existe un sistema internacional, y que si no lo cambiamos no habrá posibilidad alguna de defender la soberanía de ningún país. Por ende, no podemos partir de la soberanía de países individuales en la esperanza de erigir un sistema. Tenemos que quebrar el poder del sistema internacional actual, como una condición para restablecer el principio de la soberanía nacional.

Tomemos, por ejemplo, un aspecto concreto en el que México tiene una gran experiencia: el efecto del libre comercio. Lo que el libre comercio ha hecho al reducir los precios de las exportaciones, es destruir el capital de México. El capital al que me refiero no es el capital financiero como tal, sino más bien el que representan los agricultores, los agricultores capacitados, a fin de criar a sus familias y tener el ingreso suficiente de su producción para mejorar la agricultura. Proyectos enteros para el desarrollo de la agricultura en México han menguado en relación a como estaban, digamos, en 1982, ¡en vez de progresar! Las maquiladoras y otras cosas fueron más bien métodos para saquear a México, porque el ingreso que el país recibía no alcanzaba para mantener el capital del pequeño productor, de la industria independiente, a diferencia del gran cartel internacional y sus subsidiarias en México.

Por tanto, tenemos que contar con un sistema proteccionista que sea congruente con lo que se conoce como el modelo americano, en el que los gobiernos tienen que detentar el derecho a proteger sus industrias y a fijar los precios. Sin embargo, también tenemos que acordar en el mercado internacional un sistema proteccionista como el que tuvimos hasta antes de 1971–1972, con el sistema de Bretton Woods. Fue con el sistema proteccionista que México pudo prosperar algo en el período de la posguerra,

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La colonia Libertad en México, justo en la frontera con EU. (Foto: Patrulla Fronteriza de EU).

hasta los sucesos y cambios que empezaron en 1971–1972, y que prosiguieron hasta 1982.

De modo que, necesitamos entender que requerimos un sistema proteccionista internacional que siga el modelo del precedente del sistema de Bretton Woods, como existió de hecho hasta mediados de los 1960. Sin eso, nada es posible. Esto significa proteccionismo para tener salarios mínimos, una protección del salario; normas agrícolas proteccionistas; proteccionismo para defender la industria nacional, a fin de fomentar la inversión local en las manufacturas. Vean la estructura: hemos perdido la estructura de la industria y la agricultura independientes; los carteles internacionales se la han zampado. Esto amenaza nuestro abasto de alimentos, por ejemplo. Al pretender normalizar los alimentos a nivel internacional, hemos generado el potencial para que las enfermedades acaben con cultivos enteros, porque hemos especializado y simplificado demasiado la producción.

Así que, hago hincapié en que tenemos que empezar —si hemos de ganar— por librar una pelea de poder para cambiar el sistema internacional. Si el sistema internacional no cambia, no podremos conservar la soberanía ni restablecerla en ningún país.

Diálogo:

Moncayo: Muchas gracias, señor LaRouche. . . Quisiera dar paso a alguna pregunta del auditorio. Por favor, si puede acercarse para identificarse y dar su nombre y cuál es su pregunta, por favor.

El asunto de Estados Unidos

Pregunta: Me llamo Carlos Eduardo Zúñiga, y vengo con carácter general. Buenos días. Señor Lyndon LaRouche, en su conferencia escuché que usted pondera al país de los Estados Unidos como el único capaz de liderar la economía internacional, al menos a nivel latinoamericano. Pero yo en este punto no estoy muy de acuerdo, dada la historia de descrédito que tienen los Estados Unidos, y no se trataría tanto del problema de un vicepresidente en turno al cual haya que sustituir. Pienso que incluso aunque ocupara el cargo de Presidente de los Estados Unidos una persona con la capacidad que usted tiene, pienso que posiblemente pudiera correr la suerte de un John F. Kennedy. Una persona honesta — ¿verdad?— corre más riesgo en el propio Estados Unidos que en cualquier otra parte. Pienso yo que, tal vez, un país como Canadá, que es grande, pudiera tener también una alta probabilidad, porque no tiene una historia tan dañada como los Estados Unidos. ¿Qué piensa usted acerca de esto? Gracias.

LaRouche: No funcionará. El problema es el siguiente. El problema no son los Estados ni Estados Unidos. El problema es el sistema financiero internacional. Tienes que entender que al mundo no lo dirigen ahora los gobiernos, aunque tienen el potencial de actuar en concierto para doblegar a esta potencia superior. La potencia superior es un grupo financiero internacional, que resulta que es el mismo que en su momento puso a Adolfo Hitler, Mussolini y Franco en el poder. Éstos son agentes financieros internacionales que controlan la economía mundial en la actualidad. Su intención hoy es eliminar al Estado nacional en muchas partes del mundo, y donde no lo eliminen, convertirlo en un mero mandadero de conciliábulos de financieros.

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LaRouche: “A los trabajadores mexicanos no los remuneran del todo por su trabajo. ¿Cuál es la consecuencia? El aumento de la pobreza en México, que es resultado del programa de las maquiladoras, un programa librecambista”. (Foto: United Steelworkers of America/Mike Matejka).

La potencia que tenemos que enfrentar tiene su sede en Londres, no en Estados Unidos. Es el nuevo sistema veneciano internacional acuartelado en Londres el que es el problema. Si vas a bregar con cualquier parte del mundo con éxito, tienes que romper el poder de ese sistema.

El único Estado que podría asumir esa tarea es Estados Unidos. No por sí solo, sino encabezando un concierto de naciones que proceda a doblegar a esa potencia, esa potencia imperial a la que todos estamos sometidos. Es la función de Estados Unidos, tiene que ser su función, que es la misma que Franklin Roosevelt representaba. Recuerda que la intención de Roosevelt antes de morir era acabar con el imperialismo, como la primera tarea del gobierno, para establecer la verdadera soberanía de las naciones que habían vivido en un estado colonial o semicolonial. Esto incluyó a la Unión Soviética, a China, a India, a los países de África y demás. Iba a liberarse a estos países; y no sólo a liberárseles, sino a ayudárseles en su desarrollo en tanto Estados libres.

Estados Unidos representaba eso entonces, al igual que con el presidente Lincoln y algunos otros. Tenemos a otros presidentes que representaron los intereses extranjeros del Gobierno británico o del imperialismo británico; el poder bajo el que hemos estado desde 1971: Nixon representaba el imperialismo británico; Carter representaba el imperialismo británico —no era una persona mala, pero su gobierno con Brzezinski sí lo fue—; Reagan tenía algunas cualidades buenas, pero también fue blando con estas agencias financieras, y fue un período terrible; Bush [padre, el presidente número] “41” fue terrible a este respecto, aunque defendió un poco a Alemania del Gobierno depredador de Gran Bretaña entonces. De nuevo, lo que hemos visto en Europa son políticas depredadoras. Y no hemos tenido ningún presidente. . . Clinton fue un buen tipo, un tipo bien intencionado, pero no enfrentó a este enemigo.

Lo que se requiere es una Presidencia de Estados Unidos que enfrente a esta potencia mundial y la doblegue, a fin de garantizar que otras naciones tengan la libertad de desarrollarse en tanto Estados soberanos. Sin esa dedicación, como lo planteó la persona que hizo la pregunta, es imperativo contar con una Presidencia de Estados Unidos que haga ese compromiso de liberar a las naciones para que disfruten de su soberanía.

Yo tengo ese compromiso. Tenemos ahora un movimiento en el Senado y otras partes de la sociedad para regresar a esa dirección. El derrumbe financiero del sistema mundial, contando ahora al sistema estadounidense, ha abierto la oportunidad de que Estados Unidos cumpla con esa función que tiene que desempeñar. Porque ninguna otra parte del mundo tiene los recursos y las agallas para enfrentar al sistema monetario–financiero internacional con sede en Londres.

Los problemas de la conducción

Pregunta: Mi nombre es Octavio Solís y soy integrante del sindicato del STUNAM. Bueno, más bien es una como precisión, ¿no? Porque también se habla del proyecto benefactor del Estado desarrollista, pero también no hay que olvidar que aquí en México se le conoce como populismo. Se implanta el proyecto socialdemócrata de Europa, pero también trae vicios; o sea, en México, y sobre todo también lo que es en algunos países como Argentina con Perón, los vicios de ese tipo de proyecto económico son que se implante el corporativismo en los síndicos. O sea, trae vicios, y también hay que, digamos, se invoca el proyecto desarrollista. Pero también hay que recordar los vicios y recordar, digamos, los impedimentos en lo político, el autoritarismo, por ejemplo, en México, con el Estado priísta.

Y que hay también que ver que estamos invocando a ese Estado, pero hay que ver que no se repitan esos vicios, que no — digamos— se recurra nuevamente a ese tipo de políticas, sobre todo en el control de los obreros, que nos debe preocupar a nosotros como sindicalistas.

Y otra precisión, también: yo quiero pensar que cuando el señor LaRouche habla de la política de López Portillo, se refiere a la política internacional. Habría que diferenciar entre la política internacional del PRI [Partido Revolucionario Institucional] y la política interior. Al exterior se manifestaba como de izquierda, porque incluso pertenecía a la IV Internacional y también apoyaba a Allende, a Castro en Cuba. Lo que pasa es que al interior se manejaba como de derecha, y por eso se le ubica al PRI como de centro; no es totalmente de derecha, pero tampoco es de izquierda.

O sea, sí hay una diferencia entre la política al exterior y la política al interior. En ese sentido, sí es Fox más congruente, que es de derecha al interior y también de derecha al exterior. O sea que habría que precisar eso.

LaRouche: La mayoría de la gente, entre ella los sindicalistas, no entiende la clase de problemas con las que estoy familiarizado: he visto quebrarse a los gobiernos, y sé quién los quiebra. Sé muy bien cómo se doblegó a los Gobiernos de México, incluso a los del PRI.

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Estatua de Benito Juárez en Washington, D.C. Estados Unidos ayudó a México a combatir la ocupación de los Habsburgo y a devolverle de nuevo el poder a Juárez. (Foto: Stuart Lewis/EIRNS).

Por ejemplo, en los 1970 tuvimos el adelanto importante de un acuerdo de transferencia de petróleo por tecnología con Japón. Esto se rompió por presión de Brzezinski, quien amenazó a México. Así que México abandonó su propia política de interés nacional por presión de Brzezinki y los intereses financieros que representaba. He visto otros programas en México y en otros países.

Me reuní con López Portillo en Los Pinos a principios de año [en1982], que era en un momento en que yo estaba organizando la oposición al ataque de Gran Bretaña contra las Malvinas, a la guerra de las Malvinas, y tratando de que Estados Unidos se ciñera al Tratado de Río, para correr a los británicos del Hemisferio Occidental. Porque lo que los británicos estaban haciendo en la guerra contra Argentina era una violación del Tratado de Río, que le prohibía a los países de Europa intervenir en los asuntos internos de América. De manera que fue en ese tiempo que me reuní con López Portillo, y él me preguntó, en esa reunión de una hora, qué le tenía deparado Estados Unidos a su país, que era una buena pregunta, porque sabía algo de mí y sabía algo de Estados Unidos. Y le dije —eso fue a principios de año—: “Piensan destruir su país para septiembre de este año”. El ataque ocurrió en agosto.

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El presidente estadounidense y gran aliado de México, Abraham Lincoln. (Foto: Biblioteca del Congreso de EU).

Y las políticas de México. Yo vi a los Gobiernos de López Portillo y sus sucesores doblegados, doblegados más que nada por los intereses británicos y por el Gobierno de Estados Unidos. Así fue que pasó.

Las críticas contra las políticas de México, a menudo contra las del gobierno, deben dirigirse a la fuente del problema. Tenemos una suerte de neocolonialismo imperial de los intereses financieros internacionales que controlan a los gobiernos, y que seguido controlan al Gobierno de Estados Unidos. Si no rompemos ese poder, no tendremos libertad para los gobiernos.

La otra cara de la moneda, a la que se refirió la persona que hizo la pregunta, es que el problema más grande que tengo con la política internacional es el grado al que la gente se ha desanimado, en las organizaciones sindicales y otras; desanimado de que no puede hacer nada. Le impiden hacer nada. Y lo que pasa es que la gente desalentada deja de ser activa en lo político, políticamente eficaz. Ya no pelea las cosas que debiera pelear. Se rinde. Importuna e implora por los favores de los poderes que consideran son los poderes imperantes. Lo importante es desarrollar una democracia real, no la democracia falsa que a veces vemos alrededor del mundo, sino una democracia verdadera en la que la mente individual de la persona promedio en la sociedad participe por medio de las instituciones de gobierno.

Y cuando la voz del pueblo, por ejemplo, en México. . . Pienso en gente trabajadora, como en Estados Unidos. ¡Está destruyéndose nuestra industria automotriz! No sólo está destruyéndose la industria, sino a la gente que trabaja en ella; ¡está destruyéndose a las comunidades que representa esa industria!

Nuestra preocupación es que tenemos que darle al pueblo —mediante el gobierno— el poder de elevar su voz en las instituciones de gobierno para bregar con estas cosas. Tenemos que entender eso. Tenemos que entender que necesitamos gobiernos fuertes, pero gobiernos que puedan defender al pueblo y defenderse a sí mismos de los intereses extranjeros tramposos.

La base política de la conducción

Moncayo: Muchas gracias. Tenemos un paquete de preguntas de Argentina que quisiera resumirlas. Gisela Vanegas de la Juventud Sindical Peronista, que está con un auditorio allá en Buenos Aires: ¿Qué probabilidades hay de que Bush llegue a un acuerdo con el presidente argentino Néstor Kirchner? ¿Cómo se ve desde el mundo exterior la situación de la república argentina? Y, ¿cuáles son las similitudes y diferencias entre el general Juan Domingo Perón y Hugo Chávez? Gracias.

LaRouche: Sobre la personalidad de Chávez no diría gran cosa. Venezuela es un país soberano, y la soberanía de sus instituciones y de su jefe de Estado es algo en lo que no me gusta inmiscuirme.

En el caso de Argentina, por supuesto, tengo una relación estrecha con ella que se remonta a mucho tiempo atrás, y con algunos de los peronistas de Argentina también. Hemos librado varias batallas, incluso una contra lo que se hizo con las Malvinas y cosas por el estilo. Así que siento cierta empatía en cuanto a eso.

Lo que necesitamos en este momento es una concientización internacional, y estoy muy contento de ver que los movimientos sindicales aquí representados hoy, tanto en México como en Argentina, están desempeñando esa función. Yo compararía esto con la situación de Estados Unidos, con alguna de nuestra gente [del sindicato] de la UAW que tienen que ver con Delphi y la industria automotriz, que ahora sufre un acoso. Como quizás sepan, pues en cierta medida tienen la misma situación en México y también en Argentina, algunos de estos sindicalistas no son trabajadores ordinarios; son gente muy diestra. Son los diseñadores de máquinas–herramienta; los operarios de máquinas–herramienta. Ellos son los obreros clave de la industria, que hacen posible el empleo de los demás gracias a su labor en el desarrollo de las tecnologías que fortalecen al país.

Opino que esta voz —solíamos tener al agricultor, pero los agricultores son una fuerza política mucho más débil en estos días—, que estas fuerzas del movimiento sindical son típicas de lo que se requiere para crear la base, la base política popular de liderato, para mover a los gobiernos en una nueva dirección. Y en la medida que los trabajadores representan a la mayoría de la población de un país y su interés nacional, participan con más eficacia en los gobiernos y entienden cuáles son sus problemas, y pueden intervenir de manera eficaz para orientarlos, en el sentido que son fuerzas a las que no puede ignorarse en el país. Eso es lo que se requiere.

La cooperación entre México y EU

Moncayo: Gracias, señor LaRouche. Tenemos ahora también [una pregunta] de México. Por favor, adelante.

Pregunta: Buenos Días. Esteban Verdeja Vargas, su servidor. La pregunta que hago ante ustedes es: ¿consideran que la crisis europea y estadounidense es un riesgo que viene implicando, donde ha rebasado Taiwan, Japón, estos tipos de gobiernos, han estado prácticamente [rebasando] a estas economías europeas y estadounidenses? Ésa es la primera pregunta. Dos: Ante una situación de cambio en Estados Unidos, ¿considera usted que es posible contribuir al cambio de rumbo en México, pero con una libertad de gobernabilidad y no de intervencionismo, para que así mismo se recupere el derecho que impera en cada uno de los países?

LaRouche: Esta pregunta de la soberanía, y de la cooperación y la soberanía entre Estados nacionales, es una que en general no se entiende como es debido, y que debe abordarse más a menudo.

Tomemos el caso de Estados Unidos y México. Estados Unidos y México tienen una relación muy especial debido a su vecindad y a la historia de México como tal, en particular en el caso de la lucha contra la ocupación habsburga. La ocupación de los Habsburgo fue parte del ataque simultáneo de Gran Bretaña contra Estados Unidos y México. Así fue que ocurrió. Y la reinstauración de Benito Juárez en el gobierno, que se logró con la intervención de Estados Unidos contra los Habsburgo —que en realidad fue contra los británicos—, fue decisiva.

Vean a México en sí:

No hay un ferrocarril como tal entre la frontera de EU y la Ciudad de México. Y, por tanto, hay un debilitamiento de la integración de México debido a estas políticas. Tenemos una política de aguas: hay agua abundante en el sur de México, pero no hay suficiente en el norte. Regiones enteras de México requieren desarrollo, el desarrollo de su población, de sus comunidades, y no está ocurriendo. No existe la infraestructura. No se han desarrollado los recursos energéticos necesarios (ver mapa 1).

MAPA 1
Grandes proyectos energéticos de Norteamérica

Fuentes: Hal Cooper, EIR.

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MAPA 2
Emigración de mexicanos a Estados Unidos hasta 1970

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Fuentes: INEGI (México); Negociado de Censos de EU; EIR.

MAPA 3
Emigración de mexicanos a Estados Unidos hasta 2003

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Fuentes: INEGI (México); Negociado de Censos de EU; EIR.

Muchas de esas cosas requieren proyectos que son de interés común para ambos lados de la frontera. Esto no quiere decir que EU deba entrar a México a hacerlo, pero sí hay casos en los que la cooperación entre Estados en inversiones de largo plazo, de 25 a 50 años, en infraestructura económica básica y demás, es esencial.

También el asunto de los trabajadores indocumentados en Estados Unidos; esto nunca se ha regularizado. Los mexicanos no están protegidos; son explotados. A otros que llegan a través de México a Estados Unidos se les explota como mano de obra barata. Esto está destruyendo a familias en México, destruye la cultura de México. Por tanto, son esenciales los acuerdos entre países sobre temas y proyectos de interés común, en especial en materia de infraestructura y proteccionismo.

México es de especial importancia, porque se considera por toda América que la relación de Estados Unidos con México es la métrica de la relación de Estados Unidos con toda América Central y del Sur. Por tanto, la voz de México y de la Ciudad de México es en extremo importante para toda América, porque la gente dirá: “La relación de México con EU representa lo que nos toca en el Hemisferio, por lo que impondrán EU y sus socios europeos”.

Así que esto es crucial. Y creo que mi experiencia es que, en tiempos recientes, falta un entendimiento de la importancia de este problema de entablar relaciones apropiadas entre dos Estados soberanos, México y Estados Unidos, para entender estos asuntos, que en realidad no son negativos, sino de cooperación urgente, tales como la cuestión de la gestión de aguas, la gestión energética, las mejoras generales y el proteccionismo; las medidas proteccionistas que les brinden a los mexicanos precios [justos] por sus productos, que les permitan a su agricultura y su industria prosperar.

Observas una situación en la frontera, conforme subes a la frontera norte de México, en la que ves a gente pobre que no puede conseguir trabajo convertirse, en medio de su desesperación, en “mulas” para cruzar drogas por la frontera. Ves lo que le han hecho al pueblo mexicano, en especial en los estados MAPA 4 del norte, con esta clase de proceso. En todo este período Estados Unidos nunca ha tomado medidas eficaces contra esto. Estados Unidos tiene la responsabilidad moral de ayudar a México, en términos de lo que son sus intereses verdaderos.

Y México tiene que abrir los ojos para exigir esta clase de cooperación, no sólo demandando un aligeramiento de las medidas negativas, pues hay medidas positivas — medidas positivas de cooperación— que, de no adoptarse, le acarrearán un gran sufrimiento al pueblo de México, o al menos a gran parte de él.

Cómo bregar con el resentimiento mexicano hacia EU

Moncayo: Muchísimas gracias. Tenemos en el auditorio, como sabemos, una distinguida audiencia, porque están muchos dirigentes laborales del STUNAM. Y está con nosotros el licenciado Pedro Gante, secretario del Trabajo de este sindicato, y que hará una pregunta al señor LaRouche.

Pregunta: Señor LaRouche, le saludamos con mucho afecto. Agradecemos esta oportunidad de poder intercambiar opiniones. Usted, como perito en la materia de economía y como un gran estadista de un país tan poderoso y vecino con nuestro país, México, ¿qué recomendaría usted al Presidente de Estados Unidos, a su propio Congreso, para que pudiera acercarnos hacia un trato más digno, más humanitario, hacia nuestros hermanos que se ven orillados por esta política neoliberal para emigrar a los Estados Unidos?

Les dan un trato, por demás, como usted lo ha mencionado con anterioridad, inhumano. Un país de alta cultura como es los Estados Unidos, de grandes estadistas como lo es usted, nos sorprende a los mexicanos. Y ya esto ha originado un gran resentimiento hacia un país vecino [por] el trato con que nos ve a los mexicanos. Creo que a los Estados Unidos le es más conveniente dar un trato digno a este pueblo vecino, para que no tuviera ese temor de ser invadido por terroristas. Y en lugar de tener las armas, los cañones, enfocados hacia nuestro país, debería darnos un trato digno, y con ello ganarse el afecto y el cariño del pueblo mexicano. Y no como actualmente nos tiene, con un gran resentimiento hacia ellos.

Otro tema también importante es, además de los derechos humanos, que va implícito con el trato que le da a nuestros hermanos, Estados Unidos cae en una gran contradicción: ha invadido países argumentando el respeto a la democracia y a los derechos humanos, cuando en la práctica demuestra todo lo contrario por defender sus intereses capitalistas.

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MAPA 4
Norteamérica: ‘NAWAPA–Más’

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Fuentes: Parsons Company, estudio conceptual de la Alianza Norteamericana de Agua y Energía, 7 de diciembre de 1964; Hal Cooper; Manuel Frías Alcaraz; EIR.

Por otra parte, también es notorio que todo el ejército de nuestros hermanos que se va a los Estados Unidos, es precisamente por el estado desastroso en que se encuentra el campo. Estados Unidos no ha sido capaz de podernos brindar un apoyo en tecnología y en recursos para poder evitar ese ejército que se ve orillado a trasladarse a los Estados Unidos, y que ha motivado también grandes recursos para los propios Estados Unidos, que no dejamos de reconocer que nos benefician también a nosotros con lo que nos mandan de las divisas.

Pero bien, díganos usted, ¿qué propondría al Presidente de los Estados Unidos para poder mediar o remediar este resentimiento que tenemos hacia el país vecino? Muchas gracias, señor.

LaRouche: Muchas gracias. ¿Pregunta que si qué propondría? Bueno, veamos lo que estoy proponiendo, proponiendo a las instituciones pertinentes, las cuales me escuchan, en especial del lado del Partido Demócrata, pero también algunas otras instituciones. Recientemente he tenido la fortuna, o la desgracia, según lo vean, de disfrutar de una influencia muy acrecentada en términos de las decisiones políticas en Estados Unidos, en particular en mis críticas a las fallas del Gobierno de Bush y Cheney desde que asumió el poder, y también las que hice a presidencias previas, entre ellas la de un hombre que me simpatiza bastante: el ex presidente Bill Clinton.

Lo que tenemos que hacer es esto (creo que una respuesta concreta a la pregunta es lo mejor, en vez de sólo tocar las generalidades): lo que se requiere ahora es crear un nuevo sistema monetario; que el gobierno someta a Estados Unidos a una reorganización por bancarrota; asegurarse de que los bancos permanezcan abiertos; cancelar las cuentas de los derivados financieros (simplemente cancelarlas, pues no son inversiones verdaderas, sino apuestas secundarias); y, crear capital nuevo mediante el capital del Estado. Es decir, la Constitución del Gobierno de Estados Unidos establece que la moneda no es independiente del gobierno. Sólo el Gobierno federal de Estados Unidos tiene la facultad legítima de crear y controlar la moneda.

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Refinería de Pemex en el puerto de Coatzacoalcos. ¿Por qué México, que tiene grandes recursos naturales como el petróleo, está hundido en una profunda crisis económica —preguntó un participante—, y cómo evitar la privatización de la industria petrolera nacional? (Foto: Uwe Parpart/EIRNS).

Entonces, el sistema de la Reserva Federal es un embuste, un acuerdo corrupto, pero de algún modo sigue bajo el control del gobierno federal. Si intervenimos al sistema bancario de Estados Unidos, como lo haríamos con cualquier institución en bancarrota, y disponemos todo para que siga operando en las condiciones de la organización por bancarrota, ocurriría que generaríamos billones de dólares de crédito nuevo de largo plazo, a tasas de interés simple de entre 1 y 2 por ciento anual. Éste se canalizaría principalmente a dos categorías de la infraestructura económica básica: los sistemas eléctricos, hidráulicos y de transporte, y los de salud, educativo y de interés público.

Y al mismo tiempo miraríamos a nuestros vecinos, como México, y diríamos: “¿Por qué no pueden hacer lo mismo?” Bueno, su situación actual y su sistema bancario no se lo permiten. Tal vez podamos ayudar. México tiene grandes proyectos que a Estados Unidos le interesa se concreten.

Recuerden que en nuestro país, en Estados Unidos, las personas de descendencia hispanohablante del Hemisferio son la minoría más grande de nuestro país; más grande que la de los de descendencia africana. Por ello, tenemos un interés muy importante, un interés común, en abordar el bienestar y la conciencia del pueblo estadounidense que llegó a Estados Unidos hace una, dos o tres generaciones, o en fecha más reciente, sea como ciudadanos o como residentes legales o ilegales (ver mapas 2 y 3). Esta gente tiene lazos estrechos en el Hemisferio con familias de habla hispana, en especial en México, en particular en el norte de México. Por tanto, nuestra relación entre Estados Unidos y México depende del bienestar de los mexicanos a ambos lados de la frontera.

Ahora, al sur de la frontera no hay empleos, no hay empleos adecuados; no hay un desarrollo adecuado. La falta de desarrollo, la falta de empleo, la falta de condiciones económicas, es lo que impulsa a los mexicanos, ¡quienes preferirían vivir en casa con sus familias, que tener que cruzar la frontera hacia un país extraño donde puede que abusen de ellos! Y de muchos sí abusan, o los usan como mulas para el narcotráfico a través de la frontera, para que mueran así.

Por eso está en nuestro interés y en el de México que cooperemos en estimular ciertos proyectos de largo alcance en la infraestructura, que ofrecerían un medio de empleo para los mexicanos en México, tanto de forma directa en cuanto a las obras a gran escala, como al estimular al sector privado en esas regiones mediante las obras y el empleo. Esto involucra proyectos hidráulicos; por ejemplo, el proyecto del PLHINO [Plan Hidráulico del Noroeste] en México (ver mapa 4). México tiene mucha agua en el sur; ¿por qué no moverla costa arriba, como México lo ha planificado muchas veces, a lo largo de muchos años, por la costa occidental o cruzando las montañas a las regiones áridas del norte de México? Para desarrollar a México, para desarrollar su agricultura, para construir ciudades nuevas, comunidades nuevas, la Ciudad de México está bien, pero es demasiado grande para lidiar con todo ese smog y demás que la gente sufre a diario allí. Es necesario disgregar más a la población, hacia zonas de desarrollo y ciudades nuevas.

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Trenes de alta velocidad como éste pronto podrían convertirse en el motor de la reconstrucción económica de México y de toda Iberoamérica. (Foto: cortesía de Kysushu Railway Co.).

Es en el interés de Estados Unidos tener eso. Es en el interés de Estados Unidos tener seguridad, y la seguridad estadounidense depende de la de México. Si México es seguro, nosotros estamos más seguros. Y, por ende, con un Gobierno estadounidense informado, no hay razón alguna para no hacer lo que he propuesto: emprender estas obras a gran escala, que son proyectos de interés común de los que los Gobiernos de México han hecho muchos estudios para realizarlos. Simplemente no se han instrumentado, como en el caso del PLHINO. Estos proyectos deben impulsarse. Estados Unidos debe patrocinar el fomento de estos proyectos, que son de nuestro interés mutuo.

Fomentar esta cooperación entre Estados Unidos y México, este cambio de relaciones, será bueno para todo el Hemisferio; establecerá una norma nueva para todo el Hemisferio. Porque, si la gente de América Central y del Sur piensa que México puede confiar en Estados Unidos, entonces quizás ellos también puedan hacerlo. Y ésa es la base de nuestra seguridad en el Hemisferio. No se funda en la fuerza y el poder, sino en la confianza y el interés común.

Moncayo: Muchas gracias. Les rogamos a las personas que quieran hacer preguntas, que a partir de este momento las pueden poner por escrito. Tenemos enseguida una intervención desde México, y luego una de la Central de Trabajadores, la CGT de Colombia. Primero la de México, por favor.

El futuro económico de México

Pregunta: Muy buenos días distinguido analista y economista LaRouche, ingeniero [Rodríguez], distinguido auditorio. Mi nombre es Atanés Reno Castro, y mi pregunta es la siguiente: se habla y se hace un poco de historia de todo lo que se ha comentado del continente europeo, de Venezuela, Brasil, Argentina, etc. Pero en sí, yo quisiera saber cuál sería el rumbo de nuestro país, ya que nuestro país es un país que es rico en recursos naturales y, principalmente, como le llaman, [en] el oro negro, que es el petróleo. Y no es congruente muchas veces, cuando contamos con los recursos naturales, que estemos sumergidos en una crisis económica. Mi pregunta es la siguiente, señor LaRouche: ¿Cuál sería la fórmula económica para cambiar el rumbo del país y evitar las privatizaciones de Pemex [Petróleos Mexicanos] y CFE [Comisión Federal de Electricidad]?

LaRouche: Bueno, es simple. Si el Gobierno de Estados Unidos decide que va a patrocinar esta política, como usted sugiere, entonces depende del de México decir que acepta esa política estadounidense. Si ambos gobiernos concuerdan en esa política, nada debe atravesárseles en el camino.

En Estados Unidos, tienes que atender a la realidad de la situación, no sólo al aspecto abstracto de la misma: la realidad de la situación es que Estados Unidos está en quiebra. Tenemos que pasar por un gran programa de crecimiento para salir de nuestra propia insolvencia. Tenemos en nuestro sistema constitucional los mecanismos para lograrlo. Tenemos, ahora, una disposición en ese sentido en el Partido Demócrata y en la dirigencia del Republicano. Estamos pasando por una gran crisis para botar a Cheney y recobrar el control del gobierno de manera constitucional.

Por tanto, en estas condiciones, lo importante —como este intercambio que tenemos hoy— es debatir entre la gente que está patrocinando estos cambios en sus respectivos gobiernos, y tomar la lista de los proyectos que deben desarrollarse y hacer de ella. . . Recuerden que cuando hablamos de un proyecto, hablamos, por ejemplo, de una planta de electricidad: una planta eléctrica, un sistema eléctrico, tiene una vida económica de entre 25 y 30 años. Tienes sistemas hidráulicos con un ciclo físico de vida de 50 años. Los sistemas ferroviarios y cosas parecidas; necesitas sistemas ferroviarios y de transporte colectivo. Esta clase de obras estimularían, en México por ejemplo, el nivel de crecimiento necesario para remediar muchos de estos problemas.

Si tenemos esta clase de cooperación, funcionará: vamos en dirección a semejante cooperación ahora, con los cambios de disposición que vive Estados Unidos en este momento. Como vieron en las recientes elecciones en Estados Unidos, que fueron elecciones locales en los estados y demás, demuestran que hay un cambio en el ánimo del público. Lo que ves en el Senado es un cambio de su estado de ánimo. ¡Ves el impulso por sacar a Cheney del gobierno! En el sentido de que deshacernos de él es el primer objetivo para restablecer un gobierno decente en Estados Unidos, a fin de salir de esta suerte de política bélica. Pasamos ahora por un cambio en Estados Unidos, que México debiera estar feliz de ver venir, y esperaría que tuviera éxito.

De continuar en esa dirección, no hay duda que, en tanto mi voz siga influyendo a ciertos círculos estadounidenses, lo que yo diga aquí es algo que estaremos diciendo desde Estados Unidos. Necesitaremos un diálogo continuo para que México no sienta que está imponiéndosele algo, en términos de una propuesta, sino que sea un plan de cooperación voluntario que pueda servir de modelo para las relaciones de todo el Hemisferio: si México y Estados Unidos pueden confiar el uno en el otro, el Hemisferio puede cooperar.

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Manuel Ávila Camacho y Franklin D. Roosevelt, presidentes de México y Estados Unidos, respectivamente, en abril de 1943. Roosevelt movilizó a EU para derrotar a Hitler y sus patrocinadores sinarquistas internacionales con una política antiimperial, pero tan pronto como Roosevelt murió, los sinarquistas revivieron la internacional nazi. (Foto: Archivos Nacionales de EU).

¡Eliminen el libre comercio!

Moncayo: Muchas gracias, señor LaRouche. Obviamente que despiertan un gran entusiasmo estos planteamientos de construir un tipo de relación entre países soberanos, y entre poblaciones que tienen que ser cada vez más humanizadas. Tenemos una pregunta desde Colombia:

“Saludos para el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma”, nos escribe Jaime Torres, presidente de la Federación Regional de Transportes del Área Oriental Andina Colombiana de la Central General de Trabajadores, la CGT de Colombia. La pregunta dice lo siguiente:

“Señor LaRouche, ¿qué opinión le merece la firma del Tratado de Libre Comercio, del TLC?”

LaRouche: Estoy en contra. Me opongo a eso. Con el libre comercio. . . Tomemos al mundo en su conjunto hoy, para poner esto en perspectiva. En la India, que es una economía creciente en cuanto a sus exportaciones, 70% de la población es desesperadamente pobre. En la última elección, el ex primer ministro indio Vajpayee, que fue una persona muy capaz como primer ministro de su país, perdió porque India no pudo satisfacer las necesidades del 70% de su propia población.

Tenemos a China, que se le conoce como el gran país del futuro. Pues bien, China ha crecido, ha progresado, pero sigue teniendo el mismo tipo de problema, no del mismo modo, sino de forma paralela al de India. ¡La gran mayoría de la población de China es muy pobre! ¡Desesperadamente pobre! Ves el resto de Asia —sin mencionar siquiera a África—, y son desesperadamente pobres. Vean a los países de América: tenemos esta pobreza desesperada, en la que partes enteras de la población se hunden en un pantano, en una arena movediza de pobreza extrema, de muerte, de destrucción, como en una edad oscura.

El asunto aquí es que tenemos que eliminar todo el libre comercio. Porque lo que hacemos con el libre comercio es lo siguiente. México compite —o competía—, ¿cómo? Con sus maquiladoras. Hasta que el [libre] comercio se fue a otra parte. ¿Qué pasó? Cancelas la producción en Estados Unidos porque la mano de obra en México es más barata. ¿Por qué es más barata? Porque a los trabajadores mexicanos no los remuneran del todo por su trabajo. ¿Cuál es la consecuencia? El aumento de la pobreza en México, que es resultado del programa de las maquiladoras, un programa librecambista.

¿Qué hacemos con el libre comercio que Centroamérica adoptó hace poco? ¡Va a arruinar una región del mundo que ya está medio destruida! ¿Qué le hará el libre comercio a Colombia? ¡La destruirá! Porque el ingreso que recibe del comercio no bastará para mantener a la población.

Tenemos que contar con un sistema proteccionista en el que las industrias y la agricultura de las que depende la nación en cada uno de estos países, en el que el ingreso de eso tiene que alcanzar para mantener a la economía con justicia para toda la población.

Tenemos que regresar a una orientación proteccionista como la de antes de 1971, o a lo que se conoce como el “comercio justo”, donde los países tienen que hacer acuerdos arancelarios y de apoyo, de modo que cada país pueda aprovechar sus industrias esenciales y obtener un ingreso o márgenes de ingreso del trabajo de esas industrias esenciales, que baste para pagar el sustento de la población conforme a una norma de bienestar general de la misma.

Así que, el libre comercio es el enemigo de la humanidad, y el arma del usurero.

Derroten a la internacional sinarquista

Moncayo: Muchas gracias. Tenemos una pregunta del auditorio, de una joven asistente.

Pregunta: Mi nombre es Blanca Estela Pérez; buenos días a todos. Yo tengo dos preguntas. Una es para el economista Lyndon LaRouche, y la otra es para el ingeniero Rodríguez. La primera es: señor LaRouche me gustaría saber. . . Bueno, en 1945 salen los acuerdos del Bretton Woods, en los que, según algunos expertos y analistas políticos, dicen que se trata de un sistema en el que dólar se consolida como una moneda de referencia internacional; en donde Estados Unidos tiene la oportunidad tanto de prestarse como de pagar y autofinanciarse. Por otro lado, también esto significa, o dentro de los acuerdos se acuerda —valga la redundancia— un sistema en el que hay un control de las tasas [que] se determina como de paridades fijas, lo cual no permite un sistema de especulación como el que actualmente estamos viviendo a través de los sistemas de derivadas, y que es, pues, lo que está destruyendo prácticamente la economía de todas las naciones. Sin embargo, a mí me gustaría saber en qué consiste este Nuevo Bretton Woods. ¿No es un peligro para la soberanía de las naciones en sí mismo? ¿Hasta dónde llegarían sus límites para las naciones? ¿O solamente sería un sistema de transición, dada la dolarización internacional, en donde al final se permitiera que las naciones recobraran su hegemonía y su soberanía política, social y económica?

La siguiente pregunta es para el ingeniero Rodríguez: a mí me gustaría saber si usted, desde las curules, estaría dispuesto a hacer un pronunciamiento en la Cámara [de Diputados] hacia un nuevo modelo económico, ya sea el que propone Lyndon [LaRouche], el que proponen un montón de naciones. Ahí está la propuesta, por ejemplo, en Europa, de comercio justo. Entonces, ¿hasta dónde usted estaría dispuesto a hacer un pronunciamiento, por un lado, y a pedirle una explicación del papel que fue a representar el presidente Fox en la cumbre de Mar de Plata?

Eso es todo, gracias.

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Dirigentes de la Juventud Sindical Peronista participan en el intercambio con LaRouche desde Buenos Aires, Argentina. (Foto: EIRNS).

LaRouche: Primero que nada, haré esto lo más breve posible: la primera pregunta involucra muchas complicaciones, pero trataré de simplificarlo. En 1933, en marzo del 33, cuando Roosevelt asumió la presidencia después de su elección, en ese momento, Hitler llegó al poder en Alemania. A Hitler lo puso en el poder lo que se conoce como la internacional sinarquista, un sindicato de banqueros encabezados por Londres, el cual había impulsado a Hitler, al igual que a Mussolini y después a Franco. De ahí en adelante nos dirigimos hacia lo que se convirtió en la Segunda Guerra Mundial, debido al movimiento, con eje en Alemania, que quería establecer una dictadura fascista mundial.

Con Roosevelt, Estados Unidos se movilizó para derrotar a esta dictadura fascista. Sin embargo, cuando Roosevelt murió y Truman devino en presidente, [el primer ministro británico Winston] Churchill, quien se había aliado con Estados

Unidos sólo porque no quería ceder el Imperio Británico, dio un viraje derechista y, junto con el nuevo Presidente de Estados Unidos, Truman, selló un acuerdo y reactivó a la internacional nazi.

Bueno, como saben, en México y Sudamérica, al igual que en el caso de lo que pasó en Chile, lo que pasó con Pinochet, lo que pasó con las operaciones asesinas de la Operación Cóndor en Argentina y en el Cono Sur en general, la internacional nazi sigue viva, y sigue patrocinándola la clase de intereses financieros que pusieron a Hitler, Mussolini y Franco en el poder en los 1920 y 1930.

Esto se impuso mediante Allen Dulles, quien representaba una parte importante de nuestro aparato de inteligencia, y por medio de grupos de banqueros de Nueva York y Washington, que cobraron el mando y apoyaron a la internacional nazi. Contra esto es que viene luchando la mayoría de estos países, en defensa de sus libertades y en defensa de su soberanía, hasta el presente.

En nuestro gobierno, por ejemplo, ¡Cheney representa una continuación de los intereses de la internacional nazi! ¡Y de la organización de la tortura, que Cheney está defendiendo, y que Estados Unidos y los británicos tomaron de los nazis! La tortura en Abu Ghraib y Guantánamo, y en otros lugares secretos, es una operación nazi que promueve el Vicepresidente de Estados Unidos, ¡que es una de las razones por las que nos estamos deshaciendo de él!

Uno tiene que entender esto, y entender que el problema del período que siguió a 1945 es que, en ese momento, Truman no podía eliminar las reformas de Roosevelt, el sistema de Bretton Woods. Pero, empezando con la guerra de Estados Unidos en Indochina, después del asesinato de Kennedy, hubo un movimiento que tomó una nueva dirección y que empezó a golpear con todo en los 1970 y 1980, en cuanto a América Central y del Sur. Ésa es su experiencia. ¡Sigue ahí! La representan, en su forma extrema en México, organizaciones políticas mexicanas, al igual que en otros países. Ése es el problema.

Por tanto, si regresamos al sistema de Bretton Woods, no sólo lo hacemos a un sistema económico, ¡estamos regresando a la política que Roosevelt representaba cuando murió! Porque esa política, aunque continuó en el período de la posguerra hasta mediados de los 1960, y técnicamente hasta 1971, la estaban saboteando los mismos intereses financieros internacionales con sede en Londres que pusieron antes a Hitler, Mussolini y Franco en el poder. Ése es nuestro problema.

Hemos llegado al momento que, sí, las condiciones económicas nos permiten derrotar a este enemigo. Pero esta vez, cuando lo derrotemos, hay que asegurarnos de que quede bien derrotado. Si no, no hay garantía para nuestras libertades.

 

Se necesita un nuevo modelo económico

Rodríguez: Yo ofrezco, con todo gusto, presentarlo en la Cámara como un punto de acuerdo de urgente y obvia resolución: el reclamo y la exigencia de este cambio de modelo económico. Lo hemos venido haciendo desde nuestra organización sindical desde 1985. En aquella ocasión, nuestro sindicato publicó a plana completa en el periódico Excélsior un manifiesto nacional, cuando apenas se iniciaba, en la época de Miguel de la Madrid, la imposición de este modelo económico. Ese manifiesto se tituló, “El destino de México se pierde: Hay que cambiar el rumbo”. Y desde entonces venimos trabajando sobre esa misma línea. Ya desde aquella época advertíamos los estragos que el modelo económico neoliberal generaría en la economía de las familias mexicanas. Y con todo gusto lo presentaremos; ustedes serán testigos de ello, presentaremos esa iniciativa. Hace unos minutos yo acabo de firmar otra, que vamos a exponer en unos días más, para un reconocimiento a la Universidad Nacional Autónoma de México por ser la universidad de las 100 mejores a nivel mundial. Porque tiene una característica: es una universidad de masas, es una universidad pública, y es una universidad con pocos recursos.

Y estar al nivel de calidad en sus actividades sustantivas, como las de París, las de Madrid, las de América, de Estados Unidos, de Canadá, de muchas, ser la primera en Iberoamérica, ser la primera en Latinoamérica, ser la número 20 a nivel mundial en el plano de las artes y las humanidades, ser la número 93 a nivel mundial en el plano de la ciencia, la verdad es que el mérito es mucho. Y eso tiene que ser reconocido para que se rectifique la política de este gobierno hacia las universidades públicas. Porque, con un poco de apoyo, de mayor definición, las universidades públicas mexicanas pueden estar en los primeros planos. Podemos hacerlo, y por ahí vamos a trabajar.

Yo creo que esto está íntimamente relacionado con el modelo económico. Porque este modelo económico, ustedes lo saben, tiene como sustento la economía de mercado, y han querido desarticular a la UNAM, marginar a la universidad pública, ahogándola económicamente hablando. Y, bueno, como dijera Galileo Galilei en su época, “sin embargo, se mueve”. Es decir, sin embargo, sigue existiendo la universidad pública gratuita, laica y de masas, que es evidente que puede convertirse en el factor fundamental de desarrollo económico y social del país. Hay ejemplos de ello, ejemplos en donde el sistema educativo nacional de carácter público, desde preescolar hasta posgrado, es gratuito; lo paga el Estado, y les da la oportunidad a sus conciudadanos para poderse desarrollar.

 

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John Quincy Adams. “Mi preocupación inmediata”, dice LaRouche, “es restaurar la intención de lo que John Quincy Adams, en su calidad de secretario de Estado, definió como la protección de América contra la injerencia de fuerzas extranjeras. . . Nosotros no somos una nación imperialista”. (Foto: Biblioteca del Congreso de EU).

Siempre pongo de ejemplo un país mitad hielo, mitad superficie productiva, que es Finlandia. De los primeros lugares en educación, de los primeros lugares en anticorrupción, de los primeros lugares en la comunicación, y, así, podemos colgarle muchas medallas más a un sistema de ese tipo. A eso debemos aspirar nosotros, y por eso tenemos que convencer, por la fuerza de la democracia y de las movilizaciones sociales, a este gobierno para que cambie su concepción neoliberal hacia las universidades públicas. Y, claro, desde ahora mismo estamos adquiriendo ese compromiso, para presentarlo como un punto de urgente y obvia resolución.

Sé que en estos momentos el presentar el cambio de modelo económico, cuando menos propiciar su discusión en la Cámara . . . Porque esto no se discute en el Congreso de la Unión. La Reforma del Estado no tiene posibilidad de discusión, porque no hay acuerdo entre las cúpulas partidistas de quienes gobiernan o malgobiernan este país.

Y ahí es en donde nosotros tenemos que propiciarlo. Este año que viene es una oportunidad histórica para que el mexicano, con la fuerza que le da su decisión en la urna, pueda votar por una real y verdadera transformación de la política económica hacia los mexicanos; y la política social. Y aquí hago una aclaración: nosotros, o yo en mi intervención cuando hablé sobre López Portillo, de que no fue de las mejores épocas de gobierno que ha tenido el país, no estoy planteando el que regresemos a la economía protectora del Estado, sino al contrario. Estamos planteando que recuperemos el espacio de la sociedad en el desarrollo económico y social del país. Ahora no lo tenemos. Ahora tenemos una economía o una política social o una política económica o una política política que se define desde las cúpulas de los partidos políticos. No se define desde los centros de las organizaciones sociales. Por eso estamos promoviendo la generación de algo que ha servido como experiencia positiva en el desarrollo de la economía europea. Y es la creación del Consejo Económico y Social, que puede permitir la participación de sectores sociales marginados; desde los indígenas, desde organizaciones civiles, desde organizaciones sociales, desde organizaciones religiosas, desde organizaciones empresariales y partidarias, puede en ese Consejo Económico y Social fundamentar un sistema económico y social de menor marginación, de menor explotación hacia los mexicanos que ahora, lamentablemente, no lo tenemos. Y estaremos trabajando en ello.

Y claro que también presentaremos esto, que yo creo que ya lo estarán haciendo varios diputados en la Cámara, de que el Presidente de la República rinda un informe de su comportamiento inadecuado en el plano internacional, que no es la primera ocasión; esto es una tras otra. Y, bueno, lamentablemente el daño que se hace en el ámbito internacional difícilmente puede recomponerse, si se sigue manteniendo una definición política como la que actualmente se tiene. Y hay que cambiarla, y creo que ahora hay la gran oportunidad para hacerlo, y por eso saludo el acuerdo de nuestro Congreso General 54 de nuestro sindicato, que habrá de participar de lleno en el proceso político que se viene el próximo año. Y verán cómo, con la participación decisiva de organizaciones sociales tan importantes como la nuestra y muchas otras más que se desarrollan en el ámbito democrático, estaremos ayudando con nuestro granito de arena para propiciar la verdadera transformación, el verdadero cambio, y generar una sociedad más equitativa, con menos injusticia social. Porque ahora vivimos un país de grandes injusticias sociales, y es lo que queremos que se transforme y cambie.

Saludos y gracias.

Una comunidad de naciones soberanas

Moncayo: Muchas gracias, ingeniero Rodríguez. Tenemos más preguntas, y también se vienen sumando más auditorios a esta videoconferencia. Saludamos la presencia aquí en el auditorio de una delegación de sindicatos de la ciudad de Querétaro, del sector educativo también.

Tenemos para el señor LaRouche una pregunta de Javier Espinoza, aquí en el público. El próximo año, en efecto, vamos a tener un proceso importantísimo en términos de elecciones. Va a haber elecciones para un nuevo presidente, una nueva Cámara de Diputados y de Senadores, y están en estos momentos en primer plano las discusiones económicas y programáticas en distintos ámbitos políticos nacionales. Esta pregunta dice:

“Señor LaRouche, ingeniero Rodríguez: ¿qué le recomendarán ustedes al presidente Bush, en la idea de un cambio en el sistema financiero internacional? Y, si en México llegara a la presidencia el próximo año Andrés Manuel López Obrador, con un proyecto distinto a los gobiernos priístas y panistas, ¿será posible esto? Gracias.

LaRouche: Bueno, la respuesta es lo que ya estamos proponiendo en Estados Unidos, que en esencia es, número uno: someter al sistema monetario internacional a una intervención de los gobiernos soberanos respectivos, someter al sistema de banca central de su país a una intervención de su gobierno; usar al gobierno como un mecanismo de crédito para construir grandes obras de infraestructura y aplicar otros estímulos, a fin de fortalecer la economía por encima del nivel actual de equilibrio físico y elevar el nivel de vida en estos países.

En el caso de Estados Unidos hay muchos proyectos específicos ya definidos, como planes en ciertas áreas, que no necesitan más investigación, sino sólo llevarse a la práctica. Será una tarea ardua. Lo que avizoro es un proceso de dos generaciones, en el que la primera estará de hecho construyendo la infraestructura, la fuerza, y la segunda dará el salto tecnológico que rebase eso.

Esto es lo que todo el mundo necesita. Es lo que necesita el Hemisferio, México en especial. Y, por supuesto, lo que hay que recordar en cuanto a esto, es que nosotros en América —menos en Canadá, aunque más en el resto de América— tenemos una tradición de luchar por la libertad, de los países de los que nuestro pueblo emigró, en gran medida de Europa, o países como México o Perú, donde ya había una gran población indígena, que sigue siendo parte integral de la base de la población. De modo que, en América tenemos una experiencia común muy especial, pese a las diferencias. Por eso, en nuestro Hemisferio los objetivos de una y otra nación son muy parecidos. La clase de proyectos que procuramos son muy parecidos. La idea de un principio de bienestar general que defina un nivel de vida, que debe brindarse y garantizarse a toda nuestra población, es bastante común.

De modo que, si bien podemos tener diferencias en cuanto a objetivos nacionales específicos, sí tenemos un sentido de normas comunes en América. Mi preocupación inmediata, aunque también estoy bregando con la situación mundial, es restaurar la intención de lo que John Quincy Adams, en su calidad de secretario de Estado, definió como la protección de América contra la injerencia de fuerzas extranjeras; y esto en un Estados Unidos que no era imperialista. Nosotros no somos una nación imperialista. A veces tenemos imperialistas entre nosotros, pero nuestro carácter nacional no es imperialista. Así como el carácter británico es imperialista, el nuestro no lo es.

Entonces, simplemente tenemos que regresar a las políticas de Franklin Roosevelt, como lo más granado de lo que Estados Unidos representa en la historia, a la tradición de Lincoln. Tenemos los proyectos ahora en perspectiva en Estados Unidos y, por lo que sé de América, de los requisitos de los proyectos en América, sugeriría que sus requisitos de política económica se ajusten en gran medida a lo que Estados Unidos quiere para sí. Por tanto, creo que con el diálogo no tenemos ninguna dificultad en debatir un acuerdo general sobre cuáles son los parámetros, los objetivos, de una orientación común y de otras separadas en el período venidero.

Rodríguez: Lo que pasa es que cualquier gobierno que llegue —el que queremos que llegue, que sea democrático y sustentado en la decisión de los mexicanos, aun ese gobierno— va a requerir obligadamente de la participación de los sectores sociales. Construir para el caso de los trabajadores la plataforma programática de los trabajadores, y presentarla en estos momentos previos a la elección, es una tarea que tenemos que desarrollar. Pero, también, todos los demás sectores deben de aportar sus planteamientos y, en función de ello, darles seguimiento. Porque, pues está claro que para darle fortaleza a cualquier programa de gobierno, no solamente depende de la definición de quien gobierne, sino también depende de la definición, de la responsabilidad y del compromiso de los propios gobernados. Y ahí es donde tenemos la gran tarea de construir esa gran plataforma social y económica que nos lleve a una nueva etapa de desarrollo de nuestro país. Con esto concluiría la respuesta.

Moncayo: Muchas gracias. Tenemos al representante de todo el personal administrativo de la Universidad [de la UNAM], el licenciado Bruno Luna, quien quiere hacer una pregunta al señor LaRouche.

Pregunta: Gracias. Bruno Luna, consejero universitario. Señor LaRouche, es grato escuchar su expresión tan clara y contundente en torno a lo que representa el Tratado de Libre Comercio para América Latina. Desde luego que debemos de encontrar en lo que es el Plan Clayton la razón de ser, la continuación de esta política, que pretendía y pretende ver a los países latinoamericanos, en particular, coloniales y semicoloniales —así pudiera decirse—, como exportadores sólo de materias primas e importadores de productos manufacturados.

La pregunta es la siguiente: después de la Segunda Guerra Mundial existía la expectativa que los países semicoloniales y coloniales tenían la gran oportunidad para lograr su independencia económica, social, política y cultural; sin embargo, la realidad hoy nos demuestra que estas expectativas se encontraron ante la política del imperio norteamericano, particularmente, porque desde luego ratificaba el que los países latinoamericanos deberían de mantener su condición de países exportadores de materias primas e importadores de productos manufacturados, particularmente Estados Unidos. No es desconocido que en el caso nuestro, el país nuestro, un altísimo porcentaje (pudiéramos hablar de entre 70 u 80%) del comercio es estrictamente con Estados Unidos, lo cual imposibilita el que pueda diversificar su comercio con los países europeos y los asiáticos, incluso.

Esta política de concebir a los países latinoamericanos como países exclusivamente exportadores de materias primas, impidió el que pudieran implementar una política de industrialización; es decir, generar industrias que construyeran maquinaria pesada, que pudiera transformar de manera radical las condiciones de este país, y elevar las condiciones del pueblo mexicano y, desde luego, llevado a su expresión, a los países latinoamericanos.

Esta política también, desde luego, al impedir la industrialización, no solamente pegó y golpeó terriblemente al sector industrial, sino desde luego al sector campesino. Y los resultados hoy saltan a la vista: el país, este país nuestro que esta caracterizado como la cultura del frijol, el maíz, el chile y la calabaza, hoy importa estas materias primas que son producidas en este país. Es terrible lo que pasa en el sector agrícola.

En consecuencia, la pregunta es muy puntual: ¿cuáles deberían de ser las estrategias, tanto a nivel nacional como internacional, específicamente, hacia el sector latinoamericano, para que estos países pudieran reactivar su mercado interno, como condición fundamental y primaria para lograr la independencia económica, política, social y cultural?

Ésa es una primera pregunta, ¿cuáles pudieran ser las estrategias por parte de estos países? Ya lo observamos hace unos días, lo que pasó en Argentina. No sé si esto pudiera ser el reflejo o el inicio de lo que pudiera ser la unión de los países latinoamericanos en contra del imperio norteamericano.

Una segunda pregunta, es su opinión sobre la eventual reacción del gobierno norteamericano en torno a la resolución de la ONU condenando una vez más el bloqueo inhumano, infame, por parte del imperialismo norteamericano, en contra de Cuba.

Muy amable, señor LaRouche. Gracias.

 

La política hacia Cuba

LaRouche: Bueno, la política de Estados Unidos hacia Cuba. . . Acuérdate de todas estas cosas, tienes que tomar en cuenta algo que ya mencioné hoy un par de veces aquí: tienes que reconocer que el problema viene de Gran Bretaña, que en 1763 estableció como potencia imperial a la Compañía de las Indias Orientales británica con el Tratado de París de febrero de 1763. Esta potencia ha regido al mundo, excepto por un corto período en el que Estados Unidos, con el presidente Roosevelt, creó el sistema de Bretton Woods, el cual remplazó al sistema británico. Sin embargo, hasta el sistema de Bretton Woods tuvo la mala fortuna de que llegara un presidente pro fascista como Truman. Nos deshicimos de Truman, y Eisenhower fue un mejor presidente, pero la política económica y financiera no lo fue tanto.

Kennedy estaba tratando de hacer mejor las cosas, ¡y lo mataron! Johnson no era una mala persona, pero le aterraba que también fueran a matarlo. Tuvimos a Nixon, que no fue nada bueno. A Carter, que no entendía las cosas; gente como Kissinger y Brzezinski, que simpatizaban con el fascismo, dirigieron esas políticas. Reagan tenía impulsos positivos, pero la política económica de su gobierno en general era terrible. Bush fue peor. Clinton fue un buen presidente, como persona, pero sus políticas económicas fueron un fracaso. Así que nunca hemos tenido una política económica muy buena, en términos de Estados Unidos, desde que Roosevelt murió.

Lo que tuvimos en las dos décadas que siguieron a la guerra fue el residuo del efecto de políticas buenas: en Francia, por ejemplo, a De Gaulle, con su franco pesado; tuvimos a Adenauer en Alemania; tuvimos algunos Gobiernos italianos con buenos instintos, pero no tenían el poder de llevarlos a la práctica.

Pero el problema que tenemos es esto, una fuerza en el mundo que en América conocen como fascismo. Lo tuvieron en México durante la guerra y después. Pasó a Chile, a otros países, a la derecha de todos estos países, que estaba ligada a Londres y a ciertas fuerzas en Estados Unidos; es un programa fascista. Y ése ha sido el problema, el capital financiero de este modelo veneciano, que va de la mano con su agente, el fascismo, mismo que hemos padecido en Estados Unidos, en ciertos servicios secretos y demás. Es una estupidez.

Ahora tomemos el caso de Cuba a la luz de esto. Fidel Castro no me simpatiza; yo sé quién es en realidad. Pero, Cuba es una nación del Hemisferio, y tiene derecho a la soberanía, tiene derecho a la participación. No puede sometérsele a un bloqueo porque quizás no nos guste su gobierno. Eso está mal. Tienes que ser paciente en la historia. A menos que quieras convertirte en un dictador, tienes que aceptar las cosas con las que has de bregar. Y la soberanía de otra nación es lo primero que tienes que tomar en cuenta.

Ése es nuestro primer problema.

Los jóvenes en la política

En materia de educación: ahora tenemos un movimiento en el mundo en cuyo centro me encuentro, ¡a mi edad! Heme aquí a mis 80; saludable a mis 80, pero en mis 80. Y estoy trabajando en gran medida con una base que se fundamenta en gente de entre 18 y 25 o 26 años de edad, en un movimiento vinculado a mi nombre que tiene mucho peso y una gran influencia en Estados Unidos, e influencia en otros países.

Hemos llegado a un momento en que la generación que ahora ronda, digamos, los 55 a 63 años de edad, ha perdido el ánimo, y se ha vuelto un poco ajena a la clase de pasión por el progreso que tiene la gente más joven. Tenemos una generación mayor de 18 años, que está llegando a sus 25, que es joven: tienen dos generaciones de vida activa adulta plena por delante. Y se preguntan: “¿Qué clase de vida adulta estamos dándoles para los próximos 50 años?” No estamos ofreciéndoles mucho en la forma de educación. La educación en Estados Unidos ha degenerado, en especial desde mediados de los 1960. La calidad de la educación ha degenerado. La ciencia ha degenerado, en términos de su práctica.

Estos jóvenes con los que estoy trabajando quieren estas cosas, quieren un futuro. No quieren vivir en el infierno por los próximos 50 años. Quieren construir un futuro y ver una generación adelante de la suya, que venga y sobreviva. Por consiguiente, el movimiento por una educación, en la medida que atrae a la juventud y le ofrece la oportunidad —como tratamos de hacerlo— de tener una educación de calidad, gente que va a gobernar a la sociedad en las próximas dos generaciones, de darle esa calidad, ésa debe ser una preocupación capital.

La forma en que esto funciona en lo político, es que si tomas a la generación que está ahora, digamos, entre los 18 y 25 años de edad —la generación universitaria—, si les das la oportunidad de expresarse de este modo y desarrollarse, su avance inspirará a una generación más vieja, que se ha vuelto ajena, se ha retirado de la humanidad, y que ahora gobierna a la sociedad; los inspirará una vez más a hacer algo bueno por la humanidad, por el futuro de la humanidad.

Ahí está nuestra base: los jóvenes; en especial los de este grupo de entre 18 y 25 años —en la medida que tengan esta suerte de motivación—, que representa la conducción, el liderato emocional que puede inspirar a la generación más vieja a aplicar de hecho las políticas de las que estamos hablando aquí hoy; esa clase de reformas. Ahí es que debemos poner el acento. Y una universidad como la UNAM tiene un gran potencial para fomentar dentro de sí la absorción y movilización de los jóvenes dentro de ese grupo, quienes son los futuros dirigentes naturales de la sociedad, que no sólo deben dirigirla, sino ser parte activa del proceso político de infundirle optimismo ahora a una generación más vieja, que en gran medida se ha vuelto pesimista, pasiva, y que ha perdido su capacidad de combate.

¿Qué es un Estado nacional?

Moncayo: Estamos recibiendo más respecto a su política interna y externa a nivel edad —la generación universitaria—, si les preguntas. . . Tenemos varias preguntas del Movimiento de Juventudes Larouchistas ciudad de Buenos Aires, y quisiera leer la pregunta, que es ésta: “¿Cómo debe de entenderse el rol del Estado nacional soberano respecto a su política interna y externa a nivel económico, político y social, teniendo en cuenta que el Estado no lo constituye el gobierno, sino una sociedad entera a través de su acción política? Betiana, del Movimiento de Juventudes Larouchistas de Buenos Aires.

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El Movimiento de Juventudes Larouchistas marcha en Buenos Aires en defensa de Argentina. (Foto: EIRNS).

 

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Manifestación del Movimiento de Juventudes Larouchistas en la Ciudad de México. “Son los jóvenes —en especial los jóvenes adultos de nuestra era, que ahora tienen entre 18 y 25 años— quienes son los regeneradores de la sociedad y el pilar del intercambio de ideas, mismo que debe ser el fundamento del gobierno de un Estado nacional”, afirma LaRouche. (Foto: EIRNS).

 

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El Movimiento de Juventudes Larouchistas enfrenta al FMI en Perú. (Foto: EIRNS).

 

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Jóvenes larouchistas se manifiestan frente a la embajada de EU en México. (Foto: Carlos Jonás Velazco/EIRNS).

LaRouche: Bueno, como creo que la gente sabe, la que conoce mi labor, mi concepto del Estado nacional es la perspectiva que se desarrolló en la civilización europea desde antes de la época de Aristóteles. Evolucionó en torno a la obra de los pitagóricos, Solón de Atenas, Tales de Mileto y gente como esa. Y la idea de desarrollar un Estado nacional fundado en el desarrollo de la mente de los individuos en la sociedad es vieja, pero no fue sino hasta el siglo 15 que se concretó; nunca habíamos logrado eso.

Europa experimentó diferentes variedades de imperialismo tras la caída de Atenas y la guerra del Peloponeso; el modelo babilónico, que se extendió al modelo imperial romano; luego tuvimos el segundo Imperio Romano; después el imperio medieval de la caballería normanda y los venecianos. Entonces, de 1763 en adelante, tuvimos al Imperio Británico y cosas parecidas. De manera que el imperialismo ha dominado al mundo, a pesar del surgimiento del Estado nacional moderno. Ése es nuestro problema fundamental aquí.

Si entendemos cuál era la intención de aquéllos que, como Solón de Atenas, fueron los pioneros de la idea del Estado nacional republicano moderno; si entendemos lo que logró el Renacimiento al crear una sociedad fundada en el modelo griego antiguo del Estado nacional; si entendemos las implicaciones del Tratado de Westfalia en la civilización europea, de establecer la base de una sociedad moderna justa; si entendemos los principios del bienestar general, que son el cimiento jurídico del cristianismo, y también el antiguo principio griego de la república; si entendemos estos principios, entendemos exactamente cómo querríamos desarrollar a la sociedad. Y si pensamos en esto como lo hacían los antiguos, y piensan en la Academia platónica de Atenas e instituciones similares, son los jóvenes —en especial los jóvenes adultos de nuestra era, que ahora tienen entre 18 y 25 años— quienes son los regeneradores de la sociedad y el pilar del intercambio de ideas, mismo que debe ser el fundamento del gobierno de un Estado nacional.

Un Estado nacional no sólo es una institución política; es una institución de ideas. Y la gente que comparte un lenguaje y un interés comunes, que actúa junta para que una nación funcione, esa gente tiene que participar compartiendo estas ideas y definiendo su destino según esas ideas que están en evolución entre ellos mismos.

Pero ésa es nuestra situación. Tengo una gran confianza en este proyecto. Tengo una gran confianza en el futuro del Estado nacional soberano. Creo que hemos llegado al momento que, con el mejoramiento del nivel de vida en Asia, con la esperanza de liberar a África de su opresión, estamos convirtiéndonos en una civilización global, pero una civilización global de Estados nacionales soberanos. Y ha llegado la hora de botar la chatarra, la porquería, la maldad que sufrimos en el pasado. Podemos crear una sociedad justa, una sociedad que no se funde en aceptar votar por algo, sino en la idea de asentir con conocimiento de causa, de asentir en base a la formulación de ideas y de compartirlas entre toda la población.

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Los integrantes del Movimiento de Juventudes Larouchistas cantaron en el foro que copa trocinó el STUNAM. (Foto: EIRNS).

Y de nuevo, le corresponde al movimiento de juventudes. Creo que si entendemos a estos jóvenes de entre 18 y 25 años ahora, en nuestros países y otras partes del mundo, si los llevamos a entender las grandes ideas de la historia, a entender la historia, y hacemos que decidan participar cada vez más en definir el gobierno, entonces la transición de nuestra generación —que está ahora en el poder— a ésa que lo asumirá será saludable, y quizás lleven a cabo en este planeta algo que jamás se ha logrado antes a escala planetaria. Creo que tenemos una gran oportunidad, ¡si la aprovechamos!

Conclusiones

Moncayo: Muchísimas gracias, señor LaRouche. El auditorio continúa haciéndonos preguntas, pero les queremos decir que vamos a recibir las preguntas por escrito y enviárselas al señor LaRouche y al ingeniero Agustín Rodríguez, para que les respondan después por sus correos electrónicos correspondientes. En especial a las Juventudes Peronistas, sus preguntas y respuestas serán enviadas de esa manera al señor LaRouche.

A nombre de la EIR y, bueno, en este caso, de la representación de LaRouche en México, y por supuesto del Movimiento de Juventudes Larouchistas, queremos hacer una extensión de agradecimiento especial, muy especial, al licenciado Luis Alberto Salazar, que gracias a él ha sido posible arreglar todas las partes técnicas y hacer posible [esto]. Esperamos que éste sea un primer diálogo de una discusión más profunda que necesitamos llevar a todos los campos económicos y políticos del país y del continente.

Un agradecimiento al señor ingeniero Agustín Rodríguez, y estamos a sus órdenes. Y les pedimos unas palabras finales de despedida al señor LaRouche. Después de la intervención del señor LaRouche, el licenciado José Luis Gutiérrez nos hará una despedida a nombre del STUNAM.

LaRouche: Les agradezco sobremanera la oportunidad de estar con ustedes y compartir este tiempo. Como es obvio, este debate muestra muchos aspectos que no están claros, que aún están por explorarse, y deben explorarse. Pero, al menos echamos a andar el proceso, y estoy muy feliz de participar en el mismo y muy agradecido por la oportunidad. Lo disfrute muchísimo.

Gutiérrez: Señor LaRouche, y al auditorio gentil que ha estado con nosotros en varios países de este planeta nuestro, interesados en esta primera videoconferencia internacional cuyo tema ha sido un diálogo entre el señor LaRouche y el ingeniero Agustín Rodríguez, secretario general del sindicato de la UNAM. Gracias a todos ellos.

Hay que decir —y esto es lo que queremos que quede en el ánimo de los que han estado conectados a nivel internacional—, hay que decir que este evento para nosotros cumple dos funciones principales. Señor LaRouche y todos los que nos escuchan: el primero, el inicio de un anhelo por todos los que queremos un país, y países en el mundo más justos, más equitativos, más dignos de vivir por la humanidad. Esta primera plática, en donde hemos encontrado muchos puntos de convergencia, algunos de diferencia, está, en ese sentido, cumpliendo el principio de este anhelo de equidad y de justicia.

Internamente, en nuestro país, en México, queremos decir que para un sindicato que está insertado en la educación pública superior y media superior, encontramos campo fértil y propicio para esta intervención, esta promoción de este evento. Para nosotros es algo connatural el que el sindicato participe, promueva, este tipo de eventos. Sabemos que cumplimos, además, desde la época de Atenas, Grecia, cuando se decía que los bárbaros no podían aspirar a la conclusión de la cultura, del arte, de la ciencia atenienses del momento, la verdad es que solamente con la palabra “bárbaros” se significaba los extraños o los extranjeros. Y sabemos, por experiencia de la humanidad, que cuando se extraña, cuando se considera extranjero a alguien, se dan las pautas para la discriminación y la injusticia. Está claro que, para un mundo de paz, de concordia y de fraternidad humanas, se hace necesaria la comunicación. Y hoy la comunicación, sentimos nosotros, que con este evento estamos poniendo un granito de arena, en ese sentido de la comunicación.

Por ello, señor LaRouche, señores todos que nos acompañan en este evento, el Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México les da a ustedes las gracias por su atención, y manifiesta su disposición a continuar en esta organización de eventos en beneficio de la humanidad toda, en su conjunto.

Muchas gracias a todos, buenas tardes.


[1]El artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, llamado “Del trabajo y la previsión social”, establece que “toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverían la creación de empleos y la organización social para el trabajo, conforme a la ley”. También insta al Congreso a expedir leyes que rijan “todo contrato de trabajo”, incluyendo cosas como la “jornada máxima” de 8 horas y “los salarios mínimos”; el “fondo nacional de la vivienda” para los trabajadores; la formación de “sindicatos, asociaciones profesionales, etcétera”, y el derecho a huelga; la determinación de “los bienes que constituyan el patrimonio de la familia, bienes que serán inalienables”; “la Ley del Seguro Social”, que comprende “la protección y bienestar de los trabajadores”, y que les da “derecho a asistencia médica y medicinas” y a una vivienda digna; entre otras.

 

 

 

 

 

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