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Se solicita: Un huracán político para barrer con el FMI y reanudar el desarrollo nacional

México y otros países de Centroamérica han sufrido la mayor devastación "natural" de los últimos 25 años a consecuencia del huracán "Stan" y sus secuelas. Mientras los círculos políticos del país debaten soluciones absurdas e impotentes a la crisis, nadie se ha atrevido a decir la llana verdad: ¡estas catástrofes son evitables —y siempre lo han sido— si se tiene la infraestructura necesaria! Pero las naciones han dejado de construir infraestructura porque, según el FMI, "no es redituable a corto plazo". Es hora de echar por la borda la locura del sistema mundial imperante del libre cambio y el neoliberalismo, y crear un nuevo sistema financiero internacional, el nuevo "Bretton Woods" que plantea el estadista y ex candidato presidencial estadounidense Lyndon LaRouche, para enterrar al FMI y darle un futuro digno a las próximas generaciones.

¿Qué fue lo que falló?

Tal parece que la madre naturaleza está desatando su furia contra la humanidad, o por lo menos eso es lo que afirman los fundamentalistas ecológicos. Pero el hecho es que las catástrofes naturales (el tsunami de Asia, el huracán Katrina, y ahora el huracán Stan, que han cobrado miles de víctimas y causado cuantiosos daños materiales) han sido tan destructivas, porque las catástrofes humanas, producto de políticas económicas erradas, las han permitido y agravado.

Ése es el desastre humano que han acarreado las más de dos décadas de políticas económicas genocidas del libre comercio, la desregulación, la no intervención del Estado en la economía y, sobre todo, de la locura de la desinversión en la infraestructura económica básica —como la carretera, portuaria, hidráulica, de transporte colectivo— y en la planificación adecuada de ciudades nuevas. Tal es y ha sido el verdadero desastre que está azotando a México y a las demás naciones iberoamericanas.

Desde lo ocurrido en los Estados Unidos con el huracán Katrina, este cáncer, que se ha propagado por todo el mundo, una vez más ha demostrado de manera contundente que no sólo estamos en una depresión económica (como algunos aseveran), sino en un proceso de desintegración total del sistema económico-financiero mundial; es decir, estamos al final de este sistema de paridades flotantes y de libre comercio que la oligarquía financiera internacional pretende mantener a flote a costa de aniquilar a naciones enteras.

Muestra de ello fue lo acontecido el sábado 8 de octubre, cuando se declaró en quiebra Delphi, que es el mayor fabricante de autopartes de los Estados Unidos y también la empresa maquiladora con más empleados en México. Esto representa la mayor bancarrota en la historia de la industria automotriz estadounidense, y del mundo. Esto, aunado a la creciente crisis de los fondos especulativos, la ineptitud del Gobierno del vicepresidente estadounidense Cheney y su marioneta George Bush, y las recientes bancarrotas de las aerolíneas de los EU, amenaza con arrojarnos a una nueva Era de Tinieblas sin posibilidades de renacimiento en el corto plazo, como advierte LaRouche.

El Nuevo Bretton Woods de LaRouche

Ninguna crisis nacional o regional tiene solución si no logramos reorganizar la totalidad del insolvente sistema financiero, tal como lo plantea Lyndon LaRouche, en un nuevo sistema que permita la rápida recuperación de las capacidades productivas y de la infraestructura. Este desastre no hubiera ocurrido de haberse atendido la propuesta que Lyndon LaRouche hizo en 1982, junto con el presidente mexicano José López Portillo, de que México, Brasil y Argentina declararan una moratoria conjunta a la deuda externa, romper con el FMI, y forzar la creación de una nueva arquitectura financiera internacional que fomentara la inversión a gran escala en la infraestructura económica básica.

¿Tendrá la humanidad la capacidad moral de sobrevivir? ¿Será capaz de emprender los cambios fundamentales necesarios para evitar esta tragedia? Como recalcó LaRouche en una conferencia que dio el 12 de octubre (cuya videograbación está disponible en www.larouchepub.com/spanish), es momento de usar esa capacidad moral para salvar de la tragedia a nuestras naciones. Retomemos el camino que trazó el entonces Presidente de México, José López Portillo, en el histórico discurso que dio ante la ONU en 1982: "El momento es aquí y el lugar es ahora".

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