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LaRouche tuvo razón
El mundo se le viene encima a Cheney

por Jeffrey Steinberg

Como parte del alud de pruebas incriminatorias contra el vicepresidente estadounidense Dick Cheney y su pandilla de gallinazis neoconservadores, ahora se supo que su asesor general, David Addington, fue el verdadero autor de uno de los ahora infames "memorandos sobre tortura" de la Casa Blanca, en los que se afirmaba que el presidente George Bush tenía la autoridad de violar las Convenciones de Ginebra sobre el trato a prisioneros de guerra, en su mentada "guerra contra el terrorismo".

La revelación de que Addington fue el autor del borrador del memorando del 25 de enero de 2002 dirigido al Presidente, apareció el 3 de julio en un reportaje de internet de Newsweek. Un asistente anónimo del abogado de la Casa Blanca, Alberto González, le dijo a Daniel Klaidman de Newsweek que "el memorando en realidad no lo escribió González, sino el principal abogado de Dick Cheney, David Addington, un halcón muy agresivo". El memorando que firmó Alberto González decía que la lucha contra el terrorismo es una "guerra de nuevo tipo", que "hace obsoletas" y hasta "peregrinas" las provisiones de Ginebra.

En otro flanco, el dictamen que emitió el Departamento de Justicia de John Ashcroft el 1 de agosto de 2002, sobre cómo tratar a los "combatientes enemigos" y a los prisioneros de guerra, según los "memorandos de la tortura" que hiciera públicos el presionado Gobierno de George W. Bush a principios de junio, reza: "Concluímos que para que un acto constituya tortura como se le define en la Sección 2340, debe inflingir un dolor que sea díficil de soportar. Para que constituya tortura, el dolor físico tiene que equivaler en intensidad al dolor que acompaña a una herida física seria, tal como la paralización de un órgano, el deterioro de una función corpórea, o aun la muerte"; de otra forma el dolor que se le inflinja a un prisionero de guerra no es tortura. He ahí el origen de las imágenes bestiales de la tortura perpetrada contra prisioneros de guerra en la prisión de Abu Graib y otras en Iraq, Afganistán, y Guantánamo, Cuba, e incluso el maltrato contra ciudadanos de los propios EU.

Compárese esto con las instrucciones que Hitler cursó cuando la invasión a la Unión Soviética: "La guerra contra Rusia será tal que no podrá librarse de forma caballeresca. Esta lucha es una de ideologías y diferencias raciales, y tendrá que librarse con una crueldad sin precedentes, inmisericorde e implacable. Todos los oficiales tendrán que desprenderse de ideologías obsoletas. . . Los soldados alemanes que sean culpables de violar el derecho internacional serán disculpados".

El informe de la Comisión de Inteligencia del Senado

Por su parte, la Comisión de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos publicó su "Informe sobre las declaraciones de la comunidad de inteligencia de los EU, previas a la guerra contra Iraq", que incluye comentarios individuales de miembros tanto demócratas como republicanos de la comisión.
Es claro que había, y hay, un gran jaloneo tras bastidores en la comisión. Los republicanos accedieron a investigar a Cheney, a la Oficina de Planes Especiales del Pentágono y a la máquina de desinformación del Consejo de Gobierno Iraquí de Ahmed Chalabi, sólo a condición de que los resultados se dieran a conocer después de las elecciones presidenciales de noviembre en los EU. Así, el informe, por su propia naturaleza, está incompleto y representa una composición engañosa.

Las primeras cien o más páginas del informe se centran exclusivamente en la Evaluación Nacional de Inteligencia (ENI) del 1 de octubre de 2002, que versa sobre el programa de armas de gran poder destructivo de Iraq, y de los lazos de este país con al-Qáeda y los atentados del 11 de septiembre contra los EU. El equipo investigador del Senado, no sólo revisó los 12 volúmenes de documentos que le dio la CIA, sino que solicitaron 30.000 páginas adicionales que fueron la base de los hallazgos de la ENI. Dicho equipo determinó que casi todas las conclusiones de la ENI eran ilegítimas.

La Comisión del 11-S confirma que LaRouche tuvo razón

Por si estos no representaran ya problemas suficientes para Cheney, la Comisión Nacional sobre Atentados Terroristas Contra los EU, también conocida como la "Comisión del 11-S" de Kean y Hamilton, sostuvo a mediados de junio sus dos últimos días de audiencias públicas, antes de dar a conocer su informe final en julio. Como parte de su audiencia número 12, la comisión dio a conocer tres informes adicionales sobre la historia de al-Qáeda; los detalles del complot del 11 de septiembre, en su mayoría según los relataron dos de los terroristas detenidos, Jalid Cheik Mohammed y Ramzi Binalchib; y las respuestas del Gobierno estadounidense -que incluyen la actuación de Cheney- a medida que tenían lugar los secuestros de las aeronaves y los atentados el 11 de septiembre de 2001.

Aunque los informes, las declaraciones de los testigos, y las audiencias dejan todavía bastantes preguntas sin contestar y no presentan resultados concluyentes, hay varios hechos que sí han quedado en claro. Éstos corresponden a las afirmaciones de Lyndon LaRouche acerca de las raíces del complot del 11 de septiembre, desde sus dos horas de comentarios en vivo en el programa radial de Jack Stockwell la mañana del 11 de septiembre de 2001, hasta la fecha.

Se pueden destacar ciertos hallazgos.

Primero, en los primeros meses del Gobierno de Bush hubo numerosas advertencias públicas de que el territorio estadounidense era muy vulnerable a un atentado terrorista sofisticado, y que un ataque catastrófico semejante era prácticamente inevitable a menos que se adoptaran medidas eficaces. La Comisión Bremer y la Hart-Rudman presentaron informes pormenorizados en los que detallaban la gran vulnerabilidad de los EU ante un atentado terrorista de grandes proporciones, y dieron recomendaciones específicas sobre los pasos de emergencia a dar. La Comisión Hart-Rudman instó al Gobierno entrante de Bush a crear de inmediato un Departamento de Seguridad del Territorio Nacional para proteger al pueblo y la infraestructura vital de los EU.

Segundo, el vicepresidente Cheney y el Gobierno de Bush, no sólo desatendieron las recomendaciones de la Comisión Hart-Rudman y la cantidad cada vez mayor de advertencias del FBI y la CIA, de un inminente atentado terrorista de al-Qáeda en los EU. Cheney tuvo una actuación central en el sabotaje de toda respuesta a la creciente amenaza.

Tercero, antes de los ataques del 11 de septiembre había pruebas claras de que se venía una seria desestabilización terrorista. El 24 de agosto de 2001, LaRouche publicó un folleto en el que advertía de un posible atentado terrorista grave en Washington, D.C., en septiembre de 2001. Cuando sucedió lo del 11 de septiembre, LaRouche ya tenía programada una entrevista radial de dos horas con Jack Stockwell en Salt Lake City, Utah.

LaRouche dijo que los sofisticados atentados de esa mañana no pudieron haberse cometido sin uno de dos factores que contribuyeron a ellos: o hubo "operaciones secretas" de alto nivel que involucraron a elementos contaminados del mando de la seguridad nacional de los EU, o todo el sistema de seguridad nacional de los EU se había desmantelado a tal grado, que el sistema estuvo, en efecto, "maduro" para semejante ataque bélico irregular.

LaRouche le dijo a los radioescuchas de Stockwell: "Se trata de una operación muy sistemática. Si están secuestrando aviones. . . Si todos esos tres aviones, los dos de Nueva York y éste en el Pentágono. . . Ejecutar ese tipo de cosas, secuestrar aviones de ese modo, es una operación bastante complicada. . . La pregunta es dónde estaban las agencias de inteligencia pertinentes que están a cargo de vigilar este problema. . . Yo he estado advirtiendo de esto desde hace tiempo. No esto; yo no sabía lo de los aviones, aunque suponía que podría ocurrir casi cualquier cosa. Pero sí que Washington era un blanco. Obviamente, lo del Pentágono quiere decir obviamente que Washington es el objetivo. Obviamente se pretende implicar que se trata de algo que viene del Oriente Medio. Esto quiere decir que ha habido o algún tipo de incompetencia o un arreglo sobre toda la operación de seguridad, porque no se puede ejecutar este tipo de cosas sin una verdadera metida de pata por parte de la seguridad. Así que alguien a cargo de la seguridad realmente no fue muy efectivo con el encargo".

Informes posteriores presentados por la Comisión del 11-S volvieron a corroborar las advertencias de LaRouche acerca de un atentado grave en los EU. A mediados del 2001, tanto la CIA como el FBI le informaron en reiteradas ocasiones al presidente George W. Bush y al vicepresidente Cheney de pruebas que apuntaban a que estaba preparándose un atentado terrorista importante en territorio estadounidense. En última instancia, esto llevó a que el 6 de agosto de 2001, como tema principal del informe diario al Presidente, se resumieran las pruebas de la amenaza inminente de un ataque a manos de la organización al-Qáeda de Osama bin Laden, organización que LaRouche ya había identificado como una excreción y una entidad controlada del proyecto muyahidín de los 1980 de Zbigniew Brzezinski, Bernard Lewis y George H.W. Bush en Afganistán, para echar de ese país al Ejército Rojo mediante una operación "Yihad" con patrocinio estadounidense, británico, francés e israelí, en parte financiada con los ingresos del comercio de heroína y opio de la región del "Creciente Dorado" controlado por agentes de la inteligencia pakistaní, con supervisión angloamericana.

Según el testimonio del ex zar antiterrorista del Consejo de Seguridad Nacional, Richard Clarke, a pesar de todas estas advertencias, Cheney y el procurador general John Ashcroft sabotearon todo esfuerzo de miembros de este Consejo por adoptar las medidas necesarias para prevenir el ataque.

Es improbable que nuevas revelaciones alteren estos hechos.

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