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Remesas de dinero y reciclamiento de mano de obra
El plan fascista de Harvard para las Américas

por Paul Gallagher

La publicación del artículo "José, Can You See?", del "gallinazi cultural" de la Universidad de Harvard y miembro de la Comisión Trilateral, Samuel Huntington, en la revista Foreign Policy, en el que llama a un choque entre los "nativos" de los Estados Unidos y los inmigrantes hispanos, apunta a un programa económico en América conocido en tiempos recientes por la comunidad bancaria internacional como "facilitar la inmigración y las remesas de dinero de los trabajadores".

Esta política tiene el objetivo explícito de bloquear cualquier tendencia en los países del continente americano de poner en marcha un programa de inversiones en proyectos de infraestructura a gran escala, al estilo de Franklin Delano Roosevelt, para enfrentar el derrumbe económico, es decir, la propuesta de Lyndon LaRouche. Más bien, ata a las naciones americanas y a sus poblaciones a la burbuja de bienes raíces y gastos de consumo, que ya está condenada a desaparecer. Entonces, para tratar de sobrevivir la devastación económica, Ecuador, México y hasta Argentina "exportan gente" a los EU, y esta gente envía dinero a su país de origen.

En cinco naciones de América entre 10 y 25% de sus poblaciones ahora abandona el país (ver mapa 1). Las consecuencias a mediano y largo plazo de esta merma de su fuerza de trabajo son desastrosas para esos países, al tiempo que distorsionan la fuerza de trabajo de los EU y llevan a una reducción en los niveles salariales a nivel nacional.

"Las remesas de los trabajadores" ha venido a ser ahora una de las nuevas expresiones de moda de los círculos del Banco Mundial y de los centros de estudio financieros y las organizaciones no gubernamentales (ONGs) internacionales. El pasado 6 de enero Roger Noriega, susbsecretario auxiliar de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental, en un discurso que pronunció en el Consejo de las Américas, prácticamente les dijo a los diplomáticos iberoamericanos que esta era la nueva política económica de los EU hacia el resto de los países de América, que aceptaran las remesas de sus emigrantes a los EU, y que olvidaran cualquier otra ayuda o crédito de los EU. Al día siguiente, el 7 de enero, el presidente George W. Bush propuso una nueva norma para regir la inmigración de México a los EU que le permitirá a los inmigrantes indocumentados ser legales para trabajar en los EU por uno, dos o tres años, sin ofrecerles residencia permanente o ciudadanía; la clave es la relación de dependencia establecida entre tales semilegales y las empresas en los EU que los contratan.

La intención de Samuel Huntington al denunciar con fanatismo a los inmigrantes hispanos como el azote económico y cultural de los EU, es desatar "el rostro contrario", populista, de este plan de los banqueros, mismo que, en varios programas de televisión pagos, transmitidos bajo el auspicio de su comité de campaña presidencial entre el 26 de febrero y el 1 de marzo, Lyndon H. LaRouche describió como "traer la mano de obra esclava al país y llamarla inmigración ilegal".

Hay un auge migratorio en América. La población inmigrante de los Estados Unidos casi dobló de 1990 a 2003, de 19 millones a más o menos 35 millones de inmigrantes, cuando le tomó 30 años doblar de 1960 a 1990; y más del 50% de esta inmigración proviene de las naciones iberoamericanas. Lo que ha sucedido tanto en América del Norte como del Sur en este período de globalización, es que la densidad relativa potencial de población de las naciones, y su capacidad económica tanto para emplear a su fuerza de trabajo creciente de forma productiva como para reproducirla por lo menos al mismo nivel de productividad y de vida, ha decaído por debajo de los niveles de sus presentes poblaciones. Las naciones iberoamericanas fueron devastadas durante los 1990, como evidencian la caída constante en el salario mínimo y el salario promedio en México, las implosiones de las economías de Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y otras, guiadas por el FMI y demás, todo lo cual ha llevado a sus poblaciones a huir a Europa, a Japón y, sobre todo, a los Estados Unidos para escapar del desastre. Al mismo tiempo, una economía estadounidense que había cesado de producir y vivía de explotar el capital de inversión y los bienes del resto del mundo, tan sólo podía emplear a estos inmigrantes para reducir los salarios reales estadounidenses.[FIGURE 1]

El auge de las remesas

Luego de las crisis bursátiles y monetarias internacionales de 1997–98, la cantidad de empréstitos destinada a los países del Tercer Mundo tornose negativa en términos netos, la ayuda extranjera directa virtualmente despareció, y el consenso financiero internacional promovía las "inversiones extranjeras directas", o IED, es decir, las ventas de privatización, como el único "capital de inversión" que podían obtener esos países. A partir del 2000, con la baja en las inversiones extranjeras directas, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y varios grupos de ONGs y de banqueros parecen haber cambiado de parecer de nuevo, y ahora sus estudios contrastan las "volátiles e inciertas IED" con las "remesas de los trabajadores, que son una fuente importante y estable de financiamiento externo para el desarrollo", según dice un libro emitido por el Banco Mundial en diciembre de 2003. Ese mismo mes, un artículo de la revista Foreign Policy, "Globalization At Work" (La globalización en juego), e informes del Instituto de Política de Migración del Banco Mundial y de otros centros de estudio, proponían establecer un nuevo acuerdo bancario transnacional tocante a las remesas, para manejar las transferencias electrónicas de remesas con "transparencia", cosa de evitar financiar el terrorismo, alentar más remesas e incorporar a todos los inmigrantes con cuentas bancarias. Asimismo, proponía remover barreras a la inmigración; es decir, virtualmente una nueva arquitectura internacional de remesas. Dicho de forma escueta, la propuesta permitiría eliminar lo que queda de los presupuesto de ayuda exterior y compensar por las pérdidas de las IED.

De hecho, estos son los nuevos medios que pretenden usarse para pagar la deuda externa.

ÜscUn país, Pakistán, hasta anunció en una conferencia asiática sobre economía en 2003, que planeaba "exportar" 200.000 más de sus trabajadores, lo que, según alegó de forma absurda su ministro de Trabajo, "ayudaría a 200.000 familias, de la misma manera que la construcción de cuatro represas y dos carreteras. . . le daría empleo y ayudaría a 500.000 familias".

El crecimiento en las remesas de los trabajadores de los países industrializados a las naciones del Tercer Mundo es rápido, y acelera. En 1980 representaba un total de 17,7 mil millones de dólares; en 1990 era de 30,6 mil millones; en 2001 era de 72,3 mil millones; en 2002 era de 80 mil millones; y en 2003 el cálculo es que sería de 90 mil millones de dólares. El flujo de esas remesas excede la ayuda exterior y los préstamos netos, juntos, al Tercer Mundo, y suma como dos terceras partes del nivel de las inversiones extranjeras directas anuales. Todas las otras formas de transferencia de ingresos al Tercer Mundo van en descenso Üscy hasta registran índices negativos desde 1998, Üeccomo es el caso de las IED, que han venido cayendo de forma paulatina (ver gráfica 1).[FIGURE 101]

Las remesas son principalmente un fenómeno estadounidense. Los EU son la fuente del 40% de todas las remesas a las naciones del Tercer Mundo, remesas que sumaron 29 mil millones de dólares en 2001, según los cálculos, y tal vez sumen tanto como 35 mil millones de dólares en 2003.Üsc Pero si uno no cuenta los despoblados reinos petroleros desérticos del Oriente Medio, que han dependido por 30 o 40 años de fuerzas de trabajo predominantemente extranjeras (y donde la totalidad de las remesas ha caído a partir de 1995), los EU son la fuete del 60% de las remesas del mundo. Esto representa el 60% del crecimiento de todas las remesas a partir de 1990. En tanto que la población inmigrante en los EU ha crecido 75% en los últimos diez años, en los países de la Unión Europea sólo creció 35% en la década comparable de 1990–2000. En los mismos EU éste constituye un fénomeno posterior a 1990; hasta ese año el total de las remesas enviadas por los trabajadores desde los EU a los países del Tercer Mundo era de menos de 5 mil millones de dólares anuales.Üec

ÜscEsto podría verse como un fenómeno del hemisferio occidental:ÜecEl 52% de todos los inmigrantes a los EU viene de Iberoamérica y el Caribe; 30% de México solamente. Las remesas a esos países de 2000 a 2002 aumentaron de manera vertiginosa, de 15 mil millones a 23 mil millones de dólares, y puede que hayan llegado a 30 mil millones en 2003, según calcula un informe del Pew Hispanic Center de diciembre de 2003, con unos 20 mil millones de dólares de esa cantidad proviniendo de los EU. Los montos son mucho más grandes, según cálculos del Fondo Monetario Internacional y el BID. Las proyecciones del BID son que las remesas a los países de Iberoamérica y el Caribe para 2001–2010 fácilmente podrían superar los 300 mil millones de dólares. Con la sola excepción notable de las Filipinas (que tiene al 20% de su electorado viviendo en el extranjero) no hay un crecimiento comparable al de Iberoamérica y el Caribe en ninguna otra área de emigración, ni comparable con el de los EU en ningún otro país de inmigración. La población mexicana recibió 10 mil millones de dólares en remesas en 2003, la mayor cantidad del mundo salvo India, que tiene diez veces la población de México.

Las poblaciones muerden el anzuelo

[FIGURE 111]En diciembre de 2003, según cálculos del Pew Hispanic Center, unas 6 millones de personas que envían remesas con regularidad desde los EU, enviaron más de 20 mil millones de dólares —¡3.500 dólares anualmente cada una!— a: 19% de todos los adultos de México; 23% de todos los adultos de Centroamérica, incluyendo a 28% de los adultos de El Salvador, 24% de los de Guatemala, 16% de los de Honduras; y 14% de todos los ecuatorianos. Le mandaron a todo el mundo. En México, por ejemplo, no hubo diferencias estadísticamente significativas entre los que recibieron las remesas y la población general de México, ni por edad, ni por ingreso, ni por educación, ni por región de residencia en el país.

Según el estudio de Pew, entre más bajo el ingreso del inmigrante, y más recientemente haya llegado a los EU, más probable es que él o ella esté enviando remesas con regularidad a su país de origen. Como 42% de todos los inmigrantes hispanos manda remesas, pero más de 50% de los que han vivido en los EU por menos de una década.

Estas tranferencias monetarias de "persona a persona" son alabadas por el Banco Mundial y muchos centros de estudio como si fueran un prototipo puro y deslumbrante de la "ayuda del desarrollo" descubierta en la choza de un rústico granjero: no hay gobiernos corruptos de por medio ni burocracias costosas; es un flujo rápido y confiable de dinero; etc. "No sólo es una válvula de escape, sino una bomba de combustible" para las economías del Tercer Mundo, dijo un inspirado. "Una nueva forma de inversión privada", reza el informe del Banco Mundial. Pero, de hecho, los estudios enjundiosos que llevaron a cabo el Instituto de Política de Migración y el Pew Hispanic Center —que entrevistaron a un gran número de personas que envían remesas de dinero a Sudamérica desde los EU— indican que más de la mitad de las remesas de dinero recibidas van a cubrir las necesidades básicas de comida, ropa, vivienda, etc., y que en menos de un tercio de los casos se destina alguna porción al ahorro o a invertir en negocios en México o Centroamérica.

Este dinero no crea empleos en los países adonde va. Más bien les cuesta ingresos fiscales. Según un estudio llevado a cabo por Harvard, la India puede haber perdido más o menos un tercio de sus ingresos impositivos debido a la emigración de expertos en informática y otros trabajadores diestros.

El artículo de Foreign Policy de diciembre de 2003 alega que "un incremento de 10% en la proporción de remesas internacionales en el PIB de un país, disminuye en 1,6% la proporción de personas que vive en la pobreza". Hay 20 naciones del Tercer Mundo donde las remesas han llegado a constituir de 10 a 15% del PIB, lo que significaría que hasta estas naciones o ex naciones, las más pobres del mundo, supuestamente han reducido su pobreza en 5%.

ÜscSin embargo, las remesas y su uso de hecho tienen casi exactamente las mismas características y magnitudes que la ayuda internacional para desastres, no ayudan al desarrollo. En el caso de Ecuador y El Salvador literalmente son éso, ayuda para el desastre, como cuando a fines de los 1990, luego de desastres naturales o creados por el hombre, trabajadores de esos países procuraron llegar a los EU para mandarles dinero.ÜecEn general las remesas son precisamente ayuda para desastres, para los desastres económicos que la globalización fondomonetarista ha diseminado por toda Iberoamérica, y en particular desde 1990.

Una de las cosas que hacen es poner la carnada para atraer a los inmigrantes a un ritmo más rápido. Las entrevistas que realizó Pew en México indicaban que 28% de los mexicanos adultos que reciben remesas de los EU estaban pensando en irse ellos mismos a los EU; y este es el caso ahora para 19% de todos los mexicanos adultos. De allí que, en potencia, 20 millones de los 100 millones de mexicanos, y no 10 millones como ahora, están pensando irse de México a los EU, ¡una nación en vías de desaparecer! Según el director del Pew Center, Roberto Suro: "Es claro que las remesas cada vez desempeñan un papel más central en la estabilidad social y económica de muchos países" de Iberoamérica. "Estabilidad" es una palabra peculiar para describir países cuyas poblaciones son chupadas por los EU para ganar dinero y remitirlo.[FIGURE 102]

ÜscNo una recuperación sin empleos, sinoÜecEmpleos reciclados

El hecho de que la inmigración a los EU y el monto de las remesas enviadas desde ese país no disminuyeron en el período comprendido entre julio de 2000 y julio de 2003, cuando la economía y el mercado laboral estadounidenses se fueron a pique (de hecho, tanto la inmigración como las remesas aumentaron), apunta al desastre económico y a la desesperación que impulsa a los que emigran de México, y de América Central y del Sur.

La primera generación de población hispana inmigrante en los EU ahora constituye como 11,6% del total de la población estadounidense; en 1990 representaba 7,9%. Según cálculos muy inexactos (ya que hay de 8 a 10 millones de indocumentados), entre el segundo trimestre de 2000 y el segundo de 2002 casi 60% del crecimiento total de la población estadounidense vino de los inmigrantes que llegaron en ese período, 2,9 millones, según el Centro de Estudios de Inmigración. Este fue un aumento aparente de 50%, más o menos, de la proporción del crecimiento poblacional que representaban los inmigrantes en los 1990. Estos 2,9 millones de inmigrantes tuvieron como 80.000 hijos en esos dos años, muy por debajo del índice de natalidad mundial, lo que indica que hay una gran proporción de adultos solteros que emigra. Como 1,5 millones de los que inmigraron de 2000 a 2002, o sea, como el 30% del total del crecimiento de la población, era hispana.

No es de sorprender que la proporción de inmigrantes de primera generación que ingresa al mercado laboral estadounidense sea mucho mayor que su proporción en la población: 14,6%. Representan como el 50% del crecimiento anual de la fuerza laboral de los EU. De nuevo, más de la mitad de ese crecimiento proviene de inmigrantes hispanos.

Un informe del Centro de Estudios de Inmigración de noviembre de 2003 señalaba: "Desde 2000 2,4 millones de nuevos trabajadores inmigrantes (legales e ilegales) han llegado a los EU, casi exactamente el mismo número que llegó en los tres años previos a 2000, pese a cambios marcados en la situación económica" [énfasis añadido]; y pese al aumento marcado en el porcentaje de desempleados entre los inmigrantes en los EU, de 4,1 a 7,9% de 2000 a 2002.

¿Qué pasó? Según el Centro de Estudios de Inmigración, de 2000 a 2003 el aumento neto en la empleomanía de inmigrantes de primera generación (legales e ilegales) fue de unos 1,7 millones de empleos. No obstante, el desempleo aumentó entre los inmigrantes porque estaban llegando demasiados. En contraste, el número neto de empleos para todos los demás en los EU disminuyó por 800.000. El total de la fuerza laboral hubiera aumentado de forma "natural" como por 4 millones de personas; así que en general hubo una pérdida enorme en las plazas de trabajo, en especial trabajos en la manufactura y otros sectores productivos, como saben todos los americanos. Pero en esos intervalos, cuando se crearon algunos empleos netos (el primer y segundo trimestre de 2000, y el tercer y cuarto trimestre de 2003), los empleos fueron reciclados de trabajadores no inmigrantes a inmigrantes. Hispanos inmigrantes, por ejemplo, perdieron cientos de miles de trabajos en la manufactura, igual que todos los demás trabajadores. Pero en los sectores de crecimiento neto de empleos, de manera notable la construcción y el comercio al por mayor y menor, esos inmigrantes tomaron empleos cuando otros trabajadores los perdieron y, a medida que lo hicieron, la media y el promedio de los salarios que pagaban esos empleos bajó.

Los inmigrantes hispanos en los EU encontraron 400.000 empleos netos aun en 2001–02, cuando la fuerza laboral de los EU como un todo experimentó pérdidas netas de plazas de trabajo. En 2003 encontraron 700.000 plazas de trabajo, cuando todos los otros trabajadores en la economía sólo pudieron encontrar 371.000 empleos netos, como la mitad de los que tomaron los inmigrantes hispanos solamente; y esto ocurría cuando los ciudadanos americanos de origen hispano nacidos en los EU perdían empleos netos en todos los sectores.

Estas cifras son sorprendentes, e indican un aumento marcado en el ritmo de "reciclamiento" schachtiano (es decir, fascista) en el empleo. Los trabajadores inmigrantes hispanos no constituyen más del 7,5% del total de la fuerza de trabajo de los EU y, sin embargo, en 2003 representaban el 60% de todos los empleos nuevos. Y el 60% de estos empleos netos que encontraron los inmigrantes hispanos en 2003 (unos 400.000 puestos) fueron en la construcción, es decir en la desde ya condenada a muerte burbuja hipotecaria y de bienes raíces de los EU.

Los inmigrantes hispanos que han ingresado a los EU a partir de 2000 son menos del 2% de la fuerza de trabajo del país y, sin embargo, ¡ellos representaban el 50% de los nuevos empleos netos en la economía estadounidense en 2003!

La causa de la baja de la media salarial

La tabla 1[FIGURE 201] revela la horrible verdad de este reciclamiento de la fuerza de trabajo de los EU. La adquisición súbita de 550.000 plazas de trabajo en 2003 —la mitad de los empleos netos "creados" ese año— solamente por los más o menos 2 millones de hispanos que llegaron al país desde 2000, y que representan menos del 2% de la fuerza de trabajo (y aparte de cualquier otro empleo que ya tuvieran esos mismos inmigrantes), tiene una relación directa con el hecho de que la media de los salarios de los inmigrantes es 25 a 30% menor que el promedio nacional, y 15 a 35% menor que el de cualquier otro grupo de la fuerza de trabajo.

Peor todavía, los salarios promedio reales descienden sin interrupción, en tanto que los salarios a nivel nacional permanecen esencialmente estancados. Desde el primer trimestre de 2002 hasta el cuarto trimestre de 2003, un período de más de dos años, el salario semanal promedio de los trabajadores inmigrantes hispanos bajó de 507 a 494 dólares, y su salario medio bajó de 406 a 400 dólares. Tan sólo en 2003 (del cuarto trimestre de 2002 al cuarto trimestre de 2003) la tijera fue más cortante aún: el promedio de los salarios reales aumentó apenas 0,5% para todos los trabajadores, pero cayó 2,5% para los inmigrantes hispanos; la media del salario semanal real para todos los trabajadores subió el mismo 0,5%, pero cayó 1,75% para los hispanos.

El empleó en la construcción representó como 60% de los nuevos puestos de trabajo netos para los trabajadores inmigrantes hispanos en 2003; a su vez, los inmigrantes hispanos representaron 65% del crecimiento de las plazas de trabajo en los sectores de la construcción y afines en 2003, y 59% de su crecimiento de 1997 a 2003. La razón de ello es que el trabajador hispano de la construcción recibe mucho menos paga que un trabajador blanco. Hasta el cuarto trimestre de 2002 el salario semanal promedio de un trabajador de la construcción blanco era de 725,51 dólares, mientras que el de un trabajador de la construcción hispano era de 514,48 dólares, 30% menos, una diferencia enorme.

Al dar a conocer los índices del Pew Center sobre este reciclamiento el 24 de febrero pasado, Suro, su director, los presentó en términos "neutrales": "La fuerza de trabajo hispana está bien aparejada con las oportunidades de empleo que surgen, y los latinos tienen empleos que sobreviven a los ajustes en curso". El Washington Post, al tomar nota del informe del Pew Center el 24 de febrero, citó otra mentira trillada: "Aceptan empleos que nadie más quiere". Michael Carliner, un ecomista que es vicepresidente de la Asociación Nacional de Constructores de Vivienda, le dijo al Post: "No hubiéramos podido construir todas las casas que hemos construido en el último par de años sin el influjo de trabajadores hispanos. Este ha sido un factor clave para enfrentar lo que era una escacez substancial de mano de obra" [!]. Carliner no dijo cuándo exactamente la fuerza de trabajo estadounidense, con hambre de empleos, desarrolló esta escasez de mano de obra para la construcción. Otro funcionario de una compañía de construcción citado por el Post dijo: "Dónde están ahora los trabajadores que solían tener estos empleos, no tengo ni idea".

El ataque deÜsc "José, Can You See?" deÜec Samuel Huntington tiene el propósito de generar una reacción populista como el derechista "Plan Paddock" de principios de los 1980, cuya consigna era, "cierra la frontera y déjalos que griten".Üsc Entre los que respaldaban el "Plan Paddock" estaban los banqueros internacionales que eran enemigos del programa de desarrollo en base al intercambio de petróleo por tecnología, del entonces Presidente de México, José López Portillo. Al terminar su mandato López Portillo en 1982, quebraron la economía en expansión de México en la rueda del endeudamiento y la devaluación, y descubrieron que, en vez de cerrar la frontera, desataron, para los 1990, la exportación de millones de mexicanos y centroamericanos hacia los EU.Üec

ÜscLo que hoy caracteriza el programa de esos banqueros y las transnacionales de la economía Wal–Mart de consumo estadounidense, es precisamente lo que describe LaRouche: "Traer la mano de obra esclava al país y llamarla inmigración ilegal". ÜecEl despotrique de Huntington no está entre las alternativas; las opciones son el plan de los banqueros para lidiar con el desplome, o lo que propone LaRouche en su Los Estados soberanos de las Américas.

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