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¡Sean almas bellas!

Helga Zepp-LaRouche. "En cuanto a la cuestión de un nuevo Renacimiento --y me preocupa mucho que le Movimiento de Juvemtudes Larouchistas lo comprenda -- creo que existe la tremenda posibilidad de que los jóvenes desechen el paradigma y la basura emocional de la generación anterior", para así asegurar "que siempre harán lo que es bello".

El siguiente artículo fue adaptado de una charla que Helga Zepp–LaRouche le dio a los miembros del Movimiento de Juventudes Larouchistas de Copenhague, Dinamarca, el pasado 19 de octubre de 2003.

Sé que a muchos no les gustó el término "hombre–bestia" y por eso preguntan: "¿Por qué debemos usar dicha formulación?" Bueno, creo que debíamos aprender una lección muy importante de la historia: cuando Hitler llegó al poder se cometió un mal cálculo terrible en cuanto a lo que significaba eso. Todos, los socialdemócratas, los comunistas, los sindicatos, y hasta los conservadores, se engañaron y dijeron: "¡Oh! Esto no va a ser tan malo. Se va a ir en poco tiempo. Ganaremos la próxima elección". Y literalmente sólo dos, tres, cuatro, un puñado de personas reconocieron que este fenómeno de Hitler no se trataba de un movimiento conservador normal sino que representaba algo terrible y malvado, y que conduciría a la destrucción de Alemania.

Por ejemplo, un combatiente de la resistencia llamado Von Kleist advirtió que existía una diferencia fundamental entre los valores de los conservadores y lo que los nazis representaban. Y, tal como hemos demostrado en nuestra investigación histórica acerca del contragolpe martinista contra la tradición de la Revolución Americana, a la que luego le siguieron los sinarquistas, es decir, el proyecto para convertir al hombre en bestia en un asunto de control imperial, si tenemos eso en cuenta creo que queda absolutamente claro —hemos realizado varios proyectos de investigación al respecto— que lo que sucedió en California no se trató de un accidente, sino que refleja un proyecto de muy larga data de Hollywood y de otros, con el fin de bestializar a la población para que aceptará a algo como Arnold Schwarzenegger.

En lo personal, hace algunos años llevé a cabo un proyecto sobre el efecto que tiene la violencia que presentan los medios en la mente de las personas y demostré que los métodos que yacen detrás de los juegos aparentemente sin importancia o inocentes como Pokémon, de los videojuegos violentos, y de la planificación bélica del Pentágono tienen el mismo fundamento. Por un lado, cómo inducir miedo, achicar a la gente en su personalidad, y por otro lado cómo reducir la resistencia en lo que toca a la violencia. Y se trata de algo permanente, ya que cada película trata de superar el nivel de violencia de las anteriores. Acabo de ver un anuncio que prometía que la nueva película The Texas Chainsaw Massacre (Masacre en Texas), que está basada en un hecho real, superaría a todas las películas anteriores en términos de violencia. Eso en un anuncio. ¿Pueden creerlo?

Ahora bien, si consideran la historia de Schwarzenegger— y la mentalidad totalmente asquerosa que reveló en entrevistas que concedió hace varias décadas sobre las mujeres, el sexo grupal, y quién sabe qué—, que la personalidad bestial que exhibe en todas sus películas, y que ojalá ninguno de nosotros jamás haya visto —pero ustedes han visto imágenes de ellas: Conan el BárbaroTerminator, etcétera—; resulta muy claro que es esa imagen, la de Terminator, la que es la imagen de este nuevo imperio estadounidense.

Tratar que la población estadounidense acepte algo como esto ha sido un proyecto a largo plazo. Sin embargo, también es claro, y es muy bueno que algunos miembros del Congreso ahora hablen de eso, que se trata de un golpe contra la Constitución de los EU, y contra todo aquello para lo cual se fundó la República estadounidense.

A través de los ojos de Schiller

Con esta imagen mundial en mente, ahora traten de mirar al mundo a través de los ojos de Schiller. Algunos de ustedes han leído las Cartas sobre la educación estética del hombre y recordarán cómo Schiller describió las condiciones políticas de su época en términos muy severos. Y si Schiller, con ese punto de vista, viera nuestra civilización actual, ¿qué es lo que vería? Vería una población aún más corrompida, al menos en la civilización occidental; vería cómo el terrorismo ha creado una espiral de violencia en muchos países de forma tal que la vida humana ya no significa nada.

Desafortunadamente la edición más nueva de eso es lo que sucede en Bolivia, en donde por un lado, el gobierno oligarca vende el país, pero por el otro lado del juego sinarquista están los cocaleros, los productores de coca y las masas jacobinas, que exponen al país a una violencia absoluta. Y esta es la imagen de lo que amenaza con surgir de toda Latinoamérica.

Recientemente recibí un informe de una persona de Uganda, quien describió en términos horrendos como nadie puede salir a las calles de Uganda sin temor a recibir un disparo en una emboscada sin motivo alguno. Esta es la situación que se vive en toda el África.

Si observan el Cercano Oriente verán la espiral de violencia entre Israel y Palestina, en donde los israelíes están cometiendo genocidio y una limpieza étnica absoluta. Además tenemos la situación en Iraq, donde, gracias a informes de testigos, sabemos que el grado de violencia es terrible: crímenes, una guerra civil total en ciernes, pero también criminalidad.

Si uno junta todas estas cosas —Bolivia, Uganda, África, Palestina, Iraq— es una señal de los tiempos, y explica por qué decimos que una nueva Era de Tinieblas se asoma. Es por ello que creo que es muy importante que el Movimiento de Juventudes Larouchistas luche contra la aceptación de la violencia como mero entretenimiento en películas y videojuegos, porque tiene que examinar el método y darse cuenta que este llamado "entretenimiento", que en realidad es entretenimiento bestial, tiene el solo objetivo de inducirle miedo a la población, por un lado, y por el otro crear una "brutal indiferencia al sufrimiento del mundo". Así que deberíamos rechazar todo eso, porque absorber estas películas, aun en forma pasiva, causa un daño irreparable a la mente de la persona que la mira.

Las dos tradiciones de la civilización occidental

¿Qué hacemos al respecto? ¿Cómo combatimos la bestialización de la población?

Por mucho tiempo he creído que uno de los mejores enfoques para esto es el trabajo y las ideas de Schiller. Schiller conocía con absoluta claridad los problemas de la mente, en términos de que existen dos tradiciones en la civilización europea. Existe una tradición que se remonta a Platón, la que considera al hombre como un ser cognoscitivo, como una persona capaz de tener ideas, de comprender principios universales, de elaborar conceptos acerca de la realidad del universo físico en términos de plantear hipótesis adecuadas, de mejorar estas hipótesis una y otra vez, en lo que Platón llamó el concepto de la hipótesis superior; y el proceso de conceptuar ese proceso continuo de la hipótesis superior como hipotetizar la hipótesis superior.

Ese concepto del hombre, que es muy optimista, consiste en que la habilidad cognoscitiva del hombre puede mejorarse sin límites, que no hay límite al crecimiento de la mente del ser humano, y que cada ser humano puede hacerse un genio.

Ello contrasta completamente con otra imagen del hombre, la que Platón describió con el ejemplo del hombre en la caverna, en donde los hechos reales de la vida suceden fuera de la caverna, y sólo se ven sombras iluminadas débilmente en la pared de la caverna, y el hombre allí dentro cree que estas sombras representan la realidad. Ese es el mundo de la experiencia sensorial, incapaz de comprender los principios físicos reales de la vida fuera de la caverna.

Schiller estaba muy al tanto del hecho —y deseo alentarlos de nuevo a leer algunos de los escritos de Schiller—. Por ejemplo, realiza una descripción hermosa de un hombre en el mundo de los sentidos. En una parte de su descripción de los poemas de Bürger, que pueden encontrar en la obra de Schiller que hemos publicado en inglés [Friedrich Schiller, Poet of Freedom, Vol. II, (Federico Schiller: poeta de la libertad, Vol. II)]; describe cómo una persona que sólo se encuentra en el nivel de la percepción sensorial y de la certeza sensorial es en realidad un hombre sin libertad, si cede ante sus sentimientos sensoriales sólo pone de relieve los aspectos bestiales de su personalidad. Luego, muestra cómo —por desgracia mi inglés no es lo suficientemente bueno para decirlo en el lenguaje hermoso que Schiller emplea— un ser humano que cede ante sus sentidos, cómo sus rasgos faciales se distorsionan, cómo la lujuria ocupa sus ojos, cómo su boca se abre ante la avaricia y la lujuria, y cómo esa persona presenta un aspecto totalmente repugnante.

Si ustedes leen este texto escrito por Schiller sobre esta persona sensual que semeja una bestia, bueno, la mayoría de ustedes han visto como las personas lucen luego de cuatro horas de baile en una fiesta rave, que sus rostros también se distorsionan un poco; o han visto los rostros completamente distorsionados del público en un partido de fútbol, cuando su equipo pierde y la ira se apodera de él. Todas éstas también son escenas bastante repugnantes, y pueden imaginarse lo que la gente parece cuando comete estos abusos sensoriales.

Lyn (Lyndon H. LaRouche—Ndr.) describió cómo la condición actual de la mayoría de la población, que se encuentra en este nivel a lo bestia, es el resultado del cambio de paradigma, a saber, el proceso de ingeniería social conciente que tuvo lugar o se inició hace aproximadamente 40 años, del que un aspecto crucial fue la contracultura del sexo, el rock y las drogas, y lo que por lo general se asocia con la generación del 68; la cultura hippie, la cultura del sexo libre.

En un plano más político esto estuvo correlacionado con el cambio de paradigma introducido por el Club de Roma, la idea de que hay límites al crecimiento, no sólo de la mente sino también en el ambiente y el universo físico; y la terrible transformación de la sociedad desde una sociedad productora a una sociedad de consumidores. Hoy día pueden ver a estas personas corrompidas que sólo encuentran la felicidad si poseen ropa de diseñadores famosos, o si tienen más vacaciones, diversión, si consumen más en el aquí y el ahora.

Todo eso comenzó hace 40 años, y esos son los valores principalmente de la generación de sus padres. Si uno observa hoy, 40 años más tarde, de dónde proviene la actual crisis mundial, en gran medida deriva del hecho de que la mayoría de los gobiernos del mundo, al menos del mundo occidental, son dirigidos por personas de la generación del 68, entre las que prevalece la política del entretenimiento, que ha degradado a las masas hasta convertirlas en imbéciles. Gracias a la globalización hubo una transformación de la población en imbéciles; la gente se ha vuelto idiota. Le gusta un entretenimiento tan embotador, que habría sido algo increíble hace 40 años. Las universidades se han convertido en un instrumento de la élite, donde los denominados científicos sólo repiten lo que la élite quiere que enseñen o, mejor dicho, que prediquen.

La historia universal de Schiller

Si leen la bella descripción de Schiller del porqué la gente debería estudiar la "historia universal", allí describe al brotgelehrte, el académico que sólo trabaja para su ingreso, y afirma que dichas personas se han convertido en los reaccionarios más grandes del mundo debido a que sólo trabajan por su pensión y su salario. Rechazan cualquier conocimiento nuevo porque eso significa más trabajo, implica pensar más, y tales personas, de hecho, previenen que se descubra la verdad.

Schiller contrasta eso con la mente filosófica, con la persona que ama a la verdad más que a su sistema, que alienta a los estudiantes a rechazar la identidad del brotgelehrte, la del académico que sólo estudia para su ingreso; y también los alienta a que más bien se transformen en mentes filosóficas. Si leen todas las obras de Schiller, lo que debieran hacer si es que aún no lo han hecho, podrán ver que el propósito de todas sus obras es lograr que el público salga de su condición bestial, hacerlo pensar en grande y al nivel de lo sublime.

Si la vida en el mundo sensorial ya es terrible para un académico, es decir, para un brotgelehrte, si esto sucede en el ámbito político, si las personas no pueden elevarse por encima del nivel de la certeza sensorial, entonces, como Schiller demuestra, esto conduce a la tragedia y al derrumbe de la civilización.

No puedo ahondar en este tema ahora, pero formará parte de un nuevo programa del Instituto Schiller que tendremos durante la celebración del natalicio de Schiller en el mes de noviembre. Deberían echarle una leída, por ejemplo, a la escena entre Isabel y María en la obra María Estuardo. Se trata de la famosa escena en la que las dos reinas finalmente se conocen. Isabel, que reina en Inglaterra, le teme a María, quien reina en Escocia y es aliada de su archienemigo, el rey francés, y la ha encarcelado aunque es inocente. Pero María, que espera poder apelar a la buena conciencia de Isabel, finalmente logra conocerla. Y lo que uno puede ver en esta escena —y les recomiendo que la lean en casa— es que, cuando dos personas sólo discuten en términos de la certeza sensorial, de las llamadas emociones, y dejan vertir libremente sus emociones, que es lo que hacen María e Isabel, el resultado es la catástrofe, que es lo que sucede en este drama específico, que culmina con la ejecución de María.

El drama no termina ahí, porque en la obra de Schiller, luego de ese encuentro con Isabel, María experimenta una transformación hacia el nivel de lo sublime, y aunque muere asesinada por Isabel, realmente es libre al morir.

Pero eso no sucede en esa escena en particular, por lo que deberían estudiar la escena desde el punto de vista de lo que sucede si dos personas discuten y sólo actúan en virtud de sus llamadas "emociones sinceras".

Ahora veamos otra obra de Schiller, la famosa Don Carlos, donde, en la bella escena entre don Carlos e Isabel, Schiller de hecho demuestra cómo una persona puede, a través del diálogo socrático, sacar a la otra de su condición corrompida de la percepción y la certeza sensorial. Para aquellos que no están familiarizados con la obra Don Carlos, es la historia en la cual don Carlos, el infante de España, estaba comprometido de matrimonio con Isabel de Valois, la princesa francesa, pero el padre de don Carlos, el emperador Felipe II, se alza con la prometida y se casa con ella, de manera tal que ahora es la madrastra del infante de España, el imperio donde nunca se pone el sol.

Pero don Carlos nunca renuncia a su amor por Isabel, y finalmente convence al marqués de Posa para que arregle una reunión secreta entre él e Isabel, lo cual era muy peligroso debido a que en esa época la Inquisición imperaba en la corte española.

Así que en esta escena, de la que sólo puedo hacer mención hoy —y por favor, deben leerla juntos o por separado en sus casas—, al principio don Carlos tiene este supuesto "amor" desesperado por Isabel, quien logra en este diálogo sacarlo de su estado claramente infantil, y dice: "¿Qué? ¿Quieres desposar a tu madre por encima del cadáver de tu padre?" De esta manera, ella deshace su fantasía y lo eleva al nivel de la razón, en donde él afirma: "¡Oh! ¡Dios mío! Ahora comprendo que ya tengo 23 años de edad, y que aún no he hecho nada para la eternidad. Ahora tomaré el destino de España como mi segundo amor, cuando tú fuiste el primero". Entonces esta es una bella demostración de cómo, a través del diálogo socrático, uno puede elevar a una persona desde el nivel más bajo hasta el más alto.

Esa idea, la de cómo transformar a personas pequeñas en grandes, cualquiera sea la obra de Schiller que lean, siempre está presente. La pueden encontrar en cada poema, en casi cada escrito teorético, drama, obra histórica, y demás. Por ejemplo, si leen la introducción de su descripción histórica de la rebelión de los Países Bajos contra España, ahí plantea que escribió cómo los Países Bajos se independizaron para darle a los lectores un buen ejemplo de cómo puede vencerse la tiranía si la gente se une para un buen plan. Y quiere darles la fortaleza para hacerlo de nuevo en su vida real.

Licurgo y Solón

Schiller también era muy conciente del hecho de que estas dos tradiciones en la civilización europea, la de la certeza sensorial y la del ser cognoscitivo, también estaban asociadas con dos sistemas políticos, y sólo les puedo recomendar que lean Las leyes de Licurgo y Solón, como dos ejemplos de estos dos conceptos opuestos acerca del Estado. Por un lado, tienen a Esparta, la antigua Esparta griega, y las leyes de Licurgo. Éste dice que si uno observa a este estado, a primera vista parece un estado perfecto; todo parece funcionar para el estado, supuestamente todo funciona a la perfección. Pero si lo miran con más detenimiento, verán que en realidad se asemeja más a Suecia (Schiller no dice eso, soy yo la que lo digo); es decir, que el estado espartano parece funcionar muy bien, pero el Estado aleja a los niños de sus padres a una temprana edad para capacitarlos y educarlos de conformidad con sus objetivos de convertirlos en completos subordinados. En la máxima Schiller describe a Licurgo como una versión de Jan Myrdal y su método de control social, el que afirma que se le tiene que entregar al Estado el control absoluto sobre la mente de los niños y, en consecuencia, la de los ciudadanos.

Naturalmente en el modelo espartano que Schiller describe, los oligarcas espartanos, la élite, tienen el derecho a asesinar a parte de la población cuando les plazca, a los esclavos, quienes se llaman ilotas. Estas son personas que tienen que hacer toda clase de tareas de esclavos, de siervos. Hoy día tales ilotas aún existen, pero, obviamente, en Suecia por ejemplo, no se los llama "ilotas", y la forma en que se aplica el mismo método es más sofisticada, es decir, uno puede hacerle daño al África mediante las condiciones del FMI, acortar la esperanza de vida de los ancianos o de los enfermos a través de una "reforma de salud", etcétera.

En general, Schiller afirmó que uno debería tener una regla para juzgar a las instituciones políticas: sólo son buenas si conducen a un mejoramiento de la cultura, o al menos si no impiden el mejoramiento del desarrollo cultural. Por lo tanto, dice, todas las leyes políticas y religiosas son malas si resultan en un estancamiento de la mente humana. Las leyes que impliquen que un Estado no pueda desarrollarse, son un verdadero atentado terrorista, un attentat contra la humanidad. Ahora bien, si toman esa idea, de cuál Estado representa hoy un estancamiento total del desarrollo de su población, entonces pueden ver cuáles son los verdaderos "Estados forajidos" que hay actualmente en el mundo.

En Esparta existía una ley que obligaba a los espartanos a infligirle el trato más brutal a los ilotas y, como afirma Schiller, se sacrificaba a la moralidad en nombre del Estado. Por ejemplo, todo aquello que provenía del exterior estaba endemoniado, y por tanto iba en contra de lo que Schiller llama la meta del Estado, el progreso de su gente. Para Schiller no se trataba de una cuestión académica, sino que se trataba de ideas sobre las cuales reflexionaba y escribía en el período de la Revolución Americana. Schiller dijo que la Declaración de Independencia estadounidense y el preámbulo de la Constitución americana, es decir, la cuestión del progreso de la población, era el asunto más debatido de la década de los años 80 del siglo 18.

Schiller fue influenciado, al igual que todos los grandes patriotas de Europa, por la Revolución Americana, por la Declaración de Independencia de los EU, y hubo un momento en que hasta consideró emigrar a los Estados Unidos. En sus Cartas sobre Don Carlos Schiller afirma que adoptó estas ideas —es muy explícito, y les recomiendo que lean las Cartas sobre Don Carlos, ya que brindan una bella perspectiva sobre el conocimiento de Schiller acerca del debate de esa época—, que el asunto que tomó de la Revolución Americana y transplantó a la corte de España en el siglo 16, es decir, cómo lograr la libertad más elevada del individuo, al mismo tiempo que el mejor desarrollo del Estado, que esa era su idea más importante.

Schiller, como todos los demás patriotas y fuerzas republicanos en Europa en esa época, estaba muy esperanzado de que la Revolución Americana pudiera repetirse en Europa. Al principio, de hecho, la Revolución Francesa demostraba que ello podría ser posible, ya que individuos como Condorcet y otros estaban en contacto con estas ideas a través de las redes de Benjamín Franklin, y no existían motivos por los que esa esperanza no podía haberse hecho realidad. Pero luego, como sabemos ahora, tanto el Imperio Británico, bajo la conducción de lord Shelburne, como la endemoniada secta martinista, usaron, en primer lugar, el Terror jacobino y, luego, los planes imperiales napoleónicos, para hacer prácticamente imposible la repetición de la Revolución Americana en Francia. Todo esto fue planeado, en primer lugar, el Terror jacobino y, luego, el imperio napoleónico, como una forma de asegurar que Europa siempre permanecería bajo el yugo de la oligarquía, y de que tales ideas nobles como la Revolución Americana no volverían a repetirse.

Schiller, quien estaba metido en esto en todo sentido, tanto en lo intelectual como en lo emocional, comentó que desafortunadamente "un gran momento encontró personas pequeñas", es decir, que la posibilidad objetiva para una revolución histórica había existido, pero que faltaba la condición subjetiva y moral, es decir, la capacidad de las personas de responder acorde al momento histórico.

Si leen, por ejemplo, su bella poesía la "Canción de la campana", encontrarán un pasaje muy lindo sobre el Terror jacobino en la Revolución Francesa que es increíblemente poderoso. No deseo torturarlos ahora declamándolo en alemán o en inglés, pero no obstante es increíblemente poderoso. Como algunos de ustedes recordarán, ahí viene:

"Da werden Weiber zu Hyänen

"Gefährlich ist's den Leu zu wecken, Verderblich ist des Tigers Zahn, Jedoch der schrecklichste der Schrecken Das ist der Mensch in seinem Wahn.. . .".

Es decir: "El hombre que enloquece, es la más horrible de todas las bestias".

Se trata de una descripción de Schiller muy poderosa.

Luego de haber pasado por esta experiencia, Schiller se pregunta a sí mismo: ¿cómo es que uno puede convertir a esas personas pequeña en grandes individuos que no pierdan la próxima oportunidad que la historia les dé? Para Schiller ésa fue, y continuó siendo, la cuestión decisiva.

El papel del gran arte clásico

Como ustedes saben, al menos algunos de ustedes, una de sus respuestas fue que el arte clásico tiene un papel muy importante en todo esto. Naturalmente, uno de los campos del gran arte clásico es el gran drama histórico, en donde sobre el escenario las personas ordinarias como el panadero, el peluquero y el carpintero, entre otros, llegan al teatro y son extraídos de la banalidad de sus vidas cotidianas, y ven en el escenario cómo el futuro de su Estado o nación, o se convierte en una tragedia o puede ser salvado. Ello depende de las acciones del héroe o la heroína. Schiller afirma que cuando las personas estudian en el escenario cómo la población fue esclavizada por sus prejuicios y opiniones por generaciones y generaciones, y cómo sólo unos pocos tuvieron acceso a la luz de la verdad, entonces el escenario puede ser el canal por el cual la mejor parte de la población, al ser elevada para encarar los grandes asuntos de la humanidad, puede absorber la luz de la sabiduría, la cual luego, en formas más tenues, irradia al resto de la población.

Por tanto, afirma, el gran teatro clásico puesto en un escena es la llave para los sitios más secretos del alma de las personas, porque puedes mostrarles el destino extraño, puedes hacerlas llorar por el sufrimiento de otra persona, puedes elevarlas, puedes ampliar su visión. Respecto al mismo tema, ya Lessing había dicho del teatro clásico, que cuando las personas en la vida real enfrentan situaciones extraordinarias por lo súbito de los acontecimientos, normalmente no están preparadas para lidiar con ello, en virtud de que no han desarrollado esa faz de su carácter para encarar tales situaciones. Por tanto, ir al teatro y ver buenas actuaciones clásicas, les brinda la oportunidad de entrenarse en el así llamado "ocio", de cómo actuar al nivel de lo sublime, y de esa forma entrenarse para la vida real.

Schiller retomó la misma idea y dijo que cuanto más la mente ensaya ser verdaderamente libre en un momento extraordinario, a través de la actividad individual, más obtiene una ventaja por sobre sus sentidos, y sobre el nivel de la sensibilidad, y que de hecho puede alcanzar el nivel de lo sublime. Schiller estaba absolutamente convencido de que al hacer eso, al acudir al gran teatro clásico, al escuchar la gran música clásica, al estudiar la pintura clásica, etcétera, la gente obtendría, no un poder pasajero, algo que desaparecería luego de que dejara de escuchar la función, sino que el gran arte clásico liberaría un poder dentro de ella que duraría más allá del momento y la haría más fuerte y poderosa. Schiller afirmó que esa es la forma de regir al mundo material, a través de ideas.

Schiller estaba convencido que cada hombre tenía en potencia un ser ideal dentro de sí, y definió como la gran tarea de su vida unir a ese hombre ideal en potencia con su verdadera identidad. En otras palabras, elevar su identidad al nivel del hombre ideal en potencia en cada persona. También dijo que un Estado sólo funciona si al menos la mayoría, pero finalmente la totalidad de las personas, tiene ese desarrollo, es decir, el desarrollo máximo de todas sus potencialidades. Esa es la misma idea sobre la que habla el marqués de Posa en la famosa escena con Felipe II: "¡Sé rey de un millón de reyes!"

Este es un concepto totalmente opuesto al Terror jacobino de la Revolución Francesa, en donde una de las consignas famosas fue "La Revolución no necesita científicos", y por eso los científicos fueron decapitados, y hubo igualdad a través de las cabezas mochadas, lo cual obviamente es la igualdad al más bajo nivel que pueda tenerse. Contrario a eso, Posa, y con él Schiller, afirman: "¡Sé rey de un millón de reyes!" Elévate. Sé lo mejor que puedas.

El planteamiento de Schiller sobre lo sublime es extremadamente crucial en la cuestión de cómo lograrlo, de cómo elevarse uno mismo desde el nivel de lo bestial, la baja existencia, hasta el nivel de la realeza. Él describe en muchos escritos, pero especialmente en sus dos escritos sobre lo sublime, que el hombre debe aprender a no encontrar su existencia en su ser físico, sino que debe aprender a casi desechar su ser físico. Schiller afirma que las personas deben aprender a tratar su existencia física como un elemento extraño, como algo que no les pertenece, y a ubicar su identidad en aquellas ideas universales que conectan a la civilización humana en tanto una especie humana. Schiller afirma que sólo entonces, si uno llega al nivel de lo sublime, es el hombre verdaderamente libre, pero esa libertad sólo puede ser una libertad moral, no física, y esa es la diferencia decisiva.

Para Schiller "grande es quien conquista lo horrible". Sublime es quien no le teme, aún si se está hundiendo. Schiller pensó que el estudio de la historia universal era un elemento crucial, no sólo el gran arte clásico, sino ubicar la identidad de uno en la historia universal. Es decir, que sólo si comprenden las muchas, muchas contribuciones de todas las generaciones que les precedieron . . . Para explicarles: por ejemplo, Schiller afirma en su famosa conferencia de 1789 que el hecho que estemos sentados aquí en un salón, juntos, el día de hoy —o, mejor decir, el hecho de que estemos conectados telefónicamente desde Leesburg hasta Copenhague, que escuchen lo que digo de esta manera—, que para poder explicar este momento singular se necesita la historia universal, todo lo que China, India, África, todas esas otras culturas contribuyeron, ya que todo ello nos condujo a que hoy estemos sentados aquí, juntos, de esta forma, conectados vía telefónica.

Luego Schiller pregunta, ¿quién de entre ustedes, que comprenden lo que fue el sacrificio y aun la entrega de la vida de tantas de las personas más bellas del pasado, que han contribuido a la herencia que ustedes han recibido, quién de ustedes que posee una mente brillante y un alma noble, no sentiría la compulsión y el deseo de contribuir de tal modo que, lo que le deje a las futuras generaciones sea aún más valioso y enriquecido por lo que ustedes han producido? Esa es exactamente esta idea de una identidad sublime.

Schiller absolutamente confiaba que cada ser humano podía alcanzar lo sublime, ya que él creía, como Nicolás de Cusa antes suyo, o como Liebniz, en la cohesión del microcosmos, es decir, las leyes de la mente de la persona, y en las leyes del macrocosmos, es decir, las leyes del orden cósmico, las leyes del universo en libertad. Si desean leer al respecto, existe una descripción muy bella de eso en las "Cartas filosóficas" que Schiller escribió cuando sólo tenía 20 años. O sea, que él las escribió cuando tenía aproximadamente la edad que ustedes tienen ahora. Son muy hermosas.

Ya que estoy hablando en inglés, sólo puedo hacer una referencia a ellas, y los aliento a que lo estudien de nuevo. Para Schiller el universo es un pensamiento de Dios, y la tarea de todos los seres pensantes radica en descubrir ese plan en la realidad física. Cuando estudio escultura, la obra de arte, puedo leer el alma del artista. Schiller tenía tantos, tantos ejemplos que reflejan que él creía en esta coincidencia del microcosmos y el macrocosmos. Por ejemplo, el bello poemita "Colón", en el que dice que la única razón por la que Colón pudo descubrir América fue porque su genio pudo anticipar algo que existía en la naturaleza real.

Entonces, la coincidencia del microcosmos con el macrocosmos es exactamente lo que hace posible lo sublime, ya que uno puede descubrir las leyes del universo y del cosmos.

Cómo convertirse en genio

La gran pregunta es: ¿cómo hace uno para convertirse en genio? Para Schiller, como saben, el genio era lo mismo que el alma bella. Schiller definía el alma bella como la persona para quien la libertad y la necesidad, la obligación y la pasión, son una misma cosa. En las Cartas a Körner Schiller describe cómo el buen samaritano —la persona que ve a un indefenso al costado del camino— pone a un lado su interés personal en sí mismo, y sin pensarlo dos veces inmediatamente va a la ayuda de esa persona; como el alma bella. También describe cómo algunas otras personas son almas no tan bellas, porque se guían por otros motivos.

Según Schiller uno tiene que educar sus emociones hasta que estén al nivel de la razón. La mayoría de la gente cree que la razón puede educarse, pero de alguna manera desatiende a sus emociones. En cuanto a la cuestión de un nuevo Renacimiento —y me preocupa mucho que el Movimiento de Juventudes Larouchistas lo comprenda, ya que, verán—, creo que existe la tremenda posibilidad de que los jóvenes desechen el paradigma y la basura emocional de la generación anterior, las relaciones sociales de la generación del 68, pero eso requiere que trabajen en ello; requiere que se vuelvan más concientes de sí mismos, que no repitan las porquerías de la previa generación.

Por tanto, la cuestión de educar sus emociones hasta el grado de confiar ciegamente en ellas, de que siempre harán lo que es bello, y que definan como una meta de su identidad convertirse en un alma bella, lo cual, tal como dije, equivale a un genio, es extremadamente importante. Esta idea del alma bella se contrapone al hombre–bestia contra el cual luchamos. Y uno sólo será libre y exitoso si esta idea del carácter bello es lo que uno atesora como la cosa más importante.

Si hacemos eso, me siento absolutamente optimista de que tal como ya vemos su comienzo, un nuevo Renacimiento de la historia universal está a nuestro alcance.

Eso era lo que quería transmitirles.

 

Para mayor información escribe a preguntas@larouchepub.com

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