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A vencer el miedo
LaRouche: El voto en California, prueba de fuego en la lucha contra el sinarquismo


Amelia Boynton Robinson, heroína del movimiento de derechos civiles en
los Estados Unidos, presenta a Lyndon LaRouche durante la Conferencia
del Instituto Schiller. (Agosto 30, 2003)

por Bonnie James

3 de septiembre (EIRNS).- "Ahora llegamos al punto en que todo el sistema se desmorona... Eso quiere decir que las naciones tienen la opción de decirle a los intereses financieros que se traguen sus pérdidas, porque el cuidado de la población y de la nación es primero... Atendemos a la norma del bienestar general y de la posteridad. Ejercemos nuestra soberanía, de forma que ninguna autoridad externa, incluidos los banqueros, puede subvertir nuestra soberanía, o destruir el bienestar general de nuestro pueblo desde afuera, o perjudicar a nuestra posteridad".

De esto modo lanzó el reto Lyndon LaRouche, en su discurso de la conferencia semestral del movimiento larouchista celebrada los días 30 y 31 de agosto, a las fuerzas financieras sinarquistas que han conducido a los Estados Unidos y al mundo a la actual crisis existencial (el discurso completo de LaRouche se publicó en el periódico New Federalist, de su movimiento, y se puede escuchar por internet, en www.larouchepub.com).

Más de mil personas -un tercio de las cuales eran activistas del movimiento juvenil larouchista, de entre 18 y 25 años de edad- asistieron a la conferencia del Instituto Schiller y la Junta Internacional de Comités Laborales, titulada "El mundo en un punto de inflexión". El acto se realizó simultáneamente en dos lugares -Burbank, California, y Reston, Virginia- que reflejan los dos principales campos de batalla -el estado de California, y Washington, capital del país- en que se libra la lucha por derrotar el enemigo sinarquista, como lo elaboró LaRouche en su discurso inaugural. Las más de 400 personas que asistieron a las sesiones en California, y 600 y tanto en Virginia, estuvieron unidas por teleconferencia de video, brillante logro tecnológico que le permitió a ambas partes una completa participación en todos los aspectos de la conferencia, dialogando y viéndose unos a otros de un extremo a otro del país. También participó activamente un público internacional por los sitios de internet del Instituto Schiller, la revista EIR y la organización de campaña de LaRouche.

A vencer el miedo

Aparte del discurso inaugural de LaRouche, las porciones más salientes de la conferencia fueron una ponencia de su esposa, Helga Zepp-LaRouche, en que instó a los oyentes a abandonar sus temores mediante el cultivo de sus Geistesmassen, o facultades intelectuales y morales; un discurso de Chandrajit Yadav, director del Centro de Justicia Social, de la India, sobre el papel especial de los jóvenes para forjar el futuro; y unos breves comentarios de Mervyn Dymally, legislador del estado de California. Nancy Spannaus, directora de EIR, rindió un tributo especial al historiador Graham Lowry, fallecido unos meses atrás, y demostró que su método de investigación histórica -la búsqueda de la verdad- debe ser la base para cualquier trabajo histórico futuro. Hubo también una sesión sobre música, realizada principalmente por miembros del movimiento juvenil, que satirizaron la esterilidad de la educación actual; y una serie de ejercicios pedagógicos realizados por jóvenes larouchistas tanto en la costa atlántica como la pacífica.

A partir de las 11:15 pm, hora del Atlántico, se realizó una sesión adicional en la sección del Pacífico, transmitida a Reston para los jóvenes de cualquier edad capaces y dispuestos a permanecer hasta tan tarde.

Tuvo especial relieve el papel de Amelia Boynton Robinson, heroína del movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos, calificada por Spannaus, moderadora de la conferencia, de "nuestra amada maestra".

¿Qué demonios pasa?

La señora Spannaus abrió la conferencia presentando a Harley Schlanger, coordinador de campaña de LaRouche en la Costa Oeste y moderador de la conferencia en esa parte del país, quien se comprometió en nombre del movimiento juvenil a "noquear" al vicepresidente Dick Cheney con la derrota de la campaña por destituir a Gray Davis, actual gobernador de California. A todo lo largo de la conferencia se habló mucho de la importancia de derrotar esa campaña e impedir la elección de Arnold Schwarzenegger, hombre-máquina de Hollywood, títere de poderosas élites financieras representadas por lord Jacob Rothschild, Warren Buffett y George Shultz: la misma pandilla que, en común acuerdo con el vicepresidente Cheney, orquestó la "liberalización" del mercado de energía en California, acelerando el saqueo económico del estado.

A continuación Schlanger presentó al ex congresista Mervyn Dymally, ahora representante por Los Angeles en la legislatura estatal, quien retó a los asistentes a "salvar el Partido Demócrata de su extinción en California".

Amelia Boynton Robinson presentó luego a LaRouche, con estas palabras: "Si quieren ser libres, vengan y vayan con este gran hombre, que les dirá la verdad y los hará libres, libres de verdad: Lyndon LaRouche".

El discurso de LaRouche, titulado "Historia de dos ciudades: Washington y Sacramento. ¿Qué demonios pasa?", comenzó con un diagnóstico de la epidemia que asuela los Estados Unidos desde hace unos siete años: la "liberalización" del mercado de energía, cuya producción y distribución fue organizada y levantada en los años treinta y cuarenta, durante el gobierno de Franklin D. Roosevelt. Esta liberalización ha tenido tal impacto que ahora "el estado de California ha sido saqueado de decenas de miles de millones de dólares, por las personas que impulsan la liberalización".

El "actor" Arnold Schwarzenegger, escogido por Rothschild y Cía. para finiquitar esta labor destructiva, es "apenas un grotesco espectáculo", dijo LaRouche, que "de ser elegido, podría hacerse peligroso en la misma forma en que Hitler se hizo peligroso... Pero él no es el problema". El verdadero peligro, explicó LaRouche, son los patrocinadores de Schwarzenegger -Buffett, Rothschild y Schultz-, a quienes LaRouche calificó de "los tres chiflados".

La internacional sinarquista

La forma moderna de sinarquismo, la misma ideología que creó al primer Hitler, comienza a fines de la Segunda Guerra Mundial. Una vez fuera del camino Roosevelt, el presidente Harry S. Truman, propiedad de los sinarquistas, desató las "bombas innecesarias" contra el Japón, en contra de los deseos y recomendaciones de Eisenhower y MacArthur; acción bárbara que, junto con los bombardeos incendiarios de Tokio y varias ciudades alemanas, introdujo el "fin de la historia" que proclamaban "utopistas" tales como lord Bertrand Russell. Se trataba de aterrorizar a las naciones del mundo a renunciar a su soberanía, bajo amenaza de aniquilación nuclear.

Luego, con la "estrategia sureña" de Nixon, "emprendimos el camino hacia el fascismo", dijo LaRouche. La misma tendencia fascista infectó al Partido Demócrata a partir de los años setenta, con la fundación del Consejo de Liderazgo Demócrata; esta vino a conocerse como la "estrategia suburbana".

Desde entonces, "hemos tenido una desarticulación del bienestar general de la población en su conjunto". Eso condujo a la desindustrialización de la economía estadounidense: "La infraestructura se vino abajo; las industrias empezaron a desmoronarse; las condiciones materiales de vida se fueron a pique".

"Y así", continuó LaRouche, "hay una transformación de nuestro país, de ser una sociedad basada en el principio de bienestar general de nuestra Constitución, a ser una sociedad basada en el concepto de Locke, de 'valor de los accionistas', conocida por la Confederación como 'valor de los esclavistas'".

La Internacional Sinarquista fue fundada en Europa en los años 1780, para detener el avance de las ideas de la Revolución Americana por el mundo. En oposición a las fuerzas de Benjamín Franklin, "padre de la patria", campeaba lord Shelburne, de Gran Bretaña, director del Banco Barings y de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Shelburne y compañía, validos de sus agentes en Suiza y Francia, pusieron en marcha la secta masónica martinista que orquestó la llamada Revolución Francesa.

"¿Para qué fue eso?" preguntó LaRouche. "¡Fue para parar la difusión de las ideas de la Revolución Americana en Europa!" Sin embargo, dijo LaRouche, "no fue hasta que Lincoln condujo a esta nación al triunfo contra la esclavitud, que vino a existir algo semejante a la intención original de la Constitución".

Ahora hemos llegado al punto, dijo LaRouche, "en que todo el sistema se desmorona; todo el sistema financiero internacional se está yendo a pique..."

"Eso quiere decir que las naciones tienen la opción de decirle a los intereses financieros que se traguen sus pérdidas, porque el cuidado de la población y de la nación es primero. La función del gobierno soberano es el cuidado del pueblo y de la nación".

"Por consiguiente", dijo, "ha llegado la hora en que la sobrevivencia del pueblo de los Estados Unidos exige que cambien la forma en que se han estado portando, especialmente su comportamiento político. Tienen que recuperar sus sentidos, a tiempo de salvarse".

Ha llegado la hora, dijo LaRouche, en estos tiempos atribulados, de reconocer que nos necesitamos unos a otros. Debemos adoptar el principio de Westfalia: el principio de la ventaja del prójimo. No la competencia con el prójimo. Somos una sola especie humana; tenemos que vivir juntos, con compasión y amor por gentes de otras culturas".

California, caso de prueba

El lugar para enfrentar el enemigo ahora es California. "Todo ciudadano de los Estados Unidos debe estar preocupado por lo que va a suceder en California en estas semanas, de ahora al 7 de octubre... No puedo garantizarles que vamos a ganar el caso de California. Pero les puedo asegurar que la única posibilidad que tenemos es librar el tipo de pelea que moralice a la nación para pelear... Lo que se juega en California no es California. Lo que se juega es Washington. Lo que se juega es el mundo, por el peligro de guerra nuclear, si algo como Cheney sigue dominando Washington".

"Por consiguiente, por lo que debemos preocuparnos no es la próxima elección. Lo que debemos preguntarnos es si estaremos en condiciones de ganar esas elecciones".

"Yo no estoy contendiendo por las próximas elecciones", declaró LaRouche. "Contiendo, pero no contiendo. La contienda seria no es acudir a las urnas, y organizar para las urnas en noviembre próximo. Contender por la presidencia ahora consiste en ser como un presidente, ¡ahora mismo! Y ofrecer el liderazgo que la nación necesita", concluyó.

Esperanza para el futuro

Entre los asistentes a la conferencia hubo muchos funcionarios electos, entre ellos 16 legisladores estatales en servicio o retirados, funcionarios del Partido Demócrata y otros. Muchos estaban entusiasmados por el movimiento juvenil larouchista, y la esperanza que representa para el futuro.

Un ex diputado estatal del estado de Georgia, veterano de muchas lides políticas, dijo: "Me encantó la reunión. Me han convencido. Este hombre tiene un mensaje que es absolutamente correcto. No es casual que se está privando de su mensaje a la población afroamericana".

Un senador estatal hispanoamericano estaba muy emocionado por el movimiento juvenil, especialmente tras una presentación sobre "La Nebulosa del Cangrejo y el dominio complejo". Comentó, en particular, sobre la presentación de Sky Shields, líder del movimiento juvenil: "Lo percibí tan pronto entré al salón, que la gente joven... obviamente era muy diferente, y parte muy importante de este movimiento. Fue impresionante; pero ese último muchacho ¿quién es? Fue excelente, mejor que una estrella de rock; un verdadero imán para los otros jóvenes. Ahora veo cómo esto puede resultarles atractivo. Además, me gusta el énfasis intelectual, porque tenemos que usar la razón para cambiar a la gente. Ninguna otra cosa puede funcionar; éste es un método magnífico".

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