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"No hay ningún cambio", anunció Fox
México se hunde junto con la economía de los EU

por Rubén Cota Meza

"Aquellas naciones que todavía no han caído en un proceso de desintegración que ya acelera, empezarán a hacerlo dentro de muy poco", sentenció el precandidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos, Lyndon H. LaRouche, en una evaluación que escribiera el 1 de enero titulada "Las semanas de crisis ante nosotros". Ahí, LaRouche señala que "la reciente caída oficial de casi 20% en el valor del dólar estadounidense no fue un reflejo de la competencia entre Europa y los EU; fue un reflejo del derrumbe que acelera al presente del sistema monetario–financiero internacional en su conjunto, del sistema internacional denominado en dólares. Uno sólo tiene que fijarse en la escala de los reclamos financieros de todo el mundo, denominados en el sistema del dólar, para ver la conexión. Si el dólar cae, cae el sistema monetario–financiero mundial".

Eso es lo que empezó a reflejarse en la economía mexicana, cuya moneda también se ha depreciado 20% en los últimos meses porque el dólar y la economía de los EU la arrastran consigo en su caída. ¿Recuerdan cuando, ante el desplome económico y la casi desintegración de Argentina, el presidente Vicente Fox decía que México era inmune al "contagio" del sur porque el país "pertenece más a América del Norte"? "Nosotros somos América del Norte", sentenció malhumorado en esos días Lorenzo Zambrano, presidente de Cementos Mexicanos, en una entrevista con el periódico El Norte de Monterrey.

Precisamente por "ser América del Norte", la siguiente embestida de la crisis sistémica global, con epicentro en los EU, empieza a manifestarse de forma ominosa en la economía mexicana. El 13 de enero, la casa de correduría Merril Lynch le recomendó a sus clientes reducir sus inversiones en México, entre otras cosas, por "la alta dependencia de la economía mexicana de la estadounidense", que considera "no crecerá a grandes pasos" este año. Estas recomendaciones de Merryl Lynch y Bear Stearns a sus clientes que participan en los mercados de Iberoamérica, de reducir sus inversiones en México "en el corto plazo" (de 4 a 6 meses), es ya un síntoma de que "los mercados perciben" problemas en el futuro económico nacional. Merrill Lynch estima que "se tiene un peso débil, una política monetaria restrictiva que se traduce en un pobre momento, así como en un deterioro de los consumidores para comprar en la primera mitad del año", mientras que Bear Stearns considera que "México vive una parálisis política y una desaceleración industrial".

Cunde el pánico

Por supuesto, a sólo días de tales recomendaciones comenzó una fuga de capitales que ha forzado la constante devaluación de la moneda que, por momentos, rebasó la "barrera psicológica" de los 11 pesos por dólar. La devaluación ha hecho aparecer los primeros síntomas de pánico, como muestran las declaraciones de Jorge Espina Reyes, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), en el sentido de que, "mientras no rebase los 11 pesos", la devaluación "no representa un hecho preocupante". Sin embargo, Espina Reyes pide una "estrategia emergente para frenar ataques especulativos", para luego insinuar que la devaluación sería benéfica porque "llevamos más de 2 años que el sector exportador reclamaba que hubiera un ajuste cambiario".

También en el Congreso mexicano se alzaron voces en el mismo sentido. La Comisión de Hacienda del Senado hizo un llamado a los inversionistas a "no apostar a una devaluación mayor" del peso. Héctor Larios, secretario de la comisión, dijo que "no hay motivos de preocupación", ya que el régimen de flotación le ha permitido a nuestra moneda "tomar su nivel" y, si bien ya llegó a 11 pesos por dólar, debemos recordar que "hace 2 años hizo lo mismo y luego bajó hasta los 9,10 pesos". Demetrio Sodi, senador por el Partido de la Revolución Demócrática (PRD), dijo que "el alineamiento" del dólar con el peso "es positivo porque permitirá exportar más a pesar de la recesión estadounidense". Demetrio Sodi había escrito el 17 de enero en El Universal, que "el TLC es ley suprema de toda la Unión, y por tanto, el gobierno y los mexicanos tenemos la obligación de cumplirlo". Alejandro Gutiérrez, senador por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), partidario de la privatización eléctrica y también secretario de la Comisión de Hacienda del Senado, consideró que, dada la subvaluación del peso, este es un "ajuste" que no trae riesgos devaluatorios para el país.[FIGURE 1]

Por su parte, analistas y directivos de los bancos españoles en México, que mucho tienen que perder, también han tenido que echar estrafalarias maromas para presentar análisis optimistas que contrarresten lo que podría convertirse en un ataque especulativo contra el peso mexicano. Mientras tanto, desde Los Pinos, los publicistas de la Presidencia aprovechan los dislates y frivolidades del Presidente para lanzar al aire fuegos artificiales que distraigan la atención, como es el caso de la imagen de ultrasonido de "Vicentillo III". "En vista de que el Banco Central difícilmente podrá controlar el comportamiento del tipo de cambio, la única alternativa que le queda para evitar que se manifiesten los efectos inflacionarios de la depreciación cambiaria será debilitar aún más la demanda a través de mayores incrementos en las tasas de interés, a no ser que en algún momento decida intervenir directamente en el mercado de cambios a través de la oferta de divisas", considera Rodolfo Navarrete, de la dirección de Análisis de Casa de Bolsa Vector. El Banco de México debe aplicar un drástico aumento en el "corto" monetario, que les dé una "señal clara y contundente" a los mercados de que cumplirá con su objetivo de alcanzar una inflación de 3% para este año, pide Scotia Inverlat Casa de Bolsa. Por su parte, Banamex considera que "la correlación peso–dólar y dólar–euro no tiene solidez conceptual ni estadística de largo plazo, pero el mercado le ha dado solidez a la correlación de corto plazo. Ayudaría un pronunciamiento de las autoridades financieras".

No haremos nada, dice Fox

Ante el pánico y la presión para devaluar el peso, el gobierno de Fox decidió no hacer nada. Contrario a lo esperado, el viernes 24 de enero el Banco de México no modificó ni el "corto monetario", ni las tasas de interés. En Davos, Suiza, Fox y su secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, anunciaron que no intervendrán para mantener la paridad de la moneda; tampoco recortarán el presupuesto; y mantendrán una inflación de 3%, un déficit fiscal de 0,5% y una tasa de crecimiento del PIB de 3%. Es decir, aquí no pasa nada. "No hay ningún cambio", anunció Fox, "mantendremos el sistema de flotación", ya que dicho sistema "es una garantía" para enfrentar "los momentos de turbulencia o momentos de especulación", y la moneda "agarrará su valor real ahí, en ese sistema y compitiendo claramente con otras monedas". Más aún, "los valores de las monedas están siendo alterados de manera muy pareja", pero la situación del peso mexicano "ha sido mucho más favorable y ha conservado un mayor valor que el resto de las monedas de América Latina y que otras muchas monedas del mundo".

La realidad es que el gobierno de México considera que no puede hacer nada, debido a su ciega sumisión a los dogmas económicos liberales. En su presentación en el Foro Económico Mundial de Davos, Vicente Fox dijo que las políticas "de desarrollo centradas en el mercado" hoy son blanco de fuertes críticas; pero, dijo, "este es un momento para construir, no para destruir", lo cual implica aceptar "que no es tiempo de cambiar de principios. No es tiempo de abandonar nuestro compromiso con la apertura de la economía, la desregulación de los mercados", ni "nuestro compromiso con las llamadas reformas de segunda generación".

Por su parte, Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México, de plano abandonó la suerte de la economía mexicana a 4 variables externas sobre las cuales, a decir suyo, México no puede intervenir: una inminente guerra en Iraq, la situación política en el Oriente Medio, el precio del petróleo y "la falta de claridad" en la recuperación económica de los EU. "El panorama se percibe complicado, con un alto grado de incertidumbre. Estos 4 factores van a determinar el comportamiento de la economía mexicana", dijo Guillermo Ortiz.

En tanto Ortiz asume un "alto grado de incertidumbre", Fox considera que "no hay cambio" en la política porque "de alguna manera ya habíamos considerado que este año sería de incertidumbre" y, dada la "enorme" cantidad de reservas y flujos de inversión extranjera directa, "que no se ha visto mermado hasta ahora", tenemos la certidumbre para enfrentar "cualquier turbulencia que pudiera presentarse". Es decir, como ya se había previsto la "incertidumbre", eso nos da "certidumbre", cantinfleó Fox.

Lo cierto es que el comportamiento de la economía mexicana no obedecerá a propósitos y objetivos de la propia economía, sino que estará sujeto a los vaivenes de tales variables externas. Como no hay ningún indicio de que los EU, por sí solos, vayan a cambiar su trayectoria hacia la depresión económica, seguirán arrastrando consigo a la economía mexicana y, en consecuencia, al gobierno de Fox, hacia su desintegración. En el contraste entre los sendos informes sobre el estado de la nación que presentaron Lyndon LaRouche y George W. Bush el 28 de enero, esta es la realidad que quedó de manifiesto.

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