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El tiempo se agota
¿Urde Cheney actos terroristas para salvar su pellejo?


LaRouche: "El tiempo se agota. En algún momento próximo, un solo día más de espera para expulsar a Cheney de su cargo podría resultar tan fatal para los Estados Unidos, como lo fue para Alemania el elegir a Hitler". Jóvenes larouchistas mexicanos frente a la embajada de EU en México, D.F., exigen que se enjuicie a Cheney.
(Foto: Carlos Jonás Velazco.)

por Nancy Spannaus

"El tiempo se agota. En algún momento próximo, un solo día más de espera para expulsar a Cheney de su cargo podría resultar tan fatal para los Estados Unidos, como lo fue para Alemania el elegir a Hitler". Tal es la evaluación del precandidato demócrata a la Presidencia de los EU para el 2004, Lyndon LaRouche, formulada en una importante declaración sobre los errores del Consejo de Liderato Demócrata en sus acomodos con el vicepresidente estadounidense Dick Cheney, publicada el 30 de julio. La intervención de LaRouche apunta a acelerar el movimiento de algunos sectores del Partido Demócrata en el Congreso, quienes han puesto la mira en el Vicepresidente, así como las acciones de ciertos funcionarios de inteligencia y republicanos cuerdos en el mismo sentido.

El escándalo que reventó en junio por las mentiras deliberadas del Gobierno de George Bush sobre las armas de gran poder destructivo en Iraq le ha causado una gran crisis al mismo, que bien pudiera llamarse "el Gobierno de Cheney", por la influencia desmedida que ejerce el Vicepresidente. Estas críticas al Gobierno, aunadas a la incapacidad de dar con dichas armas y el constante deterioro de la economía estadounidense, le auguran un posible desastre electoral a Bush y, por ende, plantean la posibilidad de poder deshacerse de Cheney por el lastre que le representa. No obstante las apariencias y sus declaraciones públicas, se sabe que la familia Bush y sus más íntimos allegados sopesan esta opción.

El retiro de Cheney, como ha insistido LaRouche, sería un primer paso hacia el desmantelamiento de todo el aparato golpista que ha venido apoderándose del Gobierno de Bush desde los hechos del 11 de septiembre de 2001. Es así como el Vicepresidente y su séquito de gallinazis, tales como el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, su subsecretario Paul Wolfowitz, Richard Perle de la Junta de Política de Defensa y demás, han emprendido esfuerzos frenéticos por cambiar de tema e intimidar a la oposición. El propio Cheney dio la tónica en un discurso que dio hace poco ante el American Enterprise Institute (AEI). Desechando con descaro los conocidos fraudes de inteligencia, producto de presiones que ejerció sobre la CIA, Cheney se sostuvo en el fraude y cambió su argumento para justificar la guerra, que ahora es dizque el derrocamiento de Saddam Hussein para "parar el terrorismo".

Tomando línea de ese discurso, ahora los gallinazis andan por todo el país, haciendo alharaca por el peligro de nuevos actos terroristas al estilo de los del 11 de septiembre. Tal viraje, han advertido LaRouche y otros, representa un peligro claro e inmediato de que las fuerzas sinarquistas tras el grupo de Cheney, autores intelectuales del 11 de septiembre original, podrían estar preparando otro incidente parecido para consolidar su usurpación fascista. LaRouche le hizo públicamente a Cheney la siguiente pregunta: "¿Organizará usted un incidente terrorista, como el que viene discutiendo, como el que organizaron sus amigos el 11 de septiembre?"

Como dijo LaRouche, deshacerse de Cheney más temprano que tarde podría ser el factor decisivo para rescatar a la nación y preservar el orden constitucional.

Cheney en la mira

Al mismo tiempo que el movimiento larouchista intensifica su campaña contra Cheney, veteranos retirados de los servicios de inteligencia también han hecho críticas muy bien informadas a la actuación del Vicepresidente.

El discurso de Cheney ante el AEI el pasado 24 de julio fue "la más larga enunciación de desinformación que el gobierno estadounidense haya distribuido, creo, al pueblo estadounidense", dijo Melvin Goodman, ex analista de la CIA, en declaraciones del pasado 25 de julio. "El que Dick Cheney repita esas afirmaciones que todos ya sabemos que no son ciertas, aumenta la terrible politización de la inteligencia, que ha creado un escándalo en los servicios de inteligencia tal como ningún otro que yo haya visto en mis 24 años en la CIA. Y eso incluye la época de Vietnam, el período de errores de inteligencia sobre la Unión Soviética, y las disputas increíblemente contenciosas sobre reducción de armas", dijo Goodman en una entrevista con Democracy Now.

Goodman pasó a insistir que Cheney fue el principal personaje del Gobierno que impulsó con tanta intensidad el argumento de las armas nucleares iraquíes, presuntamente reconstituidas, porque ese era el argumento que más miedo podría meterle al Presidente, al Congreso y al pueblo de los EU.

También Ray McGovern, de la organización Profesionales Veteranos de Inteligencia por la Cordura, sigue dando entrevistas y sacando artículos en apoyo del llamado de esa organización a la renuncia del Vicepresidente. El 29 de julio McGovern publicó una declaración titulada "Embustes de Cheney", en la que dice que el discurso de Cheney ante el AEI tenía el propósito de distraer la atención del informe de la comisión investigadora del Congreso sobre el 11 de septiembre, y el escándalo de las armas de gran poder destructivo y las "compras de uranio en Níger". McGovern concluye que esos escándalos simplemente no se evaporarán, porque las pruebas del engaño son demasiado claras.

McGovern también explica en sus entrevistas por qué Cheney es el principal blanco de los esfuerzos por extirpar estas influencias de la Casa Blanca. "Las pruebas contra Cheney simplemente son mucho más contundentes que las que hay contra otras personas", declaró el 27 de julio a Peacewatch. "Todas las pruebas lo señalan a él como el principal perpetrador de este monumental engaño".

McGovern sigue recalcando la insólita sarta de reuniones que Cheney sostuvo con la CIA, cosa que él nunca vio en sus 27 años de servicio en esa agencia. Señaló también que el congresista demócrata Dennis Kucinich, representante por Ohio, no ha podido obtener constancia de dichas visitas, lo que indica que muy posiblemente dicha información esté "clasificada". De hecho, Cheney y sus defensores siguen poniendo trabas a cualquier indagación, tal como lo hicieron en el caso de los contratos de energía y todos los demás escándalos que han llegado a sus puertas, al tiempo que han emprendido una ofensiva de intimidación en el Congreso para evitar que cobren ímpetu dichas investigaciones.

Cuando alguien le preguntó qué posibilidades había de tumbar a Cheney, McGovern señaló el ejemplo de Spiro Agnew, el vicepresidente de Richard Nixon, quien tuvo que renunciar para proteger a su jefe. Lo mismo podría pasarle a Cheney, dijo McGovern.

Demócratas brutos

De todos los contendientes por la candidatura presidencial del Partido Demócrata, sólo LaRouche, Kucinich y Bob Graham han hecho algún énfasis en el caso de Cheney. Graham, senador por Florida, llamó al Congreso a realizar una investigación oficial de las visitas de Cheney a la CIA, para averiguar si el Vicepresidente presionó a los analistas de esa agencia para que exagerasen el riesgo de las armas de gran poder destructivo. Kucinich ha dirigido varias misivas al Vicepresidente, y copatrocinó una función con McGovern. Otros legisladores también han aumentado la presión para que se investigue el asunto.

Pero sólo LaRouche ha identificado con claridad el problema. Por ejemplo, en un anuncio publicado el 25 de julio por el Comité Nacional Demócrata en el New York Times, sus firmantes atacan a Bush, y no a Cheney, por los fraudes de inteligencia, en un claro ejemplo de maniobras electoreras, en vez de una acción para salvar a la nación, la cual tendría que expresarse en un claro mandato para que Cheney renuncie, so pena de un juicio político en el Congreso, por mentirle a la nación para arrastrarla a una guerra injusta.

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