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Documentation: El caso mexicano
La filosofía fascista que creó el sinarquismo

por Dennis Small

En 1996 sir Caspar Weinberger, otrora secretario de Defensa del presidente Ronald Reagan, fue autor, junto con Peter Schweitzer, del Instituto Hoover, de un libro titulado The Next War (La próxima guerra), en el que se esbozan varias situaciones hipotéticas en que podría darse una próxima guerra de los Estados Unidos. El tercer guión del libro presenta la guerra con México, a saber:

El ficticio presidente mexicano Lorenzo Zapata, amigo de los EU, es asesinado, y ocupa su lugar Eduardo Francisco Ruiz, carismático profesor universitario "formado por jesuitas" y sumido en las ideas de Nietzsche y Hegel. Ruiz emprende una reforma agraria y nacionaliza la banca y los seguros, ahuyentando a los inversionistas extranjeros y causando una grave depresión económica, que ocasiona el éxodo de un millón de refugiados al mes hacia los EU. Además, Ruiz está en la nómina de grupos narcotraficantes que inundan de drogas a los EU. El presidente de ese país ordena una invasión para derrocar a Ruiz —y, claro, asegurar los yacimientos petrolíferos— convencido de que los soldados estadounidenses serán recibidos como libertadores.

Hasta hace poco, la mayoría de los lectores hubieran considerado descabellado semejante guión, descartándolo con impaciencia. Pero ya no es tan fácil desecharlo como fantasía, tras la invasión de Iraq orquestada por la pandilla de gallinazos en Washington. De hecho, una de las pretenciones de ese grupo neoconservador, que ejerce control operacional del gobierno de Bush, es precisamente ese plan de desestabilizar a México y otras naciones iberoamericanas, e imponerles un gobierno supranacional. Como buenos discípulos de Leo Strauss y las redes sinarquistas internacionales que lo parieron, han concentrado su estrategia en reencender intencionalmente la guerra religiosa que casi destruye a México a fines de los años veinte, durante la guerra Cristera.

En esa sangrienta guerra civil se enfrentaron masas católicas "de derecha" y un gobierno "izquierdista" anticlerical. Ambos bandos eran manipulados desde arriba por intereses bancarios y petroleros internacionales (incluida la familia Buckley) y un aparato sinarquista que habían instalado décadas atrás, remontándose hasta la ocupación de México por fuerzas napoleónicas francesas que impusieron a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México. La reactivación de tales guerras religiosas es el equivalente de la estrategia sinarquista del "choque de civilizaciones" para el Asia y el Oriente Medio, pero en el hemisferio occidental.

Como se explica en el libro El PAN: el partido de la traición, publicado en 1985 por los colaboradores de Lyndon LaRouche en el Partido Laboral Mexicano:

"La guerra de los cristeros no fue producto ni de la intolerancia religiosa del Estado, ni del fanatismo religioso del pueblo. Si bien estos elementos están presentes en la raíz del problema, el desarrollo del conflicto siguió un plan preconcebido que en el que los actores sólo siguieron los papeles que se les asignaron. Desde las filas `jacobinas' de la CROM de Morones y Lombardo Toledano, los ateos comecuras, como Tomás Garrido Canabal y José Guadalupe Zuno, gobernadores de Tabasco y Jalisco, respectivamente, impusieron una serie de medidas intolerables para el clero y los feligreses. Por el lado de la Iglesia, los grupos de jesuitas radicales agrupados en torno al arzobispo de México, Manuel Mora y del Río, contestaron una por una a todas las provocaciones hasta llegar a la rebelión armada. . ."

"El objetivo final de la guerra Cristera no era imponer a Cristo Rey en México, ni tomar el poder para las masas, sino utilizar a los militantes católicos como carne de cañón para imponer un gobierno que pagara sin falta la deuda a la Casa Morgan y garantizara condiciones ventajosas a la inversión extranjera. . ."

Sinarquista nazi. . .

Aunque dista mucho de ser en sí una fuerza importante en el actual escenario político de México, de todas formas es esencial investigar el origen, la naturaleza y los fundamentos filosóficos de la organización sinarquista mexicana, la Unión Nacional Sinarquista (UNS). Los supuestos axiomáticos sobre la naturaleza del hombre y de Dios que son tan flagrantes en el caso de los sinarquistas, en realidad son compartidos por una mayoría de la población, no sólo en México sino en otras partes. Y es esa vulnerabilidad la que explota una vez más la oligarquía financiera, amenazando la existencia misma del Estado nacional.

En los años cuarenta la inteligencia militar estadounidense tenía un extenso expediente titulado "sinarquista nazi–comunista", caracterización tan apta hoy como lo era entonces.

El sinarquismo se estableció formalmente en México en 1937 con la fundación de la Unión Nacional Sinarquista, a iniciativa del cura jesuita belga Bernard Bergoend y el activista católico mexicano José Antonio Urquiza, que había estudiado sociología en la Universidad de Lovaina, en Bélgica. A comienzos del siglo 20 Bergoend se fue a vivir a México, tras haberse compenetrado en el ideario de Charles Maurras, monarquista derechista francés y creador del grupo Action Française, que el Vaticano condenó oficialmente en 1926. Maurras era objeto de gran admiración del principal ideólogo de los actuales gallinazos estadounidenses, Leo Strauss, quien trató de reunirse con él, como se verá adelante.

Clemente Gutiérrez Gómez, actual jefe nacional de la UNS, en una reciente entrevista en el sitio de internet de esa organización (www.geocities.com/CapitolHill/Senate/9136), trató de deslindar, de manera poco convincente, a su organización de Hitler y Mussolini —"tanto el fascismo como el nacionalsocialismo tienen orígenes socialistas y ambos son ateos por naturaleza, nihilistas, nietzscheanos"-, pero, reconoció: "No podemos negar que sinarquismo toma algunos elementos de esos movimientos, como la organización militarizada, el uso de uniformes, bandera y saludo. . . El sinarquismo tiene más cosas en común con el falangismo español y con el movimiento legionario rumano de Corneliu Codreanu que con el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán".

De hecho, el sitio de internet de la UNS despliega enlaces con la Falange española y con el grupo de Codreanu, como los tiene con el Partido Falangista Americano.

¿Quién era el rumano Corneliu Codreanu que tanto admiran los sinarquistas mexicanos? Fue el fundador, en 1927, de la Liga de San Miguel Arcángel, que poco después pasó a conocerse como la Guardia de Hierro de Rumania. Sobre la cual relata un biógrafo favorable, abiertamente pronazi (www.libreopinion.com/members/kantauri), que "se les acusó de hitleristas, ya que el movimiento unía en su simbología la iconografía cristiana ortodoxa y símbolos como la propia esvástica. . . Además, la Guardia de Hierro siempre fue virulentamente antijudía, en algunos casos podría decirse que incluso superó al nacionalsocialismo em su rechazo a los judíos. . . y a la pare recurrió, cuando fue necesario a la acción armada directa contra los judíos y sus secuaces". Los escritos del propio Codreanu confirman su abierto antisemitismo.

Codreanu fue asesinado en 1938. Durante la Segunda Guerra Mundial. Sus sucesores en la Guardia de Hierro organizaron un ejército de miles de legionarios rumanos para combatir hombro a hombro con las tropas de Hitler en el frente oriental contra la Unión Soviética.

En el ambiente político mexicano, continúa Gutiérrez Pérez, la UNS mantiene actualmente "relaciones de solidaridad, apoyo mutuo y algunas actividades en común" con el Movimiento Católico Nacional Cristo Rey (MCNCR), cuya página de internet, al igual que la de la UNS, despliega enlaces con la Guardia de Hierro de Codreanu, con la Falange española y con otro ícono que tienen en común: Léon Degrelle, fundador del movimiento pronazi belga conocido como el rexismo.

Degrelle, nacido en 1906, se educó en colegio jesuita y pasó a cursar estudios superiores en la Universidad de Lovaina. Al igual que su compatriota Bernard Bergoend, fundador de la UNS mexicana, Degrelle se hizo seguidor de Charles Maurras y Action Française. En 1930 viajó a México como periodista, vinculándose allí con redes católicas derechistas, que formaban parte del movimiento cristero. A su regreso a Bélgica fundó una casa editorial llamada Christus Rex, y posteriormente el movimiento político del rexismo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Degrelle organizó la Légion Walonie, que se unió a las fuerzas de Hitler en el frente oriental, y pasó a convertirse en la 28a División de la Waffen SS. Por su heroísmo en el combate, Hitler le otorgó a Degrelle dos Cruces de Hierro, y le habría dicho, según informes del momento, que "si tuviera un hijo, me hubiera gustado que fuera como usted". Degrelle escribió numerosas obras después de la guerra, tales como Memorias de un fascista, y La campaña rusa.

. . . y sinarquista comunista

Con semejantes ideas y aliados casi que podría concluirse que los sinarquistas mexicanos son abiertamente pronazis. Pero resulta que hay una segunda Unión Nacional Sinarquista (UNS) en México, con el mismo nombre exactamente, que le disputa a la UNS pronazi ya descrita el título del auténtico sinarquismo. Y esta segunda UNS es. . . ¡izquierdista y procomunista! En su página de internet (www.sinarquismo.americas.tripod.com/index) figuran:

• Alabanzas a la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de México, porque "ha asumido la tarea de hacer Pueblo", aunque le critican fraternalmente que "el zapatismo ha perdido oportunidades".

• Los escritos económicos de Noam Chomsky y James Petras (principal apologista y promotor estadounidense de las narcoterroristas FARC en Colombia) en contra del Fondo Monetario Internacional.

• La charlatanería sociológica del obispo Pedro Casaldáliga, principal exponente de la teología de la liberación en Brasil.

• Ensayos existencialistas sobre el indigenismo, el misticismo, la espiritualidad, etc.

• Elogios al "pensador humanista y social" brasileño Paulo Freire, arquitecto de la menticida "desescolarización".

• Agradecimientos a José Martí, líder jacobino cubano de principios del siglo 20, quien "nos dio la clave: ser radicales". Martí fue una de las luminarias del movimiento Joven América, de Giuseppe Mazzini, idolatrado por la Unión Paneuropea del conde Richard Coudenhove–Kalergi, uno de los fundadores del sinarquismo europeo.

Parece, pues, que esta segunda UNS es la organización sinarquista de izquierda en México. . . ¿o lo será? En su página de internet tienen una sección de discusión con visitantes a esa página, y la primera promoción que allí aparece es el anuncio de un nuevo libro publicado en España por Ediciones Nueva República, titulado La campaña rusa, escrito ni más ni menos que por Léon Degrelle, el nazi fundador del rexismo en Bélgica. Promocionan el libro como "un testimonio humano e histórico excepcional. . . del líder del rexismo belga que se alistó en las filas de los ejércitos del Reich alemán".

Resulta que Ediciones Nueva República pertenece al Movimiento Social Republicano de España, agrupación izquierdista que denuncia el imperialismo, apoya al presidente venezolano Hugo Chávez, y recientemente anunció que se opondría a la guerra contra Iraq uniendo fuerzas con. . . ¡la Mesa Nacional Falangista de España!

El sinarquismo definitivamente es nazicomunismo.

El Leviatán de Hobbes

Las dos UNS tienen mucho más en común que su nombre. Ambas descienden, filosóficamente, del mismo concepto antiplatónico y anticristiano de que el hombre es un ser esencialmente malvado, desprovisto de creatividad, incapaz de conocer a Dios o la verdad, y que por tanto precisa del poder avasallante de una autoridad, de un tirano que gobierne la sociedad e imponga el orden, a veces en nombre de "el pueblo".

Por no reconocer de manera adecuada este concepto fundamentalmente perverso, personas de buena voluntad de México y de otras partes, y de todas las orientaciones políticas, son vulnerables a la manipulación oligarca.

Por ejemplo, la segunda UNS —la "izquierdista"— aplaude la filosofía de Paulo Freire, quien cobró fama a mediados del siglo 20 como educador que proponía la "desescolarización" y la "pedagogía de los oprimidos". Freire era seguidor del nihilismo filosófico, o existencialismo, asociado con el filósofo nazi Martin Heidegger, y atacaba a Platón y el método socrático por pretender comunicar conceptos, en vez de simplemente nombrar las cosas. De hecho, llegó al extremo de argumentar que la pantomima es la forma natural de comunicación de los africanos, y que ellos no necesitan aprender más que eso. En cuanto al tema central del método platónico, Freire dijo:

"El intelectualismo socrático —que confunde la definición del concepto con el conocimiento de aquello que se define, y el conocimiento con virtud- no constituye una verdadera pedagogía del conocimiento".

En cuanto a la primera UNS, con su perspectiva pronazi, la cosmovisión filosófica de tal gente está muy bien representada por Carl Schmitt, "jurista de la Corona del Tercer Reich", e ideólogo del autoritarismo, quien tuvo influencia seminal en Leo Strauss.

Schmitt define de la siguiente manera su propio punto de partida: "Uno puede estudiar todas las teorías del Estado y todas las ideas políticas por su antropología, y dividirlas de acuerdo a si presuponen —conciente o inconcientemente— que el hombre es `malo por naturaleza' o `bueno por naturaleza' ".

Schmitt se pone firmemente de parte de la primera opinión, de que el hombre es intrínsecamente malo, y llega al extremo de argumentar, perversamente: "Si el hombre no fuera malo, entonces mis ideas serían malvadas". De esa premisa deriva la conclusión de que el hombre no puede conocer ni a Dios ni la verdad por el camino de la razón, sino únicamente por "revelación", es decir, por autoridad externa. Schmitt resume toda su doctrina de justicia en este dictado:

"Estamos obligados a hacer algo, no porque sea bueno, sino porque Dios lo manda".

Aquí hemos llegado al meollo filosófico de la perspectiva fascista, sinarquista, concepto que no les es original, desde luego. Se remonta cuando menos a tiempos de Platón. Por ejemplo, Trasímaco lo plantea en el libro 1 del diálogo La República, donde dice" "La naturaleza misma demuestra que es justo que el fuerte tenga más que el débil y el poderoso más que el que no lo es".

Platón lo describe también en otro diálogo, Gorgias, en que Calicles trata infructruosamente de convencer a Sócrates de que "lo ljusto no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte".

Un exponente más reciente (siglo 17) de esta perspectiva es Thomas Hobbes, uno de los fundadores del llamado radicalismo filosófico británico, luz y guía de Leo Strauss. De hecho, en los 1930 Strauss obtuvo una beca de la Fundación Rockefeller para estudiar a Hobbes en Londres y París, con ayuda de su amigo y mentor Carl Schmitt. En una carta de julio de 1933 a Schmitt, Strauss hace mención de otro destacado hobbesiano de la época, Charles Maurras, el mismo Maurras que tuvo tanta influencia intelectual con Bernard Bergoend, el fundador de la UNS, y Léon Degrelle, aliado de Hitler y fundador del movimiento rexista. Le escribía Strauss a Schmitt:

"He estado algo ocupado con Maurras. Son sorprendentes los paralelos —no podría hablarse, quizá, de dependencia— con Hobbes. Realmente me alegraría mucho si pudiera hablar con él. ¿Estaría usted dispuesto y en condiciones de escribirme algunas líneas de presentación con él?"

Sigamos el razonamiento de Hobbes en materia de derecho y justicia, en su obra más famosa, Leviatán, de 1651:

"El conferirle todo su poder y fuerza a un solo hombre, o a una asamblea de hombres que puedan reducir todas sus voluntades, por pluralidad de voces, a una sola voluntad, que equivale a decir, nombrar a un hombre o asamblea de hombres a representar sus personas. . . y de esta forma someter todos ellos sus voluntades a la sola voluntad de él, y sus juicios al suyo. . . Esta es la generación del gran Leviatán (o más bien, para hablar más reverentemente, de ese dios mortal), al cual debemos, bajo el Dios inmortal, nuestra paz y defensa".

¿Por qué precisa de tal tirano la sociedad, según Hobbes? Porque el estado natural de la humanidad es la guerra de todos contra todos:

"En los tiempos en que los hombres viven sin un poder común que los mantenga pasmados a todos, se encuentran en aquella condición que llamamos guerra, y esa guerra es de cada hombre contra todos los hombres".

¿Y por qué la guerra es la condición natural del hombre? Porque el hombre es criatura de sus apetitos, no de la razón, y "el apetito privado es la medida del bien y el mal". Para Hobbes, la creatividad no existe; la mente del hombre no es otra cosa que un aparato de percepción sensorial:

"No hay concepto en la mente de un hombre que no haya sido primero, del todo o por partes, engendrado en los órganos de los sentidos. Lo demás se deriva de ese original".

Y de todo ello deriva Hobbes su concepto de justicia, concepto plenamente acogido por Schmitt, Strauss y los sinarquistas:

"De esta guerra de todos los hombres contra todos los hombres, se sigue también esta consecuencia: que nada puede ser injusto. No tienen lugar aquí conceptos como el bien y el mal, justicia e injusticia. Donde no hay poder común, no hay ley; donde no hay ley, no hay injusticia".

Leibniz y la justicia

Quizás la refutación más cortante de esta visión de Trasímaco, Hobbes, Strauss y los sinarquistas la da el gran filósofo y científico alemán Godofredo Guillermo Leibniz. En un breve ensayo escrito en 1703, Meditación sobre el concepto común de justicia (ver recuadro), Leibniz comienza planteando la siguiente paradoja:

"Se entiende que todo lo que Dios dispone es bueno y justo. Pero queda la interrogante de si es bueno y justo porque Dios lo dispone, o si Dios lo dispone porque es bueno y justo".

Conceptualmente, la formulación de Leibniz es idéntica a la manera en que Platón aborda el mismo asunto en su diálogo Eutifrón, en el que Sócrates pregunta:

"El asunto que quisiera entender primero es si lo piadoso o santo ¿es amado por los dioses porque es santo, o santo porque los dioses lo aman?"

Recordemos la respuesta de Schmitt: "Estamos obligados a hacer algo, no porque sea bueno, sino porque Dios lo manda".

Leibniz discrepa, justamente porque tal argumento justifica la tiranía y, en un sentido más fundamental, conduce a la imposibilidad de distinguir entre Dios y el diablo; hecho subrayado más recientemente por Lyndon LaRouche en su decisión de referirse a los seguidores contemporáneos de Leo Strauss como "hijos de Satanás". Leibniz emprende luego una polémica contra Thomas Hobbes, por su nombre:

"Un célebre filósofo inglés llamado Hobbes [quien ha planteado doctrinas realmente malvadas y se adhiere a ellas con demasiado fidelidad], ha querido sostener casi lo mismo que Trasímaco, ya que quiere que Dios tenga el derecho de hacer todo, porque es todopoderoso".

En otras palabras, el hombre puede conocer lo que son el Bien y la Justicia. Son inteligibles a la razón humana. Dios dispone lo bueno y lo justo porque es incapaz de hacer nada que no sea bueno y justo. Y el hombre es capaz de saber que así es. Estos conceptos, insiste Leibniz, son accesibles a través de la razón humana. El hombre puede conocer la Justicia, de la misma manera en que puede conocer la Verdad, y llegar a conocer a Dios.

Los seguidores modernos de Schmitt, Strauss y los sinarquistas se erizan ante la formulación de Leibniz. Y se reservan un especial encono para con el Renacimiento Dorado, atacando ese florecimiento de la creatividad humana como una era en que el hombre se consideraba, arrogantemente, un igual de Dios, y olvidaba su lugar debido en el orden de las cosas. A menudo llama a regresar a los valores de la Edad Media, y a la idea de que Dios y su universo creado son, en últimas, incomprensibles al hombre, pero deben ser obedecidos ciegamente.

No existe mejor respuesta a esta cuestión que la que da el cardenal Nicolás de Cusa, filósofo y científico alemán del siglo 15 quien ofrece el siguiente intercambio en sus Diálogos del idiota*:[1] la buzqueda de la sabiduría, sobre el tema de si el hombre puede, y cómo, concebir a Dios:

Orador: Quiero que usted me diga cómo he de formarme un concepto de Dios, puesto que El es más grande de lo que puede concebirse".

Lego: Lo puede hacer de la misma manera en que puede formarse un concepto de concepto.

Orador: Explíquese.

Lego: Usted ha escuchado cómo al concebir se concibe lo Inconcebible. Por tanto, el concepto de concepto se acerca a lo Inconcebible.

Tan tajante reiteración de la idea platónica cristiana de que el hombre halla la imagen de Dios en las facultades creativas de su propia mente, y de ahí la bondad esencial del hombre, es la mejor refutación de los sinarquistas modernos de toda clase.

Leibniz condena el concepto tiránico de 'justicia'

A continuación publicamos extractos del ensayo Meditación sobre el concepto común de justicia, escrito por Godofredo Guillermo Leibniz en 1703.

Se entiende que todo lo que Dios dispone es bueno y justo. Pero queda la interrogante de si es bueno y justo porque Dios lo dispone, o si Dios lo dispone porque es bueno y justo. Es decir, que si la justicia y la bondad son arbitrarias, o si más bien pertenecen a las verdades necesarias y eternas respecto a la naturaleza de las cosas, como los números y las proporciones. Algunos filósofos y algunos teólogos católicos reformados son de la primera opinión; pero los reformados de hoy por lo general rechazan esta doctrina, como lo hacen también todos nuestros teólogos y la mayoría de los de la Iglesia romana.

De hecho, destruiría la justicia de Dios. Ya que, ¿por qué alabarlo porque actúa acorde a la justicia, si la noción de justicia, en su caso, no agrega nada a la acción? Y decir stat prop ratione voluntas, mi voluntad toma el lugar de la razón, es propiamente el lema de un tirano. Más aún, esta opinión no distinguiría suficientemente entre Dios y el diablo. Ya que, si el diablo—es decir, un gran poder inteligente, invisible y muy malvado—, fuese el amo del mundo, este diablo o este Dios de todas maneras sería malvado, aunque fuese necesario rendirle honores por fuerza, como algunos pueblos le rinden honores a tales dioses imaginarios en la esperanza de así lograr que hagan menos mal.

Es por esto que ciertas personas, demasiado devotas al derecho absoluto de Dios, que han creido que él podría condenar a personas inocentes justamente, y hasta han creído que esto podría ocurrir, han hecho mal a los atributos por los que amamos a Dios y, habiendo destruido el amor a Dios, han dejado sólo temor. . .

Las Sagradas Escrituras también nos dan una idea totalmente distinta de esta sustancia soberana, al hablar tan a menudo y tan claramente de la bondad de Dios, presentándolo como una persona que se justifica a sí misma contra las quejas. Y en la historia de la creación del mundo, las Escrituras dicen que Dios reflexionó sobre lo que había hecho, y le pareció bueno. Es decir, estaba contento con su obra, y tenía razón de estarlo. Esta es una manera humaÜntna de hablar, y parece que se usa explícitamente para mostrar que la bondad de las acciones y hechuras de Dios no dependen de su voluntad, sino de la naturaleza de las mismas. . .

En sus diálogos, Platón presenta y refuta a un tal Trasímaco quien, al querer explicar lo que es la justicia, da una definición que recomendaría fuertemente la posición que combatimos, si es que fuere aceptable: porque lo justo, dice él, es aquello que le es agradable o placentero al más fuerte . . .

Un célebre filósofo inglés llamado Hobbes, conocido por sus paradojas, ha querido sostener casi lo mismo que Trasímaco, ya que quiere que Dios tenga el derecho de hacer todo, porque es todopoderoso. Aquí falta distinguir entre derecho y hecho. Ya que una cosa es lo que uno puede hacer; otra, lo que uno debe hacer. Este mismo Hobbes cree (y casi por la misma razón) que la verdadera relgión es la del Estado, y que, en consecuencia, si el Emperador Claudio. . . hubiera colocado al dios Crépito entre los dioses autorizados, hubiera sido un dios verdadero, y merecedor de que se le adorase.

Es decir, de manera encubierta, que no hay religión verdadera y que no es sino una invención del hombre. De igual manera, decir que "lo justo" es lo que plazca al más fuerte, no es sino decir que no existe justicia cierta y definida que hace que uno no haga cualquier cosa que quiera hacer y pueda hacer impunemente, por perverso que sea. . .

[Yo más bien afirmo que] la Justicia no es sino aquello que se conforma a la sabiduría y la bondad juntas; el fin de la bondad es el bien mayor, pero es necesaria la sabiduría para reconocerlo, lo que no es sino el conocimiento del bien. . . . Uno podría preguntarse, ¿qué es el bien verdadero? Yo respondo que no es sino aquello que sirve para perfeccionar las sustancias inteligentes. . . 

La belleza y justicia del gobierno divino se han ocultado, en parte, de nuestros ojos. . . porque es propio, para que haya más ejercicio de la virtud libre, de la sabiduría y de un amor no mercenario a Dios, ya que las recompensas y los castigos todavía son exteriormente invisibles, y aparecen sólo ante los ojos de nuestra razón o fe, que aquí tomo por iguales, ya que la verdadera fe se funda en la razón. . . .

La Justicia no es sino la caridad del sabio, es decir, bondad hacia otros que se conforma a la sabiduría. Y la sabiduría, como lo defino yo, no es sino la ciencia de la felicidad.


*Idiota se emplea aquí en su antiguo significado de una persona no instruida, es decir, un lego[.]

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