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Venezuela: 'Es la economía, chico'


por Dennis Small

En entrevista con Miguel Ángel De Renzis de Radio el Mundo de Buenos Aires, Argentina, el 20 de octubre, el precandidato presidencial estadounidense Lyndon H. LaRouche, respondió lo siguiente a una pregunta en relación a la segunda vuelta electoral en Brasil el 27 de octubre, y al significado de una probable victoria de Luiz Inácio "Lula" da Silva.


"Bueno, en un sentido, esta cuestión de Lula no significa mucho. Eso se da ya por descontado. Es decir, realmente no habría ningún cambio en el sistema en caso de que salga o no electo. El actual Presidente del Brasil, y otros, aceptan las condicionalidades del FMI. Si cumplen su promesa, significa el suicidio para Brasil. Así que, la cuestión no es Lula, aunque si representa algo en otro plano. El asunto se encuentra en manos del FMI, en momentos en que los europeos, Francia, Italia y Alemania, van camino a una reforma del sistema financiero europeo existente y del sistema financiero mundial también. Así que el meollo está en cómo encajará todo esto. El asunto económico, el financiero, serán lo decisivo; no la elección".

LaRouche podría muy bien estarse refiriendo a Venezuela y a la creciente polarización política en ese país. El 10 de octubre, la oposición al régimen de Hugo Chávez realizó una marcha multitudinaria en Caracas, con más de un millón y medio de personas. La gigantesca manifestación exigía que Chávez renunciara a la presidencia de Venezuela, y el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), Carlos Ortega, le fijó como plazo el 16 de octubre, o si no, el 21 se declararía un paro cívico nacional.

El gobierno respondió con una manifestación de sus partidarios el 13 de octubre, con más de medio millón de participantes que juraron defender al jacobino megalomaníaco Hugo Chávez, con todos los medios a su alcance.

En un país de 25 millones habitantes, las manifestaciones políticas de esta magnitud (en menos de una semana, el 10% de la población salió a las calles) indican una impresionante polarización y radicalización. En abril de este año, el enfrentamiento político ya había llegado al punto en que una manifestación de la oposición que terminó con 19 muertos, junto al pronunciamiento de varias facciones militares, llevó al derrocamiento de Chávez; sólo para reinstalarse en el poder 48 horas después.

Desde entonces, el incendio político en Venezuela sólo se ha avivado, calentándose, pero sin arrojar casi nada de luz. El país está ahora al borde de una guerra civil sangrienta, pero ninguna de las fuerzas contendientes logran advertir cuáles son los verdaderos problemas.

La situación de Venezuela no sorprende, ya que de hecho expresa la intención de las fuerzas políticas "utopistas" neoconservadoras que dominan en Washington, de causar dicha polarización y enfrentamiento —no sólo en Venezuela, sino en toda Iberoamérica, incluyendo al Brasil— para defender su moribundo sistema financiero global. Tenemos el caso de Constantine Menges, del Instituto Hudson, un antiguo agente de inteligencia del circuito de Washington, que anteriormente ha estado en el Consejo de Seguridad Nacional y en la CIA. Menges ha escrito amplios opúsculos de cuarta sobre el supuesto peligro de que surja un nuevo "eje del mal" en Iberoamérica, bajo la influencia del Foro de São Paulo, que incluiría a los narcoterroristas colombianos de las FARC, a "la Cuba de Fidel Castro, al régimen de Chávez en Venezuela y la elección de un nuevo presidente radical en Brasil, todos con nexos a Iraq, Irán y China".

Menges, que trabaja estrechamente con el subsecretario auxiliar para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado estadounidense, Otto Reich, forma parte de la facción utopista de Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Richard Perle y demás, que llevan a los Estados Unidos a una guerra contra Iraq, para desatar un choque de civilizaciones generalizado por todo el Oriente Medio y el centro y sur de Asia.

Menges deja entrever la verdadera preocupación de los utopistas, cuando denuncia a los que atacan las medidas económicas "neoliberales" y a las "instituciones financieras internacionales y el endeudamiento internacional" —léase, al FMI y a Wall Street—, y condena la "ideología antimercado" que se esparce por toda Iberoamérica.

De modo que, en Menges, uno encuentra ataques contra las FARC, pero en ningún lado menciona las reuniones de esa banda de narcotraficantes con el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, Richard Grasso. Uno lee sus denuncias contra el Foro de São Paulo, pero nada de su relación con el financiero anglofrancés Teddy Goldsmith y su Foro Social Mundial. Uno encuentra copiosas condenas a Hugo Chávez, pero ni una palabra sobre el patrocinio de la City de Londres a su carrera, ni de su fidelidad a las políticas del FMI para Venezuela.

A este respecto, nos llamó la atención una reciente "Carta abierta al pueblo brasileño", firmada por Alejandro Peña Esclusa, ahora presidente de Fuerza Solidaria, una asociación que ha estado muy activa entre las fuerzas de oposición en Venezuela. Fundados en nuestra difícil experiencia con Peña Esclusa y asociados durante años, consideramos aconsejable advertirle a los lectores que, ni es estable, ni es confiable, en especial desde hace unos años. Su carta abierta estilo Menges sólo introduce otra dimensión de inestabilidad a la ya de por sí explosiva situación hemisférica.

Remitimos a los lectores a las declaraciones de LaRouche antes citadas. Como dicen en Venezuela, "Es la economía, chico".

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