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Reducir gastos para "liberar" fondos para pagar la deuda es una sandez
El FMI provoca el hambre en Iberoamérica

por Gretchen Small

Desesperadamente intentan los gobiernos iberoamericanos mantener día con día la quimera de que sus deudas son pagables, y que no están completamente quebrados ni ellos ni sus acreedores extranjeros. Pero ya no funcionan esos esquemas.

Brasil, por ejemplo, a pesar del paquete de rescate de 30.000 millones de dólares anunciado el 7 de agosto por el FMI, aún se encamina hacia un reventón "a la Argentina" de casi medio billón de dólares que deben el gobierno y las empresas brasileñas al exterior. Hay una rauda fuga de capital del país, y los banqueros se niegan a otorgar nuevos préstamos. El Banco Central no pudo refinanciar los más de 2.100 millones de dólares en trueques y deudas dolarizadas que vencían el 11 septiembre, aun ofreciendo pagar tasas de interés arriba del 30%, a plazos de sólo meses.

Ya que el 46% de la deuda "interna" del gobierno —que asciende a más de un billón de dólares— está indexada al dólar, cada devaluación del real automáticamente aumenta el total de la deuda nacional, acelerando el proceso de quiebra.

El gobierno acaba de anunciar que retirará otros 2.600 millones de dólares de los gastos oficiales, para destinar esos fondos al pago de la deuda, lo que también garantiza acelerar la bancarrota. Un recorte decretado anteriormente este año tuvo, entre otros efectos, el de echar a la calle, sin pago, a 44.000 reclutas militares. También se redujo de 67 a 24 el número proyectos prioritarios de infraestructura, de los 387 que estaban en lista, dejando a los contratistas que ya habían comenzado obras en trance de demandar al gobierno por incumplimiento de sus contratos.

Como lo demostró Argentina en 2001, reducir gastos para "liberar" fondos para pagar la deuda es una sandez; al encogerse los gastos del gobierno, también se encogen los ingresos fiscales derivados de las actividades económicas que esos gastos estimulaban, lo que a su vez requiere nuevos cortes, precipitando un vértice descendente sin fondo.

Y sigue el holocausto: Uruguay

Uruguay, que recibió del FMI 3.000 millones de dólares en agosto, podría verse obligado a incumplir el pago de sus deudas aun antes que Brasil. El gobierno niega que lo hará, pero Alejandro Atchugarry, el ministro de Hacienda, anunció el 2 de septiembre que el gobierno no dispone de fondos suficientes para pagar a la vez pensiones, salarios y abastecedores del estado. La deuda es sacrosanta, y los salarios y pensiones de septiembre sí se pagarán, insistió Atchugarry, pero habrá que reducirle el pago a los abastecedores. Y lo que suceda en octubre ya es otro cuento.

Las cifras oficiales de desempleo andan alrededor del 17% —cifra sin precedentes— mientras que los salarios han caído 10% en los últimos tres meses apenas. La producción industrial se contrajo 11,3% en el primer trimestre de 2002; el transporte y las comunicaciones, 5,8%; la construcción, 12,6%. Las exportaciones, medidas en dólares, fueron 20% inferiores a las del mismo período el año pasado. También se redujeron el consumo de electricidad (residencial, industrial y comercial) ¡y hasta el consumo de agua potable!

Las estructuras sociales del país están a punto de reventar. Todos los días hay paros. En su desespero, el presidente Jorge Batlle le prohibió a un destacado líder militar, al coronel Carlos Silva, pronunciar un discurso que tenía preparado para su ceremonia de retiro de las Fuerzas Armadas, por considerarlo inconveniente a los intereses nacionales, pero de todas formas salió publicado en un diario de circulación nacional. En él advertía Silva que desde su fundación el país no había enfrentado peor crisis, debida a la política impuesta por "tecnócratas. . . con el objetivo de limitar al máximo nuestra soberanía e independencia, transformándonos en un mero mercado proveedor de materias primas baratas y consumidor de sus productos".

Puntualizó que los uruguayos somos "esclavizados. . . para aumentar nuestro endeudamiento inmoral y nuestro sometimiento colonial", y hay que oponer resistencia.

El cobro de la deuda lleva al genocidio. Está el ejemplo de Argentina, cuya pirámide de deuda se derrumbó en diciembre de 2001. El país produce 2 toneladas de grano per cápita al año, y sin embargo, su población, 60% de la cual ha caído ya bajo el límite que define la pobreza, aguanta hambre.

Las cifras más recientes del gobierno acusan una realidad escalofriante: los argentinos consumen ahora 38% menos carne de cerdo, 29% menos pollo, 20% menos productos lácteos y 7% menos huevos que el año pasado.

El 53,7% de los 100 millones de habitantes de México están clasificados oficialmente como pobres, según un estudio reciente de la Secretaría de Desarrollo Social. Mientras que la jornada promedio de los empleados pobres es de 34 pesos (poco más de tres dólares), el estudio reconoce que mucha gente gana aún menos, y no alcanzan a comprar suficientes alimentos para suplir el requisito calórico mínimo. La jornada promedio del 18,6% de los domicilios encuestados oscila entre 15 y 20 pesos (de 1,50 a dos dólares), que el mismo estudio caracteriza de "pobre de alimentación"; es decir, hambriento.

Estudios realizados en Venezuela por una compañía privada revelan que el ingreso familiar promedio cayó 67,5% en el primer semestre de 2002, en un país donde el 80% de la población ya era considerada pobre. Las ventas en supermercados en Venezuela han caído 12% hasta ahora este año. Y ahora las condiciones de vida se precipitarán aún más rápidamente, como resultado de nuevas medidas de austeridad impuestas por el gobierno de Hugo Chávez a partir del 1 de septiembre, medidas que incluyen un impuesto de 16% sobre la electricidad y los bienes agrícolas.

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