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' No es cuestión de cambiar de collar, sino dejar de ser perro'

El mayor Adrián Romero Mundani, de Argentina, dirigente titular del MINeII, el movimiento que orienta el coronel Mohamed Ali Seineldín, pronunció el siguiente discurso en la reunión "Brasil-Argentina: La Hora de la Verdad", en São Paulo, Brasil el 14 de junio de 2002.

Sólo les quito cinco minutos. Porque después de haber escuchado en la mañana de hoy las palabras de mi jefe, el coronel Seineldín , no hace falta más.

Pero yo quería dos cosas: compartir con ustedes, mis hermanos de la Patria Grande de Iberoamérica, un sentimiento; y humildemente dejarles un mensaje.

Compartir los sentimientos es la profunda emoción que hoy sentí cuando escuchaba al coronel Seineldín desde esa prisión con el cual compartí largos ocho años. Es muy difícil irse y dejar al jefe preso, pero él me envió con una misión. La misión que habíamos soñado a lo largo de muchas noches de vela allá tras rejas, soñando con poder transmitir la idea de que nosotros ya habíamos intentado salvar a nuestra patria y que el enemigo de hoy es tan poderoso que las patrias no se pueden salvar más solas. Que tenemos verdaderamente que unirnos. Que esa Argentina que, por su potencia y su desarrollo, se hizo merecedora, en algún momento, de aquellas estrofas de su himno—"al gran pueblo argentino, salud"—, hoy tiene el triste privilegio de seguir siendo un ejemplo, pero un ejemplo de lo que nos puede ocurrir a todas las naciones iberoamericanas, si no reaccionamos con un solo punto, con una sola acción inicial.

Y aquí entraría en un humilde mensaje: la integración, la unión.

Todo lo que venimos escuchando del señor Lyndom LaRouche y sus colaboradores, desde tantos años, ya no es más la teoría de un pensador a la cual puedo adherir o no. Hoy es una realidad.

La Argentina, ¡la Argentina se está muriendo! No como puede estar Brasil o los demás iberoamericanos, lentamente. La Argentina está colapsando. Decenas de miles de compatriotas, día a día, pasan por debajo de los niveles de pobreza. Era difícil imaginar qué era el colapso. Hoy, Helga nos dió un pantallazo de lo que ocurrió en Alemania.

Yo les puedo decir: no hace falta decir mucho, ustedes lo van viviendo. Es increíble la velocidad con la que se precipitan los acontecimientos. Uno cree que siempre va a poder seguir bajando, bajando, y que es un ciclo, y que ya se va a revertir la situación y volveré a subir.

No es así. Estamos acudiendo, estamos presenciando, el fin de un sistema; el fin de un sistema. Todo lo que hoy he escuchado hablar a mis hermanos de la situación interna de Brasil, la situación de las empresas, las trabas para las comunicaciones, cada uno de los puntos que fueron manifestando, sentía en carne propia los mismos puntos que fuimos viviendo en la Argentina.

No sueñen, entonces—con todo el respeto del mundo, y sin pretender introducirme en lo que a ustedes les compete. Como un hermano, con la emoción que hoy sentí cuando recibí esto [señalando dos insignias con las banderas de Argentina y Brasil que le fueron obsequiadas—ndr], que no va a abandonar mi corazón, porque es la representación de mis sentimientos, las banderas de ambos países, donde quisiera que veamos representadas las banderas de cada país de Iberoamérica, porque tenemos el mismo problema.

Y porque hemos tenido, los argentinos, el triste privilegio de ser la punta del iceberg, de una eclosión, de una catástrofe hacia la que estamos avanzando, y creemos que falta tiempo y no hay más tiempo.

Los argentinos nos despertamos un día y habíamos perdido todo. Y lo que es peor, algunos —que Dios quiera sean los menos— hasta su orgullo de ser argentino. Y en vez de quedarse a luchar en su patria, salen a buscar otros rumbos, pensando en la pequeña cosa —que es una gran cosa, pero ante la patria todo se empequeñece—, como el futuro de mis hijos.

Creo que no hay que irse, creo que hay que luchar, pero luchar atraviéndonos a un cambio profundo. No se arregla esto con más de lo mismo.

En Argentina tenemos una expresión muy clara, que espero se pueda entender: "No es cuestión de cambiar de collar, sino dejar de ser perro".

Entonces, ahora ya surjen los que dicen: "Bueno, fracasó el liberalismo, vamos a probar con la izquierda". Y es todo lo mismo; ya tuvimos izquierda, derecha, centro, arriba y abajo. Es el sistema el que tenemos que cambiar. Sin lugar a dudas, en el plano internacional, hay una orientación clara, precisa, que es la del señor Lyndon LaRouche. Que cada nación verá cómo la aplica en su propia realidad, pero es la orientación común para un trabajo en común.

Cuando empezamos estos magnificos seminarios de "Argentina-Brasil, la hora de la verdad", hablábamos de lo que podía venir. Hoy, lamentablemente, les vengo a hablar de lo que ya vino. Sin desmedros, sin dejar de tener en cuenta las noticias que hoy también Helga nos daba, de lo que está ocurriendo en el mundo. Pero ya no hablamos de lo que está ocurriendo. Hablamos de que en la tierra del trigo y de las vacas, hay hambre y están en las calles imágenes que hace 30 años me horrorizaban viendo de Biafra.

Ese es el futuro de ustedes si no reaccionamos. Ese es el futuro de Iberoamérica, es el futuro que esta conspiración internacional ha previsto para nuestras patrias. Y no les echemos las culpas a ellos. Somos nosotros los culpables, porque somos nosotros los que nos entregamos y no luchamos.

Yo no necesito demostrar mi coraje, porque varias veces en combate supe demostrarlo. Con esa tranquilidad de consciencia les digo: No es el momento de las balas, no es el momento de los tiros. Es el momento de entender aquella vieja frase de que "desarrollo es la palabra de la paz".

Tenemos que crecer juntos o nos van a comer separados.

Por favor: no se puede defender lo que no se ama, y no se ama lo que no se conoce.

Yo acudí a "Argentina-Brasil, la hora de la verdad", pensando que Iberoamérica era necesaria para la solución del problema. Y a lo largo de este tiempo fui sintiendo al Brasil como a mi tierra. Hoy me conmovía escuchar los acordes de su himno nacional. Acudíamos, al principio, más que nada en una forma retórica, más que real, una frase: que había que malvinizar la Amazonia y había que amazonizar la Patagonia y las Malvinas.

Esto va a ser una realidad, cuando en el corazón de cada brasileiro se sienta como un ultraje a una hija, el ultraje de los ingleses usurpando tierras argentinas; se sienta como el ultraje a la madre, la soberanía limitada sobre vastas extensiones de territorio patagónico, en virtud del inicio de cambio de tierras por deuda, y cuando cada argentino sienta como un ultraje a su madre los intentos de soberanía limitada en la Amazonia.

Hoy nos decía don Lyndon LaRouche que es el entrecruzamiento de las almas, la integración. Estoy hablando de eso. Tenemos que sentir como propio, tenemos que sentirnos compatriotas. Me eduqué en el Colegio Militar de la Nación Argentina sintiendo, como mínimo, al Brasil como un adversario. Gracias a Dios, la vida me dio la oportunidad de reconocer en ustedes a mis hermanos y en ofrecer mi corazón con hermandad.

Cuando nuestros hombres grandes del pasado soñaron la grandeza de la patria, ¿qué era eso? Era la felicidad de sus habitantes y sólo lo lograremos unidos y como uno solo, siempre para adelante.

Gracias.

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