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Negligencia ante la crisis
LaRouche: Bush y Cheney pueden causar la muerte de más estadounidenses por influenza, que los ataques del 11-S


Foto: Larouchistas haciendo campaña a favor de Kerry y Edwards.
Con toda razón, el anuncio de campaña de Kerry y Edwards del 16 de octubre afirma: "Hace tres años, expertos médicos le advirtieron a George Bush que se venía una escasez peligrosa. En vez de corregir el problema, la producción [de vacunas] fue enviada al extranjero; las vacunas fueron contaminadas".


22 de octubre (EIRNS)—El 18 de octubre Lyndon H. LaRouche, el ex precandidato presidencial estadounidense por el Partido Demócrata, dio a conocer la siguiente declaración a través de su "Comité de Acción Política Lyndon LaRouche" (o LaRouche PAC), sobre la negligencia del Gobierno de George W. Bush en cuanto a una potencial pandemia de influenza en los Estados Unidos.

Los periódicos destacan fotos de azorados y abatidos ciudadanos de edad avanzada, haciendo cola en los supermercados para vacunarse contra la influenza o gripe, una vacuna que simplemente no hay. La expresión burlona del presidente Bush en el último debate presidencial, cuando sacaron a relucir el tema de las vacunas contra la influenza, debe verse como la cruel expresión de regocijo de la que hace alarde el presidente en las narices de los ancianos y otros que esperan en las colas.

Lyndon H. LaRouche advirtió hoy que "podría morir más gente inecesariamente de influenza este año, que los que murieron en los ataques terroristas del 11-S", en vista de la amenaza que el Gobierno de Bush representa para la salubridad de los Estados Unidos. LaRouche recordó la negativa del Gobierno a mitigar la crisis, el largo historial de negligencia en adquirir las vacunas, y el alarde personal de inhumanidad del presidente Bush.

LaRouche destacó en particular el comentario que hizo Bush en el debate del 13 de octubre, cuando dijo que "no me voy a vacunar contra la influenza este año", a modo de excusa por la negativa de su Gobierno a colaborar con las autoridades estatales y locales en canalizar el escaso abasto a quienes más lo necesitan, y a hacer otros planes de contingencia.

En segundo lugar, LaRouche indicó que el comentario con el que Bush continuó —de que sus funcionarios de salubridad a lo mejor conseguirían más vacunas en Canadá— fue un engaño. Todavía el 14 de octubre el secretario de Salubridad Tommy Thompson, quien está a cargo de la Dirección de Alimentos y Medicinas (FDA), retomó la línea del Gobierno federal de que, por cuestiones de "seguridad sanitaria", quizás no habrían de procurarse vacunas canadienses; Thompson dijo que la FDA no ha autorizado por adelantado a las fábricas. En Vancouver, hay un potencial de alrededor de 1,5 millones de vacunas disponibles para las personas más suceptibles de contraer la enfermedad en los EU.

En realidad, el equipo de campaña de Bush y Cheney no quieren arriesgarse a recibir la publicidad negativa que habría, de permitir que medicinas canadienses entraran a los Estados Unidos; ¡algo a lo que se han opuesto! "Para Bush, sus mentiras son más importantes que la vida humana", dijo LaRouche.

Unas 36.000 personas mueren de influenza cada año en los Estados Unidos, y unas 200.000 reciben hospitalización, según las últimas estadísticas nacionales de salud. En la temporada 2004-2005 podrían morir al menos entre 5.000 y 10.000 personas más por la influenza, a consecuencia de la negligencia del Gobierno de Bush. Bush es un asesino.

Negligencia ante la crisis

El 5 de octubre se anunció que 48 millones de vacunas no estarían disponibles esta temporada, la mitad de las 100 millones anticipadas, porque las autoridades de salubridad británicas le retiraron la licencia al laboratorio de Liverpool que las produciría para los EU, que es propiedad de la empresa californiana Chiron Corp.

La respuesta inmediata de las autoridades federales debió haber sido examinar la calidad de las más de 50 millones de vacunas restantes que entrarían a los EU del otro proveedor, la francesa Adventis Pasteur, para recanalizarlas a quienes más las necesitan: los ancianos, los niños, los enfermos crónicos, los trabajadores de salud más expuestos y grupos similares.

De hecho, los funcionarios de salubridad del Gobierno de Bush sabían de los problemas del laboratorio británico de Chiron desde agosto de este año, desde que fueron detectados algunos lotes contaminados de las vacunas de Chiron, pero no hicieron nada. El Gobierno británico buscó alternativas, pero el Gobierno de Bush no hizo nada.

Los principales funcionarios del Gobierno de Bush responsables de resolver la crisis insisten en que "la redistribución sea voluntaria", y en honrar los contratos existentes. Como alrededor de 85% de las órdenes de vacunas contra la influenza son de origen privado (consultorios médicos, clínicas, proveedores comerciales, etc.), y sólo 15% de origen público (departamentos de salud municipales, agencias federales, etc.), la política del Gobierno de Bush de no meter las manos en el asunto garantiza el caos.

El 18 de octubre el Colegio Americano de Emergencias Médicas, una organización que agrupa a 22.000 médicos, emitió un exorto en su reunión de San Francisco a las autoridades federales, para que tomen medidas y dediquen recursos para poder responder a la ola de pacientes que se avecina. Las muy deterioradas instalaciones hospitalarias de los EU —tanto públicas como de asistencia a los veteranos— no podrán darse abasto con un exceso de pacientes, sin que el Gobierno federal haga planes de contingencia. Al Gobierno de Bush no le ha importado esto.

Malversación

Con toda razón, el anuncio de campaña de Kerry y Edwards del 16 de octubre afirma: "Hace tres años, expertos médicos le advirtieron a George Bush que se venía una escasez peligrosa. En vez de corregir el problema, la producción [de vacunas] fue enviada al extranjero; las vacunas fueron contaminadas". Una simple cronología documenta el historial de malversación en las adquisiciones del Gobierno de Bush, que nos lleva al hecho de que, para la temporada de influenza de 2004-2005, aprobó un plan que dependía de sólo dos proveedores para adquirir 100 millones de vacunas, ¡la mitad de las cuales vendría de un laboratorio extranjero que sabían no era de fiar!

¡Y este es un gobierno que se la lleva diciendo que hace todo lo posible por garantizar la "seguridad del territorio nacional"!

2001

En la estación de influenza de 2001 las 74 millones de vacunas fueronn insuficientes. En mayo la Oficina de Contabilidad General (GAO) sacó el informe "Flu Vaccine; Supply Problems Heighten Need to Ensure Access for High-Risk People" ("Vacuna para la influenza; problemas de abasto aumentan la necesidad de garantizar su disponibilidad para la gente que corre mayor riesgo"), que decía que el retraso en el abasto de vacunas en la temporada 2000-01 mostró que "ni el gobierno ni la industria farmacéutica están preparados para enfrentar una pandemia de influenza o una escasez de vacunas", y que, en caso de escasez, "actualmente no hay un sistema que garantice que la gente que corre mayor riesgo tenga prioridad cuando el abasteciiento de vacunas sea escaso".

En noviembre el Consejo de Institutos de Medicina pidió la creación de una entidad oficial que coordine lo relacionado con las vacunas, a fin de prevenir el abasto de vacunas no confiables y cualquier crisis eventual.

Para fines de año, Monarch, un importante fabricante de vacunas, anunció que suspendía sus operaciones. Esto, después de que el gigante farmacéutico Pfizer dejó de producir vacunas en 2000, y de que para 2003 Wyeth y Merck dejaron de producir vacunas inyectables contra la influenza, con lo cual quedaron sólo dos compañías.

¡Y el Gobierno de Bush no hizo nada!

2002

En septiembre la GAO sacó otro informe sobre como la FDA podía "ayudar a enfrentar la necesidad insatisfecha de contar con un abasto estable y suficiente de vacunas". Estas recomendaciones fueron desatendidas.

2003

En marzo los Institutos de Medicina publicaron un estudio de 400 páginas (el cual llevaba una década en preparación): "Microbial Threats to Health; Emergence, Detection, and Response" (La amenaza microbiana contra la salud; emergencia, detección y respuesta). El estudio afirma que los fabricantes de vacunas difícilmente satisfacieron la demanda en 2001 y 2002, concluyendo que la "infraestructura de salubridad pública es inadecuada", y que los EU y otros países no estaban preparados, en particular, para enfrentar el riesgo de una pandemia.

En junio un equipo de la FDA fue a Liverpool, Inglaterra, para inspeccionar un laboratorio de vacunas, donde encontraron problemas de contaminación, pero le dieron el visto bueno para que el probable comprador, Chiron Corp., dirigiera el laboratorio, a fin de abastecerle entre 46 y 48 millones de vacunas contra la influenza a los Estados Unidos, la mitad de lo programado para la temporada 2004-05. Obtuvieron el visto bueno a pesar del hecho de que la planta había pasado por toda una caterva de dueños, y de la falta de inversión; y en 2000, cuando era propiedad de Celltech, se había cerrado por producir vacunas contra la polio contaminadas.

2004

En agosto Chiron anunció que varios millones de vacunas contra la influenza podrían haberse contaminado. Pero no fue sino hasta que las autoridades sanitarias británicas cerraron la planta de Liverpool, que la FDA mandó investigadores para percatarse de los problemas de fabricación. La FDA no ha hecho público el informe de su inspección de junio de 2003.

LaRouche: Un programa inmediato para enfrentar la crisis - - y acabar con las políticas que la crearon

En una conferencia que dio en Washington, D.C., difundida al mundo por internet, LaRouche planteó el 6 de octubre la necesidad de emprender un programa de emergencia para bregar con la crisis y acabar con las políticas que la crearon. Sobre la escasez de vacunas, dijo: "Que sea tratada como una emergencia militar. Pones a todas las instituciones pertinentes a trabajar para darle salida a esto, y que cumplan con su trabajo a como dé lugar".

Segundo, llevar a cabo una "reestructuración de la aplicación de nuestra política de salubridad"; restaurar los hospitales, que son la primera línea de defensa contra las enfermedades infecciosas. "Vean lo que hemos hecho desde 1973, desde que entró en vigor la ley de las organizaciones administradoras de la salud, o HMO. Hemos destruido partes esenciales del sistéma de defensa médico de los Estados Unidos. Y, ¡estamos matando a la gente con eso!" Hemos reducido las reservas médicas de toda clase.

"¡Poner en riesgo a la raza humana de este modo fue un error! Tenemos que adoptar una política que corrija ese error, acabando con las medidas que condujeron al mismo... Cueste lo que cueste".

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