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Declaración de Marivilia Carrasco, presidenta del MSIA en México
Salvemos a la nación; enterremos al TLC

"Adonde quiera que veamos, la discordia, la descomposición y el esclavismo van de la mano con el sistema británico de libre comercio; por el contrario, la armonía, la libertad, la riqueza y la fortaleza crecen en todos aquellos países que oponen resistencia a ese sistema".
— Henry Carey, 1859.

A propósito de la nueva fase del Tratado de Libre Comercio (TLC) que entrará en vigor a partir del 2003, cuando México erradicará lo que queda de las tarifas y barreras de protección al sector agropecuario, han surgido nuevas y muy justificadas protestas y reacciones de las más diversas agrupaciones de productores agropecuarios y círculos políticos del país. La mayoría de ellas son reacciones que denuncian el proteccionismo y los subsidios de los Estados Unidos y Canadá, y que piden una moratoria a la puesta en marcha de esta nueva etapa ultrajante del TLC. Pero eso no resolverá el problema.

El problema no son los subsidios ni el proteccionismo de los Estados Unidos y Canadá, o ganar un poco de tiempo para posponer la muerte del agricultor mexicano. ¡El problema es la totalidad de la política de libre comercio a escala mundial!

Se ha cumplido lo que advertimos el MSIA y el economista y precandidato presidencial norteamericano Lyndon H. LaRouche, desde hace diez años: que el TLC sería el eufemismo para crear un "Auschwitz" —un campo de concentración de trabajo esclavo— al sur de la frontera de los Estados Unidos. La fase que sigue orillará a varios millones de nuevos desempleados y hambrientos mexicanos a trata de cruzar la frontera con los Estados Unidos, desde donde se exige abrir las fronteras al libre comercio, pero cerrarlas a la migración.

¡Se debe repudiar al TLC en su totalidad!

Para sobrevivir, es imperativo reconocer la farsa cruel del TLC y de todas las políticas de libre comercio que ahora pretenden imponer un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) e instrumentos afines en el resto del mundo, como los acuerdos de Maastricht en Europa. Se han fabricado estadísticas fraudulentas del supuesto éxito de México para embaucar a los demás países de Centro y Sudamérica, y del mundo entero.

El aumento de las exportaciones mexicanas, que es la cantaleta del "éxito" del TLC, es un fraude en materia económica, pues en el campo, como en la industria maquiladora, el aumento de dichas exportaciones no es resultado de un fortalecimiento de la economía real nacional, sino del saqueo permanente de la mano de obra, los productos agrícolas y los recursos naturales del país. Tales exportaciones no significan un aumento en la capacidad productiva general del país, sino un mecanismo para mantener abierto a México a una danza infernal de saqueo determinada por la especulación de los mercados financieros. Es como festinar la hemorragia de un paciente que se muere, e inventar que se trata del suculento banquete de su boda.

A ocho años del TLC, con la cancelación de tarifas y barreras de protección económica, la eliminación de subsidios a la agricultura nacional, etc., los efectos son demoledores, tanto para la agricultura como para la industria nacional. Pese a una supuesta protección, la producción de granos básicos, como el arroz, el trigo y el maíz, entre otros, se desplomó en términos físicos per cápita.

Por ejemplo, el caso del arroz: las importaciones representan el 300 por ciento de la producción nacional, y la producción per cápita nacional cayó 60 por ciento.

El trigo: el país importa más de lo que produce —cuando a principios de los noventa las importaciones sólo representaban el 20 por ciento de la producción nacional—, al tiempo que la producción per cápita se desplomó entre 20 y 30 por ciento.

El maíz: aunque todavía producimos más que lo que importamos, las importaciones crecen a un ritmo mayor que la producción nacional, y es un hecho que éstas desplazarán paulatinamente a la producción de este producto básico.

Es imposible seguir ocultando que todos los acuerdos de libre comercio internacional están en franca descomposición. El tratado de Maastricht en Europa, por ejemplo, está causando estragos en las economías nacionales, y sus gobiernos sufren una gran presión para que detengan los planes de eliminar por completo las barreras arancelarias del sector agrícola, entre otras cosas. Romano Prodi, presidente de la Unión Europea, acusó de "estúpido" el llamado mecanismo de estabilidad monetaria del Tratado, lo que otros miembros de la Unión Europea y del Parlamento Europeo respaldaron, señalando que el tratado ha debilitado aún más a las naciones y ha tenido un efecto muy negativo en el empleo.

Desde el inicio, el propósito del TLC era destruir cualquier posibilidad de desarrollo soberano de México, y someter al país al saqueo más vil. Después de consumar la orden de la Comisión Trilateral, impuesta por boca de Zbigniew Brzezinski, de impedir "un Japón al sur de la frontera de los Estados Unidos", en referencia a los programas de desarrollo del gobierno de José López Portillo a fines de los setenta y principios de los ochenta, el TLC se constituyó en el esquema necesario para someter a México a los designios de la globalización y sus políticas de saqueo y especulación, con el propósito exclusivo de garantizar el pago de la usurera deuda externa, bajo las políticas del FMI.

Los mitos, mitos son

A principios de los noventa, Lyndon H. LaRouche, desde los Estados Unidos, denunció sistemáticamente los mitos fantásticos del TLC. Los hechos le dieron la razón. Entonces, los promotores del Tratado de ambos lados de la frontera esgrimieron grandes mitos, que denunciamos como burdas mentiras. Entre ellos, se decía que el TLC significaría la creación de más empleos en los Estados Unidos y en México, supuestamente porque, por cada 1.000 millones de dólares de nuevas exportaciones a México, se crearían 25.000 empleos nuevos en los Estados Unidos, mientras que en México se crearían "millones de nuevos empleos, lo que ayudaría a reducir la migración hacia los Estados Unidos". Se dijo que la inversión directa de los norteamericanos traería a México grandes cantidades de capital para ayudar a su desarrollo, y que, juntos, serían el mercado más grande y más competitivo del mundo, frente a Japón y Europa. La realidad descarnada es todo lo contrario, como advertimos desde el principio. La creación de maquiladoras en México provocó la disminución de empleos en los Estados Unidos, entre otras cosas, porque la mano de obra en México es por lo menos diez veces más barata que en los Estados Unidos. La entrada de productos mucho más baratos a México creó un desempleo generalizado y esfumó el espejismo de un mercado de consumidores insaciable. En un década, las maquiladoras ofrecieron menos de un millón de empleos al estilo de los campos de concentración, ¡cuando México necesita crear un millón de empleos al año! Sin contar el ejército de desempleados que crece año tras año por el TLC.

Los mitos sirvieron para encubrir que el objetivo fundamental del TLC era imponer un mecanismo para saquear recursos que facilitaran el pago de la deuda externa, y que sostuvieran un flujo de liquidez para apalancar la tremenda burbuja especulativa de Wall Street y la City de Londres. Ahora que esta burbuja se desploma a pasos acelerados, desde mediados del 2000, las nuevas tasas de saqueo que se pretenden, tendrán efectos genocidas contra la población de México, pero ni siquiera "lucirán" lo suficiente para devolverle su brillo a la decadencia que llaman globalización. La consecuencia última de este saqueo es el "Plan Paddock" de 1976, que aconseja: "Cierren la frontera y déjenlos que griten..." México debe reducir su población, "el hambre, la guerra y la peste [lo harán]".

Es moral y económicamente inaceptable seguir sometiendo a México a semejante tortura, justo cuando todo el sistema del FMI está desintegrándose sin rremedio. Debe abrogarse el acuerdo del TLC y establecerse un programa de emergencia de producción de alimentos, respaldado en la construcción de grandes obras de infraestructura que, además de crear empleos productivos necesarios, aseguren una creciente productividad de los agricultores e industriales mexicanos. Estas medidas son posibles, en lo interno, bajo el mandato constitucional de que el Estado vea por "el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo", e internacionalmente, luchando por la creación del Nuevo Bretton Woods propuesto por Lyndon H. LaRouche. Para llevar adelante estos esfuerzos, estamos creando, junto con fuerzas políticas de Argentina, Brasil y otras naciones del continente, un foro mundial en defensa del Estado nacional soberano y por un nuevo sistema financiero internacional justo, al que bautizamos con el nombre de Foro de Guadalajara, con la certeza de que gente común habrá de asumir responsabilidad en la defensa de nuestros estados nacionales.

¡Únete al Foro de Guadalajara!

México, D.F., a 4 de diciembre de 2002.

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