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Ante más de un centenar de prominentes personajes en el Auditorio Sala de la Basílica de Santa María degli Agneli
Lyndon LaRouche en Roma


9 de julio (EIRNS)— Lyndon LaRouche habló el 3 de julio ante más de un centenar de prominentes funcionarios electos, economistas, representantes del Vaticano y líderes civiles, en el Auditorio Sala de la Basílica de Santa María degli Agneli, en Roma, Italia, sobre sus propuestas para convocar una nueva conferencia de Bretton Woods y someter al sistema financiero y monetario mundial, actualmente en quiebra, a una reorganización ordenada por bancarrota. El objetivo de tal esfuerzo de gobiernos soberanos, sería crear las precondiciones para emprender una recuperación económica global, mediante la emisión de créditos baratos a largo plazo, destinados a proyectos de desarrollo de tecnología avanzada con centro en el Puente Terrestre Eurasiático propuesto por LaRouche.

Además de LaRouche, en la conferencia de Roma participaron personajes políticos italianos prominentes como el Dr. Nino Galloni, director general del Ministerio del Trabajo de Italia, y el senador Oskar Paterlini, autor de una resolución de la Cámara de Diputados y el Senado de Italia urgiendo al gobierno a tomar la iniciativa de convocar una conferencia de Estados nacionales para el establecimiento de un nuevo sistema monetario mundial.

En los últimos dos meses, LaRouche ha sido el ponente de fondo en importantes foros realizados en los Emiratos Árabes Unidos; en São Paulo, Brasil; en Suiza; y ahora en Roma.

LaRouche le explicó a los participantes en la conferencia de Roma cómo la crisis estratégica económico-financiera actual ha sido el producto de la imposición de las políticas del grupo que se conoce en Washington como la "facción utopista", que es la misma a la que el ex presidente Dwight Eisenhower denominará "el complejo militar industrial". Este grupo, cuya orientación filosófica proviene de la tradición de H.G. Wells y Bertrand Russell, surgió tras la muerte del presidente Franklin D. Roosevelt, al momento en que su sucesor, Harry S. Truman, repudió la política de negociaciones de paz con Japón que Roosevelt había iniciado, y adoptó la militarmente innecesaria decisión de arrojar dos bombas nucleares sobre el Japón.

Hubo un giro político después del "paréntesis" de Eisenhower (1953-1961), con la crisis de los proyectiles en Cuba, cuando los utopistas lograron aterrorizar al mundo con la amenaza de una guerra nuclear, para que finalmente, el mundo cayera en manos de un régimen utopista de 12 años entre las "presidencias" de Kissinger y Brzezinski, quienes fueron realmente los que controlaron los gobiernos de Richard Nixon, Gerald Ford y Jimmy Carter.

Las doctrina utópica se manifiesta con claridad en un documento firmado por Henry Kissinger que se llama Memorándum de Estudio de Seguridad Nacional 200, producido en 1974 y originalmente mantenido en secreto. Este documento argumentaba que los países no angloparlantes de fuerte crecimiento poblacional iban a consumir y agotar los recursos destinados a ser consumidos por el mundo angloparlante, y, decía el documento, era de la incumbencia de los Estados Unidos el asegurarse que esto no ocurriese.

Esta política fue replanteada bajo el presidente Carter en el documento llamado Global 2000. En nuestros días, la facción utopista está comprometida a establecer un imperio angloparlante, siguiendo el modelo del Imperio Romano, mediante la guerra perpetua.

Pero han cometido un error, declaró LaRouche: los utopistas decidieron lanzar su imperio no al principio, como lo hicieron los romanos, sino al final, cuando el imperio ya se está derrumbando. La economía mundial se derrumba y sólo un retorno a las políticas comprometidas con el bienestar general de la población podría salvarlo, explicó LaRouche. Si se comparan los dos períodos, el del acuerdo de Bretton Woods después de 1945, y que prevaleció hasta 1962-65, y las fases sucesivas, especialmente después del rompimiento formal de los acuerdos de Bretton Woods en 1971, es evidente cuál sistema funciona y cuál no.

La presidencia de Bush, dijo LaRouche, ha perdido toda credibilidad después de su discurso del 26 de junio. Depende de aquellos individuos en posiciones de responsabilidad en los Estados Unidos y Europa, movilizar a la población en apoyo a las propuestas de LaRouche. Debemos hacer esto, declaró LaRouche, a pesar de las opiniones formadas de la gente, de su terquedad y la negativa a deshacerse de sus prejuicios, que los están llevando a la perdición. La tarea de los líderes es decir la verdad y dejar de repetir sólo lo que se considera opiniones aceptables.

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